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Ver tema#75 Respondiendo a: gandalf el beis
Acción
Mi hacha estaba inquieta, algo olía mal allí. El elfo nos había mandado por ese camino, aunque yo, pensé, estaría preparado. De repente, un grupo de trasgos y hombres de tez cetrina salieron de la cueva. Yo, que iba más un poco rezagado (al fin y al cabo, soy un enano) saqué mi hacha y en es...
Acción
Me aparté de unos elfos presumidos, de esos que hasta para matar se consideran artistas. El tiempo me había demostrado que combato mejor solo. Hendí las cabezas de unos cuantos enemigos y salvé a más de un elfo, a pasar de todo mis aliados en este lance.
De pronto, un oriental gigantesco, de armadura ricamente decorada se abrió paso a golpes de espada "el jefe de los atacantes" me dije, pues se lo veía bravo y (aunque cruel) peleaba con genuino entusiasmo.
El grandote pasó a mi lado sin registrar mi presencia (o acaso me tomó por uno de los suyos) atacando al enano elegante que estaba casi a mi lado. El enano se midió con su filo y ambos forcejearon, mas de pronto el jefe invasor sacó una daga con la mano izquierda y, en ademán veloz, hirió al enano en el brazo.
El herido no dio al atacante la satisfacción de un grito de dolor, intentó repeler el golpe, pero cayó al suelo a causa de la hemorragia. El recuerdo de Dimas, mi antiguo y querido compañero de aventuras acudió a mi corazón...sin pensar casi en lo que hacía, salté sobre el jefe oriental quién, tomado por sorpresa recibió el golpe de mi cimitarra en pleno yelmo. El casco resistió el ataque, pero el cimbronazo del golpe mareó al oriental y eso era todo lo que yo necesitaba. Tomé al enano y lo cargué sobre mi hombro, quitándolo del fragor de la batalla. Cuando lo coloqué en tierra ya en lugar seguro, lo sentí respirar pesadamente.
-¡No temas ni intentes atacarme!- dije viendo que los ojos del enano llamearon al descubrirme acuclillado ante él- estamos del mismo bando, aunque te cueste creerlo...
Me aparté de unos elfos presumidos, de esos que hasta para matar se consideran artistas. El tiempo me había demostrado que combato mejor solo. Hendí las cabezas de unos cuantos enemigos y salvé a más de un elfo, a pasar de todo mis aliados en este lance.
De pronto, un oriental gigantesco, de armadura ricamente decorada se abrió paso a golpes de espada "el jefe de los atacantes" me dije, pues se lo veía bravo y (aunque cruel) peleaba con genuino entusiasmo.
El grandote pasó a mi lado sin registrar mi presencia (o acaso me tomó por uno de los suyos) atacando al enano elegante que estaba casi a mi lado. El enano se midió con su filo y ambos forcejearon, mas de pronto el jefe invasor sacó una daga con la mano izquierda y, en ademán veloz, hirió al enano en el brazo.
El herido no dio al atacante la satisfacción de un grito de dolor, intentó repeler el golpe, pero cayó al suelo a causa de la hemorragia. El recuerdo de Dimas, mi antiguo y querido compañero de aventuras acudió a mi corazón...sin pensar casi en lo que hacía, salté sobre el jefe oriental quién, tomado por sorpresa recibió el golpe de mi cimitarra en pleno yelmo. El casco resistió el ataque, pero el cimbronazo del golpe mareó al oriental y eso era todo lo que yo necesitaba. Tomé al enano y lo cargué sobre mi hombro, quitándolo del fragor de la batalla. Cuando lo coloqué en tierra ya en lugar seguro, lo sentí respirar pesadamente.
-¡No temas ni intentes atacarme!- dije viendo que los ojos del enano llamearon al descubrirme acuclillado ante él- estamos del mismo bando, aunque te cueste creerlo...
Umbrías son las montañas, mas la ciudad brilla:Se diría una gran mortaja flotando entre el cielo y la tierra.
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá con...
Quién se adelante hacia ella procedente de Ithilien la verá brillar cuando aún le resten millas para arribar la misma.
Quién llegue a ella desde el interior de Mordor la advertirá con...