-Otro ciclo, el que más nos interesa (luego veremos porqué) de todos
los que componen la obra, sería el de Kullervo el desdichado, el mancebo de
las calzas azules.
Kalervo y Untamo eran dos hermanos que crecieron en odio e ira el uno por el
otro. Los agravios entre ambos son continuos y se produce una escalada de
violencia que culmina con el asesinato por parte de Untamo de casi todo el
clan de Kalervo. El patriarca ha desaparecido y su mujer es capturada por
Untamo y esclavizada. La mujer lleva un hijo en su seno al que pone por nombre
Kullervo. Que el niño encerraba en su cuerpo un espíritu de gran fuerza se
demostró a las pocas semanas de nacer, cuando se levantó de su cuna y la
destrozó a golpes, rasgando luego sus pañales. Esto agradó a su tío en un
principio, pues pensaba que tendría un esclavo de gran valor, pero según
crecía el joven Kullervo solo expresaba su odio hacia él y su sed de venganza.
Temeroso del muchacho, su tío intenta asesinarle de diversas maneras pero un
extraño destino parece proteger al chico. Por su parte, Kullervo asesina a un
bebé, arrasa los bosques de Untamo y arruina el grano de la cosecha entre
otras hazañas. Rabioso por no conseguir matarlo, desesperado por
alejarlo de su lado, Untamo decide venderlo a Ilmarinen, el herrero de
Kalevala.
Al servicio de Ilmarinen, Kullervo se convierte en pastor a las órdenes de su
esposa, la Doncella de Pohjola, pero la caprichosa joven hace de él blanco
continuo de sus burlas. Un día le hornea un pan en el que esconde una piedra y
lo mete en su zurrón. Cuando el joven hace un descanso con el rebaño y se
dispone a comer su cuchillo se rompe al tratar de cortar el pan. Lleno de ira
el chico decide vengarse. Invocando a sus poderes transforma la mitad del
rebaño en osos y la otra mitad en lobos, y los vuelve a disfrazar de ganado.
Al regresar al hogar su ama acude a ordeñar el rebaño y es devorada de manera
atroz por los osos y los lobos. Loco de venganza, Kullervo se aleja a caballo,
haciendo sonar su cuerno como un poseso, huyendo de la ira de Ilmarinen.
Durante largo tiempo vaga como un proscrito por los bosques y las tundras,
hasta que finalmente se establece un objetivo: vengar a su familia. Pero
entonces una anciana a la que encuentra en la espesura le cuenta que su padre
no murió, que su madre recobró la libertad y que ambos vivían con sus hijos
cerca de las fronteras de Pohjola. Con una nueva esperanza en el corazón, el
joven regresa al hogar.
Reunido con su familia, Kullervo es enterado que sus hermanos han muerto en la
guerra, y que su hermana un día que salió a buscar bayas nunca regresó: tal
vez un oso o un lobo la hubieran devorado, el caso es que nunca más supieron
de ella.
Resignado, Kullervo inicia una vida tranquila a las órdenes de su padre, pero
su dura infancia le había creado muchos vicios a la hora de trabajar y
realmente no sabía hacer nada bien, por lo que finalmente le destierra de la
casa. Con gran rencor hacia su padre, pero sintiendo un gran amor por su
madre, Kullervo abandona las mansiones de su familia sonando su cuerno a los
cuatro vientos.
Durante mucho tiempo vaga de nuevo como un forajido por las tierras del norte,
solitario y desdichado. Un día, atravesando las fronteras de Laponia, en el
reino de Pohjola una doncella sale a su encuentro. Invadido por la lujuria, el
joven la atrae hacia su trineo enseñándole una cantidad de oro. Ante la vista
del preciado metal la joven abandona su desconfianza inicial y se sienta con
Kullervo, quien aprovecha para seducirla y finalmente poseerla a la fuerza. A
la mañana siguiente la chica le pregunta quien es, Kullervo le narra su
historia y para deshonra y oprobio de ambos, descubre que es su hermana
perdida tiempo atrás. La joven no puede soportar la vergüenza y se lanza entre
las cataratas de un furioso torrente, quitándose la vida.
Destrozado, Kullervo regresa a su hogar donde relata a sus padres las
desgracias que han caído sobre él y su familia. La madre le ordena una
penitencia exiliándose en la tierra de Savo y allí expiar sus crímenes, pero
el orgulloso hijo rechaza tal mandado y decide por su cuenta dar rienda suelta
a su frustración culminando su venganza contra su tío. Cuando va a partir
recibe la bendición de su madre pero no la de su padre, quien ya no le
considera su hijo y por quien no llorará si cae en combate. Despechado,
Kullervo también reniega de su padre y maldice su nombre: la ruptura entre
ambos es total.
Llevando cierto tiempo ya en campaña le llegan mensajeros de su hacienda para
decirle que su padre ha muerto y que regrese para ocuparse de su entierro. No
solo no regresa sino que se burla de su memoria "Poco me importa que haya
muerto. Fácil será hallar en la casa un caballo que lo arrastre a la tumba".
La cosa cambia cuando tiempo después recibe la noticia de la muerte de su
madre. Su corazón se rompe en mil pedazos, pero su orgullo, maldad y sed de
venganza le empujan a seguir en la guerra, decidiendo no regresar para
enterrarla y faltando al respeto de su memoria.
Ignorando pues el recuerdo de su madre, Kullervo pide ayuda a Ukko, Dios
todopoderoso, para que le proporcione un arma con la que completar su revancha
y Ukko accede proporcionándole lo que pedía: una poderosa espada mágica con la
que enfrentarse a cien hombres. Con su nueva arma el malvado joven cumple su
venganza y asesina a su tío y a todo su clan: hombres, mujeres, niños y
ancianos, todos son masacrados por el cruel Kullervo, quien además quema y
destruye por completo sus mansiones.
Tras la matanza de Untamo y sus familiares regresa a su casa pero cuando llega
nadie le recibe, solo obtiene indiferencia y frialdad de los de su clan. Su
locura le ha llevado a la soledad y el aislamiento. Ya nada le ata a su casa
por lo que, una vez más, se lanza a los caminos a vagar sin rumbo por la
tierras de Finlandia. El destino le lleva de nuevo a Laponia, al lugar donde
violó a su hermana, al torrente donde ésta se arrojó. En un estado de delirio
supremo, sin poder soportar la tortura de los remordimientos, el desdichado
hombre le pregunta a su hoja si está dispuesta a comer la carne de un
criminal, ante la respuesta afirmativa de la espada Kullervo la clava en la
tierra y se arroja sobre ella, suicidándose.
– Y por último, estaría el ciclo de Marjatta. El más breve de todos (todo el
argumento está incluido en el último canto) pero de enorme carga simbólica.
Marjatta es una joven virgen, casi una niña, que lleva su virtud hasta límites
insospechados: no come huevos por estar fecundados; no ordeña a las vacas si
han sido cabalgadas por el toro; no conduce un trineo si el caballo que lo
tira ha conocido yegua. Un día, guiando su rebaño por el bosque, es seducida
por un pequeño fruto de arándano. La baya salta hasta su cintura, hasta su
pecho, hasta sus labios y finalmente se desliza hasta su vientre fecundándola.
La muchacha empieza vestir ropas anchas y consigue disimular su embarazo hasta
que comienza a romper aguas. Entonces pide a sus padres que le preparen la
sauna para dar a luz, pero estos, al no creer en su historia y pensar que
habían sido deshonrados por su hija, no la prestan ayuda. Marjatta envía
entonces a una criada a casa de Ruotus, un infame señor de Sariola (otro
nombre para Kalevala y Carelia), para pedir su sauna prestada y dar a luz
allí. De nuevo es rechazada pero la mujer de Ruotus le indica que en el monte
Kyto existe una cabaña, un pequeño pesebre donde poder traer a su hijo al
mundo. A lomos de un joven potro, la chica alcanza el pesebre, y utilizando el
aliento del caballo consigue alumbrar a su pequeño. Posteriormente el niño
casi muere ahogado en un cenagal, pero su madre lo rescata y juntos regresan
al hogar donde son de nuevo aceptados, aunque no de buena gana.
El niño crece en salud y belleza pero aún sin nombre; su madre le llama
“botón de rosa”, pero el resto de su clan le llama “maldito
holgazán”. Llega el momento en que un nombre le debe ser dado y se llama a
Virokannas, un hombre santo de Carelia, para que le imponga uno. El viejo
santón, al no conseguir aclarar la verdad sobre el origen del muchacho se
niega a reconocerlo y exige que sea juzgado antes de otorgarle un nombre: será
Väinämöinen, el Runoya eterno, quien decida sobre el destino del niño. Tras
examinar las pruebas no se puede probar si el chico ha sido concebido o
no con la intervención de un varón, por lo que Väinämöinen decide que debe ser
sacrificado y su cabeza estampada contra un árbol en el cenagal del que fue
salvado. Entonces se produce un milagro y el niño empieza a hablar con gran
sabiduría y temple, acusando al Runoya de sus múltiples pecados de juventud
"¡Malhaya el viejo estúpido! ¡Malhaya, viejo ciego, pues has pronunciado
una sentencia injusta, un fallo insensato! Nadie te ha llevado a ti al
pantano, nadie te ha estrellado la cabeza contra un árbol, cuando has cometido
crímenes bastante más graves, bastante más perversas acciones: cuando en tu
juventud entregabas a tu hermano, al hijo de tu propia madre, para salvar tu
vida. Ni se te ha conducido al cenagal cuando, en tu juventud también,
arrojabas a las doncellas en medio de las profundas olas, entre el fango
negro". Y este discurso produce un efecto que cambiará para siempre el
destino de Kalevala y de toda la nación finlandesa. Con todas las dudas
despejadas, Virokannas otorga un nombre al niño y le unge como rey de Carelia.
Väinämöinen, lleno de cólera pero a la vez hundido en la vergüenza decide irse
de su patria. Entona una runa mágica final y construye una barca de cobre con
la que se hace a la mar. En su última mirada hacia su patria el Runoya lanza
un postrero mensaje a su pueblo "Pasarán los tiempos, nuevos días nacerán y
volverán a morir. Y entonces nuevamente tendréis necesidad de mí; me
aguardaréis, me llamaréis para que os conquiste un nuevo Sampo, para que os
haga un nuevo kantele, para que os rescate la luna y el sol desaparecidos.
¡Para devolver al mundo su alegría desterrada!". Así, el Runoya eterno se
aleja del mundo a los pliegues del cielo, donde aún habita, dando paso a un
nuevo amanecer para los hombres y su nuevo rey. Como legado por el que
siempre será recordado por los finlandeses quedó el armonioso kantele.
Esto es, muy resumido desde luego, el corpus del Kalevala, que se completa con
relatos de la creación del mundo, del origen de la música, del nacimiento de
la cerveza, del descubrimiento del fuego y otros muchos. También, un aspecto
muy interesante en mi opinión, aparecen en el texto muchos versos con
moraleja. Es siempre Väinämöinen quien da estos consejos, y en muchas
ocasiones lo hace tras cometer un error o persistir en una actitud equivocada.
Por ejemplo, cuando tras ser rechazado por Aino y la Doncella de Pohjola
aconseja a los ancianos que no sean viejos verdes e insistan en tomar
jóvenes doncellas por esposas. Otro aspecto muy relevante es lo que se aborda
en el final del libro que, como seguro ya habréis notado, narra de forma
simbólica el fin del paganismo en Finlandia y el advenimiento del
Cristianismo.
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