-¡Por todos los dioses! -mascullé. Ya casi habíamos conseguido escapar del campamento, pero el sigilo no era propio, o eso parecía de estos camaradas. Un jinete de buen porte con el emblema de la casa de Rohan rodó pero fue rescatado por Inglor y el elfo Eldaril. De primeras opté por qedarme a lomos de mi montura y puse un virote en la ballesta. Disparé y el proyectil impulsó hacia atrás a un dunlendino demasiado valiente. Tras esto volví a echarme a la espalda la ballesta y formé con mis compañeros, sacando mi espada corta.
Me puse hombro con hombo contra Inglor, semidoblado y de perfil, para dar menos objetivo visible al enemigo. Contuvimos las embestidas enemigas varias veces y bastante dificilmente, pero Inglor y... un orco, dos orcos? Pero al parecer o eran desertores del bando contrario o debería tratarse del famoso Burzumgad... Todo eran conjeturas. Me agaché para no ser alanceado y me deslicé hasta el pecho del que portaba la lanza, atravesándoselo. Oh, el montaraz estaba de nuevo en apuros... Dios mío, y nos había puesto a nosotros obviamente, pues no podríamos dejarle tirado. Los otros prisioneros también habían conseguido escapar y aportaban su granito de arena a las muertes enemigas.
Me volví a confundir en la batalla, justo cuando embestían de nuevo. El montaraz había conseguido reagruparse. Un líder especialmente inmenso observaba la batalla un poco rezagado, pero también con su cimitarra desenfundada y con sangre fresca.
-¡Qué bien me vendría un frasquito de matalo-todo ahora mismo! -cargué un virote y apunté a el estómago del líder.
El cuerpo a cuerpo era reñido unos pasos por delante de mí y tuve qe esforzarme por apuntar. Restregué la punta del virote con la hierba, haciendo que adquiriera un tono verduzco. Me reí entre dientes.
Apunté al bulto del líder y disparé. La flecha impactó cerca del hombro, pero no mucho mas arriba del costado izquierdo. No le había alcanzado ningún punto vital. Lástima. Miré como gruñía y luego azuzaba a sus tropas, qe por un momento habían creído herido a su jefe. Este, zafiamente se arrancó la flecha de un tirón (Ouch), pero no le agradó lo que vio. Cayó al suelo más asustado que herido, pidiendo auxilio.
-¡Su jefe ha caído! -oí gritar a alguien. Tomé mi caballo y vi como los demás hacían lo mismo.
-Vamos, lentos y escandalosos amigos. ¿He oído las palabras "invitar" y "pintas" en la misma frase? Venga holgazanes -espoleé más al caballo.
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