Navidad en Grimmaud Place

01 de Noviembre de 2003, a las 00:00 - Aracair
Relatos de Fantasía - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]Meneame

Giratiempo escrito a partir del capítulo 19 (EL vasallo de Lord Voldemort) del Libro "El prisionero de Azkaban"


- No sé cómo lo hice -respondió-. Creo que la única razón por la que nunca perdí la cabeza es qué sabía que era inocente. No era un pensamiento agradable, así que los Dementores no me lo podían absorber...  gracias a eso conservé la cordura y no olvidé quién era. Gracias a eso conservé mis poderes...así que cuando ya no pude aguantar más me convertí en perro. Los Dementores son ciegos, como sabéis. -Tragó saliva-. Se dirigen hacia la gente porque perciben sus emociones. al convertirme en perro notaron que mis sentimientos eran menos humanos, menos complejos, pero pensaron, claro, que estaba perdiendo la cabeza, como todo el mundo, así que no se preocuparon. Pero yo me encontraba débil, muy débil, y no tenía esperanza de alejarlos sin una varita.    Ahí apareció Ionnenmel. Hasta ella había llegado mi dolor, la injusticia de mi situación y quizá mi imposibilidad de seguir sólo con mis fuerzas. Es largo de explicar pero ella y yo estábamos vinculados por un conjuro que mi madre pronunció y yo, sin saberlo, sellé. Así, justo cuando era necesaria, ella me vino a ver. Gracias a su ayuda pude sobrevivir. Me traía sentimientos, carnaza para arrojar a los Dementores sin perder la cabeza, cebos que me permitieron engañarlos durante tiempo sin yo tener que sucumbir. Entonces vi a Peter en aquella foto... comprendí que estaba en Hogwarts, con Harry... en una situación perfecta para actuar si oía decir que el Señor de las Tinieblas recuperaba fuerzas...


 NAVIDAD EN GRIMMAUD PLACE, DOS AÑOS DESPUÉS
 
 Acomodados alrededor del fuego Ron, y Harry jugaban al ajedrez, mientras Hermione leía el "Vademécum de plantas medicinales y sus usos". Todo estaba silencioso, solo se oía el rumor de la lluvia que  repiqueteaba monótona y el crepitar de la leña en la chimenea del salón contiguo a la cocina de la vieja y noble casa Black. Era aquella la última tarde de sus vacaciones navideñas y se presentaba repleta de nostalgias. Sirius dibujaba en el aire caprichosas formas con el humo de la pipa, contemplando, malhumorado y triste, los adornos navideños, ante la perspectiva de su inminente soledad. También Lupin, que acababa de dejar su guardia, se dejó caer cerca de la chimenea, alargando hacia las llamas las manos entumecidas por el frío de la tarde. Como era habitual en él parecía enfermo y cansado. De pronto Kreacher entró trayendo una bandeja con dulces para los chicos y más té para todos:

"Esa mujer Weasley a dicho a Kreacher que la las cinco les traiga esto, amo joven -dijo y siguió por lo bajini- y ojalá terminen todos indigestados y tengan que vomitarlo... Si mi buena Señora viera ahora esta casa y todo lo que ha pasado desde que ella no está. ¡Hombres Lobo, sangres sucia, y aquella Peredhil presuntuosa dándome órdenes la Lengua Antigua y llenando esto de hechizos de alegría y metiendo aquella música por todos los rincones...

Lupin levantó la vista, sorprendido y preguntó a Black, con la voz temblorosa:
- Ella estuvo aquí, ¿no es así Canuto?.

 Black palideció y, mirando los ojos de su camarada, le dijo intentando, a su vez, que su voz sonase indiferente:
- Sí, Lunático. Orejas estuvo aquí. La prueba es que Kreacher no para de maldecirla todo el tiempo, a poco que le preguntes. Al menos por temporadas, seguramente en verano, ella debió estar aquí... y, de algún modo algo ha impregnado con su esencia esta vieja y noble casa de los horrores. ¿Tú también lo has notado?
Lupin asintió con la cabeza, como si no tuviese fuerzas para luchar contra aquel devorador silencio.
-    ¿De quién habláis? -preguntó Harry.
- De una amiga común.
- De Ionnenmel
Habían contestado al unísono.

- ¿Ionnenmel? ¿No es el nombre de esa mujer que mencionaste aquel día que nos conocimos? -siguió preguntando- tú dijiste que apareció en Azkaban y que te ayudó...
El hombre miró al niño con sus ojos hundidos y arqueó una ceja en señal de duda, dejando salir las palabras tan despacio como dejaba salir el humo de su pipa:
- Sí, una vieja historia.
- "Decidme, queridos...¿qué es lo que distingue a un Eldar?" "Las orejas, profesor Kettleburn" "¿Las ojeras?...hum... bueno...de algún modo, como duermen poco sería un signo distintivo, aunque más propio de otras criaturas, como los vampiros"...."No, profesor, la orejas" "Si esto es más acertado: los Eldar son inmortales y por eso tienen muchas horejas en las que emplear su tiempo..." "No, profesor Kettleburn... las O-RE-JAS en forma de hoja..." -Recitó Lupin- ¿Recuerdas?

Sirius sonrió evocador, sin perder de vista a Kreacher, que había dejado la bandeja en una mesita en medio y se había quedado allí plantado, escuchando con descaro. Y dijo, como hablándose a sí mismo. "Y ahora les hablarán de esa perehendil que se atrevía a mirar a Kreacher con pena y quería que me fuera de la casa, que me alejase de mi buena señora y quería regalarme prendas y me perseguía con sus aires de grandeza... Mestiza, traidora, crueles Eldarim que no cuidan de los señores ni hacen nada útil...

- Háblanos de ella, dinos: ¿Quién es Ionnenmel? -Insistió Harry con la curiosidad de quien, por azar ha descubierto el cabo que puede resolver un misterio grande.

- Gracias Kreacher, puedes salir a hacer las tareas que seguramente tienes pendientes. -Ordenó Black al elfo. Luego advirtió los ojos de Harry clavados en él y agregó, como si le costase mucho hablar- Contestarte a eso es complejo. -Sirius se hundió en un largo silencio que el humo de su pipa llenó de  formas caprichosas...

- Es su esposa. -Dijo Lupin, tratando de agotar el tema. Sus labios querían sonreír pero sólo les salía una mueca que más parecía una contracción muscular.- Se casaron en Azkaban y ella entonces vivió aquí, por eso yo le preguntaba.

La sorpresa saltó sobre los niños como un gato sobre una ratita indolente, los ojos se les agrandaron y miles de preguntas estallaron una detrás de otra, como los petardos en las tracas de las fiestas mayores:  Pero... tú... ¿estás casado?. ¿Con esa mujer, con Ionnenmel? ¿Y dónde está ella? ¿Te dejó cuando entraste en Azkaban? ¿Ella no te amaba?  ¿Es una Mortífaga? ¿Ha muerto? ¿Dónde está ahora?

- Bueno, técnicamente sí... estoy casado... -contestó Black, empeñado en jugar con el  humo y sus volutas caprichosas-. Pero haced las preguntas de uno en uno. -Dijo Sirius algo molesto, como si hubiese perdido todas las palabras y ya no recordase el modo de hablar... o como si para abordar aquel tema necesitase un permiso especial de Lupin, quien al final pareció salir en su ayuda.

- A vosotros nadie os había hablado de Ionnenmel, claro. - dijo Lupin pero se interrumpió de golpe y, sin quererlo, se estremeció. En un segundo el rostro se le había rejuvenecido, como si retornase fugazmente a aquellos siete hermosos años de su adolescencia. Y luego volvió a envejecer de golpe. La plata que había lucido por un segundo volvió a ser el cabello entrecano de siempre.-  Pero cómo no hablaros de ella...  está tan presente aquí que a veces es como si la sintiese mirándome. Cuando entro en esta casa es como si esperase encontrarme con su sonrisa melancólica y cuando el viento sopla por las rendijas me trae su voz cantarina, y las notas de sus canciones Eldarim... 

- No entiendo nada -dijo Harry- ¿Los dos la conocíais? ¿Quién era ella?. ¿Y qué es una Eldarim?
- Sí, Harry, -aclaró Black- los dos la conocíamos por que era compañera nuestra en Hogwarts.
- ¿Y era tu novia Sirius? -siguió Harry.
- No. A decir verdad, sería más correcto decir que era novia de Lunático.
- Tampoco yo entiendo nada. -Dijo Ron que creía que los dos se reían de ellos- ¿Es una broma, no?. ¿Hay una chica novia del profesor Lupin, que cuando se entera de que tu estás en una prisión de máxima seguridad por un asesinato en serie y después de que el mismo Voldemort había asesinado a los padres  de Harry va hasta Azkaban y se casa contigo?. ¿Era una secuaz de Voldemort entonces? ¿Se había hecho una Mortífaga?
-  No, no, no... Ionnenmel había partido hacía tiempo con las gentes de su raza, justo cuando acabamos en Hogwarts, y nada sabía de Voldemort, ni del asesinato de James y Lily -explicó Sirius-, volvió por...

- Canuto, -interrumpió Lupin- si vamos a hablarles de ella, esto hay que empezarlo por el principio, sino no tiene ni pies ni cabeza...
- Bueno, Lunático -accedió por fin Sirius con un suspiro - supongo que, después de todo,  esta es una buena historia para contar alrededor de la lumbre.

- Quizá ha llegado la hora de hablarles y de hablarnos de ella abiertamente. -Contestó Lupin mirando francamente a Black-. Y debemos ser ordenados: Ionnenmel es... Bueno... no era como nosotros. Ella era en parte humana y en parte Eldar... Una medio elfa, Perhedil en su lengua
- ¿Eldar? -Dijo Hermione extrañada- He leído algo sobre ellos pero... ¿existen realmente los Eldar? ¿No son algo así como los elfos domésticos extinguidos?

- Bueno, Hermione, -contestó Lupin como si diese una clase magistral- este es un tema controvertido y que supongo que te interesa... Poco se sabe de los Eldarim: no están extinguidos sino que viven, por así decir, en un mundo paralelo, del cual sólo ellos conocen el camino y evitan escrupulosamente el contacto con nosotros. Se dice que en otro tiempo eligieron a algunos entre los hombres, las grandes familias sangre limpia,  y les enseñaron todos los Altos secretos de la Magia Blanca, pero los magos se revelaron contra sus maestros y algunos eligieron definitivamente el mal. Visto esto, los Eldar se retiraron y desde entonces nada quieren con nosotros. Los elfos domésticos pretenden ser parte de ese pueblo fabuloso y sostienen que algunos Eldar se quedaron entre nosotros por su gran amor a los hombres. Entonces su raza, lejos de su mundo, degeneró hasta convertirse en elfos domésticos vinculados al servicio de algunas familias. Pero te aseguro que Ionnenmel nada tenía de elfina. -Explicó Lupin mirando las rencorosas idas y venidas de Kreacher que había vuelto a entrar, esta vez con más troncos para avivar la chimenea- Son un pueblo fabuloso de gentes altas, muy hermosas, de piel clara, largos cabellos dorados y orejas picudas. Tienen un cuerpo fuerte, pero leve, como si su materia fuese más ligera que la nuestra, a veces desprenden un aura luminosa a su alrededor, y,  además se dice que soportan la pesadumbre de la inmortalidad, aunque esto está por confirmar. Lo que es seguro es que son extraordinariamente longevos. 

- Ionnenmel es una Eldarim, aunque sólo a medias. -explicó Black- su padre era Primus Olivier, un hombre polifacético, autor de muchos libros, ese que estás leyendo, por ejemplo. -Black señaló el libro cerrado en el regazo de Hermione- De él se cuentan muchas historias, casi legendarias. Era un Medimago muy dotado y también un mago metamórfico, como Tonks, algo muy raro entre nosotros. Un día, en la búsqueda de un remedio, obró un encantamiento de transformación y perdió la posibilidad de regreso a su cuerpo. Emprendió entonces un viaje espeluznante y llegó por accidente a las regiones Eldar en donde permaneció un solo día. Allí pudo retornar a su propia forma, fue curado y conoció a la madre de Ionnenmel, una misteriosa Eldar que había perdido a su esposo en un combate y regresó con Olivier a nuestro mundo, dejando allí tres hijos varones, ya crecidos.

- Las leyendas dicen que al parecer cuando Olivier regresó a su casa se encontró que había estado ausente no tres días, como él creía, sino treinta años. -siguió Lupin- Y descubrió también que sus conocimientos como Medimago habían crecido extraordinariamente. Pero no vivió feliz con su esposa. La medicina parecía robarle todo su tiempo y su mujer cada vez parecía sentirse más sola, añorar el paraíso que había dejado atrás y, encima no conseguía darle a Olivier lo que más deseaba su corazón: un hijo. Tras muchos años de conjuros, remedios y contrahechizos ella consiguió engendrar una hija, a Ionnenmel, pero en el esfuerzo la madre se debilitó extraordinariamente y al parir se dejó morir, probablemente la única manera de volver al mundo que ella añoraba. Olivier llamó a la niña con las últimas palabras Eldar que su madre había pronunciado: "Ionnenmel", que significa "hija de mi amor" y alejó a la abuela de la niña que quiso que ella creciera entre los de su raza. Olivier la crió solo intentando alejar a Ionnenmel de todo lo Eldar hasta que ella cumplió los once años y vino a Hogwarts. La quería para él solo, sentía cercana su propia muerte y sabría que con ella perdería para siempre a la niña. Así puso todo su esfuerzo en que ella eligiera quedarse aquí y quiso protegerla de todo.

- A los once años, -siguió Lupin- cuando llegó la carta de Hogwarts para ella.... Olivier se resistía a dejarla partir... nada podía aprender ella en Hogwarts. Dumbledore intervino: por una parte le hizo ver que fuera de él y de la vieja nanny, una squib, no conocía a ningún otro ser y aquella soledad la consumiría, como había pasado con su madre. Por otra parte sólo si establecía lazos con este mundo podría optaría por él. Olivier había sobrepasado los cien años y veía su propia muerte muy cercana... unos años con Ionnenmel fuera eran la única esperanza de que un día, ella pudiese morir y reencontrarse dónde fuera. Con esa esperanza la envió a Hogwarts: quería vincularla con la humanidad, borrar en ella cualquier rastro Eldar.



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