"Al dÃa siguiente, a la hora del crepúsculo, Aragorn paseaba solitario por los bosques, con el corazón alegre; y cantaba, porque tenÃa muchas esperanzas, y porque el mundo era bello. Y de pronto, mientras aún cantaba vio a una doncella que caminaba por un prado entre los troncos blancos de los abedules; y se detuvo maravillado, creyendo haberse extraviado en un sueño, o que le habÃa sido concedido el don de los músicos élficos, que hacen aparecer ante los ojos de quienes escuchan las cosas que cantan.      Porque Aragorn iba cantando un fragmento de la Balada de Lúthien, la que narra el encuentro de Lúthien y Beren en la Floresta de Neldoreth. Y he aquà que Lúthien caminaba ante sus propios ojos en Rivendel, envuelta en un manto de plata y azur, hermosa como el crepúsculo en el Hogar de los Elfos; los cabellos oscuros le flotaban movidos por una brisa súbita, y una diadema de gemas que parecÃan estrellas le ceñÃa la frente.      Por un momento Aragorn la contempló en silencio, pero temiendo que se desvaneciera para siempre, la llamó gritando: ‘¡Tinúviel, Tinúviel!’ tal como Beren en los DÃas Antiguos.      La doncella entonces se volvió, y sonrió, y dijo: ‘¿Quién eres? ¿Y por qué me llamas con ese nombre?’      Y él le respondió: ‘Porque creà que eras en verdad Lúthien Tinúviel, cuya balada venÃa cantando. Pero si no eres ella, caminas como ella.’      ‘Muchos lo han dicho’, respondió ella en tono grave. ‘Sin embargo no me llamo como ella, aunque acaso nuestros destinos sean semejantes. ¿Pero quién eres tú?’      ‘Estel me llamaban’, respondió él, ‘pero soy Aragorn, hijo de Arathorn, heredero de Isildur, Señor de los Dúnedain’. Sin embargo, mientras lo decÃa, sentÃa que ese alto linaje, que tanto le regocijaba el corazón, poco valor tenÃa ahora, y no era nada comparado con la dignidad y la belleza de la joven.      Pero ella rompió a reÃr alegremente, y dijo: ‘Entonces somos parientes lejanos. Porque yo soy Arwen, hija de Elrond, y también me llamo Undómiel’." (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Esta es la narración del primer encuentro entre Arwen, hija de Elrond el Medio Elfo y descendiente de la bella Lúthien, y Aragorn, el heredero de Isildur.      Era tan grande la belleza de Arwen que nada más verla, y tal y como le pasara al mismÃsimo Beren Erchamion cuando contempló a la indescriptible Lúthien, Aragorn, quedó profundamente hechizado de su hermosura y se enamoró perdidamente de la Estrella de la Tarde:
"En los dÃas que siguieron, Aragorn se volvió silencioso, y su madre adivinó que algo extraño le habÃa ocurrido; y por fin cedió a las preguntas de ella, y le contó el encuentro entre los árboles en el crepúsculo.      ‘Hijo mÃo -dijo Gilraen-, tu ambición es alta, hasta para el descendiente de numerosos reyes. Porque esta dama es la más noble y hermosa que hoy pisa la tierra. Y no es propio de un mortal unirse en matrimonio a la raza de los Elfos.’      ‘Sin embargo, también nosotros pertenecemos en parte a esa raza -replicó Aragorn-, si es cierto lo que he aprendido en la historia de mis antepasados.’      ‘Es verdad -dijo Gilraen-, pero eso fue hace largo tiempo, y en otra edad de este mundo, antes que nuestra raza declinara. Por esto temo: que sin la buena voluntad del Señor Elrond los herederos de Isildur no tardarán en extinguirse. Pero no creo que en este asunto puedas contar con la benevolencia de Elrond.’      ‘Amargos serán pues mis dÃas -dijo Aragorn-, y a solas caminaré por las tierras salvajes.      ‘Tal será en verdad tu destino’, dijo Gilraen; si bien tenÃa en cierta medida el don de adivinación propio de su gente, nada más dijo acerca del futuro, ni habló con nadie de lo que su hijo le habÃa confiado." (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Sin embargo, estas uniones entre diferentes linajes son siempre traumáticas, y suelen implicar difÃciles elecciones y tristes separaciones, lo podemos comprobar por la conversación mantenida entre Elrond y Aragorn:
"Pero Elrond veÃa muchas cosas y leÃa en muchos corazones. Un dÃa pues, antes de fin de año, llamó a Aragorn a su cámara y le dijo: ‘¡Aragorn, hijo de Arathorn, Señor de los Dúnedain, escúchame! Un gran destino te espera, sea el de elevarte a lo más alto que todos tus antepasados desde los dÃas de Elendil, o caer en la oscuridad con todos los supervivientes de tu estirpe. Pasarás por largos años de prueba. No tomarás esposa, ni te ligarás a mujer alguna con promesa de matrimonio, hasta que llegue tu hora, y hayas demostrado ser digno.’      Entonces Aragorn se turbó y dijo: ‘¿Acaso mi madre os ha hablado?’      ‘No, por cierto -dijo Elrond-. Tus propios ojos te han traicionado. Pero no hablo solamente de mi hija. Por ahora no te comprometerás con la hija de ningún otro. Pero en cuanto a Arwen la Bella, Señora de Imladris y Lórien, Estrella de la Tarde de su pueblo, es de un linaje más alto que el tuyo, y ha vivido en el mundo tanto tiempo que para ella no eres más que un retoño del año, frente a un joven abedul de numerosos estÃos. Está muy por encima de ti. Y asÃ, creo, ha de parecerle a ella. Pero aun cuando no fuera asÃ, y el corazón de ella se inclinara hacia ti, de todas maneras me entristecerÃa a causa del destino que pesa sobre nosotros.’      ‘¿Qué destino es ése?’      ‘Mientras yo habite aquÃ, ella vivirá con la juventud de los Eldar -respondió Elrond-, pero cuando me llegue la hora de partir, ella me acompañará, si tal es su elección.’      ‘Veo -dijo Aragorn- que he puesto los ojos en un tesoro no menos precioso que el de Thingol, que en un tiempo deseó Beren. Este es mi destino.’ Pero pronto despertó en él el don de adivinación de los de su estirpe, y dijo: ‘¡Pero ved, Señor Elrond! Los años de vuestra morada en el mundo están concluyendo, y a vuestros hijos les tocará elegir entre separarse de vos y abandonar la Tierra Media.’      ‘Es verdad -dijo Elrond-. Pronto, según nuestras cuentas, aunque aún habrán de transcurrir muchos años de los Hombres. Mas no habrá para Arwen, mi bienamada, otra elección posible, a menos que tú, Aragorn hijo de Arathorn, te interpongas entre nosotros y nos obligues a uno de los dos, a ti o a mÃ, a una separación amarga más allá del fin del mundo. Tú no sabes aún lo que deseas de mÃ. -Suspiró, y luego de un silencio, miró al joven con ojos graves y añadió-. Los años traerán lo que habrán de traer. No volveremos a hablar de esto hasta que hayan transcurrido muchos. Los dÃas ensombrecen, y muchos males se avecinan.’" (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Muchos años pasaron, durante los cuales el intrépido Aragorn se consagró a la lucha contra Sauron. Fue amigo de Gandalf, cabalgó con los Rohirrim y combatió por tierra y mar para el Señor de Gondor, siempre bajo distintos nombres y sin desvelar su auténtico linaje.
"Asà se convirtió en el más intrépido de los Hombres vivientes, hábil en las artes y versado en las tradiciones de ellos, y más que todos ellos; porque tenÃa una sabidurÃa élfica, y en los ojos llevaba una luz que cuando se encendÃa pocos eran capaces de soportar." (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Hasta que por fin cuando se dirigÃa a Rivendel para descansar, y tras casi treinta años de luchas contra El Señor Oscuro (y cuando contaba con cuarenta y nueve años de edad), llegó a las fronteras de Lórien, donde la Dama Galadriel le permitió la entrada.
"El lo ignoraba, pero también Arwen Undómiel se encontraba allÃ, pasando otra vez una temporada con los parientes de su madre. HabÃa cambiado muy poco, porque los años mortales no la habÃan tocado; pero tenÃa el semblante más grave, y rara vez se la oÃa reÃr. Pero Aragorn habÃa alcanzado la plena madurez de cuerpo y mente, y Galadriel le rogó que se despojara de las raÃdas ropas de caminante, y lo vistió de plata y de blanco, con un manto gris élfico, y una gema brillante en la frente. Entonces, superior a los Hombres de todas las especies, parecÃa más semejante a un Señor de los Elfos de las Islas del Oeste. Y asà fue como lo volvió a ver por primera vez Arwen después de la larga separación; y mientras avanzaba hacia ella bajo los árboles de Caras Galadhon cargados de flores de oro, Arwen hizo su elección, y su destino quedó sellado.      Entonces, durante toda una estación, pasearon juntos por los claros de Lothlórien, hasta que llegó para él la hora de volver a partir. Y en la noche del Solsticio de Verano, Aragorn, hijo de Arathorn, y Arwen, hija de Elrond, fueron a la hermosa colina de Cerin Amroth, en el corazón del paÃs, y caminaron descalzos sobre la hierba inmortal entre las elanor y las niphredil que florecÃan en torno. Y desde allÃ, desde lo alto de la colina, miraron al este hacia la Sombra y al oeste hacia el Crepúsculo; y se juraron eterna fidelidad y fueron felices.      Y Arwen dijo: ‘Oscura es la Sombra, y sin embargo mi corazón se regocija; porque tú, Estel, estarás entre los grandes cuyo valor habrá de destruÃrla.’      Pero Aragorn respondió: ‘¡Ay!, no puedo preverlo, y cómo eso podrÃa ocurrir es un misterio para mÃ. Pero con tu esperanza, esperaré. Y rechazo la Sombra para siempre. Pero tampoco, Dama, es para mà el Crepúsculo; porque soy mortal, y si tú, Estrella de la Tarde, te unes a mÃ, también tendrás que renunciar al Crepúsculo.’      Y ella quedó entonces inmóvil y silenciosa como un árbol blanco, con la mirada perdida en el oeste, y dijo por fin: ‘A ti me uniré, Dúnadan, y me alejaré del Crepúsculo. Aunque aquella es la tierra de mi gente y la morada secular de todos los de mi raza.’ Arwen amaba entrañablemente a su padre." (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Es en este momento cuando Arwen se compromete con Aragorn y se decide a rechazar el Crepúsculo, o lo que es lo mismo, rechaza el destino inmortal, propio del linaje de los Elfos, y elige el destino mortal propio de los Hombres. Pues no debemos olvidar que Arwen era una Medio Elfo, y por tanto estaba en su mano elegir el destino que deseaba:
"Arwen no era un elfo, sino una de los medio-elfos que abandonó sus derechos élficos." (Carta nº 345)      Y como todos los Medio Elfos debÃa hacer su elección, aunque eso fuese siempre motivo de grandes pesares. Se puede apreciar claramente la similitud entre Arwen y Lúthien, y no sólo por su gran belleza fÃsica, sino por sus similares destinos:
"Los Medio Elfos, como Elrond y Arwen, podÃan elegir cuál serÃa su destino: elegir una vez y para siempre. De ahà el dolor de la partida de Elrond y Awen." (Carta nº 154 "Elrond y su hija Arwen Undómiel, que se parece mucho a Lúthien tanto en aspecto como en destino, son descendientes de Beren y Lúthien; y también lo es Aragorn, con varios intervalos de parentesco." (Carta nº 144) "Eärendil es el hijo de Túor y el padre de Elros (Primer Rey de Númenor) y Elrond, siendo su madre Elwing, hija de Dior, hijo de Beren y Lúthien : de modo que el problema del Medio Elfo se unifica en un linaje. La idea es que los Medio Elfos tienen la capacidad de elección (irrevocable), que puede demorarse, pero no permanentemente, de compartir el mismo destino de uno u otro progenitor. Elros eligió ser un Rey ‘longevo’, pero mortal, de modo que sus descendientes son mortales y de una raza especialmente noble, pero con una longevidad ‘menguante’: asà que Aragorn (quien, aunque tiene una mayor duración de vida que sus contemporáneos y dobla la de los Hombres, no la triplica como los Númenóreanos contemporáneos originales). Elrond eligió estar entre los Elfos. Sus hijos -con una corriente élfica renovada, pues su madre era CelebrÃan, hija de Galadriel- deben hacer su elección. Arwen no es la ‘reencarnación’ de Lúthien (eso serÃa imposible dentro del margen de esta historia mÃtica, pues Lúthien murió como una mortal y abandonó el mundo del tiempo), sino una descendiente muy parecida a ella en aspecto carácter y destino. Cuando se casa con Aragorn (cuya historia de amor, contada en otro sitio, no tiene importancia central aquà y sólo ocasionalmente se la menciona) ‘hace la elección de Lúthien’, de modo que el dolor de separarse de Elrond es especialmente agudo." (Carta nº 153)      Queda claro entonces, que cuando se casa con Aragorn, Arwen realiza la "elección de Lúthien" que en este caso la condiciona al destino mortal y por tanto la separa definitivamente de su padre y de su linaje.      Es por esta ineludible elección por la que su padre, Elrond, se encontraba enormemente apesadumbrado, y como sucedió con su antecesora Lúthien, le impuso a Aragorn una tarea para ganarse el derecho de desposar a su preciada hija y para que demostrase su elevada nobleza:
"Cuando Elrond se enteró de la elección de su hija, guardó silencio, aunque tenÃa una congoja en el corazón, y el destino largamente temido no era fácil de soportar. Pero cuando Aragorn retornó a Rivendel lo llamó a su lado, y le dijo: ‘Hijo mÃo, vendrán años en los que toda esperanza se desvanecerá, y más allá nada es claro para mÃ. Y ahora una sombra ha asomado entre nosotros. Quizá asà está escrito, que merced a mi pérdida pueda ser restaurado el reino de los Hombres. Por lo tanto, aunque te amo, te digo a ti: Arwen Undómiel no desmedrará la gracia de su vida por una causa menor. No será esposa de ningún Hombre, a menos que éste sea al mismo tiempo el Rey de Gondor y Arnor. A mÃ, aun la victoria no podrá traerme más que tristeza y desesperación... pero para ti, será una esperanza de felicidad por algún tiempo. ¡Ay, hijo mÃo! Temo que a Arwen el Destino de los Hombres pueda parecerle duro, al final.’" (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      La historia sigue como todos conocemos, Sauron fue derrotado, y Aragorn recibió la corona de Gondor y el cetro de Arnor, y en el DÃa del Solsticio de Verano del año de la CaÃda de Sauron Aragorn y Arwen fueron desposados en la ciudad de los Reyes.      La temida despedida entre Elrond y Arwen aconteció tal y como él ya esperaba, Arwen decidió separarse de su pueblo por amor:
"La Tercera Edad terminó asà con victoria y esperanza; pero uno de los más tristes en medio de todos los dolores de aquella Edad fue la separación de Elrond y Arwen, porque era el Mar el que los separaba, y un destino más allá del fin del mundo. Cuando el Gran Anillo fue destruido, los Tres quedaron despojados de todo poder, Elrond, cansado al fin, abandonó la Tierra Media para nunca más regresar. Pero Arwen habÃa elegido ser una mujer mortal, y su destino no quiso sin embargo que muriese antes de haber perdido todo lo que habÃa ganado." (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Sus destinos quedaron por lo tanto separados definitivamente, pero siguieron largos años de felicidad:
"Como reina de los Elfos y Hombres, vivió con Aragorn durante ciento veinte años de gloria y de ventura; pero al fin Aragorn sintió que se acercaba la vejez, y supo que los dÃas de aquella larga vida se estaban terminando. Entonces le dijo a Arwen: ‘Al fin, Dama Estrella de la Tarde, la más hermosa de este mundo, y la más amada, mi mundo empieza a desvanecerse. Y bien: hemos cogido y hemos gastado, y ahora se aproxima el momento de pagar.’" (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Tras estos años dorados Aragorn envejeció, y sintiendo que la hora de su muerte se acercaba, decidió hablar con su esposa:
"‘No te diré palabras de consuelo, porque para semejante dolor no hay consuelo dentro de los confines de este mundo; a ti te toca una última elección: arrepentirte y partir hacia los Puertos Grises llevándote contigo hacia el Oeste el recuerdo de los dÃas que hemos vivido juntos, un recuerdo que allà siempre será verde, pero sólo un recuerdo; o de lo contrario esperar el Destino de los Hombres.’      ‘No, amado señor -dijo ella-, esa elección ya no existe desde hace largo tiempo. No hay más navÃos que puedan conducirme hasta allÃ, y tendré en verdad que esperar el Destino de los Hombres, lo quiera o no lo quiera. Pero una cosa he de decirte, Rey de los Númenóreanos: hasta ahora no habÃa comprendido la historia de tu pueblo y la de su caÃda. Me burlaba de ellos, considerándolos tontos y malvados, mas ahora los compadezco al fin. Porque si en verdad éste es, como dicen los Eldar, el don que el Único concede a los Hombres, es en verdad un don amargo.’      ‘Asà parece -dijo él-. Pero no nos dejemos abatir en la prueba final, nosotros que otrora renunciamos a la Sombra y al Anillo. Con tristeza hemos de separarnos, mas no con desesperación. ¡Mira! No estamos sujetos para siempre a los confines del mundo, y del otro lado hay algo más que recuerdos. ¡Adiós!’" (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Tras la muerte de Aragorn, la Dama Arwen se enfrenta a su destino mortal pues, como ya hemos comprobado anteriormente, ya no tenÃa posibilidad de cambiar su elección y se encamina a su destino:
"Pero Arwen salió de la Casa, y la luz se le habÃa extinguido en los ojos, y a los suyos les pareció que se habÃa vuelto frÃa y gris como un anochecer de invierno que llega sin estrellas. Entonces dijo adiós a Eldarion, y a sus hijas, y a todos aquellos a quienes habÃa amado; y abandonó la ciudad de Minas Tirith y se encaminó al paÃs de Lórien y allà vivió sola bajo los árboles que amarilleaban hasta que llegó el invierno. Galadriel habÃa desaparecido y también Celeborn habÃa partido, y el paÃs estaba silencioso.      Y allà por fin, cuando caÃan las hojas de mallorn pero no habÃa llegado aún la primavera, se acostó a descansar en lo alto de Cerin Amroth; y allà estará la tumba verde, hasta que el mundo cambie, y los dÃas de la vida de Arwen se hayan borrado para siempre de la memoria de los hombres que vendrán luego, y la elanor y la niphredil no florezcan más al este del Mar.      Aquà termina esta historia, tal como ha llegado a nosotros desde el Sur; y después de la desaparición de la Estrella de la Tarde nada más se dice en este libro acerca de los dÃas antiguos." (El Señor de los Anillos, "Apéndice A: Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen")      Tras el inevitable final nos queda la esperanza de que fuera de los CÃrculos del Mundo se encontraran de nuevo y siguieran unidos y en felicidad hasta el Fin de los DÃas.      La historia de Aragorn y Arwen no debe ser olvidada, tiene que seguir viva en nuestros recuerdos y asà nos aseguraremos de que siempre se mantendrá verde la tumba de la Estrella de la Tarde.
© Las FAQ de ElFenómeno, 2002
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