J.R.R. Tolkien: Una guía de lectura

05 de Septiembre de 2002, a las 00:00 - Ramón Homs
Varios sobre vida y obra de Tolkien - Reportajes Tolkien :: [enlace]Meneame

Ramon Homs
Profesor de literatura
Artículo original en El butlletó de l`Agrupació d`Antics Alumnes de Bell-lloc, agosto de 2002


   Hace poco tuve una experiencia especialmente emocionante como profesor de literatura y como lector. Por circunstancias diversas conocí, en un mismo fin de semana, lo que estaban leyendo algunos chicos de 13 y 14 años de edad. Y resultó que tres de ellos avanzaban en la lectura de El Señor de los Anillos, de Tolkien, y que los tres habían llegado más allá del punto donde termina la película estrenada hace poco en los cines. No era un libro obligatorio. No buscaban quedar bien. No era ninguna apuesta. Simplemente, la historia los había cautivado. Hasta el punto que algunos confesaban haber perdido horas de sueño alguna noche, o haber retardado obligaciones, o haber dejado de lado aficiones que hasta ese momento parecía imposible desplazar (especifico que no considero positivo leer sin moderación, pero es un síntoma de la consolidación de un hábito lector, que convendrá colocar en su sitio con algo de práctica y esfuerzo). Puede sorprender, porque a primera vista no parece un libro fácil, por muchos aspectos… Ni lo parece ni lo es. Alguno de aquellos chicos me dijo que "entrar" en El Señor de los Anillos le había costado, porque la primera parte es pesada para los no iniciados. Tenía referencias lo suficientemente buenas como para perseverar en su esfuerzo, lo hizo y lo consiguió.

   Esta anécdota es un buen ejemplo de lo que me gustaría conseguir con este artículo. Lástima que los hechos hayan sucedido antes de escribirlo, y que solamente sean la causa de éste, y no una consecuencia. Pero, y ya lo dejo claro desde un principio: haré lo posible en estos párrafos para ganar nuevos adeptos de Tolkien. Pienso que su obra tiene categoría y calidad suficientes como para animar a la prueba de leer alguna cosa de ella. Sinceramente, estoy tan convencido de las sorpresas gratificantes que Tolkien nos puede dar que sería una lástima que alguien se las perdiera por no estar avisado.

   Quizá se podría esperar que explicase por qué Tolkien es tan bueno, pero ésta no es la finalidad de este escrito. Por razones de espacio y de adecuación al contenido lo consideraré como una verdad generalmente aceptada (y más ahora, que de su obra han hecho una película de éxito). Más bien he intentado elaborar una guía de lectura de la obra de Tolkien. Una especie de mapa de sus escritos y los que derivan de ellos, para acertar el punto idóneo de inicio y para garantizar una lectura no traumática, que permita hacer lectores de Tolkien de por vida. Por desgracia, demasiada gente ha dejado a un lado a Tolkien solamente por empezar por el libro inapropiado.

   Esto de una guía de lectura puede parecer pretencioso. Considero que una ojeada a la bibliografía adjunta os hará conscientes de la extensión de la obra de Tolkien. Además, no se plantea solamente la cuestión de qué obras leer, sino otras tan interesantes como el orden a seguir, o con qué centro de interés principal. Tolkien permite diferentes lecturas. Es un autor especialmente aconsejable para descubrir el placer de la relectura, que es uno de los derechos que Pennac considera inalienables de cualquier lector.

   Una primera cuestión que se puede plantear es: ¿qué vale la pena leer? Empecemos por aquellas personas que no han leído jamás nada de Tolkien. El Hobbit es su lectura, el punto de inicio ideal. No es necesario un alto nivel lingüístico, ni un mínimo de edad, la historia combina suficiente acción, humor y fantasía, tiene una extensión muy correcta,… Además, es un buen filtro. Quien no pueda termina El Hobbit porque lo encuentra demasiado fantasioso, porque no toca con los pies en el suelo, probablemente no aguantará El Señor de los Anillos, pero se dará cuenta de esto con menos esfuerzo. El Hobbit puede tener un saludable efecto introductorio al mundo creado por Tolkien. La lectura siguiente es, evidentemente, El Señor de los Anillos. Este libro es, desde mi punto de vista, la obra maestra de Tolkien. La más completa, la más perfecta literariamente, la que transmite a la perfección todo el esfuerzo creativo previo del autor. Los elogios hacia El Señor de los Anillos podrían no terminar nunca. Solamente señalar que el primer volumen puede resultar algo desalentador, porque la acción trepidante tarda en aparecer. Hace falta ser un enamorado de Tolkien para encontrar deliciosas las primeras cien páginas. Pero cualquier lector con un poco de paciencia llegará a superarlas sin problemas, y el esfuerzo es realmente provechoso. Una última advertencia. Si leéis El Señor de los Anillos en tres volúmenes no tendréis incluidos los Apéndices, que son una especie de conclusión de las historias de los protagonistas bastante interesante. Algún capítulo es más "erudito", pero agradeceréis la lectura de los que hacen durar un poco más la historia si (¡increíble!) se os ha hecho corta.
   ¿Y qué hacemos una vez se ha terminado El Señor de los Anillos y los Apéndices, y demás? Creo que es el momento de entrar de lleno en el mundo de la Tierra Media por orden cronológico, que quiere decir desde el inicio hasta el final. El Señor de los Anillos es la conclusión de una historia mucho más larga relatada en El Silmarillion. Este libro, aunque Tolkien no lo concibió como tal, es un recopilatorio de historias que forman una verdadera cosmogonía, una historia del mundo desde su inicio. Pero no del mundo real, sino del mundo fantástico creado por Tolkien. Es muy parecido a los corpus legendarios de la mayoría de civilizaciones, misteriosamente paralelos en lo que se refiere a la creación del mundo, la lucha entre el bien y el mal, la existencia del hombre, su relación con la Divinidad… Es aquí donde encontraremos explicados los orígenes de las criaturas que después aparecen, con la mayor naturalidad, en las otras obras del autor: enanos, elfos, hobbits, trolls, orcos, magos,… Leyendo El Silmarillion se entiende la sensación de solidez y coherencia que ofrecen los otros títulos de la saga de la Tierra Media, que hacen tan real desde el principio un mundo poblado de seres fantásticos. Lo que Tolkien escribe es tan solo la punta del iceberg de una ficción literaria perfectamente definida y elaborada, que soporta magníficamente las narraciones. Antes he dicho que El Señor de los Anillos era, para mí, la obra maestra de Tolkien. Pero El Silmarillion es mi obra preferida. Por su inmensidad, por la profundidad de planteamiento, por el tono épico de algunas historias, o la vertiente trágica de otras. Quizá es una argumentación muy sentimental, pero personajes como Fëanor, Beren y Luthien, Turín Turambar, o lugares como Gondolin, la ciudad secreta, o Vinyamar, o la isla de Númenor, llenaron de imágenes grandiosas mi adolescencia.

   Entusiasmarse con El Silmarillion es condición indispensable para seguir leyendo obras de Tolkien ambientadas en la Tierra Media. La editorial Minotauro ha publicado un buen puñado de ellas, todas editadas por Christopher Tolkien, hijo del autor. Son libros para aficionados incondicionales, libros sin la unidad y perfección de los anteriores. Muchos de ellos son esbozos, primeras versiones, o historias incompletas en lo que hace referencia a la redacción. Esto los hace repetitivos a veces, o carentes de consistencia narrativa. Para mí son especialmente interesantes los Cuentos Inconclusos (también en catalán, en Edhasa), que ya se encuentran como germen en El Silmarillion. Los otros, como El libro de los Cuentos Perdidos o la Historia de la Tierra Media y El Señor de los Anillos, son interesantes para conocer el génesis literario de las grandes obras del autor, y tienen el encanto de una obra de teatro vista desde su tramoya o de un documental sobre cómo se filmó una película. Tiene un cierto encanto, pero no la magia de la obra de teatro o de la película.

   Para conocer mejor a Tolkien encuentro muy interesante la lectura de tres cuentos breves deliciosos: Egidio, el granjero de Ham, Hoja de Niggle y El herrero de Wooton Mayor. Son tres obras alejadas del mundo de la Tierra Media, pero muy indicativas de la concepción que Tolkien tenía de la fantasía y de la creación literaria. La primera, la del granjero de Ham, nos presenta las aventuras de Egidio, un antihéroe muy típico de Tolkien (también son antihéroes Bilbo, y Frodo, y no digamos Sam). La historia está ambientada en un marco legendario medieval, y rezuma humor por todos lados. La segunda, Hoja de Niggle, es una alegoría sobre la creación artística, con un pintor que muy bien podría ser Tolkien si fuera escritor. La tercera narración, quizá la más enigmática, El herrero de Wootton Mayor, hace una reflexión sobre el don de la creación literaria y la misteriosa relación entre el mundo real y el imaginario. Los tres son muy breves y de fácil lectura, y bien meditados encajan a la perfección con las obras mayores de Tolkien. Por decirlo de alguna forma, son una declaración de intenciones, que se entiende mucho mejor si se complementa con la lectura de sus ensayos y cartas, también publicados por Minotauro.

   Solamente queda por mencionar los libros infantiles de Tolkien, como las cartas de Navidad o los cuentos que escribía e ilustraba para sus hijos. Nunca los hizo con la intención de publicarlos, pero tienen su gracia, y buenas dosis de humor y de imaginación. Evidentemente, son el mejor regalo que un padre fanático de Tolkien puede hacer a sus hijos si quiere que le sigan los pasos.
   Esta guía de lectura no pretende ser solamente un listado de obras para gozar. También querría sugerir distintas maneras de gozar de estas obras. Tolkien es un autor que, como he dicho antes, facilita la relectura. Aún sabiendo el desarrollo de la acción, El Hobbit, El Señor de los Anillos, o El Silmarillion se pueden disfrutar igual o más en una segunda o tercera lectura que en la primera, sin buscar nada más que pasarlo bien leyendo. Hay, sin embargo, maneras bien específicas de hacer estas relecturas, de las que me atrevo a presentar algunas propuestas.

   Por ejemplo, hacer una lectura lingüística o filológica de El Silmarillion. Sabemos que Tolkien era, ante todo, un filólogo, enamorado de la literatura y de los lenguajes. Es este amor el que lo llevó a crear lenguas nuevas. Y, como buen filólogo, intentaba de buscar la historia de estas lenguas: de dónde venían, por qué habían evolucionado de esta forma y no de esa otra, con qué otros idiomas había estado en contacto… Esto lo llevó a crear distintas razas, humanas o no, soporte imaginario de lenguas imaginarias, que en el transcurso de los siglos se cruzaban, se transmitían conocimientos, léxico, abecedarios, formas de pronunciar… Éste es el verdadero origen de los elfos, enanos, hombres… que pululan por las páginas de El Silmarillion. Esto hace de la filológica una de las lecturas posibles.

   Pero hay más. Tolkien, un verdadero erudito, volcó en sus escritos buena parte de la tradición literaria occidental. Es fascinante ir descubriendo en sus páginas los paralelismos con obras de la antigüedad. Podemos encontrar mitos muy similares a los de la tradición greco-romana, argumentos propios de las eddas nórdicas o de los mabinogi celtas, reminiscencias de los romans franceses de temática artúrica, y no digamos nada de los cantares de gesta europeos… Tampoco falta la Biblia. Esta lectura necesita unos buenos conocimientos de literatura universal, pero también puede provocar la necesidad de adquirirlos.

   Algunos se han especializado en relecturas de El Señor de los Anillos. Tolkien era un apasionado de muchas cosas, pero antes que nada de la belleza. Hay quien lee El Señor de los Anillos fijándose especialmente en las salidas y puestas de sol. Sorprenden las decenas de formas diferentes de describirlas que se pueden encontrar. También era un gran aficionado de los mapas (los de El Hobbit y El Señor de los Anillos son suyos) y todos los itinerarios que aparecen son de un gran realismo y coherencia geográfica si tenemos en cuenta que ninguno de los lugares descritos existe realmente. Incluso es factible una lectura botánica. Las plantas fascinaban a Tolkien, especialmente los árboles. Las plantas en general, y los árboles en particular, tienen descripciones precisas y se corresponden con los del mundo real. Tolkien sabe sus nombres, sus características, las virtudes y las estaciones de muchas plantas. Su protagonismo es más que evidente: el bosque viejo, los ents, los ucornos… Cuando los idealiza y y también cuando crea de nuevos, se recrea en ellos, como se puede comprobar con los mallorns de Lothlorien. En cambio, Tolkien no trata igual a los animales. Las águilas y los lobos tienen un protagonismo, pero los dos están idealizados y están descritos de una forma más bien maniquea. Quizá los caballos y los poneys resulten más cercanos. En realidad, los animales mejor descritos son los fantásticos, y los otros, casi siempre, se pueden relacionar con un referente literario anterior.

   Son propuestas de lectura, hay que reconocerlo, audaces. Pero aún me gustaría añadir otra, más seria: la de los valores. Pienso que no hay que olvidar el humanismo cristiano de Tolkien. ¿Qué es para él el hombre? ¿Qué futuro le ve? ¿Qué esperanzas pone en él? Tolkien fue combatiente en la Primera Guerra Mundial, y testimonio de la Segunda. Vivió los grandes adelantos y las evidentes pérdidas de la primera mitad del siglo XX. Para un idealista como él, un romántico, seguramente fue un golpe duro. Pero su obra está llena de un optimismo sorprendente, de una capacidad de triunfo del bien sobre el mal casi infantil. ¿Era así? Creo que no, si tenemos en cuenta su forma de vivir la fe, y su confianza en lo mejor del hombre: sus virtudes, la capacidad de heroísmo y de darse a los demás. Todos sus héroes son un ideal de hombre. ¿Quizá exagerado? Quizá… No en el caso de los hobbits, tan débiles y cercanos a los hombres normales, y tan capaces de cosas grandes por su sentido de la responsabilidad, solidaridad, amistad o… simplemente amor hacia la tierra.

   Quedan muchos aspectos para comentar. En la bibliografía adjunta, que he procurado que fuera lo más exhaustiva posible en catalán y castellano, podéis encontrar muchas referencias válidas para conocer mejor este autor y su obra, en cualquiera de sus aspectos. Quizá costará un esfuerzo comenzar, pero Tolkien pienso que lo vale.


  

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