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RETOS
El Hobbit (la película) - Desenlace (16 de Mayo de 2003, a las 18:59)
(con lo que esta historia llega a su fin, por fin)
Y llegan a la montaña. Abren la puerta secreta y empujan a Bilbo por ella, ya que es tan estrecha que sólo un hobbit puede atravesarla. Esa es la razón por la que habían traído a Bilbo: colarlo por una rendija y que el hobbit les abriera la puerta principal. Pero unos minutos más tarde reaparece Bilbo, gritando como un loco. Los Enanos sólo le entienden: "un dra, un dra, un dra". Thorin, que para algo es el jefe, le propina una tremenda bofetada, y Bilbo, en un último esfuerzo, escupe sangre y unas palabras : "un dragón, ¡qué daño!", y se desmaya.
Cuando recobra el conocimiento, Bilbo ve que todos los Enanos rodean a Thorin y a Balin, con aire amenazador, al descubrir que el dragón no había sido mencionado hasta ese momento. Thorin le explica por señas al bueno y sordo de Balin lo que pasa, y éste, en uno de sus famosos discursos, les promete que nada malo ocurrirá. Los demás le creen, pues Balin es un buen tipo que convence a todos rápidamente (lo que explica la cantidad de incautos que le acompañaron en su viaje a Moria). Así que todos se disponen a atacar al dragón. El plan consiste en que Bilbo entre de nuevo, descubra algún punto débil de la bestia, la mate, la aparte del montón de tesoros donde seguramente reposa, busque la corona de Thorin, abra las ventanas para que todo se vaya ventilando y mire cómo andan las provisiones de las despensas. Después tiene que abrir la puerta principal, y los Enanos harán el resto. A Bilbo no le acaba de satisfacer el plan, pero a los Enanos sí, y como son más, y más fuertes, terminan por convencer de un empujón al buen hobbit. Éste cae rodando por un largo túnel, hasta darse de bruces con la cola de un dragón enorme, que le clava sus ojos con mirada burlona.
"Hola" dice el dragón. "Adiós" dice Bilbo, y sus palabras no han terminado de salir de su boca cuando Bilbo ya está a la mitad del túnel por donde había venido. Pero tropieza con Balin, que estaba allí esperándole. Las palabras del entrañable enano, y las hachas del resto, que están detrás por si el parlamento de Balin no es suficiente, convencen a Bilbo para que baje de nuevo, pero esta vez decide ponerse el anillo. Cuando llega a presencia del dragón, Bilbo descubre horrorizado que la bestia lo percibe de algún modo. Y no puedo dejar de estremecerse, cuando el dragón le dice: "Te veo". A pesar de lo reiterativo del mensaje, estas palabras, dichas por un dragón impresionan más que dichas por un ojo, así que Bilbo se pone a temblar como una hoja y decide jugar su última carta. Su última carta es contarle todo, absolutamente, al dragón, de forma que éste se mueva de algún modo y Bilbo pueda encontrar un punto débil. Como el chivarse de los trece enanos no es lo suficientemente impresionante como para mover al dragón, Bilbo decide echar toda la carne en el asador, y acusa a los hombres de la ciudad de estar detrás de todo ello (y conociendo la catadura moral de los hombres en general, no cree estar muy lejos de la verdad). Esto parece enfurecer al dragón, que dice: "Los hombres son débiles; yo estuve presente cuando la voluntad del hombre falló". Esto le resulta a Bilbo un poco exagerado, porque algún hombre bueno habrá, pero bueno. Y diciendo esto, el dragón levanta el vuelo, y desaparece por la puerta principal, no sin antes mostrar al hobbit una enorme tirita en el sobaco izquierdo. El hobbit dice: "¡Ajá!", pero al poco rato dice "¡Ups!", pues de nada sirve que él lo sepa si los hombres no lo saben. Así que corre tras el dragón, y al llegar a la entrada, ve una paloma, un cuervo y un buitre. No sabiendo cuál elegir, se dirige al buitre, que por afinidad moral es, piensa, el más apropiado, y le cuenta todo. El buitre se relame de gusto, pensando en el banquete que le espera, y echa a volar en dirección suroeste. Bilbo lo considera un mal presagio, y opta por decírselo también a la paloma, que vuela rauda siguiendo al buitre, pero es abatida por una flecha. El hobbit escucha a los Enanos decir, "¡comida!", y maldice la debilidad de esa raza. Así que, por último, opta por decírselo al cuervo, que le contesta "ya era hora". Que el cuervo hable le parece una buena señal, porque seguramente habrá entendido lo que le ha dicho, y podrá comunicárselo a alguien capaz de enfrentarse al dragón.
Y así es. Cuando el cuervo llega a la ciudad de los hombres, el dragón está echando fuego por la boca, lo cual, visto por el cuervo, le parece un mal presagio (no sabe que los dragones echan fuego habitualmente por la boca; por eso piensa que simplemente el dragón está muy enfadado). Los hombres, y las mujeres (y van cuatro) corren como locos y locas (y van cinco), cargando con sus máquinas registradoras. Sólo uno va sin máquina registradora. En su lugar, lleva un arco. Así que el cuervo decide dirigirse hacia él, considerándolo el más capaz (o el menos incapaz). Al acercarse hasta más, distingue mejor sus rasgos: un hombre con barba de tres días, melena mugrienta (dato inequívoco de que era un hombre, y no un elfo) y un rictus de dolor en el rostro, como si le doliera el estómago. Le dice lo que Bilbo le había comunicado, pero el hombre parece dudar. No tiene mucho sentido que el hombre dude, ya que el dragón, en ese momento, se lanza directamente contra ellos. Pero el hombre duda. El cuervo grazna asustado y algo enfadado: "¿Pero qué mas quieres, hombre? Decídete de una vez" Pero el hombre le dice: "Yo no quiero este destino para mí: nunca lo he querido." Pero el cuervo responde, gritando: "Dispara, leche, que se nos viene encima" El hombre mira hacia el dragón, pone una flecha sobre su arco, tensa la cuerda, pero en el último momento, parece dudar otra vez, y se detiene. El cuervo se desmaya graznando de miedo. Y en ese momento, una voz femenina, pero dinámica, valiente y decidida, como corresponde a una voz femenina de nuestro tiempo dice: "¡apártate!". El hombre mira hacia atrás y ve a la mujer elfa. Y es mirarla, y enamorarse perdidamente de ella. Pero la mujer dice: "matar al dragón es mi privilegio, como entregar mi corazón al hombre que amo" el hombre la mira esperanzado, pero la mujer elfa concluye diciendo, "y ése no eres tú". Y diciendo esto, la mujer elfa pone una flecha en su arco, aunque tenía el carcaj vacío. Pero el hombre la detiene diciéndole: "no debes hacerlo; no sería apropiado" "¿Por qué?" contesta ella, furiosa "¿por qué soy una mujer?". "No", contesta él, "porque no tienes arco" y es cierto. Todo es extraordinariamente extraño. "Comprendo", dice ella "pero ¿siempre he de ser yo la que quede atrás?". "Tienes razón" dice él. "Cuenta con mi arco", y se lo entrega. Pero la mujer, enfadada, se lo devuelve. "No quiero privilegios por ser una mujer" A lo que el hombre contesta: "Vale" Toma el arco y mata al dragón. Todos los hombres y mujeres que contemplan la escena rompen en gritos de júbilo y se lanzan hacia el hombre para llevarlo en volandas, empujando a la mujer elfa que cae al agua echando espuma por la boca. Y lo hacen rey, a pesar de su aspecto.
Al principio, el rey, que se llama Bardo, sólo quiere paz y tranquilidad, pero muchos hombres y mujeres le hacen recapacitar, mostrándoles sus cajas registradoras vacías, por lo que el nuevo rey decide pedir algo del tesoro a los enanos. Cuando pide voluntarios para acompañarle, la plaza queda desierta en un segundo, por lo que tiene que reclutar a los incautos que encuentra por el camino y que, curiosamente, son todos ancianos que pasan de los 90 años y niños que no llegan a los 7. El caso es que llega a la Montaña Solitaria al tiempo que otro ejército, el del rey Flan-Dhul, que sigue con el interrogatorio a los Enanos. Ya son dos ejércitos. Thorin y el resto de Enanos, mientras tanto, nadan en la abundancia y se retractan sutilmente de todas las promesas que habían hecho a Bilbo, cuando descubren horrorizados el ejército de Elfos y el ejército de Hombres. Así que se concentran y mandan telepáticamente un SOS a su pariente Dain, que vive unos pueblos más allá, ganándose el pan arando la tierra con descomunales y afilados azadones. De manera que al poco rato, hay tres ejércitos. La panorámica es impresionantes, aunque los primeros planos deslucen un poco el conjunto, de manera que nos quedamos con los planos medios.
Y en ese momento, aparecen Trasgos montando Lobos (que parecen hienas). Bilbo duda. Quiere hablar, decir algo importante que dé la señal para el comienzo de la batalla. Al final se decanta por el burro grande, ande o no ande, y dice: "Que comience la batalla de los Cinco Ejércitos", decidiendo en el último momento que Trasgos y Lobos deben contabilizarse como ejércitos claramente diferenciados. Los trasgos, 200.000, gritan a pleno pulmón, entrechocando sus armas, mientras sus cabalgaduras aúllan y gruñen con una especie de risa malévola (aumentando la confusión respecto a si son lobos o hienas). Los otros tres ejércitos les aguardan en silencio, pero la tensión puede con la serenidad de un anciano, reclutado por Bardo mientras el pobre viejo se limpiaba su dentadura postiza, y dispara una flecha sin previo aviso. El efecto es inmediato y demoledor. Un trasgo cae al suelo atravesado por la flecha, y los 199.999 trasgos restantes, enmudecen un segundo más tarde. El silencio es asfixiante, tan sólo roto por el llanto incontrolado de unos cuántos trasgos, amigos seguramente del fallecido. Y entonces, el hijo de el Gran Trasgo, que se llama El Hijo del Gran Trasgo, y es igual de repugnante que su padre, da la orden de ataque. El plano general de la batalla es realmente espectacular y sobrecogedor, pero cuando comienzan los primeros planos de los luchadores, la confusión y el mareo son la nota predominante, no pudiendo distinguir lo que realmente sucede (una pena). Así que nos quedamos con los planos medios, otra vez. El asunto va mal para los buenos, y cuando todo está perdido, la cosa se pone peor. Porque El Hijo del Gran Trasgo es un luchador formidable. Entonces los Enanos ruegan porque Beorn aparezca (pues sólo él podría salvarles; o él, o las águilas), pero al instante recuerdan que estaba hibernando, de manera que Thorin se lanza contra El Hijo del Gran Trasgo, recibiendo un terrible cachiporrazo en la cara, que le parte el casco y le deja tendido en el suelo. Todos los presentes lamentan la caída de tan insigne enano, y el desaprovechamiento flagrante de una más que probable espectacular pelea, pero en seguida redoblan sus esfuerzos. Es en ese momento, cuando Bardo se adelanta, y enfrentándose sólo al Trasgo, lo mata con sus solas manos y pies, pues tenía los dedos de los pies extraordinariamente largos, flexibles y un poco sucios. Pero eso no es suficiente, porque desde la izquierda aparece una figura enorme, con una armadura extraordinariamente confusa, y una maza tamaño XXL. Y nada más verla, Bilbo reconoce en esa figura al Ojo misteriso. "Así que no era sólo un ojo" dice para sí. "O puede que sí lo fuera, y ahora se haya hecho corpóreo. Bonito tema para una FAQ", concluye. La aparición, que llamaremos Hechicero de Dol Guldur, de momento, se lía a bastonazos matando a diestro y siniestro. Hasta que Bardo decide enfrentarlo. Muchos de los presentes intentan impedírselo, pero Bardo se deshace de ellos, matando a varios para convencer al resto, y se pone delante del Hechicero de Dol Guldur. La pelea final es formidable, como corresponde a un combate de último nivel, si usted me entiende, pero nadie da un euro por Bardo, y menos cuando después del último golpe del malo, Bardo cae al suelo malherido; sin embargo, el hombre, en un momento de lucidez, decide que tantas facilidades no pueden desaprovecharse, porque el Hechicero de Dol Guldur había dejado de darle golpes, y en lugar de asestarle el bastonazo final, está alargando tímidamente su mano hacia el rey (vamos, como si fuera a ayudarle a levantarse), así que en ese momento, Bardo le corta todos los dedos de la mano. El tiempo parece detenerse. Del casco del Hechicero de Dol Guldur salen unas últimas y enigmáticas palabras: "no aprenderás nunca, ¿eh?", y la armadura cae al suelo, como si su dueño se hubiera volatilizado, como de hecho, así había sucedido. Todos gritan de alegría, arrojando sus armas al cielo, inconscientemente, de manera que la mitad de ellos fallece atravesado por alguna de ellas, y una maza cae sobre la cabeza de Bilbo dos veces, en el momento en que el hobbit señalaba al cielo y decía "las ...¡clonc!, vienen las ... ¡clonc!", enigmáticas palabras cuyo significado nadie pudo desvelar.
Al despertar del golpe, Bilbo descubre con tristeza que Thorin ha muerto, y no puede dejar de pensar lo muy desaprovechada que ha estado su muerte, además de sentir la pena lógica por el suceso. También Fili y Kili han muerto, al romperse el cuello en una de sus extravagantes piruetas. Luego aparece Gandalf, brillando casi blanco, montando en un caballo azul cobalto de lento galopar, y tres días después, el mago se detiene frente al hobbit, diciéndole: "No te asombres", pues Bilbo le miraba asombrado, "¿acaso creías que era un hechicero de tres al cuarto". Bilbo piensa que no es ese el tono adecuado para un mago, pero está tan contento por verle, que pasa por alto la expresión. Y juntos regresan a Hobbiton. Al llegar a Bolsón Cerrado, el hobbit dice: "Ya estoy en casa", y eructa. Y todos los presentes ríen a carcajadas, porque indudablemente, el eructo ha tenido gracia. El bueno de Bilbo, siempre dispuesto a romper la tensión en los momentos menos apropiados; y todos le estimaban por ello.
Un saludo
tar calion II  (Hombre)
Senescal (1571 mensajes)
Quiero pensar.
-¡Cielos! -exclamó Pippin-. ¿Durante el desayuno? | | Desde el 03 de Julio de 2002 |
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jajajajaja,esto me suena XDXD
