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Serke
Serke
Desde: 20/02/2006

#512 Respondiendo a: dimasalang

Acción

Las palabras de Serke, Inglor y Abarmil despertaron a Dimas, sumido en un profundo sueño de dragones, fuego y dolor. Al abrir los ojos tardó pocos segundos en comprender lo que había sucedido. Quizá un milagro lo había salvado de morir calcinado ante el dragón. Lo importante es que estaba vi...

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Sentía una cama debajo. ¿Una cama en las montañas? Realmente extraño. Me incorporé lentamente intentando recordar lo último que ocurrió. Pude recordar un golpe del dragón, pero el resto está sumido en la niebla. Abrí los ojos con lentitud y me los froté, pero no pude ver nada. Al moverme, noté unos vendajes en mis heridas, que solo eran molestas gracias a los cuidados de alguien. Me levanté de la cama con lentitud buscando mi espada, pues temía estar en una cárcel orca, aunque… ¿qué orcos curan a sus prisioneros con vendajes y los arropan en una cama? No sabía que podía esperar. Al levantarme, algo calló sobre mí.


[quote]- ¡Ah! ¡El dragón! ¿Dónde demonios está?
Reconocí aquella voz que confusa gritaba, pero solo acerté a decir una cosa mareado por el golpe.
- ¡Inglor, que me aplastas, quítate de mi espalda!
- ¿Serke? ¡Discúlpame pero…!
Inglor se levantó enseguida en la completa oscuridad y me ayudó a levantarme también. El silencio era total.
- ¿Dónde demonios estábamos?
- No lo sé- contestó Inglor en un tono bastante preocupante[/quote]
En aquella oscuridad no sabíamos que podíamos encontrarnos, o si había una sima en medio de la caverna. Mientras tanteábamos el suelo con los pies pisé una antorcha. Mientras sacaba la yesca y el pedernal Inglor cogió la antorcha que, para nuestra sorpresa, se encendió nada más estar en su mano. Sorprendidos, intercambiamos una mirada intrigada y miramos a nuestro alrededor. La sala era de un tamaño respetable, aunque no era enorme. El techo era bajo, de manera que casi lo tocábamos al estener el brazo arriba. Además, era demasiado liso. Estaba todo lleno de huesos en jaulas e instrumentos de tortura, pese a todo, aún dudaba de que aquello fuese una cárcel orca. Sobre unas camas de piedra estaban nuestros compañeros Abârmil y Dimaslag. Mientras nos cerciorábamos que estaban vivos, miré alrededor con aprensión. No había salida. Se lo comuniqué a Inglor, que no pareció nada alegre. De repente, Dimas despertó entre gritos hacia unos orcos imaginarios. Tras eso, inspeccionó la sala. Descubrió una runas enanas y nos comunicó que esto estaba construido por enanos... mezquinos. No contó la historia de los enanos que se creía que vivían en este lugar. Me horrorizé al escuchar la historia. Ni el incesto hechaba atrás a esos primos lejanos de los enanos. Comprové que la historia no les había gustado nada a inglor y Abârmil, pero Dimas no parecía darse cuenta, pues examinaba con cierta ilusión las paredes de la gruta. Nos puso a todos a inspeccionar la caverna y, para nuestra sorpresa, Abârmil encontró varios túneles de los que salieron Gandalf, un elfo herido, varios montaraces y una mujer. Mientras Dimas y Abârmil intercambiaban unas palabras con los montaraces, que parece que conocía de su anterior aventura, Gandalf arrebató la antorcha a Ingor y la lanzó contra una pared que desapareció sin un solo ruido. Entramos todos por la boca de esa caberna, encabezados por Entaguas y Farahir. Para mi pesar, nos encontramos de lleno con una escalera de piedra que descendía en picado hacia un vacío oscuro. Mientras escuchaba a un montaraz advertirnos que una caída era desastrosa, algo más que evidente, nos pusimos en marcha.


[quote]- Por lo menos no veo el fondo.- Murmuré eintentando infurndirme algo de ánimo.[/quote]
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