-El segundo ciclo sería el de Ilmarinen: Seppo Ilmarinen es uno de los mayores
héroes de Kalevala. Es el herrero inmortal y solo él ha fraguado la bóveda
celeste y ha forjado las mansiones del aire sin que se note un solo martillazo
o golpe de tenaza en el firmamento.
Cuando Väinämöinen regresa de Pohjola le cuenta de sus andanzas al herrero y
finalmente le refiere sobre el trato que ha hecho con Louhi a cambio de poder
regresar a Vaina. Ilmarinen, quien teme a la señora del norte, no quiere ir a
Laponia a fabricar el Sampo, pero el viejo Runoya entona un canto de magia y
transporta a su amigo a la tierra de Pohjola. Cuando llega es bien recibido
por la dama del norte que le estaba esperando, y tras el agasajo y –sobretodo-
tras ver la impresionante belleza de la Doncella de Pohjola accede a forjar el
Sampo. Construye una poderosa fragua y con el plumón del cisne, la leche de
una vaca estéril, un grano de cebada y el copo de lana de una oveja preñada
forja el molino mágico, que por un lado produce grano, por el otro sal y por
el tercero oro. Con el Sampo en su poder Louhi lo guarda bajo nueve llaves
enterrando una de sus patas en las raíces de la tierra, otra en el mar y la
tercera en la colina donde tiene edificadas sus mansiones; después accede a
conceder la mano de su hija al héroe. Pero la Doncella de Pohjola no quiere
abandonar su patria: si lo hace el cuclillo abandonaría Laponia y los pájaros
de la alegría nunca más volverían a adornar con sus cantos las sombrías
tierras del norte. Por lo tanto, si Ilmarinen la quiere por compañera debe
permanecer en Pohjola. Así lo hace en un primer momento, pero la nostalgia por
Kalevala le puede más que el amor o el deseo, así que finalmente, con la ayuda
de Louhi, regresa solo a su patria.
Tiempo después, mientras trabaja en su fragua, Ilmarinen es avisado por su
hermana Anniki de que Väinämöinen está viajando en barco hacia el norte con la
intención de reclamar a la Doncella de Pohjola tras haber superado todas las
pruebas que ésta le había encomendado para poder ser su compañera. Ilmarinen
entonces toma un baño ritual, desempolva sus mejores galas, engalana su trineo
y su corcel y parte hacia Laponia. Invocando a Ukko, Dios todopoderoso,
consigue que mande una fina nevada que permite a su magnífico trineo avanzar
tan rápido que antes de llegar a su destino alcanza al viejo Väinämöinen.
Cuando se encuentran, los dos compañeros hacen un voto solemne “hagamos un
pacto de paz, aunque sigamos como dos rivales el camino de bodas, aunque
vayamos como rivales en busca de la misma esposa: juremos no apoderarnos de
ella por la violencia, no conducirla contra su voluntad a la casa del
hombre”. Tras pronunciar el pacto ambos siguen su camino por separado, uno
por mar, el otro por tierra, aunque ambos llegan a Pohjola al mismo tiempo. A
pesar de que ha cumplido sus tareas, de que viene cargado de presentes y de
que es el preferido de Louhi, el Runoya es definitivamente rechazado por la
doncella que se ha decantado por el fuerte y hermoso Ilmarinen al que, a fin
de cuentas, se debe como pago por la forja del Sampo. Sin embargo, la pérfida
Louhi decide ponérselo difícil y solo accede a darle a su hija cuando consiga
labrar un campo infestado de víboras y serpientes y ha de hacerlo sin yunta.
Con la complicidad y consejo de la doncella, Ilmarinen forja un arado de oro y
plata, una poderosa armadura, una cota de malla y unos zapatos de metal y
consigue labrar el campo de víboras. Louhi, no obstante, no está dispuesta a
dar su brazo a torcer tan fácilmente y le encomienda al herrero que le traiga,
atrapado sin ayuda de redes ni de sus manos, el pez del río que conduce al
reino de los muertos; y que someta a los lobos de Tuonela, el mencionado reino
de las tinieblas gobernado por Tuoni. De nuevo gracias a los consejos de la
doncella, Ilmarinen forja un gigantesco halcón de metal y a lomos del
fantástico pájaro consigue cumplir su misión. Cuando le lleva a Louhi la
cabeza del gigantesco pez, un esturión del tamaño de siete barcas y con las
fauces como tres cascadas, la dama del norte accede al fin a otorgar la mano
de la Doncella de Pohjola a Ilmarinen. Se celebran pues los esponsales e
Ilmarinen regresa con su compañera a Kalevala. Su partida les ahorra
presenciar un trágico acontecimiento: El asesinato de su suegro a manos de un
héroe que no había sido invitado al banquete, el joven Lemminkäinen.
Ilmarinen vive feliz en sus mansiones, pero su caprichosa esposa se empeña en
hacerle la vida imposible a uno de sus esclavos, un pastor llamado Kullervo.
Al final el joven pastor, harto del trato recibido por su señora se las
arregla para asesinarla. El herrero se lamenta amargamente por la muerte de su
esposa. Intenta reemplazarla forjándose una novia de oro y plata pero no
consigue darle el aliento de la vida, así que se la ofrece a Väinämöinen. El
Runoya rechaza el presente e Ilmarinen abandona su estatua para siempre.
Desesperado parte de nuevo hacia Pohjola a reclamar a la hermana pequeña de su
esposa, pero esta vez no obtiene el permiso de Louhi por lo que decide
raptarla por la fuerza. Durante el viaje de vuelta la muchacha no hace sino
increpar al herrero y mostrarle su desprecio. Una noche hacen alto en una
aldea y al día siguiente Ilmarinen descubre que la chica ha pasado la velada
con otro hombre. Encendido en cólera se dispone a matarla pero su espada se
niega a derramar la sangre de una mujer por lo cual el herrero la convierte en
gaviota y la destierra a una remota isla.
Cuando vuelve a su patria le cuenta a su amigo Väinämöinen acerca de la
prosperidad que, gracias al Sampo, disfrutan los habitantes de Pohjola, y el
Runoya le pide que le acompañe para robar el molino mágico. Ilmarinen forja
pues la más poderosa de las espadas para su amigo y se pone a los remos del
barco de Väinämöinen. Tras recoger al héroe Lemminkäinen, los tres compañeros
llegan a su destino donde gracias a las artes de Väinämöinen consiguen vía
libre para apoderarse del Sampo. Cuando llegaron al lugar donde se guardaba el
molino Ilmarinen frotó las cerraduras con manteca, los goznes de hierro con
grasa, después descorrió los pestillos, levantó los cerrojos, y las enormes
puertas se abrieron de par en par. Con el Sampo en su poder los tres
compañeros zarparon rumbo a casa, pero la ligereza de Lemminkäinen hizo que
Louhi se lanzara en su persecución. En la Defensa del Sampo se perdió, roto en
numerosos fragmentos, el molino mágico forjado por Ilmarinen.
Tras el rapto del sol y la luna por parte de Louhi, Ilmarinen forjó un sol de
oro y una luna de plata y los colgó de los árboles más altos de Kalevala, pero
su brillo no era suficiente para iluminar la tierra de los héroes. Väinämöinen
había partido y entablado batalla contra los hombres de Pohjola, pero regresó
sin cumplir la misión de rescatar los astros del cielo. Entonces el herrero le
forjó una horqueta de triple punta, una docena de afiladas cuñas para forzar
la montaña donde se retenía a los dos astros, y una cadena para atar a Louhi.
La bruja, transformada en águila vuela hasta la fragua de Ilmarinen quien
–ignorando su identidad- le refiere sobre el destino de los aparejos que
estaba forjando. Aterrorizada, Louhi vuela a su patria y libera el sol y la
luna devolviendo la dicha a la tierra de Kalevala.
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