Aquel aire cargado y asfixiante, aquel ambiente... no podía soportarlo. Me ponía realmente nervioso todo aquello, aquellas ruinas, aquellas profundidades. Todo me llenaba de malos recuerdos, y ahora, en medio del combate, toda esta carga caía sobre mí de manera apabullante. Casi vacilé en mi intento de atacar al oriental, aunque de todos modos, este paró mi golpe.
Abârmil, Inglor y Haldamir luchaban también contra este valientemente. Pero el oriental no parecía para nada vacilar en sus golpes, ni mostrar signos de cansancio. Tenía un gran escudo y una gran espada, con las que cortaba el aire y casi hiere a Inglor, de no ser porque este paró el golpe justo a tiempo. Afortunadamente, justo entonces dejó su espalda descubierta, cosa que aprovechó Abârmil para clavarle su espada por la espalda. Pero ahí no parecía acabar la cosa. El oriental se defendió entonces desesperadamente, y aunque recibió muchas estocadas mías y de mis compañeros, se retorcía violento y desesperado, peligroso.
Finalmente, una flecha aterrizó en su cabeza. Oí a Farahir. La batalla parecía haber terminado. Dimas, aquel fuerte y valiente guerrero enano, sujetaba su hacha con fiereza, después de aquella victoria. Aquel enano había vivido muchas batallas para que un par de orcos le pararan los pies, sobre todo en aquellas profundidades, donde se debía de sentir muy bien.
Entonces, Gandalf nos advirtió de que la puerta debía de ser abierta mediante un acertijo. Cuando yo había estado en aquellos lugares, las puertas estaban abiertas de par en par, y sabía por experiencia que solo se podían abrir desde fuera, no desde dentro. Aquello me extraño... ¿qué motivos tendrían los orcos para cerrar las puertas?
- Bueno, señores, yo no me sé la respuesta, pues cuando pasé, las puertas estaban abiertas; de estar todas cerradas, lo tendremos muy complicado, pues creo recordad que casi todas debían de ser abiertas con acertijos. Si alguien cree saberla, que la diga- dije en voz alta y en un tono amable, mientras miraba a Abârmil, quién parecía estar dudando.
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto, tu cabellera es seca y gris;
tu corona ha caído, tu voz ha callado para siempre.
¡Oh orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
Por favor, inicie sesión para poder participar en el foro
Este foro está dedicado a la
comunidad y los fans, y todas las creaciones de éstos y otros aficionados inspirados en la obra de Tolkien u otras,
como pueden ser música, ilustradores, comics, retos, juegos y rol, etc.
Están prohibidos los mensajes que no tengan una relación directa con el tema.
Si dejas un mensaje que no corresponde será movido o
eliminado según el caso. Tienes otros foros dentro de Elfenomeno donde seguro que tiene cabida tu mensaje.