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dimasalang
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Desde: 14/09/2004

#527 Respondiendo a: Inglor

Acción

El primero de los orientales yacía ya en el suelo de piedra, dejando paso a Dimas y Abârmil hacia el capitán uruk que parecía comandar a aquella partida de orcos. Otro oriental se batía con Gandalf, y más tarde sucumbía gracias a la intervención de Serke. El tercer coloso, armado con un mand...

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No era el silencio de Dimas causa alguna de enojo hacia sus compañeros. A la entrada de las profundidades de las Ered Mithrin, sus runas y sus cavilaciones le habían llevado muy lejos, en el tiempo y hasta en el espacio. Pero no era momento para melancolías, y el hijo de Thranios lo sabía muy bien. El ruido de las espadas le trajo a la realidad. Los orcos y uruk-hai presionaban sobre la compañía. Gandalf y Serke no estaban dispuestos a vender sus preciosas vidas. No en vano habían atravesado montañas, llanuras y profundidades del mundo para acabar expirando ante seres tan viles en las entrañas de la tierra. Esto bien lo sabía el que una vez fuese laureado capitán Durin III de Khazad-Dûm.
[quote]- “Baruk Khazad “, mithril a mí –gritó con todas sus fuerzas retumbando el grito entre las cavidades de la montaña de un modo atronador. [/quote]
Aquello no era Azanulbizar, pero su vida era igual de preciosa. En el fragor del combate un ser de deformes facciones se acercó presto a Dimas. Era el capitán de los Uruk. En sus manos titilaba el brillo mortal de una enorme cimitarra. Un destello de muerte en la oscuridad. Sus movimientos eran rápidos en torno al enano. Pero éste no quiso gastar sus fuerzas, y sonriendo agarró el hacha con sus dos manos.
[quote]- no me asustas, hijo bastardo de Durin. ¿qué más sabe hacer tu pueblo que esconderse en los agujeros hediondos de la tierra?
- Ja, ja, ja- la risa de Dimas era estruendosa- ¿de verdad que quieres saberlo?
[/quote]
El Uruk comenzó a ponerse nervioso ante la insolencia de aquel enano fornido, y por eso se abalanzó sin miramientos sobre él. Dimas se apartó velozmente hacia un lado esquivando el paso de la cimitarra. Al paso de reincorporarse Dimas clavó su hacha de doble con todas sus fuerzas en la cabeza del capitán. En escasos segundos su cuerpo se estrépito contra el suelo. A su alrededor Abarmil, Entaguas e Inglor habían logrado acabar con el oriental. Después escucharon el acertijo que Gandalf leyó en unas runas.
"Así lucharemos a la sombra"- dijo Dieneces en las Termópilas al saber que los persas harían una nube con sus flechas.