La Odisea de Elfenomeno

19 de Octubre de 2006, a las 12:16 - Entaguas
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Rúmil, Elder, Aikanáro y Abârmil partieron de Lórien, y ya preparados Abârmil detectó las huellas y dijo con gran entusiasmo:
- ¡Rápido, seguid! ¡No estarán a más de un día! ¡Creo que vuestras vistas de elfos podrán verlos!
Y en efecto, Rúmil los vio a los 2 Uruks, gimoteando y arrastrándose por el suelo cargando con los sacos, estaban agotados.  Por fin Rúmil fue el primero en avistar el pequeño grupo y comenzaron a repartir las posiciones para el ataque.
-¡Allí están! ¡Los tenemos cerca amigos! Además parecen fatigosos y su paso es lánguido, pronto los alcanzaremos. ¡Animo!- Dijo Rúmil.
Estaban apunto de conseguirlo, y ahora la compañía avanzaba rápida al rescate.
-Creo que lo más acertado será atacarlos en cuanto hagan un alto, pues posarán a los montaraces y podremos rodearlos fácilmente sin que nos vean, no vaya a ser que al sentirse acorralados acaben de forma inmisericorde con los montaraces. Si es posible, en vez de abatirlos podríamos hacerlos rehenes, pueden sernos útiles, ya que conocerán los designios del Mago Blanco ¡Mirad, están a punto de caer del cansancio, es nuestra oportunidad!- Opinó Abârmil.
-Estoy de acuerdo, cuando concilien el sueño podríamos desatar a los montaraces y coger de rehenes a los Uruks, puesto que tendrán información de primera mano sobre la oposición y sus tramas.- dijo Rúmil.
-Abârmil tiene razón, debemos ser sigilosos y no acorralarlos porque esta claro que no les interesa que los montaraces dejen de estar en sus manos con vida. Hay que encontrar un lugar adecuado para hacerles la emboscada ocultándonos si es posible entre árboles y cayendo sobre ellos, les dejamos inconscientes y los llevamos presos a los bosques de Lórien. Al estar agotados no sería difícil reducirlos- Opinó Aikanáro.
-Esperemos el momento más oportuno para entrar en acción- Concluyó Elder.
Siguieron corriendo y cuando estaban a una distancia prudente planearon el rescate, todos estaban de acuerdo, había que salvar a los montaraces sin daño alguno para ellos y además si capturaban a los Uruks les aportarían información sobre el traidor de Saruman:
-Cierto es que seria mas fácil liquidar a los dos Uruks con un par de flechas disparadas a sus cuellos, pero si los aprisionamos tendremos la posibilidad de saber acerca de la perfidia del mago blanco y tal vez de los planes del señor oscuro. Así que cuando se dispongan a descansar y estén despistados será el mejor momento para capturarlos y salvar sin daño alguno a los montaraces, como bien habéis dicho todos- Dijo Elder.

El resto de la compañía paso la noche bien en Lórien, Dimas amaneció en la biblioteca en la que había pasado leyendo hasta altas horas de la noche. Sin embargo, ya había pasado un día y empezaban a preocuparse. Los elfos les trataban muy bien, pero no tenían noticias de sus otros compañeros. El temor les rodeaba al dudar de que hubiesen fracasado en su misión. Atardecía y Adan le dijo a Erwin:
- Dile a tu maestro que tenemos que partir ahora, no sabemos lo que le ha pasado a nuestros amigos, ¡tenemos que ir en su busca!
En ese momento apareció Broceliande diciendo:
- Por fin tengo noticias. Vuestros compañeros han conseguido su misión, pero ahora están en el bosque de Fangorn con Khamûl volando sobre sus cabezas.
Burzumgad frunció el ceño y dijo:
- ¡Huí para escapar de esos espectros y ahora me persiguen, en fin, tendremos que ir a hacerles frente!
Dimas afirmó, pues si el nazgûl no había aprendido, le clavaría otra vez la hacha.
- Pero no podéis ir así, ahora en un momentos os daremos a cada uno nuevos arcos y carjal con flechas, y una espada corta élfica. Y además os daremos 3 blancos corceles rápidos como el viento para que los podáis traer en el menor tiempo posible. Temo por ellos.
Acto seguido, mientras que se equipaban,  Burzumgad, Adan y Dimas (este con dificultad) salieron de Lórien raudos, y ahora galopaban por las llanuras cortando el viento, temiendo por la vida de no solos sus compañeros de batalla, si no amigos. Adan dijo:
- Llegaremos a los límites de Fangorn, pues no creo que se hayan adentraron más adentro.
- Nos adentraremos si hace falta- Dijo el enano, alzando su hacha, y casi se cae del caballo. Burzumgad mientras miraba el cielo, estaba atardeciendo y el cielo se teñía de rojo. ``Espero que estén bien`` Decía mientras se agarraba al caballo, que no estaría muy acostumbrado a un jinete tan singular.
-¿Qué creéis que hallaremos cuando lleguemos a Fangorn? ¿Habrán podido recatar nuestros compañeros a los dos Montaraces? Espero que no estén heridos...- Preguntó Dimasalang.
-Nuestros compañeros son fuertes, seguro que podrán con la misión, aunque quizás tengamos que combatir una vez más. ¡Cuanto desearía ser un Cambiapieles como Beorn! nos sería muy útil en la batalla- le respondió Adan cuando ya empezaba a distinguir los lindes de Fangorn.
No dijeron nada más, pero al poco tiempo, Burzumgad rompió su silencio:
-Estarán bien. Los elfos son buenos sanadores, aunque no hay nada mejor que la medicina orca.
- ¡Maldita sea!, ¡qué tortura para mis posaderas!- se quejó el hijo de Thranios mientras abrazaba con todas sus fuerzas el cuello del potro.
- ¡Agárrate bien, maese Enano!, que aún dista un trecho para llegar a Fangorn- gritó desde adelante Adan, mientras echaba un vistazo hacia donde iba el atípico jinete.
Mientras, para Burzumgad, la experiencia de galopar en un caballo élfico era alucinante, aunque hicieron falta de todas las habilidades élficas para que el equino se dejara montar, pues al principio cuando lo vio se encabritó y relinchó furiosamente. Burzumgad se aferraba al caballo, y Adan se rió de la expresión exagerada de Burzumgad, pero este dijo:
-Mira a Dimas, no le va mejor que a mí.
¿Es que además de Khamûl deberían enfrentar a esa fronda díscola la cual - por lo que sabia- no ama a los orcos (lo cual a Burzumgad le inquietaba de veras) y carece de sensatez para discernir lo bueno de lo malo?
"la suerte está echada " se dije el orco como si repitiese la cita de algún amigo, bajó la frente como presto a una embestida, y seguí adelante.
-Algo me dice que hallaremos sorpresas dijo Adan, y la experiencia les decía que era razonable confiar en los pálpitos del beórnida.
En lontananza, la densa foresta de Fangorn saluda a la pequeña compañía. ¿Qué se encontrarían al entrar en sus lindes?

Rúmil, Elder, Aikanáro y Abârmil cruzaban rápidamente, pero sigilosamente las llanuras. Los Uruks no parecían captar su olor, pero estaba terriblemente cansados, y apenas lograban arrastrarse. Los Uruks apenas habrían comido los últimos semanas y descansado, y eso se les notaba mucho. Aunque habían decidido cogerlos como rehenes, los uruks no paraban, y cuando estaban más cerca tomaron una especie de brebaje que le habían visto tomar a Burzumgad en algunas ocasiones, y se levantaron rápidamente del suelo y empezaron a patear rápidamente. Las llanuras eran largas y estaban empezando a cansarse de la caminata y perseguirlo, y empezaban a desear haberles lanzado una flecha en el cuello.
-Parece que algo los estimula más allá de sus posibilidades, es increíble que aún se tengan en pie, debe ser el miedo a su terrible señor... o algo en el ambiente, pues incomprensiblemente mis músculos se cansan más rápido que en otras ocasiones. Vosotros, amigos elfos, tal vez podáis sentirlo mejor- Dijo Abârmil.
 Ya os estaban acercando a los límites de Fangorn, y los Uruks entonces hicieron el tal esperado descanso. Se acercaron, pero entonces para su sorpresa, se escuchó un olfateo en el aire que conocían, un grito agudo en el cielo. No hizo falta que inclinaran la cabeza para darse cuenta de que era Khamûl.
- Malditos humanos y elfos ¡Os mataré a todos! ¡¡¡Nadie se pondrá en el camino de mi señor! ¡Ni Saruman, ni Bolsón, ni vosotros!!!
-¡Nunca conseguirás a los montaraces, el reinado de tu amo no será imperecedero, es solo el sueño de un loco!- Le respondió Elder.
Y lanzó su bestia alada, y vieron como los Uruks huían desconcertados y se metían en el bosque, la comunidad hizo lo mismo para perseguirlos.
Entonces vieron como los Uruks con sus sacos eran atrapados por una rama de un árbol, seguramente un ucorno. Este lo subió a su copa y los sacos con los montaraces salieron. Cargaron con los montaraces en los sacos, pues no había tiempo. Desesperadamente el espectro surcaba el bosque, olfateando. Finalmente cesó y paro de buscarlos.
-Este lugar es bueno para descansar, vamos a liberar a los secuestrados- Dijo Elder.

 Y liberaron a los montaraces a los montaraces. Ambos eran de pobres vestiduras, con los ojos abiertos como platos al veros, uno de una melena rizada morena, y otro con mechones rubios. Ambos eran altos y fuertes. Abârmil al verles soltó una exclamación, pues los conocía, habían servido a él hasta que un día los elfos le pidieron unos voluntarios para una misión secreta.
-¡Farahir, Fernando, que grata sorpresa! Recuerdo cuando el sabio Gildor me pidió la ayuda de gente de nuestro pueblo en una peligrosa misión. Vosotros os ofrecisteis inmediatamente y supe que cumpliríais perfectamente cualquier cometido, no en vano tuvisteis un gran maestro - dije sonriendo a mis amigos dúnedain- Dijo alegremente Abârmil y muy sorprendido.
 Uno se llamaba Fernando y el otro Farahir. Ahora estaban sentados frente a los montaraces y estos les  decían:
- Gracias por rescatarnos, no se que hubiese sido sin vosotros, lo que me sorprende, es que entre uno de los rescatadores este mi antiguo amigo Abârmil- Y Farahir que era el que hablaba le sonrió y le estrecho la mano- Ya tendréis conocimiento del por qué hemos sido capturados, y todo eso. Si queréis ahora podéis discutir, pero tenemos que salir de este bosque de ucornos. Ahora os diré que solo nosotros conseguimos adentrarnos en Mordor, y obtener información confidencial de un arrogante servidor de Sauron, Boca de Sauron. El enemigo utiliza a la marioneta de Saruman para acabar con el pueblo de Rohan, y los pueblos del Harad y del Rhûn le ayudará a acabar con M. Tirith, y hay también algo mucho mas oscuro, pues yo sabía información sobre... La comunidad del Anillo... Si, el anillo único a sido descubierto y si Sauron lo recupera, estaremos perdidos.
- Así es, ahora planeemos como salir de este bosque sin que ese nazgûl nos vea- Dijo Fernando.
-El Único ha sido hallado de nuevo, esperemos que esa compañía logre sus propósitos con ese arma que tanto desea Sauron... ¡Que Eru les resguarde del enemigo!- Dijo Rúmil.
-Por fin, me muestro satisfecho y complacido de teneros a nuestro lado en las filas que componen la compañía de aventureros que formamos, ¿que os traéis? Es asombroso, espero que la compañía del anillo tenga mejor suerte que muchas de las víctimas del mal y no pierdan o se les sea arrebatado el anillo único, pues sería usado como arma para lo peor y toda la tierra media quedaría a plena merced del mal que gobierna las mentes del enemigo- Dijo Aikanáro.
Estaban todos sentados y millones de emociones les invadían, terror frente a lo que se avecinaba, y el cuerpo se les llenaba de valor. Ahora, estaban todos sentados y mirándose fijamente, deseantes de que uno tomara la palabra para como salir del bosque.
-La inminente guerra se cierne sobre los pueblos libres, debemos salir de este bosque cuanto antes, como dicen los montaraces. Sigamos rumbo al sur hasta dar con el Limclaro, allí daremos esquinazo a Khamûl, pues no se atreverá a cruzarlo. Luego podemos ir hacia el este y volverlo a cruzar par dirigirnos a Lórien- Dice Abârmil contento y alegre por estar entre viejos compañeros de fatiga, aunque confiaba en su amistad cuando les contara su historia de deshonor.
-El Anillo a sido descubierto, ahora comprendo las necesidades del enemigo para secuestraros, creo que el poco tiempo que teníamos antes es más corto del que nos temíamos, debemos salir de Fangorn y regresar a Lórien- Opinó Elder.
- Estoy de acuerdo con tu plan Abârmil, si seguimos el río Limclaro seguramente el Nazgûl no se acerque a nosotros, ya que teme al agua, pero no se si el mas poderoso de ellos lo temerá tanto como se dice... debemos correr ese riesgo he intentar llegar a Lórien dando esquinazo a Khamûl. ¡Ánimos camaradas! ¡Farahir, Fernando, vosotros seguidnos lo mas rápido que podáis! ¡Adelante salgamos de este bosque!- Dijo Rúmil.
-Abârmil, compañero, será lo mejor que hagamos lo más veloz posible la idea propuesta por ti e intentemos, lo que Rúmil, mi gran amigo a propuesto para no ser atacados de forma constante y certera que es lo que nos pasaría si marchamos por la llanura, iríamos a merced plena de su maldad. Adelante, sin perder tiempo, hay que escapar como sea de su atenta mirada y a ser posible sin ser descubiertos en ningún momento de nuestro trayecto- Opinó por último Aikanáro.
Elder, Rúmil, Abârmil y Aikanáro con los montaraces Fernando y Farahir habían acordado ir al Limclaro, como bien supo astutamente Abârmil. La oscuridad envolvía al bosque, y caminaban prudentemente pero rápido, sin intención de enfurecer a los árboles. El ambiente era bastante cargado, y el trayecto muy duro, pese a eso, no tardaron en llegar a las cercanías del Limclaro en poco tiempo. Sin embargo, entonces Rúmil paró a la compañía, y dijo con aire de seriedad:
- No estamos solos. Alguien se esconde por aquí, noto la presencia de algo extraño... ¡agachaos, es Khamûl!
Khamûl paso con su bestia alada por encima de los árboles, con los mismos gritos de siempre, pero esta vez estaba furioso. Al pasar los árboles crujieron y temblaron de miedo, como si tuvieran vida. Pero entonces no tardaron en ver por qué Khamûl estaba tan cerca del Limclaro, pues una compañía numerosa de aguerridos y fuertes Uruks estaba en las orillas del río esperándole. El nazgûl se dirigió hacia ellos, pero no pudieron escuchar lo que dijo, pues Aikanáro dijo con temor:
- Nos ha atraído hacia aquí, ¡esto es una trampa!
Y en efectivo, los Uruks no tardaron en correr hacia ellos, mientras la bestia alada volaba furiosa sobre ellos, tal vez intentando encontrar algún claro. La compañía corría lo más que podía, y andaban con mucha dificultad en el bosque. Los árboles no hacían nada a los orcos, quizás por el terror que el nazgûl les imponía. La compañía corría y corría, hasta que al final consiguieron subirse a un árbol. Entonces Elder con su vista de elfo dijo:
- ¡Khamûl se va! Pero los uruks siguen avanzando hacia aquí, que extraño... un momento...
- Se está dirigiendo hacia 3 jinetes de blancos corceles... ¡son Burzumgad, Dimas y Adan! ¡Va acabar con ellos!- Dijo Rúmil con cierto temor, y todos se levantaron atentos a lo que pudiera suceder.
-¡Acudamos raudos en su ayuda, quizás entre los nueve podamos hacer frente a ese ominoso ser de la oscuridad y a los malditos orcos!-dijo Abârmil tras la indicación de Rúmil.
Afortunadamente Burzumgad, Dimas y Adan saltaron en el momento preciso del caballo, y la bestia alada solo pudo acabar con los caballos, que quedaron estampados contra la hierba varios metros.
- Los uruks han cambiado el rumbo... no me extraña de que les hagan una emboscada a nuestros amigos ¡Deprisa bajad, tenemos que encontrarlos y ayudarlos!
-Se dirigen hacía los lindes, espero que los encontremos y no se crucen con los orcos de mala raza, bajemos del árbol, todo parece más calmado, ahora debemos ayudarles. ¡Corramos!- Dijo Aikanáro.
Farahir y Fernando no habían oído hablar del resto de la compañía, y ahora estaban ansiosos por conocerla, aunque quizás antes le tendrían que aclarar que Burzumgad era un orco. Entonces Abârmil comprendió que debía hacerles una aclaración:
-Sabed amigos, que uno de los camaradas a los que vamos a auxiliar, es un orco.-dijo y  le miraron con cara entre asombro y desaprobación- debéis protegerlo como a vuestra vida, es un gran guerrero y un fiel compañero, se ha mostrado tan valiente y opuesto al enemigo como cualquiera de nosotros y podéis sentiros orgullosos de combatir a su lado. Los otros dos son un hijo de Durin y el otro un beórnida. Ojalá los árboles nos echen una mano para acabar con esos uruks, su ayuda nos vendría fabulosamente bien.
-¡Abârmil cuidado! un árbol nos intenta enredar ¡no!- Gritó Elder.
Pero algo detuvo a la compañía que le impidió seguir avanzando, pues ahora, un gigantesco árbol les agarró las piernas con sus raíces y los lanzaba lejos, atacándoles. Las raíces le rodeaban, y el árbol se alzaba vigoroso, crujiendo a la vez que las ramas de su tronco empezaban a moverse con fuerza para acabar con la compañía. Abârmil esquivó un par de embestidas hasta que encontró el momento de sacar su afilada espada y gritó con fuerza:
-¡Oh querida Yavanna, madre de la naturaleza! ¿No vas a ayudar a tus humildes siervos, elfos y dúnedain, frente al horror de uno de los tuyos? Nosotros que siempre hemos sido cuidadosos de tu obra, a diferencia de los viles orcos que por allí campan a sus anchas ¿No merecemos el perdón de este árbol al que nada hemos hecho? Y tu, ucorno de poca vista, ¿No ves que nosotros somos los que os protegemos de la maldad del mundo que portan aquellos uruks de más allá? No somos tu enemigo y no deseamos combatir con alguien como tú, pero si no nos dejas escapatoria, recibirás nuestras heridas. ¡Vosotros, amigos elfos, habladlos con palabras élficas que enternezcan su negra alma! Creo que es demasiado rival para nosotros y temo no poder ayudar a nuestros camaradas si no convencemos a este terco ucorno.
Elder estaba siendo aprisionado por sus raíces intentó mover los brazos para llegar hasta su cinto y conseguir desenvainar su espada, el árbol era muy fuerte pero consiguió liberar un brazo y sacar a Eldering, por primera vez en mucho tiempo utilizaba la espada creada en las forjas de Belfalas por buenos artesanos e intentaba cortar las ramas que me presionaban casi para dejar a Elder sin respiración...
-Cuidado, es un fuerte Ucorno, sus raíces son capaces de destrozar cualquier material que haya sido modificado por las razas de la tierra media. Intentemos hacerle entrar en razón, nosotros, los montaraces y los hombres tenemos una alianza eterna con nuestra madre tierra y debe comprender que solo intentamos hacer el bien y ayudar en la medida de lo posible a su bosque y la naturaleza en si- Dijo Aikanáro.
-¡Ucorno no somos tus enemigos suéltanos en el nombre de Yavanna! Pues ella bien sabe quienes somos y que respetamos su creación. No seas terco, míranos bien, no somos más que tus amigos. Nosotros no somos los que destruyen los bosques, somos elfos y hombres y los cuidamos como a nuestros hijos ¡Suéltanos y ayúdanos contra nuestros enemigos los Uruks!- Dijo Rúmil.
Mientras, los miembros de la compañía intentaban convencer al terco ucorno, mientras oían a sus demás compañeros acercarse con sigilo para no ser detectados por los uruks. La situación parecía insalvable, pero no había otro camino...



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