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LIBROS
El poeta y el sabio (29 de Abril de 2002, a las 12:40)
Hay razones del corazón que la razón desconoce.
Hace mucho tiempo vivia un poeta. Amaba su idioma, su patria, a sus gentes, pero por encima de todo amaba a su esposa. El poeta creó un mundo de belleza inimaginable donde los bienes mas preciados eran el amor y la amistad y se lo mostró a sus amigos.
- Es muy bello lo que has escrito poeta - le dijeron - pero hay muchas cosas que no entendemos y otras no tienen sentido.
- Pero el amor no es algo materia y no se puede medir y la poesia debe mirarse con los ojos del corazón - respondió el poeta.
- Ojala puedieras despejar nuestras dudas, te estariamos eternamente agradecidos. - dijeron sus amigos por fin.
El poeta se alegró de que sus escritos fueran valorados, pero ese comentario creó una sombra en su mente. ¿Deberia llenar las lagunas de mi obra? ¿Que es mas importante la belleza o el conocimiento?
El poeta dedicó, a partir de entonces, toda su vida a adquirir conocimientos y llegó a ser sabio. Le dio a su obra sentido bajo las leyes de los hombres y tambien le dio sentido bajo las leyes de Dios.
Entonces un buen dia escuchó una voz que le decia:
- ¿Donde estas poeta?
- Estoy aqui - dijo, pero dudó.
- Haces bien en dudar. Ya no eres el mismo muchacho que creó un mundo nuevo.
- No, no soy un muchacho. - admitió mientras miraba sus manos arrugadas - pero si puedo decir que he creado un mundo nuevo y que casi he dado respuesta a todas las incognitas.
- ¿Y ese es el mundo que imaginaste? ¿Ese es el mundo que creaste una vez por amor?
El anciano miró a un rincón y vio sus manuscritos. Agachó la cabeza y negó lentamente. A su memoria vino la imagen de su esposa muerta un par de años antes y una lagrima asomó a su rostro.
- ¿Quien eres voz? - dijo el anciano
- Ya lo sabes Ronald. Tienes que venir conmigo.
- ¿Crees que Edith podrá esperar unas horas? Necesito hacer algo antes de marchar.
La voz no dijo nada y dejó al poeta, de nuevo el poeta, hacer. Los papeles se hacian pedazos con la misma velocidad que la sonrisa volvia al rostro arrugado del poeta.
- Es la hora, poeta, debemos irnos. ¿Has terminado?
- No he podido destruirlo todo pero creo que es suficiente. ¿Crees que lo comprenderán?
La voz rompió de nuevo el silencio tras una pausa.
- No todos amigo mio, no todos.
Y Tolkien sonrió
Enoch Arden
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El poeta y el sabio
Es cierto, es lunes :P
