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Ver tema#456 Respondiendo a: Inglor
Acción
Sentado sobre una piedra, con la mirada perdida hallábame yo, envuelto en mi capa y tarareando sin abrir los labios una vieja canción que a duras penas me venía a la memoria. Estábamos aguardando mientras las borrosas siluetas de Gandalf, Rúmil y Burzumgad se perdían poco a poco en la ventis...
Acción
La decisión del grupo había sido tomada: Gandalf, Burzumgad y Rúmil irían por delante explorando el camino mientras el resto les seguiríamos a cierta distancia. Así pues nos pusimos en marcha. Tras andar un rato bajo los incesantes golpes de la airada tormenta, comprobamos que aquello era un camino. Era imposible saber si se trataba del principal, pues la nieve había tapado toda posible huella en el terreno, por ello probamos suerte y continuamos hacia un destino incierto.
Sin previo aviso dimos con la cima, mas allí no estaban nuestros tres exploradores. Dimas se percató de que habían bajado por una fuerte pendiente en el lado este de la cumbre. La estrecha senda derivaba hacia una pétrea puerta incrustada en la montaña adyacente, ante la cual nuestros amigos se encontraban apostados. A no más tardar, la puerta comenzó a moverse lentamente arrastrando sus duros pies por el suelo produciendo un ruido helador. Sin pensármelo bajé presurosamente hacia la misteriosa celda acompañado por el resto de la compañía.
Al entrar se abrió ante nosotros una amplia estancia con unas paredes rugosas que se elevaban hasta donde se perdía la vista. El mutismo reinante ante el nuevo hallazgo se vio roto por un sonido de cuerno de batalla que provenía de la única puerta que tenía la habitación aparte de la entrada. No había escapatoria, luchar o morir. Entonces miré hacia mi derecha y toqué la abrupta pared. Era de roca dura con numerosos salientes que permitirían una escalada, al menos la parte que podía verse. Delante de mí estaba Inglor y al mirarnos pude leer lo que pensaba. Mientras varios ya empuñaban sus armas para repeler la embestida enemiga, el noble medioelfo dijo:
[quote]- ¡Basta! Poned la oreja en el muro para percibir que decenas de pares de botas se acercan...Quizá más! Esta pared podría sernos de ayuda, a lo mejor hallamos algún hueco ahí arriba que nos sirva de cobertura....No obstante, si es menester pelear... lo haré gustoso...
- No Inglor - dije -, tu primera opción sin duda es la acertada, como bien dices luchar sería demasiado difícil y al punto inútil. A pesar de que, dados nuestra gran maestría y nuestro excelso coraje, podríamos aguantar su ataque al disponer de un pasillo estrecho, no podríamos hacerlo eternamente, y a nada que aquellos que nos acechan tengan algo de inteligencia enviarán a gente por la otra puerta, rodeándonos y masacrándonos inmisericordemente. Atémonos las cuerdas de nuevo y trepemos hacia una grieta que nos lleve hacia el interior de la montaña. ¡Burzumgad, guíanos en la oscuridad![/quote]
La decisión del grupo había sido tomada: Gandalf, Burzumgad y Rúmil irían por delante explorando el camino mientras el resto les seguiríamos a cierta distancia. Así pues nos pusimos en marcha. Tras andar un rato bajo los incesantes golpes de la airada tormenta, comprobamos que aquello era un camino. Era imposible saber si se trataba del principal, pues la nieve había tapado toda posible huella en el terreno, por ello probamos suerte y continuamos hacia un destino incierto.
Sin previo aviso dimos con la cima, mas allí no estaban nuestros tres exploradores. Dimas se percató de que habían bajado por una fuerte pendiente en el lado este de la cumbre. La estrecha senda derivaba hacia una pétrea puerta incrustada en la montaña adyacente, ante la cual nuestros amigos se encontraban apostados. A no más tardar, la puerta comenzó a moverse lentamente arrastrando sus duros pies por el suelo produciendo un ruido helador. Sin pensármelo bajé presurosamente hacia la misteriosa celda acompañado por el resto de la compañía.
Al entrar se abrió ante nosotros una amplia estancia con unas paredes rugosas que se elevaban hasta donde se perdía la vista. El mutismo reinante ante el nuevo hallazgo se vio roto por un sonido de cuerno de batalla que provenía de la única puerta que tenía la habitación aparte de la entrada. No había escapatoria, luchar o morir. Entonces miré hacia mi derecha y toqué la abrupta pared. Era de roca dura con numerosos salientes que permitirían una escalada, al menos la parte que podía verse. Delante de mí estaba Inglor y al mirarnos pude leer lo que pensaba. Mientras varios ya empuñaban sus armas para repeler la embestida enemiga, el noble medioelfo dijo:
[quote]- ¡Basta! Poned la oreja en el muro para percibir que decenas de pares de botas se acercan...Quizá más! Esta pared podría sernos de ayuda, a lo mejor hallamos algún hueco ahí arriba que nos sirva de cobertura....No obstante, si es menester pelear... lo haré gustoso...
- No Inglor - dije -, tu primera opción sin duda es la acertada, como bien dices luchar sería demasiado difícil y al punto inútil. A pesar de que, dados nuestra gran maestría y nuestro excelso coraje, podríamos aguantar su ataque al disponer de un pasillo estrecho, no podríamos hacerlo eternamente, y a nada que aquellos que nos acechan tengan algo de inteligencia enviarán a gente por la otra puerta, rodeándonos y masacrándonos inmisericordemente. Atémonos las cuerdas de nuevo y trepemos hacia una grieta que nos lleve hacia el interior de la montaña. ¡Burzumgad, guíanos en la oscuridad![/quote]
All that is gold does not glitter,
Not all those who wander are lost;
The old that is strong does not wither,
Deep roots are not reached by the frost.
From the ashes a fire shall be woken,
A light from the shadows shall spring;
Renewed shall be blade that was broken,
The crownless again shall...
Not all those who wander are lost;
The old that is strong does not wither,
Deep roots are not reached by the frost.
From the ashes a fire shall be woken,
A light from the shadows shall spring;
Renewed shall be blade that was broken,
The crownless again shall...