Relatos de Anderian: Viaje de un heredero

11. Aquellos ojos castaños

La princesa Lahan había esperado pacientemente, vio llegar a su igual pidiendo el desayuno para el muchacho que habían llevado la noche anterior, y por un momento pensó que tal vez todo estaba resultando bien, que quizás eso le ayudara a la princesa Nerethed a contrarrestar el efecto que la apresaba. Finalmente su madre, la reina Nyvare, le dio la porción destinada a la reina Thraniziel así que emprendió el camino hacia la habitación de los reyes de Balfilias; al llegar apenas al comedor, se percató de la presencia de su padre, quien venía de haber hablado con la reina.

-¿Cómo sigue?-preguntó a su padre.

-Se repondrá, le vendrá bien un poco de alimento-dijo al ver lo que cargaba su hija.

-En eso estoy-entonces retomó su camino subiendo ágilmente las escaleras y dobló hacia la derecha, llegando hasta la última puerta de ese lado del pasillo.

Con la ayuda de su cadera logró recorrer la puerta entreabierta y con el mismo movimiento logró emparejarla de nuevo, dentro estaba la reina Thraniziel quien permanecía sentada en la orilla de la cama, y al verla notó la tristeza en su rostro, pero ella no vio la nubosidad en sus ojos pues había hecho el esfuerzo de borrarla.

-Buen día-saludó con una cordial sonrisa.

-Buen día, Lahan-.

-Espero que lo disfrute-dicho esto, le acercó su desayuno depositándolo en una mesita a lado de la reina.

-Luce bien, muchas gracias-.

-No fue nada-sonrió-Debería descansar, lo necesita-.

-En cuanto termine de comer me dormiré, no te preocupes Lahan-.

-Bien me retiro, provecho-. Ya dicho esto hizo una reverencia y se dirigió a la puerta, en eso escuchó unos pasos subir por las escaleras, eran los pasos de más de una persona.

La curiosidad le dominó, así que sigilosamente se asomó por el pequeño espacio entre la puerta y el marco; a través de él pudo observar que el príncipe Ossmeth asomaba por las escaleras, seguido del príncipe Dulanthir y otra persona, parecía ser un hombre de cabellos rubios y fornido, seguramente era un Vannan.

Y al final vio subir a un joven de cabellos castaños, lucía exhausto pero a pesar de ello mostraba una sonrisa y sus ojos, eran un color desconocido para ella por lo lejos que se encontraba. Pero sus ojos castaños siguieron admirando aquella figura, además de tratar de adivinar el color que asomaba en su mirada, fue tanto el tiempo que como si le llamara la cabeza del joven se movía en dirección hacia ella.

-¿Sucede algo, Lahan?-preguntó la reina Thraniziel, pues había dejado de comer al ver a la princesa inmóvil viendo por el pequeño espacio de la puerta.

-Todo está bien, señora. Acabo de ver que han llegado el príncipe Ossmeth y su hijo, el príncipe Dulanthir, junto con otros dos hombres-le respondió la princesa Lahan, conservando la calma ante todo, incluso ante su rápido palpitar de la emoción de ser descubierta mientras espiaba.

-Han de ser los compañeros del joven Ílhan-.

-Ciertamente lo son, se dirigieron a la habitación en donde él se encuentra-.

-Creo que debo de ir a darles la bienvenida -.

-Lo que debe de hacer es terminar su desayuno e ir a descansar, seguramente la princesa Nerethed se encargará de las bienvenidas-aconsejó la princesa Lahan.

-Hablas como tu padre, ¿sabías?-.

-Los Ceredyv tendemos a hablar igual-bromeó la princesa, lo cual provocó una sonrisa en la reina, algo que le produjo un bienestar pasajero pero necesario en su situación.

-La venida de ustedes es grata, en estos momentos su presencia ha sido crucial-.

-Muchas veces lo desconocemos, pero todo lo que sucede es por algo-.

-Tienes razón en ello, no veo la razón de por qué sucede esto pero debe haber un propósito que esté más allá de mi vista-.

-Y seguramente así es, por eso no debemos flaquear ante la adversidad. Hay que permanecer con la fortaleza de nuestra parte, resistir la tormenta para poder admirar la belleza del arco iris-.

-Quisiera que ese arco iris no tardara tanto en llegar, pero seguiré hasta poder verlo-.

-Y nosotros estaremos a su lado-.

Un ruido proveniente del pasillo atrajo su atención, eran pasos apresurados bajando las escaleras, además de una pelea que para la reina era más que conocida.

-Ya empezaron-rió.

-No creí que fuera al pie de la letra lo que nos decía en la noche-dijo sorprendida.

-Así son mis hijos, a pesar de que ya están grandes parecen un par de niños-.

-¿Quiere que llame a su hijo?-.

-Sí, me gustaría verlo-.

-Enseguida-hizo una reverencia y apresuró su paso para alcanzar a Dulanthir en la estancia.

Al salir de la habitación afortunadamente atrajo la atención del príncipe, quien volteó a verla salir; Nerethed ya se había ido al comedor, quizás para no seguir soportando a su hermano, sin embargo él ya estaba en el segundo peldaño pero se detuvo a esperarla pues quería saber cómo estaba su madre. Su expresión denotaba que se había divertido a costa de su hermana, pero cambió repentinamente ahora estaba serio y preocupado.

-¿Cómo está?-no recibió respuesta, sólo se acercó hasta él.

-Quiere verte-.

Él asintió y después de subir al primer peldaño se dirigió al cuarto donde se encontraba su madre, la princesa Lahan vio cómo éste cerró la puerta tras de sí, luego ella descendió las escaleras y dio vuelta a la izquierda camino al comedor. Al llegar se dio cuenta que ahí estaban sus padres, la princesa Nerethed, Mildein y Ossmeth junto con su hijo, además de los dos desconocidos aquél Vannan y el misterioso joven que había despertado su curiosidad. Estaban de pie frente a la mesa en sus respectivos lugares, justo para tomar asiento y deleitarse con la comida.

-Llegas a tiempo-dijo su padre desde el fondo-Ella es mi hija, la princesa Lahan-les decía a los dos desconocidos, ambos voltearon hacia ella e hicieron una reverencia-Él es Argoreph, y el joven es Marduk-después de dichas presentaciones, se sentaron todos a la mesa.

-Tendrán que disculpar al rey y la reina de Balfilias, no podrán venir a comer con nosotros-dijo Dulanthir apareciendo en el comedor y tomando lugar-Y bien, ¿qué tenemos aquí?-echó un vistazo a lo que estaba por degustar.

-Mildein y yo trabajamos en ello, es algo sencillo-comentó la reina Nyvare, con el rostro adornado con su sonrisa-Provecho a todos-.

El desayuno transcurrió de manera tranquila, cada uno de los comensales estaba inmerso en sus propios asuntos: Ossmeth y Mildein procuraban que el pequeño Önder comiera en bocados pequeños, sin embargo el príncipe de Nacelthora era quien le regulaba las cantidades, siempre muy atento con su hijo al igual que su esposa, juntos formaban un cuadro de una familia plena; tanto Dulanthir como Argoreph y Marduk estaban muy ocupados llenando sus estómagos vacíos, tanto que el príncipe no se acordó siquiera un poco de molestar a su hermana, a lo que Nerethed se sintió agradecida y pudo comer en paz; los reyes de Ker Mirren hablaban asuntos desconocidos, pues sus voces eran tan bajas como un susurro que sólo ellos podían escuchar; y la princesa Lahan, finalmente pudo distinguir el verde en los ojos de Marduk, se preguntaba por qué tenía esa clase de combinación de colores en su cabellera y su mirada.

Pronto todo se redujo a unas cuantas sobras y todos quedaron satisfechos, debido al recién celebrado ritual de alimentación y sumado el poco tiempo de descanso, empezaron a experimentar una somnolencia agradable que los invitaba a dormir placenteramente. A Marduk y Argoreph se les indicó sus respectivas habitaciones para poder recuperar energías, no sin antes pasar a ver a Ílhan y hablar sobre su viaje a Balfilias, el primero intercambió opiniones sobre el reino de los Meheri y por un momento el entusiasmo los transportó a ese tiempo en donde escuchaban aquellas historias del reino de las siete colinas. Y así transcurrió el día, hasta llegar la tarde.