Tolkien, Finlandia y el Kalevala

26 de Septiembre de 2007, a las 10:26 - Aldo
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-Otro ciclo, el que más nos interesa (luego veremos porqué) de todos los que componen la obra, sería el de Kullervo el desdichado, el mancebo de las calzas azules.

Kalervo y Untamo eran dos hermanos que crecieron en odio e ira el uno por el otro. Los agravios entre ambos son continuos y se produce una escalada de violencia que culmina con el asesinato por parte de Untamo de casi todo el clan de Kalervo. El patriarca ha desaparecido y su mujer es capturada por Untamo y esclavizada. La mujer lleva un hijo en su seno al que pone por nombre Kullervo. Que el niño encerraba en su cuerpo un espíritu de gran fuerza se demostró a las pocas semanas de nacer, cuando se levantó de su cuna y la destrozó a golpes, rasgando luego sus pañales. Esto agradó a su tío en un principio, pues pensaba que tendría un esclavo de gran valor, pero según crecía el joven Kullervo solo expresaba su odio hacia él y su sed de venganza. Temeroso del muchacho, su tío intenta asesinarle de diversas maneras pero un extraño destino parece proteger al chico. Por su parte, Kullervo asesina a un bebé, arrasa los bosques de Untamo y arruina el grano de la cosecha entre otras hazañas. Rabioso por no conseguir matarlo, desesperado por alejarlo de su lado, Untamo decide venderlo a Ilmarinen, el herrero de Kalevala.

Al servicio de Ilmarinen, Kullervo se convierte en pastor a las órdenes de su esposa, la Doncella de Pohjola, pero la caprichosa joven hace de él blanco continuo de sus burlas. Un día le hornea un pan en el que esconde una piedra y lo mete en su zurrón. Cuando el joven hace un descanso con el rebaño y se dispone a comer su cuchillo se rompe al tratar de cortar el pan. Lleno de ira el chico decide vengarse. Invocando a sus poderes transforma la mitad del rebaño en osos y la otra mitad en lobos, y los vuelve a disfrazar de ganado. Al regresar al hogar su ama acude a ordeñar el rebaño y es devorada de manera atroz por los osos y los lobos. Loco de venganza, Kullervo se aleja a caballo, haciendo sonar su cuerno como un poseso, huyendo de la ira de Ilmarinen.

Durante largo tiempo vaga como un proscrito por los bosques y las tundras, hasta que finalmente se establece un objetivo: vengar a su familia. Pero entonces una anciana a la que encuentra en la espesura le cuenta que su padre no murió, que su madre recobró la libertad y que ambos vivían con sus hijos cerca de las fronteras de Pohjola. Con una nueva esperanza en el corazón, el joven regresa al hogar.

Reunido con su familia, Kullervo es enterado que sus hermanos han muerto en la guerra, y que su hermana un día que salió a buscar bayas nunca regresó: tal vez un oso o un lobo la hubieran devorado, el caso es que nunca más supieron de ella.

Resignado, Kullervo inicia una vida tranquila a las órdenes de su padre, pero su dura infancia le había creado muchos vicios a la hora de trabajar y realmente no sabía hacer nada bien, por lo que finalmente le destierra de la casa. Con gran rencor hacia su padre, pero sintiendo un gran amor por su madre, Kullervo abandona las mansiones de su familia sonando su cuerno a los cuatro vientos.

Durante mucho tiempo vaga de nuevo como un forajido por las tierras del norte, solitario y desdichado. Un día, atravesando las fronteras de Laponia, en el reino de Pohjola una doncella sale a su encuentro. Invadido por la lujuria, el joven la atrae hacia su trineo enseñándole una cantidad de oro. Ante la vista del preciado metal la joven abandona su desconfianza inicial y se sienta con Kullervo, quien aprovecha para seducirla y finalmente poseerla a la fuerza. A la mañana siguiente la chica le pregunta quien es, Kullervo le narra su historia y para deshonra y oprobio de ambos, descubre que es su hermana perdida tiempo atrás. La joven no puede soportar la vergüenza y se lanza entre las cataratas de un furioso torrente, quitándose la vida.

Destrozado, Kullervo regresa a su hogar donde relata a sus padres las desgracias que han caído sobre él y su familia. La madre le ordena una penitencia exiliándose en la tierra de Savo y allí expiar sus crímenes, pero el orgulloso hijo rechaza tal mandado y decide por su cuenta dar rienda suelta a su frustración culminando su venganza contra su tío. Cuando va a partir recibe la bendición de su madre pero no la de su padre, quien ya no le considera su hijo y por quien no llorará si cae en combate. Despechado, Kullervo también reniega de su padre y maldice su nombre: la ruptura entre ambos es total.

Llevando cierto tiempo ya en campaña le llegan mensajeros de su hacienda para decirle que su padre ha muerto y que regrese para ocuparse de su entierro. No solo no regresa sino que se burla de su memoria "Poco me importa que haya muerto. Fácil será hallar en la casa un ca­ballo que lo arrastre a la tumba". La cosa cambia cuando tiempo después recibe la noticia de la muerte de su madre. Su corazón se rompe en mil pedazos, pero su orgullo, maldad y sed de venganza le empujan a seguir en la guerra, decidiendo no regresar para enterrarla y faltando al respeto de su memoria.

Ignorando pues el recuerdo de su madre, Kullervo pide ayuda a Ukko, Dios todopoderoso, para que le proporcione un arma con la que completar su revancha y Ukko accede proporcionándole lo que pedía: una poderosa espada mágica con la que enfrentarse a cien hombres. Con su nueva arma el malvado joven cumple su venganza y asesina a su tío y a todo su clan: hombres, mujeres, niños y ancianos, todos son masacrados por el cruel Kullervo, quien además quema y destruye por completo sus mansiones.

Tras la matanza de Untamo y sus familiares regresa a su casa pero cuando llega nadie le recibe, solo obtiene indiferencia y frialdad de los de su clan. Su locura le ha llevado a la soledad y el aislamiento. Ya nada le ata a su casa por lo que, una vez más, se lanza a los caminos a vagar sin rumbo por la tierras de Finlandia. El destino le lleva de nuevo a Laponia, al lugar donde violó a su hermana, al torrente donde ésta se arrojó. En un estado de delirio supremo, sin poder soportar la tortura de los remordimientos, el desdichado hombre le pregunta a su hoja si está dispuesta a comer la carne de un criminal, ante la respuesta afirmativa de la espada Kullervo la clava en la tierra y se arroja sobre ella, suicidándose.

– Y por último, estaría el ciclo de Marjatta. El más breve de todos (todo el argumento está incluido en el último canto) pero de enorme carga simbólica.

Marjatta es una joven virgen, casi una niña, que lleva su virtud hasta límites insospechados: no come huevos por estar fecundados; no ordeña a las vacas si han sido cabalgadas por el toro; no conduce un trineo si el caballo que lo tira ha conocido yegua. Un día, guiando su rebaño por el bosque, es seducida por un pequeño fruto de arándano. La baya salta hasta su cintura, hasta su pecho, hasta sus labios y finalmente se desliza hasta su vientre fecundándola.

La muchacha empieza vestir ropas anchas y consigue disimular su embarazo hasta que comienza a romper aguas. Entonces pide a sus padres que le preparen la sauna para dar a luz, pero estos, al no creer en su historia y pensar que habían sido deshonrados por su hija, no la prestan ayuda. Marjatta envía entonces a una criada a casa de Ruotus, un infame señor de Sariola (otro nombre para Kalevala y Carelia), para pedir su sauna prestada y dar a luz allí. De nuevo es rechazada pero la mujer de Ruotus le indica que en el monte Kyto existe una cabaña, un pequeño pesebre donde poder traer a su hijo al mundo. A lomos de un joven potro, la chica alcanza el pesebre, y utilizando el aliento del caballo consigue alumbrar a su pequeño. Posteriormente el niño casi muere ahogado en un cenagal, pero su madre lo rescata y juntos regresan al hogar donde son de nuevo aceptados, aunque no de buena gana.

El niño crece en salud y belleza pero aún sin nombre; su madre le llama “botón de rosa”, pero el resto de su clan le llama “maldito holgazán”. Llega el momento en que un nombre le debe ser dado y se llama a Virokannas, un hombre santo de Carelia, para que le imponga uno. El viejo santón, al no conseguir aclarar la verdad sobre el origen del muchacho se niega a reconocerlo y exige que sea juzgado antes de otorgarle un nombre: será Väinämöinen, el Runoya eterno, quien decida sobre el destino del niño. Tras examinar las pruebas no se puede probar si el chico ha sido concebido o no con la intervención de un varón, por lo que Väinämöinen decide que debe ser sacrificado y su cabeza estampada contra un árbol en el cenagal del que fue salvado. Entonces se produce un milagro y el niño empieza a hablar con gran sabiduría y temple, acusando al Runoya de sus múltiples pecados de juventud "¡Malhaya el viejo estúpido! ¡Malhaya, viejo ciego, pues has pronunciado una sentencia injusta, un fallo insensato! Nadie te ha llevado a ti al pantano, nadie te ha estrellado la cabeza contra un árbol, cuando has cometido crímenes bastante más graves, bastante más perversas acciones: cuando en tu juventud entregabas a tu hermano, al hijo de tu propia madre, para salvar tu vida. Ni se te ha conducido al cenagal cuando, en tu juventud también, arrojabas a las doncellas en me­dio de las profundas olas, entre el fango negro". Y este discurso produce un efecto que cambiará para siempre el destino de Kalevala y de toda la nación finlandesa. Con todas las dudas despejadas, Virokannas otorga un nombre al niño y le unge como rey de Carelia. Väinämöinen, lleno de cólera pero a la vez hundido en la vergüenza decide irse de su patria. Entona una runa mágica final y construye una barca de cobre con la que se hace a la mar. En su última mirada hacia su patria el Runoya lanza un postrero mensaje a su pueblo "Pasarán los tiempos, nuevos días nacerán y volverán a morir. Y entonces nuevamente tendréis necesidad de mí; me aguardaréis, me llamaréis para que os conquiste un nuevo Sampo, para que os haga un nuevo kantele, para que os rescate la luna y el sol desaparecidos. ¡Para devolver al mundo su alegría desterrada!". Así, el Runoya eterno se aleja del mundo a los pliegues del cielo, donde aún habita, dando paso a un nuevo amanecer para los hombres y su nuevo rey. Como legado por el que siempre será recordado por los finlandeses quedó el armonioso kantele.

Esto es, muy resumido desde luego, el corpus del Kalevala, que se completa con relatos de la creación del mundo, del origen de la música, del nacimiento de la cerveza, del descubrimiento del fuego y otros muchos. También, un aspecto muy interesante en mi opinión, aparecen en el texto muchos versos con moraleja. Es siempre Väinämöinen quien da estos consejos, y en muchas ocasiones lo hace tras cometer un error o persistir en una actitud equivocada. Por ejemplo, cuando tras ser rechazado por Aino y la Doncella de Pohjola aconseja a los ancianos que no sean viejos verdes e insistan en tomar jóvenes doncellas por esposas. Otro aspecto muy relevante es lo que se aborda en el final del libro que, como seguro ya habréis notado, narra de forma simbólica el fin del paganismo en Finlandia y el advenimiento del Cristianismo.



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