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Entaguas
Entaguas
Desde: 21/04/2005

#1 Respondiendo a: Entaguas

Sí, con letras grandes, para que nadie se le pase .
Bueno, con la anterior aventura pasada terminada ya, me gustaría intentar hacer otra aventura, esta vez esperando un poco más de participación femenina también.
El sistema de representación sera igual que en la anterior aventura, esta vez voy a...

NARRACIÓN

Los primeros rayos de luz empezaron a aparecer por el este. El sol rojizo empezaba a elevarse en el cielo, imponente e iluminando a la compañía que en unos momentos dejaron de estar sumidos en la oscuridad de la noche. Todos estaban descansando, cada cual a su manera. Rúmil, él que estaba al parecer menos agotado del combate, hablaba con el Peregrino Gris.
[quote]- Gandalf, no creo que sea oportuno quedarnos a descansar por aquí más tiempo.
- Sí, tienes razón, Rúmil, quizás lo mejor será poner pies en polvorosa antes de que vengan alertados algún enemigo y rastreen la zona, pero es de día, descansemos un poco…
Rúmil señaló con el dedo y el Peregrino Gris se dio la vuelta para ver a donde señalaba. Las montañas de Ered Mithrin ya se veían.
- ¡Oh, bueno, en ese caso partiremos inmediatamente!- dijo el peregrino tras soltar un anillo de humo que atravesó la cabeza de Rúmil, para luego avisar a los demás de que debían partir inmediatamente.
- Montañas al fin- dijo Gilford- mis pies se sentirán encantados al caminar sobre el duro terreno de la montaña.
[/quote]
Pronto estuvieron en la ladera de unas de las gigantescas montañas que formaban Ered Mithrin. Parecía haber un camino, pero Serke les recordó las advertencias del elfo en la posada. Abârmil y Burzumgad (ya que ambos eran exploradores, y Burzumgad un trepador nato) fueron los primeros en trepar por la colina sujetando la cuerda para que los demás se agarrasen a esta. A poca distancia de ellos iba el Peregrino Gris, pendiente de los que iba detrás de él, aunque no necesitarán mucho de su ayuda, pues los enanos Gilford y Dimas avanzaban tranquilamente e incluso ofreciéndose para ayudar a los que no tenían tanta facilidad para subir (Barin, Serke, su primo, Sárelle) y en la retaguardia Rúmil e Inglor intercambiando datos sobre lo que sabían del tema montañoso.
El ascenso fue al principio fácil, pues eran unas simples cuestas y llanuras lisas. Pero en cuanto avanzaron, pronto, el terreno no tardo en complicarse. Abruptas cuestas en las que era muy fácil caerse y afiladas rocas por donde debían deslizarse, y al parecer, la nieve había empezado a hacer mella en Ered Mithrin, unos pequeños copos de nieve caían sobre la compañía. El terreno empezó a ser tan dificultoso que pronto incluso los enanos y Abârmil empezaron a tener complicaciones para ascender. Rúmil e Inglor ya habían echado la mano a la cuerda pues incluso algunas veces se habían resbalado en tal difícil terreno. Pero lo peor es que, al principio débilmente el frío viento les azotaba, pero al final se acabó convirtiendo en una gran y fuerte ventisca que hizo que casi Burzumgad se cayese y que obligaba a todos avanzar lentamente, pues algunas veces grandes cantidades de nieve caían sobre algunos miembros.
[quote]- ¡Abârmil, Burzumgad!- dijo el Peregrino Gris gravemente con su voz, sujetándose a la cuerda pues le daba la sensación de que casi iba a salir volando- ¡Estad atentos por si veis algún llano o lugar donde descansar! ¡La situación se empieza a hacer insoportable!
El Peregrino Gris oyó una débil voz que decía ‘’ ¡Estaremos atentos!’’ proveniente de dos puntos negros lejanos, Abârmil y Burzumgad. Luego bajó la mirada para ver que los enanos, humanos y la dama Sárelle iban todos juntos agarrados a la cuerda, espalda con espalda, y que Inglor y Rúmil avanzaban con mucha dificultad a pesar de apoyarse el uno en el otro y de ir agarrados en la cuerda.
[/quote]

Namarië

PD: Ahora en otro post que ira debajo de la narración diré las habilidades que habéis ganado en el combate con los espectros.
¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...