El Señor de los Bolsillos

15 de Febrero de 2005, a las 21:04 - Edoras_Eowyn
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 4-El Jinete Hortera

 Mientras tanto, Frodo y Sam estaban en el huerto del granjero Maggot, aunque claro, ésto ellos lo ignoraban. Sam estaba buscando a Frodo porque le había perdido (en realidad Frodo intentaba desacerse de él, pero era muy pegajoso), llamándole a grititos agudos y estresantes llamando la atención de todo ser viviente en una milla a la redonda. Al final Frodo salió de donde se había escondido porque a este paso al chaval le daba un infarto.
 -Frodo: ¿Qué te pasa ahoooora? -dijo, con algo de suplicio.
 -Sam: ¡¡Buaaaah!! ¡¡Pensaba que le había perdidooo!! ¡¡Snif!! ¡¡Snif!!
 -Frodo: ¡Ea! ¡Ea! ¡Ya pasó! -en ese momento les cayó como en plan avalancha otros dos hobbits cargados con zanahorias, repollos, lechugas, etc.
 -Pippin: ¡Frodo! -y dirigiéndose a su compañero- ¡Merry, es Frodo Bolsillo!
 -Merry: ¡Hola Frodo! ¿Me dejas algo de pasta?
 -Frodo: ¡Qué va, tío! ¡Estoy seco!
 -Merry: Vaya... -derrepente, se oyó una voz hablando mal de las madres de Pippin y Merry.
 -Pippin: ¡¡Corred!! -todos salieron por patas, entendiendo, menos Sam, que no procesaba la información igual de rápido que los demás. Se quedó pensando, como en trance, y al final decidió irse solo porque no quería separarse de su "amo".
 Corrieron por todo el huerto hasta caer por una peaso cuesta que casi les despeina. Después de que Frodo y Sam se acordaran de las ya mencionadas madres de Merry y Pippin, éste último habló.
 -Pippin: ¡Mirad, un billete de quinientos euros!
 Mientras los hobbits intentaban averiguar si era falso o no, Frodo se quedó flipado al ver que estaban en mitad del camino.
 -Frodo: ¡Eh, tíos! ¡Moved el culo del camino! -y todos se escondieron debajo de la enorme raíz de un árbol. Los otros tres hobbits seguían en su afán de ver si el billete era falso, y de pronto, un Jinete Hortera se apalancó encima de ellos, bajó del caballo, y empezó a olfatear cual sabueso. Frodo se meó en las bragas y de pronto le entraron ganas de abrir el Bolsillo. Justo cuando alcanzaba la cremayera, "su Sam" le llamó y el tío salió del trance.
 Pippin cogió una piedra y se la tiró a la cabeza del Jinete. Éste chillaba como una nena y los hobbits aprobecharon para salir por patitas.
 -Merry: ¿Quién era ese, Frodo? ¿Le debías pasta?
 -Pippin: ¡Tíos, es falso! ¡Que desilusión! -se refería al billete.
 Frodo y Sam les contaron toda la movida y se quedaron flipados con el tema. Un tanto mosqueadillos puesto a que no se habían despedido de ellos.
 -Merry: ¡Bien! ¿Vais a Bree? ¡Os conduciré hasta allí, seguidme!


5-Bajo la enseña del Poney Apisonador

 Pues resulta que llegaron a Bree tras haber pasado muchas aventuras que serán relatadas en otra ocasión, algo acerca de un tío que viste hortera y está algo mal de la cabeza y unos fantasmas que por lo visto no parece importar a Peter Jackson.
 Llegaron al portón, el cual era enorme para los chiquitines y llamaron. Tras la primera confusión acerca del tamaño, se abrió.
 -Anciano raro: ¡Niños! ¡Cuatro niños! ¿Qué hacéis fuera de vuestras casas a estas horas?
 -Frodo: Eeh... no somos niños, tío. Somos hobbits. ¡Y un poquito más de respeto que te doblo en edad, chaval!
 -Anciano preguntón: ¿Qué asuntos les traen a Bree?
 -Pippin: ¡¿Y a tí que te importa, cotilla?!
 -Anciano cansino:  ¡Tranquilo jovencito! No era mi intención ofenderle. Mi deber es preguntar y luego soltar los cotilleos en reuniones sociales.
 -Sam: ¡¡¿Cotilleos?!!
 -Merry: Vale, ¿nos deja pasar?
 -Anciano ostigoso: ¡Sí sí! ¡Pasad, adelante!

 Ya dentro del Poney Apisonador todo era más acogedor y hogareño. Los hobbits se acercaron hasta el poco hablador Cebadilla Mantequilla.
 -Mantequilla: ¡Buenas noches pequeños señores! Si buscan alojamiento nos quedan habitaciones en miniatura muy acogedoras, señor...
 -Frodo: Mambrú. Mi nombre es Mambrú.
 -Mantequilla: ¿Mambrú se fue a la guerra?
 -Frodo: No tío, que Mambrú soy yo.
 -Mantequilla: Aah...
 -Frodo: Somos amigos de Gandalf el Grisáceo, ¿le dirá que hemos llegado?
 -Mantequilla: ¡Pero si al Gandy hace xxxxx que no le veo!
 A consecuencia de esto, los hobbits se miraron y dijeron:
 -Hobbits: ¡A más tocamos!

 A esto que los hobbits se emborrachan a base de pintas, y están un "poco" colgados y todo eso. Sam se da cuenta de que un hombre con pinta de guarro no deja de mirar a su Frodo y se lo dice. Frodo decidió preguntar a Mantequilla.
 -Mantequilla: Es un tontaraz, gente peligrosa que vaga por los bosques. Su nombre no lo sé, nunca lo he oído, pero por estas tierras se le conoce como Troncos.
 -Frodo: Troncos... -repitió el cansino.
 En ese momento, le entró ganas de abrir el Bolsillo, que se sacó del bolsillo y empezó a agarrar de la cremayera. Pero en ese momento, Troncos se acercó y le dijo algo en voz baja.
 -Troncos: Será mejor que hagas algo, señor Mambrú, porque a tus amigos se les va a ir la lengua.
 En efecto, Frodo se volvió y vio que Pippin hablaba de Bolsillos y de que tenía un primo segundo por parte de no se qué, y en ese momento Frodo, para que dejasen de escucharle, se subió a la mesa y empezó a bailar como las Tanga Girls, cantando a su vez la canción. Y como era de esperar, todo el mundo desvió su atención de Pippin para sentir vergüenza ajena de Frodo, menos Sam, que parecía que le gustaba el baile y se le unió. En el momento en el que Sam se subia a la mesa, ésta se derrumbó, e hizo que Frodo se cayese, la cremayera del Bolsillo se le enganchó en la capa y se abrió, haciéndole desaparecer.
 Todo lo que veía era como borroso, y de pronto vio un ujo gigante, que estaba ardiendo.
 -Frodo: ¡¡Que llamen a los bomberos!! ¡¡Fuego!!
 -Ujo: No puedes esconderte... Te veooo...
 -Frodo: No me extraña, con ese peaso de ojo.
 -Ujo: No hay vida en este vacío... solo... solo...
 -Frodo: ¿Muerte?
 -Ujo: ¡Sí, eso! Solo... muerte...
 Entonces cerró el Bolsillo y volvió a aparecer, aunque se había meado en las bragas. Troncos se le acercó y le cogió de la oreja.
 -Troncos: ¡Niño malo! ¡Te he dicho que no veas los programas de David Copperfild, que tienen efectos secundarios! -y en voz baja dijo- Está llamando demasiado la atención, señor Mambrú.
 El tío va y se lo lleva a una habitación y lo tira de cabeza al suelo, haciéndole un chichón en la testa.
 -Troncos: Más cautela, no llevas preciosamente una baratija.
 -Frodo: ¡No llevo nada!
 -Troncos: Yo puedo pasar sin ser visto, ¿pero desaparecer cual Judini? Un curioso don.
 -Frodo: ¿Quién es usted? ¡Se parece asombrosamente a Viggo Mortensen!
 -Troncos: Sí, me lo dicen mucho... Dime, ¿estás asustado?
 -Frodo: Sí... Mucho... ¡Vale, estoy cagado de miedo, ¿contento?!
 -Troncos: Bien... Sí, estás lo suficientemente asustado.
 En ese momento, entran los otros hobbits armados con los cuchillos de Mantequilla, tenedores, y ya de paso un par de magnums cada uno.
 -Sam: ¡Suéltale o me cago!
 -Troncos: ¡Tranqui tronco! ¡Tienes bravo corazón! -pero en ese momento, Sam se desmayó, los otros se resignaron, pero le dejaron ahí.- No debes seguir esperando al mago, Frodo. ¡Ya vienen!
 Como no tenían un mayor que les protegiese, adoptaron a Troncos, que les trasladó de habitación a otra más segura, lo cual agradecieron. Después de la guerra de almohadas, oyeron unos gritos raros, y Troncos dijo que eran los Pasgûl. Eran cansinos que perseguían el Bolsillo porque querían guardar en él sus cosas, como las llaves de casa, el dinero... ya que siempre les tocaba llevarlo en la mano.
 Troncos les contó que debían irse ya de allí, y total, que se fueron. Consiguieron un poney, eso sí, al que Sam llamó Will, ya que al que se lo compró se llamaba Will Helecho, y aunque a éste no le tenía mucho aprecio, no se le ocurría ningún otro nombre, ya que pensó que si le ponía Frodo iban a haber ligeras confusiones.
 -Sam: Yo no me fío de este pintas.
 -Troncos: ¡Oye, tronco, que yo no te critico a tí!
 -Frodo: No nos queda más remedio que fiarnos. Por muy guarro que vaya.
 -Troncos: ¡¡¿Tú también?!!
 -Sam: ¿Pero a dónde nos lleva?
 -Troncos: A Privendell, señor Gamyi. A la casa del agente Elrond.
 -Sam: ¡¡¡Aaaaaaaah!!! -y se puso a gritar como una niña pija cuando va a un concierto de los Backstreet boys.- ¡¡¡Vamos a ver elfos!!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaah!!!

 A todo esto en Piscengard en la torreta de Orcanc, Saruman había comprado una tarjeta de recarga amena para recargar el palantir, que se le había quedado sin saldo, y así, le pudo hacer una llamada perdida a Saujon. El palantir sonó al rato, y sonó el tono del último éxito de Maritrini y los Panchos, y Saruman lo "cogió".
 -Saruman: ¿Dígamelo? ¿Saujy?
 -Saujon: ¡Te he dicho que no me hagas perdidas para que te llame! ¡Llámame tú, capullo agarrao!
 -Saruman: Ah, vale... Bueno -poniéndose más serio y respetable- El poder de Piscengard está a vuestras órdenes, Saujon, Señor de la Tierra Tres Cuartos.
 -Saujon: Procúrame un ejército digno de Porkor.
 En esto que llega un orco mu feo.
 -Orco mu feo: ¿Qué órdenes hay de Porkor, mi señor? ¿Qué encomienda el Ujo?
 -Saruman: Hay trabajo que hacer. -y le da al tío por acabar con toda la vegetación del lugar, con lo bonico que estaba todo.



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