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OTROS
Diario Secreto de Hiniglin 1ª Parte (30 de Abril de 2002, a las 16:04)
Bueno, amigos, ya era hora de revelaros como empecé mi viaje en la Tierra Media y cuál fue mi papel en los últimos acontecimientos de la Tercera Edad... aquí os presento mi Diario Secreto. Espero que lo disfrutéis. Con que es bastante largo, y si os gusta este fragmento, cada semana procuraré ofreceremos un episodio más.  Por cierto... ehem... ehem... Las sorpresas no son pocas... ya veréis, ya... entre esta entrega y las próximas... 
Wenowenoweno... uno que llega, el pecador de la prad... estooo... me parece que me estoy "esquivorciando" y además de mala manera... ¡ya verás cómo luego me metan una querella por plagio!
Día 11 de Abril de 3018
Acabo de llegar un lugar realmente bonito, sí señor, muy requetebonito... estos campos veeeerdes... (¡ups!, puede que se me esté pegando algo de estas cosas lanudas que triscan por aquí... ¡cómo hay bastantes!) que se extienden hasta donde no alcanza la vista; ¡oh! ¡y qué colinas más hermosas! Y qué cielo azul tan bonito que tenemos hoy... ¡qué bonito qué es todo! ¡Qué bucólico! Y lo mejor no es esto. ¡Lo mejor son los lugareños! Gente bajita (será que el abastecimiento de "petisús" no es suficiente por aquí), con cara de buenos amigos, muy agradable, muy simpaticotes todos. ¡Qué risueños! Eso sí... me pregunto qué fumarán en esas grandes pipas.
¡Anda! ¿Y esto qué es? Yo diría que antes de llegar aquí, mis botas eran negras, pero ahora están marrones... me pregunto si tendrá algo que ver con esos animales enormes, gordos, con manchas blancas y negras y un par de absurdos cuernos en lo alto de la cabeza, que se dedican a masticar el césped ("vacas", según mi "Diccionario de mano para Maiar que nunca han pisado Tierra Media")... ¿Puede haber alguna relación? Manchas en las vacas + proximidad de estas = manchas en mis botas... ¿analogía correcta? Extraño fenómeno, tomaré nota de ello. Así mismo, no me descuidaré de tomar nota también de tratar de no ir escribiendo este diario mientras camino sin vigilar que hay delante de mí y, más especialmente, al alcance de mis pies. ¿Es esto lo que los lugareños llaman vulgarmente "caca de vaca"? Hummm... pese a que posee una fragancia intensa no es lo que yo emplearía usualmente para perfumarme.
En efecto, esta gente es de lo más agradable. Por cierto, acabo de darme cuenta de que todos van descalzos... me vienen a la cabeza unas cuestiones quizá filosóficas. Veamos: 1) Si se instalase un zapatero en esta región ¿se haría rico vendiendo calzado a todo quisque? ¿o más bien se haría más pobre que un vendedor de trajes de baño en la meseta del Gorgoroth? Pues la gente parece ir muy a gusto así. 2) Observo que yo llevo calzado y que así mismo he pisado todas las "cacas de vaca" habidas y por haber en este camino (espero que no siga y siga mucho... ), sin embargo, los lugareños, que van descalzos, parecen no pisar ninguna ¿existe alguna relación?, es decir 3) ¿Atrae el calzado a las cacas de vaca? ¿O ir descalzo ayuda a evitar las cacas de vaca? 4) En ese caso, ¿estaría mal visto un zapatero por aquí?. Decidiendo resolver tan complicado enigma, fui directamente a preguntar a un lugareño. Su respuesta fue que no estaba seguro, pero, eso sí, me aseguró que es posible que dejar de escribir mientras se camina ayude a evitar las cacas de vaca tanto si vas calzado, como si no. Interesante teoría. Decididamente, no volveré a escribir mientras camino, o por lo menos no lo haré mientras haya vacas cerca.
Por cierto ¿cómo no he mirado antes mi Diccionario para saber qué nombre recibe esta buena gente? Mmmm... ¿Rabbit? ¡Qué nombre tan extraño! Sí, ese es el nombre que he encontrado en el Diccionario junto a la definición y la ilustración de esta buena gente... aunque a mí me suena más a otra cosa. Nueva duda qué resolver. De manera que he preguntado a otro habitante, un hipotético Rabbit. Y parece ser que no, que no son Rabbits, son Hobbits. ¿Quién diablos ha escrito este Diccionario? Un tal David Day, por lo que pone en la portada. Me habían asegurado que es muy fiable y muy bien documentado... pero después de esta consulta y otras tantas más antes de llegar aquí, empiezo a dudar mucho de ello. Esperemos que no me vuelva a fallar con errores de bulto de este tipo.
La hospitalidad de esta gente ha acabado por acogerme. Hora del mediodía y hora de comer algo. Este cuerpo serrano que los Valar me han dado no se mantiene sólo a base de aire. Una Hobbit de lo más dicharachera y simpática me ha acogido en su (según mi Diccionario) smial, una especie de casa-hoyo construida bajo una verde y húmeda colina. Lo que no advierte este carajo de Diccionario es que los techos de los smials son tan bajos. ¡Ouch! Cabe anotar esta onomatopeya para dejar constancia del sentimiento que me embarga. Esta simpática Hobbit, que responde al nombre Beg Brandigamo, está emparentada, según parece, con algunas de las familias más célebres de por aquí. No sólo se ha ofrecido a darme de comer, sino que además también me arreglará el sombrero y, ante todo, curará mis chichones a cambio, al menos, de que le arregle la viga del techo y le compre una lámpara nueva. Entre otras curiosidades, debería destacar que esta joven Hobbit posee una colección imponente de utensilios de cocina. Me han enseñado una cacerola que posee una extraña y sospechosa abolladura en la base. Mi avanzada capacidad de deducción y observación me ha permitido determinar que esa abolladura, según su diámetro y profundidad, podría bien encajar con la curva del cráneo de un habitante medio (¡ja! Qué juego de palabras más malo) de esta región (la Comarca, según el Diccionario, al menos ahí no parece fallar). Mis inquisiciones acerca de esto me han llevado confirmar esta sospecha y, no sólo eso, Beg Brandigamo afirma estar dispuesta a añadir una rareza más a su colección de utensilios de cocina (una cacerola con abolladura de un diámetro mayor) si continúo con esta clase de preguntas. Me ha parecido captar cierta indirecta.
Después de las comidas (al parecer, aquí se estila comer varias veces a mediodía) Beg Brandigamo me ha invitado a pasar el resto del día en su casa, y que si quiero dormir, pues que también puedo, lo cuál está muy bien. No tomo nota de la cantidad y variedad de comida que ha sacado esta Hobbit de su despensa, puesto que ello me podría ocupar más de la mitad de este cuaderno. Y lo que más me ha sorprendido era el hecho de que ¡está a dieta!. Por otro lado, el único problema de esto de quedarse a dormir aquí es que la cama es quizá demasiado pequeña y además produce un extraño ruidito cuando te sientas de pronto o te mueves sobre ella... es muy curioso, algo así como “tralarí, tralarí”.
Hemos tomado té con pastelillos, y, mientras, Beg me ha contado todos los chafarderíos del pueblo. Aparte de conocer interesantes datos sobre si el jardinero “fulanito de tal” está liado con la hija “menganita” de “zutanito”, que es el tío abuelo de “butanito”, el cual, que tiene una tienda de pollos, a su vez, es hermano de “agapito”, primo de etc. etc., me he puesto al tanto de la cantidad de familias que viven aquí (y yo por ahora me reservo los motivos de mi llegada aquí) Además, resulta que a mitad de la merendola han llamado a la puerta ¿y quiénes eran? ¡Oh! ¡más Hobbits! Era el primo Meriadoc (Merry para los colegas) de Beg, acompañado de un pequeño (¡juas!) séquito de Hobbits con aparentes ganas de juerga, los cuales me han sido presentados: Peregrin (Pippin para las titis), que parece tan tonto como el primo Merry o más; Rosita Coto (que, según me ha contado Beg, por lo visto va detrás de cierto jardinero que...); Gala (la más jovencita y animosa ¡no para de preguntar cosas!); Frodo (hummm... ¿este no era el señorito para el cuál trabajaba el jardinero este que... Hummm... intuyo algo acerca de este joven Hobbit, pero... no sé el qué... tengo una corazonada... ); Mosco, Moro (aquí no se cortan a la hora de poner nombres originales) Mirto, Minto (supongo que le ponen estos nombres adrede para que hagan juego). Luego, Beg me ha presentado a mí, mientras me vendaba la cabeza después de que yo me levantase cortesmente de la silla para saludar a los Hobbits. Por lo visto está a punto de celebrarse un fiestorro por todo lo alto, un tal Bilbo cumple años y parece que se ha gastado una buena fortuna en celebrarlo con familiares y amigos. ¡Mira por dónde, me he apuntado a la fiesta (aun ante las miradas de recelo de los amiguetes de Beg)! Así podré conocer mejor a esta gente y si me hago amigo de todos, me tendrán confianza. Aunque no me ha gustado mucho el comentario (¡que he oído!) que le hacía Merry a Pippin al salir, por lo bajo y al oído, “¡No me gusta nada como ese tipo mira el escote de mi prima!” ¡¡Malpensados!!
Día 12 de Abril
¿¡Pero qué hace mi primo aquí!? ¡Ha llegado en un carro cargado de petardos suficientes como para hundir la Comarca y convertir a los Hobbits en criaturas voladoras y efímeras! Tan discreto como siempre... ¡además, me ha copiado el “look”! Todos gritan “¡Gandalf!” “¡Gandalf!” “¡Ha llegado Gandalf!” Salí corriendo a saludarlo, pero justamente en ese momento, el graciosillo del susodicho decidió hacer una oportuna mini-demostración de fuegos artificiales para los ilusionados Hobbits peques. Antes de que me diese tiempo a mí a decir también “Gand...” un petardo me prendió fuego en la barba y tuve que salir disparado, agarrándome los faldones de la túnica, en busca de algún lugar donde ponerla en remojo. Pero tropecé con un pedrolo y caí al suelo. Suerte que la caca de vaca que había debajo me ayudó a amortiguar la caída y, de paso, a apagar el fuego. Esta vez no iba escribiendo en mi diario, así que la interesante teoría de aquel lugareño podría estar errada. Sin nada más que decir por hoy, cierro mi diario por ahora con este lamentable y maloliente episodio.
Día 13 de Abril
¡El día de la gran fiesta! Estoy que no me aguanto los nervios. Parece que habrá música y todo. Yo me he ofrecido para cantar algo y los Hobbits vuelven a mirarme con recelo. Sigo alojado en casa de Beg Brandigamo; no pone ninguna pega a que me quede, salvo que no la dejo dormir a gusto por las noches por el constante “tralarí tralarí” que hace la cama donde apenas quepo. Yo le he recomendado que la cambie por otra nueva y ella me ha recomendado que me esté quietecito. Entonces, cuando le he sugerido que su cama es más amplia y que podríamos... inexplicablemente, antes de que pudiese acabar de hablar, me ha arreado un sartenazo tal que todavía estoy viendo el Camino Recto.
Bueno, dejo por ahora el diario porque tengo que ponerme guapo para la fiesta. Me peinaré la barba y ¿cómo me quedará mejor el sombrero? ¿ladeado, más informal? ¿con el ala levantada y la punta hacia atrás, mucho más juvenil?
Por fin celebramos la fiesta ¡y vi de nuevo al “primo” Gandalf! Aunque todavía no he podido saludarle. Bonitos fuegos artificiales, los de Gandalf. De hecho, me habrían gustado más si no me hubiesen vuelto a prender en fuego la barba y hubiese tenido que salir corriendo en busca de agua donde ponerla en remojo y por el camino me hubiese tropezado con un pedrolo y hubiese caído sobre otra caca de vaca. ¡¡Sólo un Istari puede tropezar dos veces con el mismo pedrolo y caer sobre la misma caca!! Bueno, he visto muchas cosas, en realidad, y logré obtener cierto protagonismo y todo, ya que canté unas cuantas canciones de mi amplio repertorio, como por ejemplo: “Love’s in the air” “Together in the night” “Yo sé algo del amor” “Dos gardenias para ti” y etc. Aunque no estoy seguro de que hayan comprendido mis letras. También conté algunos chistes... no todos tuvieron un gran éxito y hubo quien me recomendó que no me dedicase al humor. Es posible que tenga razón y que yo deba seguir ejerciendo de Istari, a pesar de los peligros que conlleva el asunto y de todas las cacas bovinas que pueda encontrar a lo largo de mi camino. Aquí dejo constancia de uno de los chistes que conté... no sé por qué, pero a veces tiene mucho éxito y otras veces no (diría que falla más que una escopeta de feria si las escopetas hubiesen sido inventadas ya): A ver “¿sabéis cómo se llama la máquina de hacer Antonios? Pues se llama Antonio Machín”. Parece que los chistes de Jaimito tampoco tuvieron una gran acogida.
Después sucedió algo verdaderamente extraño y sorprendente. Bilbo, el anfitrión de la fiesta, ¡desapareció súbitamente en medio de una explosión! Como yo estaba cerca, la explosión hizo prender fuego mi barba y tuve que salir corriendo para remojármela (la barba). Entonces tropecé con el endiablado pedrolo y fui a empotrarme no sobre una caca de vaca, si no contra la misma propietaria, que pareció no tomárselo a bien y me sacudió con los cuernos. ¡Caramba! ¡Ya sé para qué pueden servir! El caso es que empiezo a sospechar que Gandalf sabe que estoy aquí, que me tiene manía porque soy más guapo que él, y que está confabulado con las vacas del lugar en contra de mí. Tengo que investigar. Ahora me dirijo a toda prisa tras los pasos de Gandalf.
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Diario Secreto de Hiniglin 1ª Parte
Menos cagarrutas y más...
