Relatos de Anderian: Viaje de un heredero

17 de Octubre de 2012, a las 11:28 - Órewen
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12. Esperanza en un camino solitario

 

El día transcurría demasiado lento para el heredero de Veleryon, hacía ya buen rato que su amigo se había retirado a descansar y al parecer todos estaban de acuerdo con aquella idea, pues no había ruido alguno más que el del exterior. La monotonía se rompió al escuchar unos ruidos en el pasillo que cada vez eran más cercanos a su habitación, se comenzaba a preguntar de quién se trataba cuando Dulanthir asomó por el marco de la puerta y al ver a Ílhan despierto, pero aún recostado, entró a la habitación cargando una bolsa de cuero entre sus manos.


-Si yo fuera tú, ya estaría desesperado por no poder moverme. Traje algo que te ayudará con eso-extendió la bolsa hacia Ílhan-Bebe un poco-.


Ílhan le dio un trago al líquido contenido en la bolsa, era fresco en su boca y no percibía algún sabor en él. Era sólo agua.


-¿Es agua?-preguntó inspeccionando la bolsa, como si al verla le diera indicios de lo que guardaba en su interior.


-Bueno sí es agua, pero es de un lago en particular-.


-Agua del Ennua-le interrumpió.


-Vaya, al parecer tu amigo no es el único que conoce estos territorios-dijo arqueando una ceja.


-El padre de Marduk nos contaba historias sobre Balfilias-.


-Les ha contado bien, algunos Meheri no conocen las propiedades del Ennua. Pero siendo yo de los que sí conocen los efectos, para el atardecer ya no tendrás dolencias-.


-Gracias-le devolvió la bolsa con el agua del Ennua.


-Nos veremos más tarde, tal vez quieran conocer un poco de Balfilias con sus propios ojos-dicho esto se retiró, dejando nuevamente solo a Ílhan.

 

Marduk observaba el paisaje que lograba ver desde la cima de la colina más alta, embelesado por la belleza contenida en aquella imagen que sus ojos admiraban, suspiraba por la emoción que se acumulaba en su corazón al recordar aquellas historias que su padre le narraba a él y a su amigo Ílhan, aquellos tiempos eran grandiosos pues soñaba con poder algún día estar presente en aquellas tierras lejanas de las que tanto anhelaba escuchar, pero ahora era aún mejor ya que no tenía que soñar, aunque creyera que lo estuviera haciendo.


En su rostro apareció una amplia sonrisa producto de lo que en su mente pasaba, él ya imaginaba cómo llegaría a casa y también cómo impresionaría a su padre al narrarle sus inesperadas aventuras: el ver a un cuélebre y criaturas como un hipogrifo y un zorro que podía generar fuego, el poder conocer otros Meheri además de su padre y sobretodo el ver Quelpheras y Ceredyv, razas que jamás se habría podido imaginar la posibilidad de verlos.


Mientras acomodaba todas esas ideas en su mente alguien se aproximaba, sus pasos fueron imperceptibles por la poca atención que prestaba Marduk a su alrededor, una vez estado a un lado del joven Opari éste se percató de su presencia.


-Príncipe Ossmeth-.


-Acabo de hablar con el rey Ellfhrinel, le comenté sobre ti y tu inquietud de saber acerca de los Opari-comenzó a decir el príncipe, hasta este punto no tenía idea de lo que podría suceder, si podría hablar con el rey o no-Él te espera en la estancia-.


-Iré enseguida-su corazón palpitaba de emoción y nerviosismo, esa inquietud que tenía sería despejada de una vez por todas. Talvez se enteraría que era el último o que allá afuera había otros como él, fuera lo que fuera tenía que saberlo.


Sus pasos se encaminaron al interior de la casa, al entrar instintivamente su mirada se dirigió escaleras arriba, donde se encontraba el rey. De inmediato subió los escalones, y por cada paso la imagen del rey sentado en la estancia se revelaba ante él. La estancia era un espacio pequeño y sencillo, amueblado por dos sillones que estaban puestos uno frente al otro, cada uno con dos pares de cojines de colores verde y marrón adornados con hilo de oro, en medio de ellos había una mesita tallada bellamente y una ventana permitía que la luz del día iluminara ese lugar.


-Su majestad-dijo Marduk, no tenía palabras para hablar ante el rey.


-Ven, siéntate-le dijo con una amable sonrisa, indicándole con la mano el sillón opuesto a él. Marduk se sentó y aguardó a que el rey volviera a hablar- Ossmeth me habló sobre lo que conversaron camino hacia aquí, me parece sorprendente conocer a un Opari en persona-.


Los ánimos de Marduk decayeron al oír esas palabras, eso sólo podría indicar una cosa, él era el último Opari en toda Anderian. De pronto se sintió invadido de una oscura soledad tan pesada que le afligía el corazón, el rey entonces pudo notar el efecto que tuvo sus palabras en el muchacho, lo cual lo alarmó.


-Crees ser el último, ¿no es así?-de respuesta sólo recibió una mirada desolada y triste-En los libros quizás haya alguna información, son los únicos que lograron rescatarse del olvido, por lo tanto permanecen bien protegidos allá en Ker Mirren. Si quieres ir para averiguar qué ha sido de los Opari, serás bienvenido-.


-Entonces es el único lugar donde pueda obtener mi respuesta, o eso parece ser pues no tengo ninguna garantía de que sea así-.


-A nosotros los Ceredyv se nos conocen por dejarnos llevar por la curiosidad de aprender, mi hija no ha sido la excepción-rió el rey- Le ha cautivado el tema de los Opari, por lo que decidió aprender lo que pudiera acerca de ellos, recientemente terminó de leer un libro donde se los mencionaba. Ella podría hablarte un poco de lo que contiene ese libro y quizás con eso decidas si emprender tu viaje o no-.


El rostro de Marduk de pronto se iluminó de esperanza y su corazón se sintió más ligero, palpitando con emoción de aún poder averiguar sobre sus iguales. El rey sonrió ante su reacción, si podía darle esperanzas aunque fueran remotas lo haría.


-¿Te parece bien?-.


-Sí, señor-respondió Marduk ocultando una sonrisa esperanzada.


-Ven, ella está con su madre paseando en el jardín-dijo el rey, el cual se levantó del sillón y sacudiendo la blanca tela de su vestimenta, aguardó a que Marduk se pusiera de pie también.


Ambos salieron de la casa, Marduk se sentía un tanto extraño al caminar a lado de un rey, no era normal para él ese tipo de situaciones por lo que sólo se ocupaba de seguirle el paso. Por su parte, el rey Ellfhrinel caminaba tranquilo con las manos estrechadas en su espalda y observando a su alrededor, miraba el cielo azul y el contraste de la hilera rocosa, el verde del suelo que pisaban y el colorido de los árboles del jardín al cual se aproximaban. Frente a ellos se alzaba un arco cubierto de hojas y flores de colores y tamaños diversos, la entrada al jardín; más allá de él había un camino que invitaba a internarse en ese lugar de tranquilidad, así lo hicieron y no contrario al arco, estaba teñido de verde, rosa, blanco y demás tonos de viva intensidad. A cada paso que daban distintos aromas endulzaban sus sentidos, era una caminata muy agradable de realizar, al poco rato se encontraron con la reina Nyvare y su hija, la princesa Lahan. Ellas a su vez se percataron de sus presencias al igual de que se dieron cuenta que estaban siendo buscadas, por lo que se acercaron hacia ellos para averiguar lo que les tenían que decir.


-Demoraste en alcanzarnos-apuntó la reina a su esposo, con una mirada que sólo a él le podía dedicar y sólo él podía corresponder bien. Sintió entonces cómo su mano era alcanzada por la de su esposo, siendo posada sobre la de él.


-Hablé un poco con el joven Marduk, pero no le puedo ayudar como él quisiera-dijo el rey y en eso volteó a ver a su hija-Le hablé sobre tu reciente interés por los Opari, curiosamente es el tema del cual está ansioso por conocer, y quién mejor que tú para despejarle sus dudas-.


-Los Opari, es un tema emocionante. Ayudaré en lo que pueda-dijo con entusiasmo reflejado en su rostro, y entonces invitó a Marduk a tomar otro rumbo para conversar sobre el tema. Sus padres se quedaron en donde mismo, observando cómo desaparecían de su vista.


-Me preocupan Adanthir y Thraniziel-dijo la reina Nyvare, inclinando su cabeza y posándola en el hombro del rey Ellfhrinel.


-A todos nos preocupa, sobretodo me alarma el estado en que está Adanthir y que no podemos hacer nada al respecto. Mientras tanto habrá que infundarle palabras de fortaleza a Thraniziel, ¿continúa decaída?-.


-Ahora sus hijos se encuentran con ella, tratando de animarla a no seguir así. Más tarde iré con ella-.


-Su hija, también es otro asunto al que debemos estar pendientes. No he visto nada anormal, ha estado muy bien este tiempo pero me pregunto por cuánto tiempo más-.


-Sólo necesita un poco del agua que despertó aquella semilla en su padre, tan sólo un poco y sus esfuerzos podrían venirse abajo. Pero ¿cuál fue la razón que originó todo esto?-.


-Esperemos averiguarlo en cuanto Adanthir decida ser ayudado y no antes, quién sabe cómo podría reaccionar-.


Luego callaron y permanecieron en silencio, la reina Nyvare apoyando su cabeza en el hombro de su esposo y él estrechando sus suaves manos, ambos con los ojos cerrados por un instante percibiendo los sonidos del ambiente y las fragancias de éste. La reina había esperado por tanto ese momento, ahora no podía demorar más.


-L’durne-.


La voz resonó en su cabeza, como una tonada mágica que esperaba escuchar hacía tiempo, en sus adentros escuchó claramente a su esposa hablarle dulcemente diciendo: Eres libre. Entonces supo que el velo se iba, permaneció un poco más con los ojos cerrados disfrutando de la libertad que le había sido dada, finalmente los abrió y cuando esto sucedió vio con otra mirada el mundo, los colores eran más vivos y nuevamente todo era hermoso para él; su mirada buscó un par de ojos castaños, y los encontró mientras éstos también le buscaban.


-Escuché tu voz en mi mente, tan dulce como siempre desde el día en que nos encontramos en los bosques de Ker Mirren-.


-Ese día cantaba una melodía, pero ya no recuerdo cuál era-.


-La alegría vuelve a nacer aquí entre nosotros, la tristeza se muere y de nuevo somos libres-cantó Ellfhrinel, aunque no fuera muy hábil pues eso lo sabía bien. Nyvare sonrió por el intento que hacía su esposo al cantar y él trataba de no reírse de sí mismo, pero le ayudó a recordar la canción con la que se conocieron.


 

-Vuelve a salir el sol como en aquellos tiempos en Nymtarlaz-cantó ella, mejorando notablemente lo que cantaba su esposo. Canto que deleitó los oídos de Ellfhrinel.


-Eres la voz que embelesa mi ser-sonrieron mientras se veían con ternura, gozando el momento y recordando el pasado que resurgió con la canción.


 

-Me preguntaba por qué te ha interesado ese tema-comenzó a decir la princesa Lahan, unos pasos delante de Marduk-Eres el primero que conozco que quiere saber de ellos, ¿por qué?-volteó a ver a Marduk, esperando a que respondiera su pregunta, tenía sospechas pero no quería llegar a una conclusión sin que lo escuchara de él, por lo que esperaba que con sus palabras pudiera obtener la respuesta que buscaba.


-Quiero saber de los Opari porque…-hizo una pausa, tener la mirada de la princesa encima de él lo perturbaba un poco-soy uno de ellos-.


Al escuchar esto, ella se dio vuelta para que Marduk no viera su reacción, estaba bastante emocionada que no lo podía contener. Un Opari, por fin se le había hecho realidad el conocer uno, y ahora ese Opari estaba ansioso por saber lo que ella había descubierto.


-Es un gran honor conocer a uno, ¿hay alguna duda que te invada y pueda resolverla?-.


-Sí-tenía en mente preguntar dónde encontrar a más Opari, pero por la revuelta que había causado debió suponer que nadie sabría responder eso-¿Soy el último?-.


La princesa Lahan mantuvo congelada su sonrisa, la pregunta era delicada de responder y la respuesta no siempre podría ser satisfactoria, vio en el rostro de Marduk la soledad que sentía al formular tal cuestionamiento, entonces no tuvo más remedio que contarle desde lo que encontró en aquél libro y las teorías en las que tanto había trabajado.


-No creo que seas el último-.


-Yo no puedo hacer eso, creer que no soy el único-.


-Tienes cabello castaño tan oscuro que parece negro, es propio de los Vannan. Tus ojos son verdes, un color raro pero característico de los Meheri-dijo la princesa mientras observaba detenidamente las características antes mencionadas-Es la herencia que reciben los Opari de sus padres, la unión de dos razas ¿Has visto al hijo del príncipe Ossmeth?-.


-Sí, ¿qué sucede con él?-.


-Son tan parecidos, pero tiene los ojos de su madre, grises como un Meheri-.


-¿Dices que también podría ser un Opari?-su sorpresa acrecentó en gran medida, sobreviniéndole una pizca de incredulidad.


-De acuerdo con lo que hay en el libro sí, pero aún no lo puedo asegurar, debería manifestar esas características particulares de un Opari y eso no sé cuándo podría ocurrir, por lo que no hay que decir nada al respecto, ¿queda entre tú y yo?-.


-Está bien-dijo Marduk, con la esperanza en su corazón-Quisiera saber qué más dicen esos libros, iré a Ker Mirren-.


-Será un honor tener a alguien como tú en mi reino-.

 



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