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Ver tema#1 Respondiendo a: Entaguas
Sí, con letras grandes, para que nadie se le pase
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Bueno, con la anterior aventura pasada terminada ya, me gustaría intentar hacer otra aventura, esta vez esperando un poco más de participación femenina también.
El sistema de representación sera igual que en la anterior aventura, esta vez voy a...
NARRACIÓN 10ª
Garchôt rugió con todas sus fuerzas, enfurecido, lleno de rabia por el osado ataque de Abârmil. Su ojo parecía consumirse en el fuego, y con toda su furia la criatura dejo que la rabia le controlara y fuera de control, lanzó miles de llamaradas, a la vez que se retorcía para inundar el bosque de un fuego infernal. Fue solo unos instantes, pero a muchos de la compañía llegó a alcanzar, aunque afortunadamente, sin muchas consecuencias. Abârmil, quién estaba más cerca, tuvo que pegar un gran salto, aunque a pesar de eso, su capa salió ardiendo y la tuvo que lanzar al suelo antes de que el fuego se propagara por el resto de su cuerpo. Trás esta demostración de furia, Garchôt volvió a rugir otra vez y se irguió como si quisiera mostrar su poderío, lanzando una gran bocanada de fuego al aire. Mientras, sus hijos seguían girando alrededor del espectáculo, como aves carroñeras, aunque cada vez parecían estar más cerca del suelo. En ese momento, los ojos de Garchôt se tiñaron rojos y descargó un gran manotazo sobre un gran árbol, partiéndolo en dos. Dimas y Serke, quiénes habían ido para entretenerle, le dieron una fuerte patada a la cola del dragón para que les echara cuenta, aunque no le hizo mucho daño. El dragón se dio la vuelta, aunque esta vez había algo raro en él. Ya sus ojos no eran rojos, eran totalmente blancos, no tenía iris. Su voz susurró unas malévolas palabras en una lengua negra y de su boca salió un humo negro que empezó a tomar forma cual demonio del mundo antiguo. Y en el aire, sus hijos entonaban un canto fúnebre e infernal. Lentamente avanzó con el pecho descubierto hacia Dimas y Serke, quiénes parecían paralizados por el hechizo. No podían mover su cuerpo; tenían ganas de moverse y de lanzarle sus espadas, de salir corriendo ante tal monstruosidad, de insultarle, pero otra voluntad los dominaba y obligaba a no moverse. Finalmente, el humo negro saltó sobre ellos, y automáticamente, cayeron al suelo abatidos.
Fue entonces cuando los arqueros, quiénes también estaban paralizados, pudieron tener la suficiente fuerza de voluntad para controlarse así mismos y disparad al desnudo vientre de la criatura. Sus flechas acertaron, aunque no parecieron afectar mucho a primera vista sobre Garchôt, aunque entre jadeos, pareció acurrucarse, presa del cansancio. Fue entonces cuando los hijos descendiero, y cuando Maelor decidió atacar a uno de ellos. Eran copias de su padre, excepto por un gran cuerno rojo, y eran bastante más menudos, aunque no por ello menos peligrosos. Además, su armadura de escamas no era tan sotisficada. Maelor se lanzó sin que se diera cuenta sobre uno de ellos, aterrizando sobre su cabeza. Con su espada le cortó el cuerno rojo a la criatura, y esta chilló de una forma aún más amenazadora que la de su padre. Del orificio salió un chorro de sangre negra que inundó a Maelor, y con un movimiento retorcido de desesperación, la criatura cayó al suelo y Maelor cayó a varios metros de distancias mareado por el olor de aquel venenoso líquido.
Garchôt gritó entonces furioso y pareció recobrar fuerzas al ver uno de sus hijos muertos, y entonces se divieron. Garchôt fue furioso contra el resto de aventureros que se habían apiñado y lanzaban sus flechas y se preparaban para contraatacar, mientras que sus dos hijos restantes fueron hacia Abârmil, quién se había quedado aislado. Y en toda esta caótica escena, el fuego consumía el bosque.
Garchôt se lanzó sobre la compañía con la intención de abatirlos con sus poderosas garras, pero estos se disolvieron para ayudar a Abârmil que parecía estar en apuros, mientras que otros esquivaban con habilidad los golpes del furioso Garchôt para entretenerlo. Fue entonces cuando se oyó un grito de desesperación y Garchôt se dio la vuelta; mientras Abârmil giraba por el suelo envuelto en llamas, sus hijos estaban muertos en el suelo con miles de estocadas hechas por el montaraz y los que le habían ayudado.
Entonces furioso, Garchôt apartó de un manotazo a todos los que le entretenían, Inglor, Burzumgad y Gilford, que cayeron al suelo abatidos. Corrió hacia Abârmil, pero el Peregrino Gris, haciendo un tremendo esfuerzo, hizo brillar su vara, que lanzó un increíble destello que dejó a la inmunda bestia ciega.
Pero no fue aquello lo que pareció detener a Garchôt. Un montón de flechas salieron de diversos lugares, llenándole la panza de flechas cual erizo. Pero incluso entonces la compañía corría peligro, y el moribundo dragón se resistía a morir. El Peregrino Gris, Abârmil(quién rodando ya había conseguido quitarse el fuego), Rúmil y Sárelle, los únicos que parecían estar en condiciones de enfrentarse con el moribundo dragón, enseguida se prepararon para otro ataque, aunque estaban bastante muy cansados.
Creo que ya ha pasado las dos semanas, así que me dispongo a poner la narración habitual. Si hay alguién que no ha sido herido por el dragón, que me lo diga, que también estará en condiciones de atacar. Ahora me pondré a decir las habilidades y tributos que habéis ganado, mientras que diré el estado de los heridos:
Burzumgad: Más astucia por lo dicho. La herida del dragón no es muy profunda, así que puedes luchar, aunque te moverás más lentamente.
Dimasalang: más valor por decidir entretener al dragón. Cuando el dragón te abate con el fatal aliento no puedes moverte, aunque lo ves todo en una gran confusión y difuminado.
Inglor: Más astucia por lo dicho y puntos con el arco. La herida del dragón tampoco es muy profunda al igual que la de Burzumgad, así que también te puedes mover, aunque al ser medio-elfo, puedes hacerlo de forma normal, aunque la herida te duele más.
Peregrino Gris: más astucia por lo dicho. Y también puedes utilizar algún hechizo contra el dragón en tu próxima acción, eso lo dejo a tu elección. De todos modos, recuerda que el hechizo no lo matará completamente, pero si que lo dejará muy abatido y os puede ahorrar bastantes estocadas.
Serke: Más astucia por lo dicho(tú dijiste lo de que tenía el vientre desprotejido) y más valor por acompañar a Dimas a entretener al dragón. Al igual que Dimas, estás totalmente paralizado y lo ves todo difuminado, aunque sientes que tu brazo puede moverse. Si le encuentras alguna utilidad, perfecto
.
Maelor: más puntos con la espada y valor, que te permitirá enfrentarte con mayor maestría la próxima vez contra un dragón, pues decidiste atacar a uno de los hijos de Garchôt tú solo. Ahora estás un poco abatido y mareado por el veneno del dragón.
Abârmil: Más astucia, valor y estrategia. Esto te permitirá enfrentarte al igual que Maelor, con mayor maestría a los próximos dragones que puedan aparecer, pues el truco y la osadía contra el dragón son muchos puntos en tu favor. Por cierto, estás algo magullado, aunque no tienes ninguna quemadura.
Gilford: más astucia por lo dicho, pues tú pensaste en utilizar la magia de Gandalf. La herida del dragón no es muy grave en tu caso, aunque la cabeza te da vueltas, así que es probable que no te puedas mover sin trasbillar.
Los arqueros que están escondidos que os ayudan no pueden acabar solos con el dragón, necesitan que los ataquéis también o que al menos pongáis el dragón en una posición en la que este más indefensa. En la narración no he decidido poner a veces diálogos y cosas así para que seáis vosotros quiénes la completéis más y como dice Abârmil, la ''adornéis'', jeje
.
Un saludo
Garchôt rugió con todas sus fuerzas, enfurecido, lleno de rabia por el osado ataque de Abârmil. Su ojo parecía consumirse en el fuego, y con toda su furia la criatura dejo que la rabia le controlara y fuera de control, lanzó miles de llamaradas, a la vez que se retorcía para inundar el bosque de un fuego infernal. Fue solo unos instantes, pero a muchos de la compañía llegó a alcanzar, aunque afortunadamente, sin muchas consecuencias. Abârmil, quién estaba más cerca, tuvo que pegar un gran salto, aunque a pesar de eso, su capa salió ardiendo y la tuvo que lanzar al suelo antes de que el fuego se propagara por el resto de su cuerpo. Trás esta demostración de furia, Garchôt volvió a rugir otra vez y se irguió como si quisiera mostrar su poderío, lanzando una gran bocanada de fuego al aire. Mientras, sus hijos seguían girando alrededor del espectáculo, como aves carroñeras, aunque cada vez parecían estar más cerca del suelo. En ese momento, los ojos de Garchôt se tiñaron rojos y descargó un gran manotazo sobre un gran árbol, partiéndolo en dos. Dimas y Serke, quiénes habían ido para entretenerle, le dieron una fuerte patada a la cola del dragón para que les echara cuenta, aunque no le hizo mucho daño. El dragón se dio la vuelta, aunque esta vez había algo raro en él. Ya sus ojos no eran rojos, eran totalmente blancos, no tenía iris. Su voz susurró unas malévolas palabras en una lengua negra y de su boca salió un humo negro que empezó a tomar forma cual demonio del mundo antiguo. Y en el aire, sus hijos entonaban un canto fúnebre e infernal. Lentamente avanzó con el pecho descubierto hacia Dimas y Serke, quiénes parecían paralizados por el hechizo. No podían mover su cuerpo; tenían ganas de moverse y de lanzarle sus espadas, de salir corriendo ante tal monstruosidad, de insultarle, pero otra voluntad los dominaba y obligaba a no moverse. Finalmente, el humo negro saltó sobre ellos, y automáticamente, cayeron al suelo abatidos.
Fue entonces cuando los arqueros, quiénes también estaban paralizados, pudieron tener la suficiente fuerza de voluntad para controlarse así mismos y disparad al desnudo vientre de la criatura. Sus flechas acertaron, aunque no parecieron afectar mucho a primera vista sobre Garchôt, aunque entre jadeos, pareció acurrucarse, presa del cansancio. Fue entonces cuando los hijos descendiero, y cuando Maelor decidió atacar a uno de ellos. Eran copias de su padre, excepto por un gran cuerno rojo, y eran bastante más menudos, aunque no por ello menos peligrosos. Además, su armadura de escamas no era tan sotisficada. Maelor se lanzó sin que se diera cuenta sobre uno de ellos, aterrizando sobre su cabeza. Con su espada le cortó el cuerno rojo a la criatura, y esta chilló de una forma aún más amenazadora que la de su padre. Del orificio salió un chorro de sangre negra que inundó a Maelor, y con un movimiento retorcido de desesperación, la criatura cayó al suelo y Maelor cayó a varios metros de distancias mareado por el olor de aquel venenoso líquido.
Garchôt gritó entonces furioso y pareció recobrar fuerzas al ver uno de sus hijos muertos, y entonces se divieron. Garchôt fue furioso contra el resto de aventureros que se habían apiñado y lanzaban sus flechas y se preparaban para contraatacar, mientras que sus dos hijos restantes fueron hacia Abârmil, quién se había quedado aislado. Y en toda esta caótica escena, el fuego consumía el bosque.
Garchôt se lanzó sobre la compañía con la intención de abatirlos con sus poderosas garras, pero estos se disolvieron para ayudar a Abârmil que parecía estar en apuros, mientras que otros esquivaban con habilidad los golpes del furioso Garchôt para entretenerlo. Fue entonces cuando se oyó un grito de desesperación y Garchôt se dio la vuelta; mientras Abârmil giraba por el suelo envuelto en llamas, sus hijos estaban muertos en el suelo con miles de estocadas hechas por el montaraz y los que le habían ayudado.
Entonces furioso, Garchôt apartó de un manotazo a todos los que le entretenían, Inglor, Burzumgad y Gilford, que cayeron al suelo abatidos. Corrió hacia Abârmil, pero el Peregrino Gris, haciendo un tremendo esfuerzo, hizo brillar su vara, que lanzó un increíble destello que dejó a la inmunda bestia ciega.
Pero no fue aquello lo que pareció detener a Garchôt. Un montón de flechas salieron de diversos lugares, llenándole la panza de flechas cual erizo. Pero incluso entonces la compañía corría peligro, y el moribundo dragón se resistía a morir. El Peregrino Gris, Abârmil(quién rodando ya había conseguido quitarse el fuego), Rúmil y Sárelle, los únicos que parecían estar en condiciones de enfrentarse con el moribundo dragón, enseguida se prepararon para otro ataque, aunque estaban bastante muy cansados.
Creo que ya ha pasado las dos semanas, así que me dispongo a poner la narración habitual. Si hay alguién que no ha sido herido por el dragón, que me lo diga, que también estará en condiciones de atacar. Ahora me pondré a decir las habilidades y tributos que habéis ganado, mientras que diré el estado de los heridos:
Burzumgad: Más astucia por lo dicho. La herida del dragón no es muy profunda, así que puedes luchar, aunque te moverás más lentamente.
Dimasalang: más valor por decidir entretener al dragón. Cuando el dragón te abate con el fatal aliento no puedes moverte, aunque lo ves todo en una gran confusión y difuminado.
Inglor: Más astucia por lo dicho y puntos con el arco. La herida del dragón tampoco es muy profunda al igual que la de Burzumgad, así que también te puedes mover, aunque al ser medio-elfo, puedes hacerlo de forma normal, aunque la herida te duele más.
Peregrino Gris: más astucia por lo dicho. Y también puedes utilizar algún hechizo contra el dragón en tu próxima acción, eso lo dejo a tu elección. De todos modos, recuerda que el hechizo no lo matará completamente, pero si que lo dejará muy abatido y os puede ahorrar bastantes estocadas.
Serke: Más astucia por lo dicho(tú dijiste lo de que tenía el vientre desprotejido) y más valor por acompañar a Dimas a entretener al dragón. Al igual que Dimas, estás totalmente paralizado y lo ves todo difuminado, aunque sientes que tu brazo puede moverse. Si le encuentras alguna utilidad, perfecto

Maelor: más puntos con la espada y valor, que te permitirá enfrentarte con mayor maestría la próxima vez contra un dragón, pues decidiste atacar a uno de los hijos de Garchôt tú solo. Ahora estás un poco abatido y mareado por el veneno del dragón.
Abârmil: Más astucia, valor y estrategia. Esto te permitirá enfrentarte al igual que Maelor, con mayor maestría a los próximos dragones que puedan aparecer, pues el truco y la osadía contra el dragón son muchos puntos en tu favor. Por cierto, estás algo magullado, aunque no tienes ninguna quemadura.
Gilford: más astucia por lo dicho, pues tú pensaste en utilizar la magia de Gandalf. La herida del dragón no es muy grave en tu caso, aunque la cabeza te da vueltas, así que es probable que no te puedas mover sin trasbillar.
Los arqueros que están escondidos que os ayudan no pueden acabar solos con el dragón, necesitan que los ataquéis también o que al menos pongáis el dragón en una posición en la que este más indefensa. En la narración no he decidido poner a veces diálogos y cosas así para que seáis vosotros quiénes la completéis más y como dice Abârmil, la ''adornéis'', jeje

Un saludo

¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...
¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!
¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!
Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:
¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!
Oh fresno muerto...