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Ver tema#494 Respondiendo a: Inglor
acción
Gandalf susurró algo a Alion y seguidamente la soltó. Todos mirábamos la paloma, en silencio, y después a Barin, que, después de todo, él fue el portador de la paloma, él le puso el nombre y él se había ocupado de ella durante todo el viaje, desde luego le había tomado cariño al ave.
Tras...
Acción
La decisión estaba tomada y, aunque la duda atenazaba nuestros cuerpos, reanudamos la marcha una vez más en busca de lo desconocido. El camino se fue estrechando paulatinamente hasta sólo permitirnos avanzar de dos en dos. Rocas puntiagudas nos amenazaban a cada paso obligándonos a llevar un ritmo trabajoso y cansino, mientras que el paisaje se volvía cada vez más adusto, con innumerables piedras grisáceas que poblaban aquel paraje sin vida donde apenas unos escasos matorrales ajados habían podido abrirse paso a través del suelo baldío.
[quote]- Todo esto se me hace parecido a lo que tenéis en las cercanías de Morgul – pregunté a Burzumgad, quién marchaba a mi lado.
- ¡Ya no! – se apresuró a aclarar – vieras que lindas flores crecen allí, ahora que la Sombra se retiró.
- ¿Hay rosales? – pregunté realmente interesado, aunque buscando también un descanso para mi mente, tensionada como estaba ante el funesto futuro que nos aguardaba.
- Ahá. De rosas negras...
-¡Epa! Me encantaría volver a visitar tus tierras y saludar a tu esposa e hijo, estoy descuidando el sur de la Tierra Media, llevo un tiempo deseando retornar a la Ciudad Blanca, tal vez si salimos de ésta… [/quote]
Continuamos hablando un rato, pero casi de forma imperceptible fuimos poco a poco bajando el tono de nuestras voces hasta convertirlas en meros susurros inaudibles, y es que había algo en el ambiente que obligaba a tener todos los sentidos alerta, algo nos vigilaba, observaba y estudiaba con una acechanza psicológicamente desalentadora. De repente, ante nuestros ojos, se abrió el camino y un bosque de tenebroso aspecto vino a saludarnos con mirada torva y ladina.
[quote]- No parece un bosque muy hospitalario ni acogedor – comenté a mis camaradas - y mirad que conozco muchos...
- Hay más cosas – acotó Burzumgad – se ven troncos desgajados como por la acción de brazos poderosos, y tocones quemados...si a eso sumamos este olor... ¿es que no lo percibís vosotros también? Es...olor a animal grande y tosco...[/quote]
- A mí me huele a miedo – contesté – es una sensación tétrica y angustiosa, hasta las piedras se muestran aterradas.
- ¡Por Aulë!, ¡estamos en tierra de dragones! – sentenció Dimas.
- En verdad eso parece –corroboró Gandalf.
- Por las viejas crónicas de mi pueblo, que escuché en las colinas de Hierro, sabía de la existencia de una explanada en las Ered Mitrhin siempre cubierta de niebla donde murieron Frar y Blor al acudir de visita a la pequeña ciudad de Magror. ¡Sin duda debe ser este lugar![/quote]
Con las armas y la ansiedad desenvainadas nos adentramos en el bosque. Al tiempo una espesa calígine envolvió nuestros cuerpos dejándo la vista como un sentido inane, no podíamos saber donde pisábamos ni donde íbamos a pisar en el siguiente paso. La tensión contraía los rostros de la compañía, el sudor rezumaba por cada poro y nuestra respiración era lo único que se oía entre aquellos marchitos árboles cuya ennegrecida corteza gritaba de dolor y odio. Allí no éramos bien recibidos, un sucesivo sufrimiento de muchos años había vertido malicia en aquellas ramas demacradas que ahora se agitaban ayudadas por un tenue viento que venía de cara.
La angustia se hacía cada vez más insoportable, esperábamos un súbito golpe que no llegaba, un ataque que justificara el miedo que nos afligía, una señal que nos devolviera la cordura perdida, esperábamos la presencia de nuestro enemigo. Entre tales pensamientos la niebla comenzó reiteradamente a separarse de nosotros para volver a los pocos segundos. Nos quedamos inmóviles ante tan extraño suceso. Todos excepto Gandalf, que dio un paso adelante y, ante nuestro asombro, se perdió entre la calina. Un instante después se escuchó un golpe en el suelo y una voz sorda que tuvo como contestación la retirada inmediata de la niebla. Pudimos ver al Peregrino Gris enhiesto en medio de un claro, asiendo su vara con ambas manos clavada en el suelo y mirando hacia unas rocas que se erguín delante de él. Nos colocamos a su lado dispuestos a afrontar la prueba que se nos abría amenazante, miré hacia lo alto de la roca y vi el mayor espectáculo que había visto en mi vida: un fabuloso dragón alado. Extendió sus negras alas y se levantó apoyándose sobre sus patas traseras mostrando todo su poderío, abrió sus fauces repleta de colmillos grandes como puños y soltó una mortal bocanada de fuego. Nos tiramos al suelo para esquivarlo y soltamos una descarga de flechas sin la certeza deseada, atenazados como estábamos por la inmensidad de nuestro enemigo.
[quote] - Malditos mortales, morid bajo el fatal aliento de Garchôt y sus hijos...- dijo la siniestra voz del dragón, que puso los pelos de punta a todos. [/quote]
Nos separamos buscando un refugio e intentando confundirlo.
[quote] – Amigos – dijo Dimas -, es posible que si le llamo desde atrás y le despisto por unos instantes, podáis acertar en su punto más débil, los ojos- Al punto Dimas, fue de árbol en árbol hasta situarse detrás del dragón.
-¡Dimas – gritó Inglor -, si estás dispuesto a entretener al dragón, hazlo, los arqueros deberíamos dispersarnos para dispararle desde todos los flancos, y el resto debería ocuparse de sus hijos, que pronto nos cercarán!¡Suerte compañero enano!
- Apuntad a los ojos como dice Dimas – dije - y si no tenéis tiro, hacedlo contra el vientre, es sabido que es donde tienen la zona más blanda, en especial en la zona de union entre las patas y el tronco. Yo intentaré hacerlo frente con Dimas, la hoja de mi espada puede atravesar sus escamas y alcanzar zonas vitales más profundas que una flecha. Los que no dispongan de flechas, que me sigan ¡Vamos amigos, hagamos hazañas dignas de Turin Turambar para que los alegres elfos puedan cantarlas en cada banquete![/quote]
Dicho esto me dirigí a la carrera hacia unos árboles y tomé un trozo de un tronco que me valiese para repeler el fuego. Seguidamente fui en busca del dragón, el miedo había pasado y ahora la adrenalina bañaba mi cuerpo, un intenso brillo podía verse reflejado en mis ojos. Me aposté delante de Garchôt y le grité gallardamente.
[quote]- No poseo una nave como Vingilot, pero la sangre de Eärendil es la misma que la de mi pueblo, hoy no has elegido bien a tus adversarios.
- Osado eres, aunque jactarse de parecerse a un hombre que huyó en busca de los bienaventurados por ser incapaz de hacer frente a su enemigo me da la muestra de tu verdadera naturaleza.
- Esta naturaleza pondrá fin a tu fúnebre dominio.
- He destruido a miles de guerreros mucho más hábiles que tú, insignificante hombre.
- Pero nunca te has enfrentado a alguien que no tiene nada que perder, la muerte no me da miedo, pero estoy seguro de que a ti sí.
- Creo que hablas mucho y no actúas.
- Yo estoy dispuesto y tu vientre también, vil criatura.[/quote]
Tras decir esto se elevó y reinició su ataque asolador con un picado directo hacia mí. Parecía que el desafío habia hecho que Dimas pasara desapercbido, “Sabrás de qué estan hechas las hojas enanas, maldito reptil”, me dije para mis adentros. Las flechas comenzaron a bailar por el aire directas al dragón, mientras éste escupió una ignea descarga que me obligó a poner rodilla en suelo y cubrirme con el improvisado escudo, que comenzó a arder con fuerza. Entonces ya tenía a Garchôt encima, me hice a un lado para esquivar su mordisco, solté una estocada de prueba para hacerle girar la cabeza, “Este es mi momento”, pensé, le lancé mi escudo en llamas contra su ojo derecho, provocando un dolor indecible en la víctima que retornó de nuevo a los aires.
[quote]- ¿Te ha gustado el truco, lagartija indeseable?[/quote]
La decisión estaba tomada y, aunque la duda atenazaba nuestros cuerpos, reanudamos la marcha una vez más en busca de lo desconocido. El camino se fue estrechando paulatinamente hasta sólo permitirnos avanzar de dos en dos. Rocas puntiagudas nos amenazaban a cada paso obligándonos a llevar un ritmo trabajoso y cansino, mientras que el paisaje se volvía cada vez más adusto, con innumerables piedras grisáceas que poblaban aquel paraje sin vida donde apenas unos escasos matorrales ajados habían podido abrirse paso a través del suelo baldío.
[quote]- Todo esto se me hace parecido a lo que tenéis en las cercanías de Morgul – pregunté a Burzumgad, quién marchaba a mi lado.
- ¡Ya no! – se apresuró a aclarar – vieras que lindas flores crecen allí, ahora que la Sombra se retiró.
- ¿Hay rosales? – pregunté realmente interesado, aunque buscando también un descanso para mi mente, tensionada como estaba ante el funesto futuro que nos aguardaba.
- Ahá. De rosas negras...
-¡Epa! Me encantaría volver a visitar tus tierras y saludar a tu esposa e hijo, estoy descuidando el sur de la Tierra Media, llevo un tiempo deseando retornar a la Ciudad Blanca, tal vez si salimos de ésta… [/quote]
Continuamos hablando un rato, pero casi de forma imperceptible fuimos poco a poco bajando el tono de nuestras voces hasta convertirlas en meros susurros inaudibles, y es que había algo en el ambiente que obligaba a tener todos los sentidos alerta, algo nos vigilaba, observaba y estudiaba con una acechanza psicológicamente desalentadora. De repente, ante nuestros ojos, se abrió el camino y un bosque de tenebroso aspecto vino a saludarnos con mirada torva y ladina.
[quote]- No parece un bosque muy hospitalario ni acogedor – comenté a mis camaradas - y mirad que conozco muchos...
- Hay más cosas – acotó Burzumgad – se ven troncos desgajados como por la acción de brazos poderosos, y tocones quemados...si a eso sumamos este olor... ¿es que no lo percibís vosotros también? Es...olor a animal grande y tosco...[/quote]
- A mí me huele a miedo – contesté – es una sensación tétrica y angustiosa, hasta las piedras se muestran aterradas.
- ¡Por Aulë!, ¡estamos en tierra de dragones! – sentenció Dimas.
- En verdad eso parece –corroboró Gandalf.
- Por las viejas crónicas de mi pueblo, que escuché en las colinas de Hierro, sabía de la existencia de una explanada en las Ered Mitrhin siempre cubierta de niebla donde murieron Frar y Blor al acudir de visita a la pequeña ciudad de Magror. ¡Sin duda debe ser este lugar![/quote]
Con las armas y la ansiedad desenvainadas nos adentramos en el bosque. Al tiempo una espesa calígine envolvió nuestros cuerpos dejándo la vista como un sentido inane, no podíamos saber donde pisábamos ni donde íbamos a pisar en el siguiente paso. La tensión contraía los rostros de la compañía, el sudor rezumaba por cada poro y nuestra respiración era lo único que se oía entre aquellos marchitos árboles cuya ennegrecida corteza gritaba de dolor y odio. Allí no éramos bien recibidos, un sucesivo sufrimiento de muchos años había vertido malicia en aquellas ramas demacradas que ahora se agitaban ayudadas por un tenue viento que venía de cara.
La angustia se hacía cada vez más insoportable, esperábamos un súbito golpe que no llegaba, un ataque que justificara el miedo que nos afligía, una señal que nos devolviera la cordura perdida, esperábamos la presencia de nuestro enemigo. Entre tales pensamientos la niebla comenzó reiteradamente a separarse de nosotros para volver a los pocos segundos. Nos quedamos inmóviles ante tan extraño suceso. Todos excepto Gandalf, que dio un paso adelante y, ante nuestro asombro, se perdió entre la calina. Un instante después se escuchó un golpe en el suelo y una voz sorda que tuvo como contestación la retirada inmediata de la niebla. Pudimos ver al Peregrino Gris enhiesto en medio de un claro, asiendo su vara con ambas manos clavada en el suelo y mirando hacia unas rocas que se erguín delante de él. Nos colocamos a su lado dispuestos a afrontar la prueba que se nos abría amenazante, miré hacia lo alto de la roca y vi el mayor espectáculo que había visto en mi vida: un fabuloso dragón alado. Extendió sus negras alas y se levantó apoyándose sobre sus patas traseras mostrando todo su poderío, abrió sus fauces repleta de colmillos grandes como puños y soltó una mortal bocanada de fuego. Nos tiramos al suelo para esquivarlo y soltamos una descarga de flechas sin la certeza deseada, atenazados como estábamos por la inmensidad de nuestro enemigo.
[quote] - Malditos mortales, morid bajo el fatal aliento de Garchôt y sus hijos...- dijo la siniestra voz del dragón, que puso los pelos de punta a todos. [/quote]
Nos separamos buscando un refugio e intentando confundirlo.
[quote] – Amigos – dijo Dimas -, es posible que si le llamo desde atrás y le despisto por unos instantes, podáis acertar en su punto más débil, los ojos- Al punto Dimas, fue de árbol en árbol hasta situarse detrás del dragón.
-¡Dimas – gritó Inglor -, si estás dispuesto a entretener al dragón, hazlo, los arqueros deberíamos dispersarnos para dispararle desde todos los flancos, y el resto debería ocuparse de sus hijos, que pronto nos cercarán!¡Suerte compañero enano!
- Apuntad a los ojos como dice Dimas – dije - y si no tenéis tiro, hacedlo contra el vientre, es sabido que es donde tienen la zona más blanda, en especial en la zona de union entre las patas y el tronco. Yo intentaré hacerlo frente con Dimas, la hoja de mi espada puede atravesar sus escamas y alcanzar zonas vitales más profundas que una flecha. Los que no dispongan de flechas, que me sigan ¡Vamos amigos, hagamos hazañas dignas de Turin Turambar para que los alegres elfos puedan cantarlas en cada banquete![/quote]
Dicho esto me dirigí a la carrera hacia unos árboles y tomé un trozo de un tronco que me valiese para repeler el fuego. Seguidamente fui en busca del dragón, el miedo había pasado y ahora la adrenalina bañaba mi cuerpo, un intenso brillo podía verse reflejado en mis ojos. Me aposté delante de Garchôt y le grité gallardamente.
[quote]- No poseo una nave como Vingilot, pero la sangre de Eärendil es la misma que la de mi pueblo, hoy no has elegido bien a tus adversarios.
- Osado eres, aunque jactarse de parecerse a un hombre que huyó en busca de los bienaventurados por ser incapaz de hacer frente a su enemigo me da la muestra de tu verdadera naturaleza.
- Esta naturaleza pondrá fin a tu fúnebre dominio.
- He destruido a miles de guerreros mucho más hábiles que tú, insignificante hombre.
- Pero nunca te has enfrentado a alguien que no tiene nada que perder, la muerte no me da miedo, pero estoy seguro de que a ti sí.
- Creo que hablas mucho y no actúas.
- Yo estoy dispuesto y tu vientre también, vil criatura.[/quote]
Tras decir esto se elevó y reinició su ataque asolador con un picado directo hacia mí. Parecía que el desafío habia hecho que Dimas pasara desapercbido, “Sabrás de qué estan hechas las hojas enanas, maldito reptil”, me dije para mis adentros. Las flechas comenzaron a bailar por el aire directas al dragón, mientras éste escupió una ignea descarga que me obligó a poner rodilla en suelo y cubrirme con el improvisado escudo, que comenzó a arder con fuerza. Entonces ya tenía a Garchôt encima, me hice a un lado para esquivar su mordisco, solté una estocada de prueba para hacerle girar la cabeza, “Este es mi momento”, pensé, le lancé mi escudo en llamas contra su ojo derecho, provocando un dolor indecible en la víctima que retornó de nuevo a los aires.
[quote]- ¿Te ha gustado el truco, lagartija indeseable?[/quote]
All that is gold does not glitter,
Not all those who wander are lost;
The old that is strong does not wither,
Deep roots are not reached by the frost.
From the ashes a fire shall be woken,
A light from the shadows shall spring;
Renewed shall be blade that was broken,
The crownless again shall...
Not all those who wander are lost;
The old that is strong does not wither,
Deep roots are not reached by the frost.
From the ashes a fire shall be woken,
A light from the shadows shall spring;
Renewed shall be blade that was broken,
The crownless again shall...