Wirda (Libro II: La Espada y el Anillo)

14 de Mayo de 2003, a las 00:00 - Condesadedia
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LIBRO II: LA ESPADA Y EL ANILLO

PRÓLOGO: DE LO QUE FUE DE LOS HIJOS DE VIDRENA

    Veinte años después de la Caída de Dagmar, los ardieses sobrevivían en el Valle de Katerlain recuperando lo que podían de los trhogol. No les quedaba otra esperanza que Hildwyn, el hijo de Vidrena. Era alto y rubio, y todos decían que era igual que su padre, excepto por los ojos, uno verde y el otro negro. Todas las ardiesas estaban enamoradas de él y todos los ardieses querían parecérsele, aunque siendo tan pocos, tampoco tiene mucho mérito.
    Cuando Hildwyn cumplió veintiún años, su tía Hyrna decidió que ya era hora de que se convirtiera en Señor de Ardieor, y con este objeto consultó a las Damas Grises acerca de las formalidades de la ceremonia. El resultado fue desolador: La antigua espada que había pasado de generación en generación desde los tiempos de Golsan se la había llevado Vidrena a Ternoy y no se sabía qué había sido de ella. En cuanto a Wirda, la propia Hyrna la había visto desaparecer junto a Vidrena durante la Batalla de Dagmar. Y el Sello Ardiés, el anillo que siempre se había entregado junto con la espada, había desaparecido con su legítima propietaria, la Joven Señora Himanday, de la que solo se sabía que había desaparecido del Valle mientras todos dormían. Resolvieron el problema haciendo que un herrero forjase un anillo de hierro, réplica exacta del Sello, y a falta de otra, entregarían a Hildwyn la espada de su padre. Y así se hizo.
    Katerlain no había sido invitada a la ceremonia, ya que muchas veces había manifestado su voluntad de no tratarse con los humanos, pero al enterarse de que iban a celebrarla sin ella, se ofendió y apareció vestida con sus mejores galas, y dispuesta a aguar la fiesta. Se burló de Hildwyn por lo que llamó triste parodia de los Viejos Tiempos, y dijo que ella nunca le reconocería como auténtico Señor de Ardieor hasta que tuviera en su poder el auténtico anillo y la auténtica espada. Él replicó llamándola elfa, sin saber que ese había sido uno de los motivos por los que ella había abandonado a Garlyn siglos antes. Katerlain, sobrepasada ya la barrera de la cólera, lanzó un hechizo que erró su trayectoria y fue a acertarle a Layda, la hija de Hyrna, la cual comenzó a hablar de lo primero que le venía a la cabeza, sin que hubiera forma humana de detenerla.
    Dos días después, Layda seguía hablando, con grave riesgo de volver loco a todo el Valle, así que Hildwyn decidió tragarse su orgullo y pedirle disculpas a Katerlain. Sin llevar encima ningún objeto de hierro, se internó en el bosque hasta el Círculo de Piedras, pensando que la encontraría allí, y podría disculparse y suplicar que le quitase el hechizo a Layda, antes de que ocurriese algo en verdad irreparable.
    Pero no era Katerlain quien estaba en el Círculo aquella noche, sino Jassira, la mayor de sus hijas, una muchacha de pelo negro, ojos color turquesa y corazón de manteca. Había luna llena, cantaba un ruiseñor y ellos no tenían nada mejor que hacer, así que se enamoraron. Jassira retiró el hechizo de Layda y prometió a Hildwyn estar en el mismo lugar y a la misma hora la noche siguiente. Y así pasó una semana. Y al cumplirse la semana, Hildwyn consideró que ya había esperado suficiente y le propuso matrimonio, a lo que ella respondió huyendo a toda velocidad. Triste y meditabundo anduvo Hildwyn durante los siguientes días. Ya no se oía su risa cristalina al retorcerle la espada en la barriga a un trhogol, al ver rebotar en el suelo la cabeza de un no-muerto o al conseguir apoderarse del botín. Ya no se unía su voz al canto de "Tragando barro en los Pantanos", y buscaba tanto la soledad, y suspiraba tanto, que hasta su primo Dewyn, que no tenía fama de destacar por su inteligencia, cayó en la cuenta de que le ocurría algo. Con la ayuda de la Dama Gris de Dagmar, consiguieron sonsacárselo, y una vez informados del asunto, decidieron hacer algo. La siguiente noche de luna llena, mientras la Antigua Gente bailaba e n el Círculo de Piedras, Dewyn y tres de sus amigos, protegidos según las instrucciones de la Dama Gris, secuestraron a Jassira, y se la llevaron a Hildwyn metida en un saco.
    Hay muchas formas de evitar que una novia Antigua abandone a su esposo, y la más civilizada de ellas es que él se apodere de un objeto que le pertenezca y sin el cual se sienta indefensa. Claro que, según las leyendas ella siempre se las arregla para encontrarlo y abandonarte, pero Dewyn no esperaba que el propio Hildwyn devolviera su collar preferido a Jassira diciendo que no quería conseguirla haciendo trampas y que si quería podía irse. Y justo cuando ella estaba dándole las gracias y despidiéndose, apareció Katerlain. Y estaba muy enfadada.
    Sin atender a razones, se llevó a su hija y, como no podía hacer nada a los culpables del desaguisado debido a la protección que llevaban, le dijo a Hildwyn que Jassira solo sería la esposa del verdadero Señor de Ardieor, no de un farsante.
Recordando cómo Vidrena había marchado a Ternoy con la espada sin nombre y había regresado sin ella, Hildwyn no perdió el tiempo. Dejó a Hyrna al mando en Ardieor y se marchó a Ternoy con Dewyn, en parte para castigarle por su metedura de pata al raptar a Jassira y en parte porque todo héroe enamorado necesita un compañero sensato.
    No ocurrió nada digno de ser contado hasta una semana después de que ellos entrasen en los Pantanos. Se encontraron con la Gente de los Pantanos, unas tribus de humanos esclavizados por Zetra a la que servían como esclavos y cosas peores. Como habitantes de la antigua Frontera, hablaban una mezcla de ardiés y la lengua de los trhogol, y así lograron hacerse comprender por los dos ardieses.
    Resultó que los cazadores de la gente de los Pantanos habían estado vigilando a Hildwyn y Dewyn desde que habían pisado su territorio, y habían llegado a la conclusión de que Hildwyn era el libertador que un antiguo hechicero les había profetizado que algún día llegaría desde el Sur, y les libraría de Zetra y de todos los que les oprimían. Hildwyn no tenía la menor intención de quedarse a liberar a nadie, pero prefirió no insultarles, así que decidió no rechazar su hospitalidad al menos por unos días.
    Pero aquella noche, Hildwyn soñó que la propia Vidrena hablaba con él para decirle que si quería la espada sin nombre la estaba buscando en el lugar equivocado, porque ella sabía de buena tinta que la tenía Alwaid, en Dagmar, donde gobernaba, convertida en vampiresa por las malignas artes mágicas de Zetra. Era la que había utilizado para matarla.
    Hildwyn tenía que regresar a Ardieor, pero no sabía cómo sin ofender a aquellas personas tan amables, que además, eran más que él y estaban armados. Así que decidió decirles que en realidad ellos dos no eran más que unos enviados del verdadero liberador y debían partir para avisarle que le estaban esperando. Y, tras animarles a no perder la esperanza, volvieron a Ardieor.
    Hildwyn consiguió escalar la muralla del Castillo de Dagmar y entrar en la Torre Norte, mientras Dewyn le esperaba fuera. Pero era de noche y Alwaid estaba despierta. Al principio, se asustó pensando que el fantasma de Tairwyn había ido a visitarla; luego, al descubrir que era un hombre de carne y hueso, intentó seducirlo. Hildwyn le siguió la corriente hasta que tuvo en sus manos la espada que había ido a buscar, y entonces trató de zafarse. Alwaid, muy ofendida, le mordió en el cuello y lo mató. Pero ni eso ni ningún esfuerzo posterior consiguió que Hildwyn soltase la espada. Y Alwaid terminó arrojándole de la ventana de la torre con espada y todo.
    Dewyn regresó al Valle con el cuerpo de su primo. Hubo grandes demostraciones de dolor, y no fue la más pequeña la de Jassira, que había logrado huir de su encierro en Branglyn y refugiarse en la Casa Aletnor del Valle. Interrogaron a conciencia a Dewyn acerca de los últimos días de Hildwyn, y cuando descubrieron que Dagmar no se les había aparecido, ni siquiera en sueños, a ninguno de los dos, Jassira dijo que tal vez aún pudiera hacerse algo.
    Aquella noche, fue al Lago a la hora en que sale la luna y cruzó la Puerta que separa este mundo del Borroso, después de haber obligado a su hermana gemela, la Dama del Lago Arlina, a abrírsela. A través del Mundo Borroso, sobornando, halagando y amenazando cuantas veces hizo falta, Jassira llegó al Mundo de los Muertos, donde el alma de Dinel esperaba desde hacía veinte años una oportunidad para escapar, y mientras tanto mataba el aburrimiento representando a las almas que querían recurrir lo Irrecurrible ante la Implacable Señora del Destino.
    Dinel presentó la demanda ante Rhaynon por Muerte Indebida, representando a Jassira. Kuss, la Reina de los Muertos, se representó a si misma. Ambas partes argumentaron con mucha pasión y sólidas fundamentaciones, y presentaron testigos que las apoyaban. Dinel arguyó que la muerte de Hildwyn no era válida porque los Aletnor tienen derecho a un preaviso que en el caso del joven no se había realizado (lo cual se había probado con claridad meridiana mediante la declaración testifical de la propia Dagmar, que había estado jugando a la pelota con "Totó", el Perro Guardián de la Puerta, en el momento de la muerte de Hildwyn), pero, viendo que Rhaynon no daba señales de estar muy convencida, Jassira interrumpió la argumentación, pidió continuar ella con las alegaciones, y, previa venia de Rhaynon, comenzó a cantar.
    Cantó sobre el dolor del amor perdido, sobre el dolor de la brevedad de la vida y sobre todos los dolores en general, hasta que Rhaynon, presa de pavoroso dolor de cabeza, gritó con lágrimas en los ojos: "¡Fallo a favor de la demandante, pero por favor, que alguien la haga callar!". La muerte de Hildwyn fue declarada no válida, él devuelto a la vida y Kuss fue condenada, en concepto de costas, a liberar a Dinel.
    Mientras tanto, en Galenday, la hermana gemela de Hildwyn, que había desaparecido la misma noche en que ambos habían llegado al Valle de forma tan inesperada y había pasado la mayor parte de su vida en Galenday ignorando su verdadera identidad, acababa de descubrir quién era, y lo hizo del modo siguiente:
    Himanday había sido raptada por un joven jeddart que había soñado que debía llevarla lejos del Valle, y entregarla a Igron, el medio hermano de su madre, el cual prometió contarle la verdad a la niña a su debido tiempo. Pero Igron no cumplió su palabra. La llamó Hindy, dijo que se la había encontrado en las ruinas de una cabaña y la crió con su hija Adra, pero no le entregó el Sello hasta el día en que la envió a Gailander con Adra, que iba a casarse con un príncipe de allí.
    La caravana nupcial de Adra fue asaltada por bandidos cerca de la frontera. Hindy y Adra se las arreglaron para escapar, solo para caer en manos de Jalen, el hijo de Ildor de Erdengoth, y su grupo de amigos, que habían salido de Grialdán en busca de aventuras. A falta de opción mejor, las chicas se dejaron llevara a Grialdán.
    Por el camino, Jalen se enamoró de Himanday, aunque él creía que ella era Adra, pues las dos jóvenes habían decidido intercambiar sus identidades para que la verdadera princesa pudiera escapar en cuanto surgiera una oportunidad.
    Cuando llegaron a Grialdán, Jalen presentó sus prisioneras a Ildor. Pero tal era el parecido de Himanday con su madre que cuando Ildor la vio se desmayó de la impresión. En cuanto se recuperó del desmayo, decidió casarse con ella. Pero Jalen, que tenía otros planes, se enfrentó a su padre y terminó en un calabozo.
    Mientras tanto, Himanday había conocido a Gaynor de Kanilay, el antiguo Historiador de la Corte de Crinale, que varios años antes había entrado en posesión del diario de Hyrna (también conocido como Crónica del Asedio de Dagmar) por métodos poco claros, él decía que se lo había entregado un fantasma. Gaynor reconoció el anillo que ella llevaba, se fijó en el sorprendente parecido de la joven con Vidrena, y le dijo a Himanday quién creía que era ella. Himanday sintió entonces grandes deseos de ir a Ardieor y aclarar las cosas. Pero Igron se había enterado de lo que había ocurrido con la caravana nupcial de su hija y se había puesto al mando de un enorme ejército que avanzaba hacia Grialdán con la intención de rescatarla. Así que cuando los amigos de Jalen le sacaron del calabozo y le ayudaron a rescatar a Himanday el día previsto para su boda, y la joven comenzó su viaje hacia el norte, se lo encontró de frente. Discutieron, él se lo confesó todo y trató de retenerla por las malas, pero ella consiguió escaparse.
    Ildor había salido al encuentro del ejército de Igron en cuanto se había enterado de que iba hacia Grialdán, así que no tuvieron más remedio que enfrentarse. Igron mató a Ildor y Jalen, que había presenciado la batalla desde lo alto de una colina en calidad de rehén, se enfadó, rompió sus ligaduras, entró en el combate y mató a Igron. Una vez muertos los dos reyes, sus ejércitos no sabían qué hacer, así que aclamaron a Jalen como Rey de Galenday. Incluso Adra, que había acudido a la batalla disfrazada de caballerizo, se arrodilló ante Jalen y le juró lealtad.
    En cuanto llegaron a Crinale, Jalen la dejó al mando del país y viajó hasta Ardieor en busca de Himanday.
    Himanday, al llegar a Ardieor se había encontrado con que Hildwyn estaba muerto, Jassira desaparecida para tratar de devolverle la vida, y todos los ardieses muy deprimidos. Hildwyn soltó la espada que llevaba en la mano cuando Himanday se acercó a la cabecera de su cama, y abrió los ojos al deslizar ella el Sello en su dedo.
    Y entonces, Katerlain ya no tuvo ninguna excusa para impedir que Hildwyn y Jassira fueran felices para siempre si podían. Pero como no quería estar allí para verlo, abandonó el Valle y a partir de entonces fue Arlina quien se encargó de gobernar a las Antiguas y velar por el Hechizo.
    Jalen y la Guardia de Crinale, aliados con Hildwyn y los jeddart, consiguieron tomar Comelt por sorpresa, Hamlyn y Hyrna volvieron a ser sus Gobernadores, y Jalen y Himanday volvieron a Crinale, donde se casaron y al parecer fueron felices, ya que ninguno de los dos hizo envenenar al otro ni le envió a la Torre Solitaria. Por su parte, Adra se casó con un amigo de Jalen y se retiró a un tranquilo castillo en el Oeste de Galenday donde murió a una edad avanzadísima.
    Antes de que volvieran a Crinale, Hildwyn le entregó a Himanday como recuerdo la espada de Tairwyn y su copia en hierro del Sello Ardiés. Y la Dama Gris de Dagmar recitó una profecía:
-Estas son las cuatro señales que anunciarán la derrota de nuestros enemigos:
Del Sur vendrá la Primera Señal:
La espada y el anillo a casa volverán.
Del Este vendrá la Segunda Señal:
Una profunda sombra la luna cubrirá.
Del Oeste vendrá la Tercera Señal:
Un lobo gris sobre un dragón rojo volará.
Del Norte vendrá la Última Señal:
La luz más brillante en lo más oscuro brillará.

    Unos cien años después, sin previo aviso de cometas o raras conjunciones planetarias, ni siquiera de voces misteriosas en la noche o reveladoras y oportunas tormentas, llegó el momento de que la Profecía se hiciera realidad.
    Y las ruecas del Destino se pusieron en marcha.


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