La leyenda oculta de los mellizos Dúnedain

28 de Febrero de 2004, a las 00:00 - Sara Cano Ruiz
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Libro primero: El nacimiento

Capítulo 1: La historia oculta

 Cuentan las historias que Arathorn, hijo de Arador; se enamoró de Gilraen la Bella, hija de Dírhael y que de su amor nació Aragorn, el primer rey de Gondor y Arnor en la Cuarta Edad de Arda. Pero lo que no cuentan es que Aragorn nunca estuvo solo en su lucha por proteger la Tierra Media, he aquí lo que solo los sabios conocen y que cambió el destino del mundo. Prepararos para un relato que permaneció oculto durante muchos siglos, antes de que en una visión me fuese revelada la verdadera historia.

 Todo comenzó la noche en que Gilraen estaba a punto de dar a luz al heredero de Númenor, era una noche fría del 1 de marzo de 2931 en la Tercera Edad de este mundo. Una fuerte tormenta azotaba el campamento haciendo silbar el viento entre los árboles y encogiendo el corazón de los niños más miedosos y los guerreros más valientes. En la pequeña casa en la que habitaba el joven matrimonio numerosas mujeres habían acudido a ayudar a Gilraen a traer a su hijo a este mundo. Arathorn, capitán de los Dúnedain regresó esa misma tarde de una expedición al ser avisado de que su esposa estaba a punto de dar a luz a su primogénito, y se revolvía nervioso en la habitación contigua.

 De repente la tormenta pareció calmarse y Arathorn escuchó llorar a su hijo, emocionado comenzó a andar hacia la puerta de la habitación en que estaba su mujer cuando otro llanto lo hizo detenerse en seco. Había dos bebes, no solo uno. Arathorn entre atemorizado y feliz abrió la puerta para encontrarse ante su mujer tumbada en la cama y con dos pequeñas criaturas entre los brazos, un niño y una niña. Al instante se sintió aliviado, si hubiesen nacido dos varones la rivalidad por heredar el puesto de capitán Dúnedain podría haberles destruido, además las leyes eran claras, no podía haber dos primogénitos varones, así era desde que una pelea entre hermanos por el poder destrozó al pueblo, muchos siglos atrás.  


Capítulo 2: Tu serás 

Arathorn miró emocionado a su mujer y estrechó a sus hijos entre los brazos:
- Tu- dijo cogiendo al niño y levantándolo sobre su cabeza para que todos los presentes pudiesen verlo - Te llamaras Aragorn, y serás mi heredero - y con el don de la clarividencia que todos los de su estirpe poseían añadió- Serás grande algún día, quizá el más grande de nuestra estirpe entre todos los que te precedieron desde los tiempos de Beren.

- Y Tu, mi pequeña estrella- dijo cogiendo a la niña y alzándola también sobre su cabeza como había hecho con su hermano - Te llamaras Sarhaliene, y sí, tu también serás grande, pero no de igual modo que tu hermano, pues pocos conocerán tu existencia y menos aún sabrán de tus éxitos. Serás como una sombra a la que pocos pueden ver pero tu serás quien guíe tus propios pasos, libre del peso del destino.

 Y poniendo a las dos criaturas en brazos de su esposa, rogó a todo el mundo que saliese de la casa, permaneciendo abrazado a su esposa y sus hijos hasta que el sueño invadió la estancia llevando sus almas durante un  breve tiempo a un mundo más clemente para la raza de los hombres. Mientras tanto la tormenta había desaparecido por completo desde el mismo momento en que el primer llanto de los niños trajo la paz al campamento. Aquella noche nada, ni siquiera un ataque de los orcos, podría alterar el sueño de los felices padres.

 Mientras tanto en el lejano sur los dos magos azules despertaron sobresaltados, el momento de cumplir la misión que Manwë les había encomendado se acercaba. Recogieron sus pertenencias y en medio de la noche partieron a caballo hacia algún lugar sagrado en que contactar con los dioses.


Capítulo 3: La unión de los hermanos

El tiempo pasó, Aragorn y Sarhaliene cumplieron dos años como si fuesen niños normales ajenos al cruel destino que les estaba esperando. Pero la desgracia no tardó en presentarse en su vida, poco después, en el año 2933 de la tercera edad Arathorn murió atravesado por una flecha orca cuando combatía al lado de los hijos de Elrond.

 Gilraen llevó a sus hijos a Imladris, la casa de Elrond, donde podrían crecer ayudados por la sabiduría élfica y protegidos de todo mal. Pero por precaución y temerosos del enemigo decidieron llamar a Aragorn con el nombre de "Estel" que significa Esperanza. Mientras que Sarhaliene conservó su nombre dado que nadie, ni aun los Valar, podría jamás conocer su destino, pues aun no estaba escrito, solo Ilúvatar conocía que había sido reservado para la pequeña niña, y no porque hubiese decidido él los sucesos, sino porque su poder le permite rasgar los velos del tiempo y leer en el corazón de los hombres.

 Elrond en su sabiduría crió a los dos como si fueran hijos suyos, no haciendo diferencia entre ellos: si les enseñaba a manejar la espada, lo hacía con los dos; cuando tocaba aprender historia de los pueblos de la tierra media, aprendían juntos y jamás prohibió a Sarhaliene realizar algo que su hermano hiciese y viceversa. Fueron ellos mismos los que eligieron sus preferencias.

 Pero sin duda alguna con lo que más disfrutaban era yendo juntos a explorar los bosques circundantes, moverse entre el ramaje sigilosamente y volver a casa sin que nadie se percatase de su pequeña aventura. Ese pequeño secreto, que nadie jamás descubrió era lo que en el futuro en las noches solitarias daría fuerzas a Sarhaliene para hacer lo que tenía que hacer, pese a lo mucho que dolía.


Capítulo 4: Dos jóvenes poderosos
 
Pues bien, el tiempo pasó, lento para los hombres, raudo para los elfos y los dos niños se convirtieron en jóvenes de apenas 19 años, recién llegados a la vida. Fue entonces cuando tuvo lugar la tragedia; aunque muchos en el futuro llegaron a considerarlo la mayor de sus suertes, pero entonces y sobre todo para Aragorn fue una desgracia.

Pero esto aun no había ocurrido, Aragorn y Sarhaliene ignoraban todo esto y se entrenaban para ser grandes guerreros algún día.
- ¡A que no puedes esquivar esto!- Dijo Aragorn mientras entrenaba contra su hermana en un combate con espadas
- Nada más sencillo, ¡mira esto y tiembla!
- Ese golpe no es nada. Seguro que sabes hacerlo mejor.
- Si, pero no quiero quedarme sin hermanito.

- Son realmente muy buenos.- Comentó un elfo que observaba el desarrollo del combate
- Nunca los vi mejores, y eso que yo he visto mucho.
- Si, tienes razón, viéndoles combatir nadie pensaría que son humanos, se mueven a una velocidad que ni los elfos pueden lograr.
- Si, pero su fuerza es claramente humana, nosotros no somos tan fuertes como ellos. Se diría que reúnen en ellos lo mejor de las dos razas.
  
 Y así los espectadores siguieron comentando el entrenamiento, especulando con una y otra teoría hasta que sonó la campana que anunciaba la hora de la cena. Aragorn y Sarhaliene dejaron las espadas y siguieron a los demás hacia el comedor.


Capítulo 5: El dolor de conocer el futuro

Aragorn y Sarhaliene acostumbraban a salir a cazar orcos con los hijos gemelos de Elrond, Elladan y Elrohir, juntos recorrían las tierras más inhóspitas en un intento por acabar con el peligro que suponían los orcos para todos los pueblos libres. Una noche mientras cenaban alrededor del fuego del campamento Elladan dijo:

- Estos orcos son muy astutos, no son como los demás con los que nos hemos cruzado, parece como si estuviesen dirigidos por una mente maligna.
- Así es, yo también he notado una presencia extraña que les guía, no me extrañaría que nos llevasen hacia una trampa, habrá que estar precavidos.- comentó Elrohir
- Seremos más listos que ellos, no nos pillarán.
- No, Aragorn, me temo que esta vez no será tan sencillo, presiento que algo terrible va a ocurrir, pero no temas hermano, por oscura que sea la noche el sol siempre vuelve.
- Que quieres decir, no estarás pensando que te va a pasar algo, ¡no lo permitiré! Te protegeré aunque tenga que morir en ello.- dijo exaltado Aragorn mientras se levantaba de un salto.
- Ni se te ocurra, me oyes, llegado el momento sabrás qué es lo que tienes que hacer, es muy importante que tú vivas, la humanidad entera depende de ello.
- Pero tu me importas más, eres todo para mi: mi guía, mi confidente, mi amiga, mi hermana.
- No discutas a tu hermana Aragorn, pues ella ha visto lejos y sabe más que ninguno de nosotros.
- Gracias por intentar apoyarme Elladan, pero no hace falta, Aragorn solo necesita tiempo para asimilar lo que acabo de decirle. - y cogiendo con dulzura la mano de su hermano entre las suyas añadió - No temas la despedida, pues no será para siempre, y además encontrarás pronto a alguien que te ayudará a superar el dolor. Confía en mí.


Capítulo 6: Miedo y dudas

 Aquella noche nadie durmió bien en el campamento, pero la peor parte la llevó Sarhaliene, puesto que los dioses ya le habían mostrado lo que ocurriría a la mañana siguiente. Sabia que en cuanto llegasen a la cima de la montaña habría un ataque orco, y posteriormente, un desprendimiento de nieve arrastraría a Aragorn a una muerte segura. También sabia que si no iban, los orcos exterminarían a todos los habitantes de una aldea cercana. Así pues, no tenía elección: debía sacrificarse para salvar la vida de su hermano, y era consciente de que moriría.

 A la mañana siguiente los cuatro partieron del campamento situado en una ladera de la montaña para intentar salvar a los habitantes de la aldea del ataque orco. A media mañana llegaron a una zona llena de escarpados salientes y placas de hielo, sobre ellos había un voladizo de roca cubierta por densa nieve, cualquier sonido fuerte podría hacerla caer, y caminaron con cuidado. Pero de repente como salidos de la nada los ejércitos orcos se lanzaron sobre ellos entablando una cruel lucha; las espadas chocaban por todas partes produciendo miles de chispas, los orcos morían a racimos, pero otros acudían enseguida a seguir combatiendo. La batalla era muy dura, pero Sarhaliene sabía en todo momento los movimientos que harían los orcos, lo que le permitió matar a muchos de ellos mientras se acercaba al lugar concreto en que había visto desaparecer a su hermano bajo la nieve en la visión. También sabía que debía evitar que su hermano se acercase al lugar, pues de nada serviría que perecieran los dos, y sin embargo Aragorn seguía avanzando hacia allí guiado por un destino del cual él no era dueño.

 Por mucho que ella intentó advertirle, era inútil, el viento se llevaba sus palabras. Y Sarhaliene presintió que la hora se acercaba.


Capítulo 7: La decisión

Entonces ocurrió, en medio de la batalla un orco hizo resonar un infernal tambor y la nieve cayó sobre todos. En un último esfuerzo Sarhaliene agarró la mano de su hermano y haciendo uso de todas las fuerzas que le quedaban lo lanzó hacia la zona segura. Enseguida noto como el peso de la nieve hacía que el inestable suelo cediese, precipitándose al vacío. Lo último que vio fue a su hermano intentando llegar hasta ella mientras Elladan y Elrohin lo sujetaban. Luego solo oscuridad.

En el cielo una estrella se apagó,  los dos magos azules levantaron su mirada en el santuario sagrado y sus almas abandonaron los cuerpos para producir el milagro.

- ¿Habré muerto? No sabes hermano cuanto me gustaría estar ahí contigo para ayudarte en el camino. Los siento madre, he fallado, no he logrado volver como te prometí. Tendréis que seguir sin mí, pero se que algún día volveré, no se como ni cuando será, pero aun no he terminado lo que vine a hacer, y no olvido tus palabras padre, no te defraudaré.

 A continuación una luz cálida y dulce la envolvió llevando su alma más allá de los confines del mundo, a los palacios intemporales mientras que su cuerpo se conservaba intacto en un bloque de hielo, para que, cuando fuese el momento de regresar pudiese hacerlo con la fuerza de una joven de 19 años, pasase el tiempo que pasase.

 Y los magos azules regresaron a sus cuerpos y de nuevo en ellos partieron hacia la montaña en que descansaba el cuerpo de Sarhaliene con la misión de velar porque nadie viniese a despertarla antes de que estuviese lista.



Capítulo 8: Eru y los velos del tiempo

- Bienvenida hija mía, no estaba seguro de si serías capaz de hacerlo, pero al final lo lograste, no temas, no estas en las estancias de Mandos, es más: no has muerto, sino que tu cuerpo está congelado a la espera de que puedas volver a él algún día.
- ¿Quién eres?¿Por qué estoy aquí?
- Yo soy Eru, o Ilúvatar, como prefieras y te he traído aquí, conmigo para que aprendas algunas cosas antes de volver con los tuyos, pero ahora mira, tienes ante ti la tierra media, observa lo que ocurre porque algún día te será muy útil.

 De pronto Sarhaliene experimentó una sensación como antes ningún otro ser, aparte de Ilúvatar, había experimentado. Pudo ver todo lo que ocurría en la Tierra Media la vez y no solo eso, sino que veía tiempos diferentes. Presente, pasado y futuro se juntaba en su mente, es una sensación que no tenía explicación, era maravillosa. Nada podía ocultarse a su vista y vio el mal y el bien y vio tristeza y alegría, pero por mucho que mirase había unos años que no podía ver, y a partir de allí todo era borroso hasta que desaparecía toda visión, ahí era donde debía volver ella, por eso no podía verlo, porque aun no había sido escrito.

- ¿Por qué no puedo verlo? Y sin embargo el resto está tan nítido. ¿Qué es lo que ocurre?
- No lo se, y aunque te pudiera decir algo solo serían conjeturas, pues no puedo predecir lo que harás. Sarhaliene, necesito que entiendas esto bien, desde los Ainur hasta el más insignificante de los seres se ciñe al plan que yo he creado, aunque intenten hacer algo contra ello, no pueden. Pero tu eres distinta, en ese sentido fuiste creada como el ser más poderoso de todos, porque eres el único de mis hijos que eres verdaderamente libre de elegir tu destino. Y sin embargo tengo absoluta fe en ti y en que lograrás hacer que el bien se imponga en el mundo, pero aun te queda mucho que aprender.


  
 

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