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Inglor
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Desde: 03/07/2006

#502 Respondiendo a: Abârmil

Acción

Había inflingido un duro golpe a Garchôt, pero la herida que más sentía era la que padecía ahora su orgullo. Rugió furibundamente de tal manera que pensé que mis tímpanos iban a explotar en mil pedazos. Yo seguía apostado delante suyo con tensión inenarrable aguardando el posterior movimient...

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Mientras la mayoría corríamos en busca de cobijo, Abârmil arremetía contra Garchôt, enzarzándose con este en una, a primera vista, desigual pugna. Yo me refugié tras uno de los troncos caídos que poblaban el suelo del bosque. El parapeto era lo suficientemente grande como para salvaguardarme de las llamas que el dragón pudiera lanzar sobre nosotros. Allí, mientras disponía mi arco y flechas, se oían palabras de burla y amenazas provenientes de ambos contrincantes.

Me dispuse a distraer al gran lagarto con mis saetas, al igual que los otros arqueros.

[quote]-¡A los ojos!¡Disparadle a los ojos!- gritó una voz entre los arboles. [/quote]

Pese a que muchas flechas surcaban el aire hacia la bestia, pocas, o más bien ninguna, consiguió alcanzar sus ojos de reptil, pues en ese mismo instante, escupió una llamarada tal, que me hube de agachar hasta quedar tendido en el suelo. No pude evitar pensar en Abârmil, quien se encontraba muy próximo a las fauces vipéreas de la bestia. Al cesar aquel infierno, que provocó algún pequeño incendio en los árboles más próximos, me incorporé rápidamente para socorrer a mi buen dúnadan, si así lo precisaba. Cuando asomé la cabeza por encima del tronco, ahora algo chamuscado, se mostró ante mí una escena que me encogió el corazón: Gârchot miraba relamiéndose de gusto a algo que se asemejaba a una bola de fuego rodando por la tierra, que no era sino Abârmil. Su capa ardía. Un fugaz movimiento le bastó para deshacerse de las llamas y seguir pendiente del enemigo.

Decenas de flechas procedentes de los arcos de Barin y Rúmil surgían de entre los árboles e impactaban en el abdomen del dragón, estas se sumaban a las mías. Yo vaciaba mi carcaj tan rápido como me permitían los brazos, pero Garchot apenas se inmutaba. Este volvió la cabeza, de pronto, como si algo le acometiera por la cola, no eran otros que Dimas y Serke.

Pero la acometida del enano y el rohir no causó el efecto previsto en el dragón. Este les miraba con malicia, y sus ojos se tornaron blancos. En todo el bosque resonó un siseo en lengua negra que hizo que ambos compañeros cayeran al suelo, inmóviles.

[quote]-¡Un hechizo!- gritó Burzumgad.[/quote]

El orco se lanzaba a socorrer a los camaradas más próximos a la criatura. Al ver que quizá precisaría apoyo, Gilford y yo acudimos a la pugna tras él. Dejé mi arco en el suelo y desenvainé, pues las flechas ya no cumplían otra función que la de distraer un poco al dragón. En el momento en que me dirigía hacia mis compañeros inertes, reparé en los hijos de Garchôt. Uno de ellos paso por encima de nuestras cabezas, a escasos metros, Gilford y yo miramos pasmados al pequeño dragón, que se agitaba bruscamente en el aire, y llegamos a avistar a Maelor encima de la bestia, espada en alto.

El tiempo escaseaba y los hijos restantes del reptil gigante descendían ahora arremetiendo contra Abârmil y Burzumgad. Gârchot parecía ahora cansado, casi abatido.

Miré un segundo a mi alrededor: Rúmil y Barin disparaban saetas desde la espesura del bosque, Abârmil y Burzumgad combatían ahora con los dragones menores, Gandalf y Sárelle debían estar a cubierto, Serke y Dimas yacían abatidos por el hechizo, Maelor había logrado derribar a su montura rebanando el cuerno de esta, en cuanto a Gilford y a mí, nos dirigíamos hacia Dimas y Serke.

[quote]-¡Dimas, Serke, despertad, corréis peligro aquí tendidos! ¡Además, precisamos vuestra destreza!- les gritaba yo. Ambos reaccionaron. Dimas echo mano de su hacha y Serke de su espada, estaban algo aturdidos, aturdidos pero dispuestos.
-¡¡El dragón!!- gritó Serke, y al mirar atrás, comprobé cómo la bestia reptaba hacia el montaraz y el orco, demasiado ocupados con las crías como para reparar en este.[/quote]

Acudí presto a impedir que Garchot atacara a traición a los dos compañeros, que hacían un gran esfuerzo por mantener a raya a las indeseables crías. Asesté un golpe con mi espada en el costado del dragón incrustando mi espada lo más hondo posible, haciendo que el saurio se volviera. Clavó su mirada en mí, y a continuación, abrió sus fauces dejando al descubierto un centenar de dientes, como para arrojar una llamarada. En ese preciso instante una de las hachas arrojadizas de Dimas, sobrevolando mi coronilla, impactó en el rostro del dragón, formando un tajo a escasos centímetros de su ojo.
Un alarido surcó el bosque, pero no de la bestia mayor, sino de la última de sus crías, que caía en ese preciso instante abatida por Abârmil. Tal fue el enfurecimiento del saurio, que de un manotazo nos arrojó a Burzumgad, Gilford y a mí (los más próximos a él) a varios metros. Serke y Dimas lograron apartarse a tiempo. Me arrastré hasta mi arco y mi carcaj, y comencé de nuevo a disparar contra la criatura.

El dolor del manotazo abarcaba todo mi pecho, y me impedía respirar con facilidad, lo cual suponía una dificultad a la hora de apuntar. La sangre que me había salpicado al clavar mi espada en el costado de la bestia me ardía y también me restaba habilidad en las manos.

El peregrino gris lanzaba ahora conjuros contra el enemigo, que ahora estaba cegado, herido y cansado, aventajando a nuestro grupo, no obstante, aún seguía vivo. Burzumgad asestó una estocada en el vientre del dragón. A esto se le sumaron Abârmil y Sárelle, quienes se adelantaron y hendieron ambas hojas en el mismo lugar. Rúmil redondeo el golpe con dos flechas que impactaron en las heridas producidas por el dúnadan y la gondoriana. El resto del grupo, aunque fatigado y herido, nos adelantamos a rematar a la condenada bestia.
-Si, es cierto- dijo la primera Voz. -Creo que deberíamos dar un nombre a esa comarca. ¿Cual sugiere?
- El Maletero se encargó de ello hace ya algún tiempo- dijo la segunda voz. - El tren de Niggle-Parish está a punto de salir: eso es lo que ha venido gritando durante años. Niggle-Parish. Le...