Veamos...

Veamos... la historia empieza al final de la Primedra Edad, cuando un ejército proveniente de Valinor venció a Melkor. Junto a este ejército no participaron los Exiliados, es decir, los elfos que estaban en la Tierra Media, pero sí los hombres. Como recompensa los Valar les otorgaron una Isla, muy cerca de las Tierras Imperecederas: la Tierra del Don, Númenor. Al estar tan cerca de las Tierras Imperecederas, y por correr por su sangre sangre élfica -el primer Rey de Númenor era Elros, hermano de Elrond- su vida era mucho más larga que la de los hombres mortales. La única prohibición que tuvieron fue el navegar hacia occidente, sólo podían ir hacia oriente. Con el tiempo fueron creciendo en poder, y en orgullo, y anhelaron la inmortalidad. A pesar de apartarse de los Valar, seguían viajando sólo hacia el oriente, hacia la Tierra Media, como Reyes y Conquistadores. Último de todos fue Ar-Pharazôn, el Dorado, probablemente el hijo de Erú que acumuló más poder. Enterado de que Sauron se había proclamado Rey del Mundo, desembarcó con su ejército en la Tierra Media, en Umbar. Tan grande era el poder de los Reyes de los Hombres, que los sirvientes de Sauron huyeron, y Sauron mismo, con anillo y todo, tuvo que humillarse y fue llevado como rehen a Númenor. Allí corrompió y mintió al Rey, que acabó formando el -probablemente- ejército más grande de la Historia, y se preparó para atacar Valinor, al sentir que la vejez le invadía. Desembarcó cerca de Tuna, pero los Elfos habían huído. Los Valar no supieron que hacer, y dejaron hacer a Erú. Éste cambió la forma del mundo, pasando de plano a redondo (aunque hay teorías al respecto) y sumergiendo la Isla, y el maremoto acabó con la flota del Rey. Los que habían desembarcado quedaron seputados por un derrumbe de colinas, en las Cavernas de los Olvidados. En ese momento las Tierras Imperecederas dejaron de ser accesibles a los mortales, y sólo quedó el Camino Recto, accesible sólo a los Primeros Nacidos. La Isla, que ya no existía, cambió de nombre, de Númenor a Atalantë, la Sepultada (entroncando con el mito de la Atlántida).
Saludos.