Cuando los miembros de la Compañía del Anillo están preparados para dejar atrás Lórien, Galadriel les hace un regalo a cada uno. A Frodo, Portador del Anillo, le entregó un frasquito de cristal en el que Galadriel había recogido la luz de la Estrella de Eärendil reflejada en las aguas de su fuente:
Para ti he preparado esto. —Alzó un frasquito de cristal, que centelleaba cuando ella lo movía, y unos rayos de luz le brotaron de la mano.— En este frasco —dijo ella— he recogido la luz de la estrella de Eärendil, tal como apareció en las aguas de mi fuente. Brillará más en la noche. Que sea para ti una luz en los sitios oscuros, cuando todas las otras luces se hayan extinguido. ¡Recuerda a Galadriel y el espejo!
Gracias a la luz de este frasquito, Frodo y Sam pudieron salir con vida del Antro de Ella-Laraña. Y también gracias al frasquito que Galadriel le regalara a Frodo, Sam pudo cruzar las puertas de la torre de Cirith Ungol custodiadas por los Dos Centinelas. El frasquito regalo de Galadriel es utilizado por última vez por Frodo, cuando se marcha en el blanco navío élfico desde Los Puertos Grises, rumbo a las Tierras Imperecederas:
Frodo besó entonces a Merry y a Pippin, y por último a Sam, y subió a bordo; y fueron izadas las velas, y el viento sopló, y la nave se deslizó lentamente a lo largo del estuario gris; y la luz del frasco de Galadriel que Frodo llevaba en alto centelleó y se apagó. Y la nave se internó en la Alta Mar rumbo al Oeste, hasta que por fin en una noche de lluvia Frodo sintió en el aire una fragancia y oyó cantos que llegaban sobre las aguas; y le pareció que, como en el sueño que había tenido en la casa de Tom Bombadil, la cortina de lluvia gris se transformaba en plata y cristal, y que el velo se abría y ante él aparecían unas playas blancas, y más allá un país lejano y verde a la luz de un rápido amanecer.
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