Acción

Garchôt rugió mientras lanzaba llamaradas por doquier. Algunas de ellas lamían nuestras ropas dejando pequeñas quemaduras, pero nada de importancia. Junto a Dimas, golpeé la cola del dragón para distraerle. Al volverse vimos algo extraño, sus ojos no tenían iris y eran completamente blancos. Dimas y yo nos quedamos completamente paralizados cuando comenzó a entonar un cántico en la lengua negra. No podíamos movernos y un humo negro nos abatió. Cuando la bruma comenzó a desaparecer de nuestras mentes y sentíamos que podíamos mover levemente nuestros cuerpos, el dragón rugía de dolor sin que nosotros supiéramos la razón.