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Ver tema#478 Respondiendo a: ulbar
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Galopamos de forma constante dia tras dia. Mantenemos un buen ritmo evitando que los caballos se fatigen demasiado. Y asi, un anochecer, hacemos un alto en el camino pues ante nosotros esta el vado de Sarn. No parece que el rio vaya demasiado crecido y, empujados por la urgencia de nuesra mi...
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Oh... ¿por que tendremos que ir en estos bichos?¿por que tendrán que destrozarte la entrepierna?...
Bueno, el caso es que entre esos pensamientos ibamos galopando hasta llegar al vado. Y bajamos de las monturas para comer algo. ¿Sed? pero si está bebiendo agua...-pienso- Acabaramos...
Sigo oyendo la extraña conversación y me inclino hacia el enano mugriento:
-Ya me he dado cuenta de que esto es lo normal, pero ¿Siempre pasa en todas las situaciones?.
-¡spera a vernos en combate, entonces verás lo que es realmente lo normal!
-Muy bien. Creo que ya hemos descansado lo necesario. Propongo que reemprendamos la marcha.- dice el montaraz que parece el líder.
Vale, ahora a pasar con el agua helada de invierno hasta el cuello ¡Bah! nada más reconfortante-murmuró.
-¿Alguna objeción maese enano?
-Ehem...
Empezamos a recoger el señor enano y yo las cosas sigilosamente [en términos enanos
] y cruzamos el vado. el agua fría me helaba los huesos, a Miquel le repugnaba ¡Le limpiaba!
El montaraz que llevaba el mapa sube al caballo, y yo tengo que ser alzado por el elfo...
Seguimos galopando y galopando y galopando el rítmico golpeteo de los cascos me llenaba la gigantesca cabeza. Al final llegamos a una ciudad llena de agua, Tharbad, creo que se llamó en algún tiempo.
El gondoriano nos mira y dice:¿Y tu, ves algo?
-Yo- pregunto, pero claro, tenía que estar hablando con el orejas picudas...
-Adelante. Cuanto menos tiempo perdamos aqui, mejor.-dice el del mapa.
Volvemos a azuzar a las bestias. El agua suena a nuestro paso, los cuervos se alejan graznando lastimeramente…
-¡Atencion!. ¡Distingo unas figuras entre la niebla. – El elfo me sobresalta, y instintivamente empuño mi hacha…
--Tranquilos todos. Parecen tan solo sombras. Quiza sean un eco de los antiguos habitantes de este lugar perturbados por nuestra presencia. ¡No los molesteis!.
Todos callamos, las figuras desaparecen, y el apreciado líder habla:
-¡Adelante! Ya no se ve nada.
Seguimos cabalgando por las inhospitas tierras brunas, y me fijo en el enano, distingo una barba rubia y unos ojos que se me hacen conocidos…
-¿Usted no será…?-me mada callar con un gruñido, y quedo ensimismado en mis pensamientos…
Oh... ¿por que tendremos que ir en estos bichos?¿por que tendrán que destrozarte la entrepierna?...
Bueno, el caso es que entre esos pensamientos ibamos galopando hasta llegar al vado. Y bajamos de las monturas para comer algo. ¿Sed? pero si está bebiendo agua...-pienso- Acabaramos...
Sigo oyendo la extraña conversación y me inclino hacia el enano mugriento:
-Ya me he dado cuenta de que esto es lo normal, pero ¿Siempre pasa en todas las situaciones?.
-¡spera a vernos en combate, entonces verás lo que es realmente lo normal!
-Muy bien. Creo que ya hemos descansado lo necesario. Propongo que reemprendamos la marcha.- dice el montaraz que parece el líder.
Vale, ahora a pasar con el agua helada de invierno hasta el cuello ¡Bah! nada más reconfortante-murmuró.
-¿Alguna objeción maese enano?
-Ehem...
Empezamos a recoger el señor enano y yo las cosas sigilosamente [en términos enanos

El montaraz que llevaba el mapa sube al caballo, y yo tengo que ser alzado por el elfo...
Seguimos galopando y galopando y galopando el rítmico golpeteo de los cascos me llenaba la gigantesca cabeza. Al final llegamos a una ciudad llena de agua, Tharbad, creo que se llamó en algún tiempo.
El gondoriano nos mira y dice:¿Y tu, ves algo?
-Yo- pregunto, pero claro, tenía que estar hablando con el orejas picudas...
-Adelante. Cuanto menos tiempo perdamos aqui, mejor.-dice el del mapa.
Volvemos a azuzar a las bestias. El agua suena a nuestro paso, los cuervos se alejan graznando lastimeramente…
-¡Atencion!. ¡Distingo unas figuras entre la niebla. – El elfo me sobresalta, y instintivamente empuño mi hacha…
--Tranquilos todos. Parecen tan solo sombras. Quiza sean un eco de los antiguos habitantes de este lugar perturbados por nuestra presencia. ¡No los molesteis!.
Todos callamos, las figuras desaparecen, y el apreciado líder habla:
-¡Adelante! Ya no se ve nada.
Seguimos cabalgando por las inhospitas tierras brunas, y me fijo en el enano, distingo una barba rubia y unos ojos que se me hacen conocidos…
-¿Usted no será…?-me mada callar con un gruñido, y quedo ensimismado en mis pensamientos…