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Ver tema#538 Respondiendo a: lo Miquel III
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Maldita joya me está destrozando. Mientras los otros rien, yo me consumo de dolor de cabeza. Tengo que deshacerme de ella. Por muy orgulloso que sea, o por muy rico que quiera llegar a ser, no soy estupido, de hecho siempre he destacado por mi inteligencia. Y mi fuerza de voluntad es grande...
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Yo ya iba silbando alegre y contento todo el camino, pues me encantaba la vida del jinete, y sobre todo también me gustaba Rohan, y si pasabamos por el río en que nací, mejor que mejor. Estaba feliz, y a mi cabeza vinieron los recuerdos de cuando mi padre me contaba la historia de cuando yo nací a las orillas del río, y como las aguas llevaron a nuestra barca a un lugar seguro, al parecer esas aguas nos protegieron y nos fueron favorables, mientras que a los orcos que nos seguían les hicieron encayar.
Pero Ulbar parecía que no le agradaba el montar a caballo, y Miquel estaba con un comportamiento muy extraño. Gandalf seguía con su seriedad habitual, aunque Farawyn y Faramund estaban muy contentos, pues Rohan era su tierra. Finalmente mientras los ayudaba con los caballos, hable con el señor Arnoniano.
- Si ves las cartas... no sería una partida nada justa, me desplumarías en un santiamén- dije riendo- ¡Aunque entre nosotros dos podemos quitarle a Ulbar todas sus botellas de vino en una partida!
- ¡Mi vino no se apuesta!- contestó Ulbar.
En ese momento, vi como Miquel destrozaba una joya. Al parecer era la causa de su extraño comportamiento. Le di una palmadita, aunque disimuladamente cogí los trozos de la joya para analizarla luego. Mientras, la mujer a la que teníamos cautiva nos seguía mirando llena de ira.
- Farawyn, será mejor que tú la interrogues, si tienes más contacto con ella- le dije- ¿Y Delior, donde estará?
En ese momento la mujer soltó algo en una lengua grotesca que no llegué a comprender, aunque sabía de sobra que se trataba de un insulto.
Luego, al cenar, me puse a analizar la joya. Tenía unas incripciones maléficas, y según la tenía en mis manos me sentía bastante mal, mis ánimos empezaban a desaparecer.
- Esta mierda es muy peligrosa- dije- a no ser que Gandalf quiera analizarla, la enterraré bajo el suelo o la arrojaré al agua.
Un saludo
Yo ya iba silbando alegre y contento todo el camino, pues me encantaba la vida del jinete, y sobre todo también me gustaba Rohan, y si pasabamos por el río en que nací, mejor que mejor. Estaba feliz, y a mi cabeza vinieron los recuerdos de cuando mi padre me contaba la historia de cuando yo nací a las orillas del río, y como las aguas llevaron a nuestra barca a un lugar seguro, al parecer esas aguas nos protegieron y nos fueron favorables, mientras que a los orcos que nos seguían les hicieron encayar.
Pero Ulbar parecía que no le agradaba el montar a caballo, y Miquel estaba con un comportamiento muy extraño. Gandalf seguía con su seriedad habitual, aunque Farawyn y Faramund estaban muy contentos, pues Rohan era su tierra. Finalmente mientras los ayudaba con los caballos, hable con el señor Arnoniano.
- Si ves las cartas... no sería una partida nada justa, me desplumarías en un santiamén- dije riendo- ¡Aunque entre nosotros dos podemos quitarle a Ulbar todas sus botellas de vino en una partida!
- ¡Mi vino no se apuesta!- contestó Ulbar.
En ese momento, vi como Miquel destrozaba una joya. Al parecer era la causa de su extraño comportamiento. Le di una palmadita, aunque disimuladamente cogí los trozos de la joya para analizarla luego. Mientras, la mujer a la que teníamos cautiva nos seguía mirando llena de ira.
- Farawyn, será mejor que tú la interrogues, si tienes más contacto con ella- le dije- ¿Y Delior, donde estará?
En ese momento la mujer soltó algo en una lengua grotesca que no llegué a comprender, aunque sabía de sobra que se trataba de un insulto.
Luego, al cenar, me puse a analizar la joya. Tenía unas incripciones maléficas, y según la tenía en mis manos me sentía bastante mal, mis ánimos empezaban a desaparecer.
- Esta mierda es muy peligrosa- dije- a no ser que Gandalf quiera analizarla, la enterraré bajo el suelo o la arrojaré al agua.
Un saludo

¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...