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Ver tema#523 Respondiendo a: burzumgad
Acción.
[quote]-Se que tu pequeño país es vasallo de Gondor, eso me han dicho...- me dijo Leandro, dejando flotar en el aire mi respuesta.
-Aliado de Gondor- repliqué velozmente.
Leandro se pasaba la lengua enorme por los labios espesos y cubiertos por las cicatrices de cien guerras.
-¿Así te...
Acción.
Ya estaba llegando a casa. Estaba ansioso de nuevo por pisar el suelo de mi hogar... Me senté junto a la hoguera que había hecho, pero un ruido me puso alerta y me levanté, con el arco en la mano. Me oculté detrás de unos arbustos, y casi sin tiempo para esconderme, un grupo de fornidos y altos uruks pasaron corriendo haciendo retumbar el suelo a su paso. De pronto, el grupo paró a causa del fuego que yo había encendido. No había sido prudente hacerlo, pero, ¿qué hacían estos uruks aquí, tan cerca del bosque negro? Hacía tiempo que no veía uno. Con aplomo, saqué una flecha y la puse en el arco, y maté a uno, pero aquellos no eran una chusma descerebrada como los trasgos, y al poco tiempo, a pesar de mi buena ocultación, un uruk que se me había acercado por detrás me derribó de un estacazo en la nuca, y todo se nubló.
Sin embargo, no perdí el conocimiento y divisé vagamente cómo me llevaban con ellos, hecho prisionero. Al resistirme, uno de ellos me arrojó al suelo de un golpe con el plano de la espada, y al echar mano de mi daga, me di cuenta de que me habían desarmado. Me sorprendió ver a un enano y un hombre que me ayudaban a incorporarme un poco.
Al recostarme contra una piedra, evalué mis heridas: no parecían graves.
.-¿Quiénes sois? -pregunté.- Había oído algo acerca de una misión del rey Trandhuil, pero ya me enteré que la compañía partió del bosque negro y los estaba buscando para unirme a ellos. -expliqué resoplando, tocando el chichón del estacazo del maloliente uruk.
-Nosotros somos parte de esa compañía -me dijo una voz a mi lado. Me giré para ver a quién pertenecía y me encontré con la cara de un orco. Di un salto y llevé la mano al cinturón, donde solía estar mi arma, pero otra vez se me olvidaba que no la tenía.
Pero el orco y sus amigos me tranquilizaron, y comprendí que estaba de nuestro lado. Me tranquilizé, y el orco me habló de Abarmil, un conocido jefe de los montaraces de Ithilien.
-Pues sí me suena el nombre -dije acariciándome la mejilla. -Aunque yo habito en tierras más al norte que él, he oído maravillas de él... -¿Y dónde está ahora él?
Ya estaba llegando a casa. Estaba ansioso de nuevo por pisar el suelo de mi hogar... Me senté junto a la hoguera que había hecho, pero un ruido me puso alerta y me levanté, con el arco en la mano. Me oculté detrás de unos arbustos, y casi sin tiempo para esconderme, un grupo de fornidos y altos uruks pasaron corriendo haciendo retumbar el suelo a su paso. De pronto, el grupo paró a causa del fuego que yo había encendido. No había sido prudente hacerlo, pero, ¿qué hacían estos uruks aquí, tan cerca del bosque negro? Hacía tiempo que no veía uno. Con aplomo, saqué una flecha y la puse en el arco, y maté a uno, pero aquellos no eran una chusma descerebrada como los trasgos, y al poco tiempo, a pesar de mi buena ocultación, un uruk que se me había acercado por detrás me derribó de un estacazo en la nuca, y todo se nubló.
Sin embargo, no perdí el conocimiento y divisé vagamente cómo me llevaban con ellos, hecho prisionero. Al resistirme, uno de ellos me arrojó al suelo de un golpe con el plano de la espada, y al echar mano de mi daga, me di cuenta de que me habían desarmado. Me sorprendió ver a un enano y un hombre que me ayudaban a incorporarme un poco.
Al recostarme contra una piedra, evalué mis heridas: no parecían graves.
.-¿Quiénes sois? -pregunté.- Había oído algo acerca de una misión del rey Trandhuil, pero ya me enteré que la compañía partió del bosque negro y los estaba buscando para unirme a ellos. -expliqué resoplando, tocando el chichón del estacazo del maloliente uruk.
-Nosotros somos parte de esa compañía -me dijo una voz a mi lado. Me giré para ver a quién pertenecía y me encontré con la cara de un orco. Di un salto y llevé la mano al cinturón, donde solía estar mi arma, pero otra vez se me olvidaba que no la tenía.
Pero el orco y sus amigos me tranquilizaron, y comprendí que estaba de nuestro lado. Me tranquilizé, y el orco me habló de Abarmil, un conocido jefe de los montaraces de Ithilien.
-Pues sí me suena el nombre -dije acariciándome la mejilla. -Aunque yo habito en tierras más al norte que él, he oído maravillas de él... -¿Y dónde está ahora él?
No debemos luchar donde podamos ganar,
debemos luchar donde debamos luchar. -un fan de el señor de los anillos.
debemos luchar donde debamos luchar. -un fan de el señor de los anillos.