Los caballeros fénix

Capítulo 5: El verdadero entrenamiento

A la mañana siguiente, Aracart se levantó con el sonido de trompetas en los oídos. Esa llamada era la de las comidas.

Se levantó y vistió, y rápidamente fue al comedor para el desayuno. Allí se encontró con Serke y Tarko. Le saludaron y Tarko le dijo:

- ¿Has recibido ya tu espada?
- Ya tengo la mía, ¿Por qué iba a necesitar otra?
- ¿No te has dado cuenta que una espada normal se funde cuando usas el fuego?
- Si, pero de todos modos la espada que me den se fundirá igual.
- No- Intervino Serke- Estas espadas están cargadas de magia, al mismo tiempo que están echas de Mithril de Moria.
- ¿De Mithril?- Aracart parecía impresionado por esta revelación- ¿El templo puede permitirse armar a sus discípulos con esas espadas?
- Por supuesto. El templo tiene mucho capital, no sabemos de dónde lo saca pero la cuestión es que lo tiene.
- ¿Cuándo me la darán?- Como a todo guerrero le ilusionaba tener un arma inquebrantable y capaz de cortar las armaduras enemigas.
- De un momento a otro.

Cuando salieron al patio para practicar Amrem le indicó a Aracart que se dirigiera a la armería en la que estuvo ayer. Con nerviosismo Aracart entró en la pequeña sala donde el armero le esperaba con una espada dentro de la vaina en las manos.

-Cuídala- le dijo severamente el armero- una sola de estas espadas es tan valiosa como el armamento entero de un ejército.
Aracart pensó que de verdad valía tanto. La base de la empuñadura estaba surcada de runas y la empuñadura en sí estaba echa a medida para la mano de Aracart. La desenfundó lentamente y con veneración para ver la hechura de la hoja. Ésta estaba perfectamente afilada y pulida, por el centro de la hoja se veían runas elfas y enanas y en la base de la hoja, antes de los gavilanes de la espada, había un dibujo que representaba un sol amaneciendo.

- Cuídala- Repitió el armero- no lo digo por el tratamiento que le tengas que dar, no necesitará grasa ni afilarse nunca. Ninguna de estas espadas debe caer en manos del enemigo, si vas a morir intenta concentrar tu poder en la espada y asesta un último golpe agónico. La espada se romperá, pero te llevaras por delante a todos los que estén alrededor tuyo.

A Aracart le pareció que el armero era un pesimista pero guardó esa información en su mente, la vida de un soldado era dura y nunca se sabe cuando puede ocurrir alguna desgracia en una batalla.

Tras recoger su espada se dirigió al campo de entrenamiento dónde entrenaría durante meses antes de poder usar su poder.

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1 Año después

Después de un año de entrenamientos y de abstinencia, Aracart estaba deseando irse de ese templo que meses antes llamaba templo pero ahora llamaba prisión. Deseaba salir, en ese lugar solo se veía nieve al asomarse a la ventana, calculaba que ahora volvía a ser primavera pero la nieve seguía sin fundirse. Echaba de menos los bosques y la vegetación. Un montaraz no puede estar demasiado tiempo alejado de un bosque, aunque ya no lo sea. Sienten una afinidad natural con los árboles y las plantas que solo ellos pueden comprender. Llevaba un año sin noticias de Tasare, desde que lo había traído no se la había vuelto a ver por el templo, el Maestre estaba muy preocupado porque el único camino para salir del templo sin cruzar las montañas era ella.

Esa mañana el Maestre llamó a Aracart a su despacho.

- Siéntate- Ordenó el Maestre sin levantar la vista de un informe que tenía sobre su mesa. Su entrecejo se fruncía cada vez más según avanzaba en la lectura del informe. Antes Aracart se preguntaba como llegaban los informes al templo, pero Serke le explicó que las águilas dirigidas por un nuevo señor tras la muerte de Gwaihir, le llevaban informes al Maestre.

- Lee- pidió el maestre a Aracart.

Este estaba extrañado, nunca se les permitía a los soldados leer esos informes, su lectura estaba reservada para el Maestre y algunos privilegiados como Amrem y Tasare.

El informe decía así:

Informe de la situación en los reinos del Sur:

La situación en Gondor es desastrosa, hay epidemias en las ciudades, los campesinos comienzan rebeliones y los soldados desertan. Los orcos se están concentrando en Mordor, y el rey no quiere, o no puede hacer nada para impedirlo. De todos los generales gondorianos solo uno se atreve a decir la rotunda verdad, los orcos se reagruparán y atacarán Gondor y no hay que permitírselo. Ese generar está en peligro. Los enemigos del reino lo quieren muerto, saben que él puede ser la chispa que haga estallar los ejércitos de Gondor. Mis hombres mueren poco a poco intentando proteger al general. Pido que envíes más hombres para poder proteger al general para que pueda convencer al resto de sus iguales a entrar en batalla.

Respetuosamente
Abdelkarr

- Tú serás quien proteja al general-