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Ver tema#518 Respondiendo a: Abârmil
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Bajábamos las escaleras sin descanso, con respirar cadencioso, con movimiento acompasado, vigilando cada escalón, concentrados en no errar el paso, concentrados en no caer en la congoja que nos acechaba ante el pavor que emanaba aquel lugar. Algo tétrico, oscuro, malvado, y, sobre todo, des...
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[quote] -...y cuando acabemos todo este cometido, y volvamos a pasear libres por Eriador con el macuto lleno de oro (alguna tajada habremos de sacar de toda esta odisea) ¡Iremos a Bree y comeremos y beberemos durante toda la noche y hasta que el sol asome!- Me decía Haldamir, propinándome firmes palmadas en la espalda.
-¿Ni siquiera el más oscuro abismo que pueda haber en las tripas de este mundo merma tu ánimo?
- Ya sabes, Númenessë, que soy propenso a ver las cosas en su aspecto más favorable, aun en la más absoluta oscuridad.- Me respondió el montaraz dejando asomar una sonrisa en sus labios. [/quote]
Unos escalones más abajo, la mujer comenzó a hipar entre sollozos y Haldamir avanzó hasta ella dejándonos a Abârmil y a mí a la retaguardia. Tres silbidos surcaron el aire desde la negrura y el sombrero de Gandalf quedó ensartado por una flecha. Sobresaltado, Abârmil se detuvo para ver alguna señal del atacante cuando las dos flechas restantes silbaron entre sus piernas y por debajo de mi abdomen.
[quote]-Alabaré siempre la poca destreza que tienen estas criaturas con el arco.- dije con la voz apagada y un ligero hormigueo algo más debajo de mi ombligo. [/quote]
Apretamos el paso y bajamos hasta un pasillo tras el cual la vara de Gandalf iluminó una estancia aterradora. En el centro, una seria de cabezas humanas empaladas ornaban lo que parecía un altar, pero más terror infundían una multitud de orcos que blandían sus armas al aire, liderados por un gran Uruk parapetado por tres haradrim como tres robles. Siguiendo las indicaciones de Abârmil, eché mano a mi arco y comencé a apuntar a las gargantas orcas que, a medida que vaciaba mi carcaj, dejaban de rugir. Más adelante los orcos se abalanzaban sobre Dimas y Abârmil mientras que estos contraatacaban con fiereza, pero cubrirles ya no era tarea fácil pues amigos y enemigos pasaban muy cerca unos de los otros y un movimiento brusco podía hacer errar alguno de mis disparos. Desenfundé mi espada y salté de la roca arremetiendo contra dos orcos a los cuales decapité sin quitar el ojo al enano y al montaraz que con maña se abrían paso entre el gentío. Cuando les di alcance, Dimas y yo flanqueamos a Abârmil y nos dirigimos hacia el fondo de la sala rebanando extremidades y hendiendo las mediocres corazas de los orcos. Al llegar donde uno de los descomunales haradrim Dimas se paró a frenar a los orcos para dejarnos vía libre contra el coloso. Este, agitaba ferozmente su maza, tan grande como un hombre, en todas direcciones y a duras penas conseguíamos eludir los contundentes mazazos que en más de una ocasión hicieron saltar esquirlas del suelo quebrado por los golpes fallidos. Cuando atisbamos que el sureño comenzaba a jadear Abârmil se puso frente a él de manera algo imprudente, pero un segundo antes de ser aplastado el ágil montaraz rodó hasta poder clavar su puñal en el gemelo del haradrim. Este se hincó de rodillas haciendo resonar un desgarrador alarido por toda la estancia. Observé su cuello desprotegido, me dispuse a henderlo con un rápido movimiento de mi espada y, al rajarlo, la sangre me salpicó el rostro y los ojos. Tras un segundo de ceguera, me froté la cara y observé a Abârmil levantándose, junto al colosal cadáver de piel cetrina .
[quote]-¡Uno menos! [/quote]
[quote] -...y cuando acabemos todo este cometido, y volvamos a pasear libres por Eriador con el macuto lleno de oro (alguna tajada habremos de sacar de toda esta odisea) ¡Iremos a Bree y comeremos y beberemos durante toda la noche y hasta que el sol asome!- Me decía Haldamir, propinándome firmes palmadas en la espalda.
-¿Ni siquiera el más oscuro abismo que pueda haber en las tripas de este mundo merma tu ánimo?
- Ya sabes, Númenessë, que soy propenso a ver las cosas en su aspecto más favorable, aun en la más absoluta oscuridad.- Me respondió el montaraz dejando asomar una sonrisa en sus labios. [/quote]
Unos escalones más abajo, la mujer comenzó a hipar entre sollozos y Haldamir avanzó hasta ella dejándonos a Abârmil y a mí a la retaguardia. Tres silbidos surcaron el aire desde la negrura y el sombrero de Gandalf quedó ensartado por una flecha. Sobresaltado, Abârmil se detuvo para ver alguna señal del atacante cuando las dos flechas restantes silbaron entre sus piernas y por debajo de mi abdomen.
[quote]-Alabaré siempre la poca destreza que tienen estas criaturas con el arco.- dije con la voz apagada y un ligero hormigueo algo más debajo de mi ombligo. [/quote]
Apretamos el paso y bajamos hasta un pasillo tras el cual la vara de Gandalf iluminó una estancia aterradora. En el centro, una seria de cabezas humanas empaladas ornaban lo que parecía un altar, pero más terror infundían una multitud de orcos que blandían sus armas al aire, liderados por un gran Uruk parapetado por tres haradrim como tres robles. Siguiendo las indicaciones de Abârmil, eché mano a mi arco y comencé a apuntar a las gargantas orcas que, a medida que vaciaba mi carcaj, dejaban de rugir. Más adelante los orcos se abalanzaban sobre Dimas y Abârmil mientras que estos contraatacaban con fiereza, pero cubrirles ya no era tarea fácil pues amigos y enemigos pasaban muy cerca unos de los otros y un movimiento brusco podía hacer errar alguno de mis disparos. Desenfundé mi espada y salté de la roca arremetiendo contra dos orcos a los cuales decapité sin quitar el ojo al enano y al montaraz que con maña se abrían paso entre el gentío. Cuando les di alcance, Dimas y yo flanqueamos a Abârmil y nos dirigimos hacia el fondo de la sala rebanando extremidades y hendiendo las mediocres corazas de los orcos. Al llegar donde uno de los descomunales haradrim Dimas se paró a frenar a los orcos para dejarnos vía libre contra el coloso. Este, agitaba ferozmente su maza, tan grande como un hombre, en todas direcciones y a duras penas conseguíamos eludir los contundentes mazazos que en más de una ocasión hicieron saltar esquirlas del suelo quebrado por los golpes fallidos. Cuando atisbamos que el sureño comenzaba a jadear Abârmil se puso frente a él de manera algo imprudente, pero un segundo antes de ser aplastado el ágil montaraz rodó hasta poder clavar su puñal en el gemelo del haradrim. Este se hincó de rodillas haciendo resonar un desgarrador alarido por toda la estancia. Observé su cuello desprotegido, me dispuse a henderlo con un rápido movimiento de mi espada y, al rajarlo, la sangre me salpicó el rostro y los ojos. Tras un segundo de ceguera, me froté la cara y observé a Abârmil levantándose, junto al colosal cadáver de piel cetrina .
[quote]-¡Uno menos! [/quote]
-Si, es cierto- dijo la primera Voz. -Creo que deberíamos dar un nombre a esa comarca. ¿Cual sugiere?
- El Maletero se encargó de ello hace ya algún tiempo- dijo la segunda voz. - El tren de Niggle-Parish está a punto de salir: eso es lo que ha venido gritando durante años. Niggle-Parish. Le...
- El Maletero se encargó de ello hace ya algún tiempo- dijo la segunda voz. - El tren de Niggle-Parish está a punto de salir: eso es lo que ha venido gritando durante años. Niggle-Parish. Le...