Totham Garog

29 de Junio de 2003, a las 00:00 - Lughardo
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El viento arreciaba y abatía los árboles con fuerza descomunal, mientras la caballería se abría paso en las sombras de aquel lugar siniestro, el estruendo de los caballos y el metálico sonido  proveniente de las armaduras asomábanse sobre las grutas y paredes de la hecatombe hecha realidad, anunciando su trágico infortunio. A cada avance del ejército los ojos que se vislumbraban detrás de los cascos eran de pánico y desesperanza, el camino era adverso, próximo a la temible Xcalgard. Al terminar de atravesar el sombrío y llanoso  valle, se encontraron inmersos en un miedo profundo, su sangre se congeló y sus entrañas se revolvieron al ver tal escenario de crueldad y el pensar que ese podría ser su trágico fin.

Gente  descarnada, carbonizada y desmembrada tapizaba todo el vasto camino para  llegar a la fortaleza de Galador de Verthax El destructor.

El alfombrado humano desprendía en el aire un olor putrefacto. El paso de los equinos era estridente por los cráneos y huesos carbonizados de las víctimas. El camino largo era aún y sus fuerzas languidecían; ya habían pisado terreno de Xcalgard y extrañábanles que aún no los atacaran las huestes de Galador.

Bajaron de sus bestias y con espada en mano esperaron, entonces tomó la palabra Marlock de Sergunia.

-         Descansad, que pronto retomaremos el camino –dijo- hacia la fortaleza del Oscuro, y con la esperanza de  nuestro lado pondremos fin a esta pesadilla que se incrustó en Chrongard.

-         Señor, permitidme –dijo Valgor, escudero de Marlock (con gesto de pánico)- pero al otro  lado se encuentra... el hogar del TOTHAM GAROG, en el lago de Akrimba. Sin temor a equivocarme, le aseguro que él fue el artífice de tal carnicería y el miedo me invade las entrañas.

-         Mi buen amigo Odarmen –dijo el de Sargonia- nuestra gente ha vertido su esperanza en nuestro valor y rectitud. No me daré por vencido. Es más, del otro lado nos espera el mago Noxfoquiam. Viene de la tierra de Dragusia y en su poder las semillas Dracómanus. No le podemos fallar y  no permitiremos que ese dragón oscuro se apodere de Temporia.

En ese momento se incorporó, tomó su espada alada  y la cofradía le siguió sin pensar.

Marlock fue, como en toda la travesía, al frente del ejército. La tierra de Xcalgard sombría volviese por el manto de crueldad que impuso en ella Galador: seres del inframundo su morada hicieron y sus leyes ejercieron al mando del Oscuro, criaturas se pasean por  sus terrenos sedientas de miedo y desesperanza, hacen del odio su arma  y la blanden con temible maestría. Una de esas aberraciones es el THOTAM GAROG,  uno de los cuatro titanes que Galador  liberó del inframundo y los arrojó a cada uno de los rincones de Chongard; el más temible y bestial de ellos es GAROG .

Al cabo de dos hora habían avanzado un gran trecho, el camino parecía interminable, sin señal alguna del TOTHAM  GAROG.

Al llegar al lago de Akrimba, un aire frio les rasgó la piel congelándoles hasta la médula, sus alientos eran humeantes y cálidos como el de un dragón. Las nubes se cernían oscuras y tétricas en el cielo, mientras los árboles eran rasgados por el viento. Un canto emergía de las paredes del abismo, tal vez un canto, tal vez una maldición: una voz maligna, bramando, emanaba del mismísimo y gigantesco lago ocultándose entre las sombras. 

- Mortales, ingenuos – dijo la voz maligna - muchos  han sido abatidos en batalla, ante mí, el gran TOTHAM GAROG .

   El aire declinó , y el eco se hizo mas profundo.

-         Abominación de Vhertrax, tu reinado de terror está por rescindir, esta gélida grieta será tu pétrea tumba – maldecía  Noxfoquiam  erguido sobre una roca.

En una de sus manos llevaba el báculo legendario y en la otra una alforja. Su rostro apenas podía distinguirse, el viento resoplaba  sus barbas mientras  le volaba  la capucha.

Todos vieron un rayo de esperanza al ver al mago, en ese mismo instante, todos tomaron sus espadas y dagas, sus escudos y lanzas, y a los caballos la crin se les erizó al observar como una enorme sombra  se asomaba  de entre el lago. La negrura volvió el agua turbia y jadeante y se alzó hasta llegar a tocar la espesura del cielo y de la tiniebla emanaron un par de descomunales  alas que al dividirse despedazaron el cielo y dejaron al descubierto a su temible poseedor: sus ojos eran dos antorchas furtivas, de su deforme cabeza brotaron enormes cornamentas, su escamosa piel se tornaba gélida y cana. De esa aberración surgió un maleficio en lengua Noktum (de los servidores de Galador). En aquel momento surgieron del empedrado sangriento y paredes del lugar, sombras que eran una réplica del gigante  y abalanzaronse sobre el ejército pasmado. Marlock fue hacia el frente sin vacilar, Odarmen lo siguió y todos los demás  lo mismo hicieron. Noxfoquiam con conjuros y hechizos destruyó a un centenar de ellos, mientras el TOTHAM GAROG seguía su macabro canto.

 

                     Hijos de las sombras, venid sin

                    vacilo que  yo el Totham os llamo.

                    Su vida darán para encerrar la luz,

                    este nuestro triunfo será y la oscuridad

                    vencerá

                    ¡THOTAM GAROG OS LLAMA!

                    ¡HIJOS DE LAS SOMBRAS VENID!

                

   En la lejanía del dificultoso terreno y de la batalla  se veía como un sendero se postraba sobre las montañas que servían de cerca para la fortaleza. Y una sombra se postró sobre el sendero y al caminar de la tinieblas brotaron aullidos de criaturas diversas y acompañados de un relampagueante trajinar de miles de caballos de fuego como tremebundas  bocanadas de  volcán  cayendo en el llanoso terreno, con elegantes monturas de las que se distinguían vocablos en lengua Nuktum, con serpientes y dragones en los escudos de los espectros. Enormes espadas y lanzas se levantaban con soberbia y reciedumbre en el camino.

El metal único que forjaba  esas armas brotaba de las Montañas Nokturigan. Hábiles y oscuros forjadores eran sus artesanos, con poderes menores pero temibles, incrustaban esos maleficios a sus creaciones, que iban desde escudos capaces de agrandarse para  cubrir en totalidad a su poseedor, hasta espadas que al minúsculo toque de la afilada hoja  despedazan  hasta la roca mas pesada y rígida. Sus cascos eran cráneos de los enemigos vencidos tanto hombres, como bestias de diversos sitios de Chrongard.

En aquel momento se asomó una figura con una armadura oscura. Sombras rodeaban su cuerpo e irrumpían de él: era Zerphen de Dragusia, que significa en su lengua nativa Zafiro de Dragón. Rey de todo Dragusia, y fiel servidor del maligno Nigromante, escoltado era por dos terribles dragones escarlata que bramaban de cólera, los Dragonas.

La luna se alzó entre el bestial espectáculo esperando la caída de los héroes. Los guerreros, sin vacilar, arremetieron en contra de las criaturas, cabezas rodaban de ambos lados y los Garogs eran interminables, los caballos llameantes al mando de sus lúgubres jinetes perforaban las defensas ínfimas del áscar, y los hicieron replegarse hasta los muros de Akrimba que yacían en un abrupto del terreno. Acorralados y moribundos de estimo, corrían por un enorme pasillo de piedra negra. En  los arcos se escuchaba el ronco eco del canto del TOTHAM GAROG. El  lugar excelso era de hermosura que existió hace tiempo cuando los reinos en paz habitaban.

Los garogs los seguían mientras Marlock hacía resplandecer su espada en las tinieblas. A cada oda de la espada caía un espectro, tornándose en humo escarlata. Valgor hacía retumbar el clamor de lucha de su hacha y escudo, mientras Noxfoquiam alentaba a la lucha.

- ¡No desfallezcan! - gritó el Nigromante - Que el llamado de la esperanza sea escuchado en sus corazones, y les dé bríos para concluir esta encomienda ¡hijos de Chrongard!

-A cada palabra que provees, Noxfoquiam –dijo Marlcok -, sus fuerzas acrecientan y se hace menor su dolencia.

Mientras decía esto el de Sergunia, el mago lanzaba por los aires a un enorme Garog, que era atrapado por las enormes mandíbulas de uno de los Dragonas mientras lo partía a la mitad .

Corrieron a través del pasillo mientras recibían maldiciones de los entes, llegando a una estancia enorme que carecía de techumbre. Hubo un silencio profundo. En la sala sólo quedaban en pie unas cuantas columnas y esculturas. Marlock, junto con Noxfoquiam, diéronse la vuelta para ver qué permanecía del numeroso ejército. Los hombres que estaban en la habitación no eran más que aquellas columnas, y muchos heridos de muerte. Valgor era el único que no tenía lesión de gravedad, pero su escudo había sido resquebrajado en dos. Durante un tiempo que pareció perenne no hubo señal de los GAROG. Eso preocúpale a los héroes. Cuando iba a tomar la palabra el Mago, el suelo empezóse a rasgar y la sombra los cubrió entonces. Sus alas se posaron sobre ellos y los lanzó fuera de la habitación, y de la mano de Noxfoquiam salió la alforja, que se destruyó enteramente, y dejó al descubierto unas semillas que se deslizaban a una grieta

-¡Marlock, toma las Dracomanus! –dijo el Hechicero- Es nuestra única forma de destruir al TOTHAM GAROG.

Marlock corrió de nuevo hacia la sala esquivando los ataques del gigante ,y llegó tomando la última de las semillas, cuando una de sus piernas fue atrapada por las extremidades del de Garog, llegó Odarmen y lanzó por los aires una parte de su escudo y destruyó el brazo deforme del monstruo que se retorcía en el piso. Odarmen fue en auxilio de Marlock y del mago mientras se reponía el TOTHAM y fueron hacia fuera, de nuevo a la oscuridad .Y escuchaban como unos pasos enormes recorrían al igual que ellos el corredor. El aliento del gigante lo sentían en la espalda, y la salida lejana era aún, y tomaron la decisión que arriesgaba más sus vidas: enfrentarse ellos al Garog.

-Amigos míos –dijo Noxfoquiam-, correremos el riesgo más importante de nuestras vidas. Que nuestro último aliento sea para destruir esta crueldad, que la luz subyugue a la maldad.

“Efímero es nuestro paso por este mundo, mas no nuestros actos. Que por estos últimos nos juzguen. Que la luz guie nuestros corazones y armas a la destrucción de esta maldad.

-Hasta el fin, amigo mío –grito el de Sergunia- .

-Hasta la muerte, amigos –grito Valgor-.

Y arremetieron en contra de la bestia. Vieron su fin cerca, pero la esperanza reinaba en sus corazones.

Marlock trepó por una escalinata de piedra y se lanzó encima de la bestia cargando el poder de su espada en el cuerpo del TOTHAM GAROG y centelleando por todo el lugar. Esa espada había sido hecha para destruir cualquier tiniebla y oscuridad. Por eso su nombre: Anókturen (devoradora de tinieblas). Mientras Noxfoquiam lanzó truenos de un azul brillante que incrustábanse en el dorso de la bestia. Odarmen lanzó su hacha al rostro y dejándole una inmensa herida.

Lucharon durante horas y la condición estaba mermando en ellos, y se había llevado de nuevo al lago, cuando Marlock lanzó su espada por el aire y se incrustó en el corazón del Gigante. De la herida surgió fuego escarlata, asemejándose a su sangre. Marlock sacó la semilla de su bolsillo. Cuando la vio, Noxfoquiam le ordenó a Marlock que la lanzase a la abertura que había realizado con la espada. De la criatura brotaron alaridos de dolor y maldiciones hacia ellos, cuando Marlock de Sergunia la arrojó hacia la herida. Mientras, de los labios del mago emergió un conjuro que hizo que la semilla volara  y se incrustara segura en la herida.

Cuando la última parte de la semilla se acababa de penetrar, empezaron a germinar dentro del oscuro corazón de la bestia unas raíces que semejaban a la garra de un dragón, desgarrando el dorso del Thotam. Y una luz cegadora surgió de la herida, y con ella el último aliento del TOTHAM GAROG que fue botando de roca en roca, lanzándolo al vacío, cayendo y convirtiendo al monstruo en piedra. Los héroes vieron realizada su enorme pero no última encomienda: destruir al THOTAM GAROG. Y vieron cómo un árbol frondoso surgía del pecho pétreo de la extinta bestia del que alguna vez fue guardián y verdugo de Akrimba. Y mientras las tinieblas se dispersaban de nuevo hacia Xcalgard junto con sus huestes y Zephen de Dragusia, que al ver tal ferocidad de los combatientes huyó hacia su fortaleza. Al retirarse del terreno, Noxfoquiam lanzó un conjuro junto con semillas del árbol Dracomanus, e hizo que los muertos en batalla se transformaran en árboles; verdugos y milicia  que cuidarían que nunca volviese a surgir el TOTHAM GAROG.

“HASTA QUE LA TORMENTA SEA DESPERTADA

Y LA ESPERANZA RESTAURADA”.


  
 

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