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Ver tema#445 Respondiendo a: Inglor
Acción
Acababa yo de recoger la última de mis flechas junto a Barin, que también se dispuso a recoger las suyas, cuando el primer rayo de sol nos iluminó el rostro y dio a mostrar el campo de batalla: Abârmil y Burzumgad descansaban apoyados en una roca lisa fumando tabaco y jactándose ambos de ser...
Acción.
El amanecer nos hubiese parecido grato de no hallarnos tan fatigados. Yo ensayé un corto sueño, sentado bajo un árbol, pero el trajín que se apreciaba a mi alrededor era tal que decidí unirme a los otros. Todos comentaban lo sucedido y los elfos desayunaban lembas.
[quote]- ¿Quieres, Burzumgad?
- Os lo agradezco, pero sabéis...la comida élfica, a mí...[/quote]
Al fin me senté a un costado y mastiqué algo de lo que mi esposa me había preparado para el viaje. Abârmil se me acercó.
[quote]- ¿Quieres?
-Te agradezco pero no. He descubierto que la comida de Morgul a veces me cae pesada... –[/quote]
Me dijo, y ambos reímos, y al fin nos divertimos un rato fumando para lograr anillos de humo.
Al rato el Peregrino Gris golpeó las manos.
[quote]- Amigos- dijo – Rúmil y yo hemos hablado e intercambiado opiniones, y creo que lo mejor será partir de inmediato. Esos malditos fantasmas o lo que fuesen pueden caernos encima de nuevo y lo mejor será abandonar este lugar maligno.- señaló con un largo dedo las cercanas montañas –las Ered Mithrin nos aguardan [/quote].
Todos nos alzamos, sacudiéndonos el cansancio, y los enanos con exclamaciones de júbilo al sentir la proximidad de las rocas.
La caminata nos deparó el cruce de un bosquecillo tortuoso y plagado de zarzas y enredaderas oscuras, cuyas ramas dejaban escapar lágrimas de savia grumosa y maloliente al ser cortadas por nuestros filos. Eso recordó a los elfos el estadío del sur del Bosque Negro en tiempos del apogeo de Dol Guldur.
Mas no bien salimos de la espesura divisamos un riacho de aguas rumorosas, y esto si que fue un alivio: el solo hecho de quitarse las botas y meter los pies cansados en el torrente provocó exclamaciones de júbilo de toda la compañía. La mayoría aprovechó para cargar sus cantimploras.
Pero no era cosa de demorarse en balde, de modo que partimos al mediodía, bajo un cielo cada vez más bajo y cargado.
Llegamos a los contrafuertes ariscos de las montañas tras algunas horas de marcha sin inconvenientes. Alcé la vista, y la misma se me extravió en las alturas: las cuestas, de engañosa facilidad en un principio, cedían más arriba a barrancones regados de pedrusco, más arriba aún, a paredes casi verticales.
[quote]-¿Cómo andas en esto de escalar? [/quote]Me pregunto, sonriente, Abârmil, sacando una soga de sus alforjas. Yo respondí con un guiño, y acepté el cabo de la cuerda.
Alguien descubrió a todo esto un camino estrecho y viborearte, en pasable estado, pero como ya habíamos sido advertidos al respecto, decidimos escalar. Abârmil y yo tomamos la delantera, seguidos por Peregrino Gris, agilísimo a pesar de sus trazas exteriores de anciano. Más abajo venían los otros, trepando en la medida de sus posibilidades.
Abârmil se vio en problemas un par de veces, debiendo yo aguardarlo, pero al fin fui yo quién casi rueda, dejando caer sobre mis camaradas una lluvia de piedrecillas.
Alguno farfulló con fastidio, allá abajo:
[quote] – ¡ Ay, mi cabeza!
-¡Más cuidado los de arriba!
-¡No es nuestra culpa!- les grité, mirándolos a través del vacío - ¡No elegimos trastabillar! ¡Es el viento! [/quote]
Y, efectivamente, el viento crecía y crecía.
En un principio molesto, se tornó al cabo insoportable. Y cuando parecía que la cosa no podía empeorar, llegó la nieve.
Las voces iban y venían en el seno de la compañía, oímos la voz del istar:
[quote] – ¡Estad atentos a cualquier lugar dónde descansar...! [/quote]
Abârmil y yo le respondimos, pero no se si Gandalf nos oyó: Es que el viento rugía ahora entre los despeñaderos con un aullido de lobo.
Al fin dimos con un lugar plano al que yo icé a Abârmil, y él a los otros. Reunidos sobre aquello que más que meseta parecía ahora el principio de un sendero de piedras regulares a la manera de lajas, nos amontonamos buscando refugio de la nevisca al amparo de una pared vertical. Gandalf propuso entonces una votación: o bien seguíamos el curso de aquella supuesta carretera en cuanto la nevada amainase, o bien enviábamos exploradores por la misma, o seguíamos con la escalada.
Inglor preguntó al Peregrino si podía utilizar su magia. Otros se decidieron por una cosa o la otra. Mi opinión fue:
[quote] – Por cierto que si por mí fuera, seguiría escalando. Es difícil pero no imposible cuando el viento no nos azota, pero como quizás no sea tan fácil para muchos de vosotros, aceptaría la decisión de seguir el camino, no sin antes enviar a un rastreador. Yo me ofrezco para la tarea. [/quote]
El amanecer nos hubiese parecido grato de no hallarnos tan fatigados. Yo ensayé un corto sueño, sentado bajo un árbol, pero el trajín que se apreciaba a mi alrededor era tal que decidí unirme a los otros. Todos comentaban lo sucedido y los elfos desayunaban lembas.
[quote]- ¿Quieres, Burzumgad?
- Os lo agradezco, pero sabéis...la comida élfica, a mí...[/quote]
Al fin me senté a un costado y mastiqué algo de lo que mi esposa me había preparado para el viaje. Abârmil se me acercó.
[quote]- ¿Quieres?
-Te agradezco pero no. He descubierto que la comida de Morgul a veces me cae pesada... –[/quote]
Me dijo, y ambos reímos, y al fin nos divertimos un rato fumando para lograr anillos de humo.
Al rato el Peregrino Gris golpeó las manos.
[quote]- Amigos- dijo – Rúmil y yo hemos hablado e intercambiado opiniones, y creo que lo mejor será partir de inmediato. Esos malditos fantasmas o lo que fuesen pueden caernos encima de nuevo y lo mejor será abandonar este lugar maligno.- señaló con un largo dedo las cercanas montañas –las Ered Mithrin nos aguardan [/quote].
Todos nos alzamos, sacudiéndonos el cansancio, y los enanos con exclamaciones de júbilo al sentir la proximidad de las rocas.
La caminata nos deparó el cruce de un bosquecillo tortuoso y plagado de zarzas y enredaderas oscuras, cuyas ramas dejaban escapar lágrimas de savia grumosa y maloliente al ser cortadas por nuestros filos. Eso recordó a los elfos el estadío del sur del Bosque Negro en tiempos del apogeo de Dol Guldur.
Mas no bien salimos de la espesura divisamos un riacho de aguas rumorosas, y esto si que fue un alivio: el solo hecho de quitarse las botas y meter los pies cansados en el torrente provocó exclamaciones de júbilo de toda la compañía. La mayoría aprovechó para cargar sus cantimploras.
Pero no era cosa de demorarse en balde, de modo que partimos al mediodía, bajo un cielo cada vez más bajo y cargado.
Llegamos a los contrafuertes ariscos de las montañas tras algunas horas de marcha sin inconvenientes. Alcé la vista, y la misma se me extravió en las alturas: las cuestas, de engañosa facilidad en un principio, cedían más arriba a barrancones regados de pedrusco, más arriba aún, a paredes casi verticales.
[quote]-¿Cómo andas en esto de escalar? [/quote]Me pregunto, sonriente, Abârmil, sacando una soga de sus alforjas. Yo respondí con un guiño, y acepté el cabo de la cuerda.
Alguien descubrió a todo esto un camino estrecho y viborearte, en pasable estado, pero como ya habíamos sido advertidos al respecto, decidimos escalar. Abârmil y yo tomamos la delantera, seguidos por Peregrino Gris, agilísimo a pesar de sus trazas exteriores de anciano. Más abajo venían los otros, trepando en la medida de sus posibilidades.
Abârmil se vio en problemas un par de veces, debiendo yo aguardarlo, pero al fin fui yo quién casi rueda, dejando caer sobre mis camaradas una lluvia de piedrecillas.
Alguno farfulló con fastidio, allá abajo:
[quote] – ¡ Ay, mi cabeza!
-¡Más cuidado los de arriba!
-¡No es nuestra culpa!- les grité, mirándolos a través del vacío - ¡No elegimos trastabillar! ¡Es el viento! [/quote]
Y, efectivamente, el viento crecía y crecía.
En un principio molesto, se tornó al cabo insoportable. Y cuando parecía que la cosa no podía empeorar, llegó la nieve.
Las voces iban y venían en el seno de la compañía, oímos la voz del istar:
[quote] – ¡Estad atentos a cualquier lugar dónde descansar...! [/quote]
Abârmil y yo le respondimos, pero no se si Gandalf nos oyó: Es que el viento rugía ahora entre los despeñaderos con un aullido de lobo.
Al fin dimos con un lugar plano al que yo icé a Abârmil, y él a los otros. Reunidos sobre aquello que más que meseta parecía ahora el principio de un sendero de piedras regulares a la manera de lajas, nos amontonamos buscando refugio de la nevisca al amparo de una pared vertical. Gandalf propuso entonces una votación: o bien seguíamos el curso de aquella supuesta carretera en cuanto la nevada amainase, o bien enviábamos exploradores por la misma, o seguíamos con la escalada.
Inglor preguntó al Peregrino si podía utilizar su magia. Otros se decidieron por una cosa o la otra. Mi opinión fue:
[quote] – Por cierto que si por mí fuera, seguiría escalando. Es difícil pero no imposible cuando el viento no nos azota, pero como quizás no sea tan fácil para muchos de vosotros, aceptaría la decisión de seguir el camino, no sin antes enviar a un rastreador. Yo me ofrezco para la tarea. [/quote]
Umbrías son las montañas, mas la ciudad brilla:Se diría una gran mortaja flotando entre el cielo y la tierra.
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá con...
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá con...