NARRACIÓN 14ª - (GRUPO 2º)

No me gustaba nada estar apresado. Mi caminar era lento y penoso, pero los orcos me apresuraban con sus látigos. Por fin, aquellos incansables orcos acamparon, y se prepararon una especie de campamento. Yo me senté junto mis compañeros, y vi una conversación entre los que parecían ser los jefes, pero no me interesaba lo que dijeran. Me miraba las manos con preocupación, y nervioso. Al fin había encontrado a los que estaba buscando, pero prefería no haberlo hecho dado el precio que había pagado. Los orcos celebraban algo, no sabía muy bien qué, pero llegué a ver cómo se emborrachaban, y se dormían aturdidos por el alcohol. Las cosas estaban fáciles para escapar ahora. Contra el saliente afilado de una piedra comencé a restregar mis ataduras de las manos, desgastandolas. Cuando casi lo había conseguido, una figura apareció de las sombras y se dirigió a nosotros:

- No escapéis. Radolf ha puesto lobos en los alrededores. No llegaréis muy lejos.
- ¿Qué? ¿Quién eres tú?- dije cindor intentando ver a la figura, que parecía una mujer. Otras dos figuras masculinas surgieron a su lado, y con voz serena hablaron:
- Escuchadme, os ayudaremos a escapar de aquí, si vosotros nos prometéis hacernos un favor.
- ¿Pero qué demon...?- decía Burzumgad confuso.
- Ya luego todo se dirá. Escuchadme, mejor que no escapéis ahora. Khafeg es un sanguinario estúpido. Nosotros no podemos atacarles, son muchos y muy espabilados, pero si conseguís que haya peleas entre ellos cuando vayan caminando... yo y mis hombres les podríamos emboscar y conseguir que escapéis.- continuó la voz femenina.
- ¿Qué? ¿Pero quiénes sóis?- dijo Gilford.

Tras esto todos nos quedamos confundidos. ¿Que hariamos ahora? La decisión era difícil, pero yo antes de dar mi opinión, me quedé sentado ya con la cuerda casi deshilachada, esperando las opiniones de mis compañeros.