El Espejo del Bosque

05 de Febrero de 2004, a las 00:00 - pippin_regalado
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He aquí una historia que sucedió hace mucho tiempo, en lugares ya olvidados.

Todo empezó en una aldea que estaba situada en medio de un gran bosque. No me preguntéis qué tipo de árboles crecían en el bosque, pues ese dato nunca se mencionaba cuando sentados alrededor del fuego, los mayores contaban esta historia a los niños.

En la aldea todos tenían su tarea. Había granjeros, leñadores, recolectores, cocineros, sastres, carpinteros... en fin, todos los trabajos que necesita una comunidad.
La vida en la aldea era muy apacible, durante el día todos se dedicaban a sus tareas, y al caer la noche se reunían en la Casa Grande a cenar y a compartir sus vivencias.
La ordenación de la vida de la aldea corría a cargo del Jefe, siempre guiado por el Consejo de Ancianos. Según se decía, los Ancianos podían saber con antelación qué sucedería en el futuro, y el Jefe siempre tenía el buen tino de tomar las decisiones que más favorecían a la aldea.

El personaje principal de esta historia era un muchacho joven. Nunca se ha transmitido su nombre en esta historia, así que aprovechando que ahora soy yo quien la narra le llamaré Roy.
Roy era recolector. Como tal iba al bosque a recoger frutos, setas y plantas que servían tanto de condimento en la comida como de remedios para algunos males.
Hay que decir que nadie en la aldea elegía su tarea. Por alguna suerte de magia o hechizo vertido sobre aquella región, cuando nacía un niño o una niña tenía una marca en la frente, y esa marca se correspondía con la tarea que debían desarrollar.

En fin, que un buen dia Roy iba caminando por el bosque, cogiendo unos frutos aquí, algunas hojas y raíces allá, cuando vio una especie de espejo en el aire. Según se cuenta no "era" un espejo, o no debería entenderse como un espejo "físico", tangible.
Era como si la humedad y la niebla en esa parte del camino se hubiesen concentrado, y devolvían su imagen. Roy se acercó con curiosidad y se quedó contemplándolo. Sin duda alguna eso había aparecido ahí de repente, pues había hecho muchísimas veces ese camino y jamás lo había visto, jamás hasta ese día.
De repente se encontró mirando a la nada, el espejo ya no estaba allí. Notó que tenía frío.
-¡Santo cielo! -Pensó.- ¡Ya es de noche!
Roy volvió a la aldea corriendo, sin haber recolectado apenas nada.

Estaban cenando en la Casa Grande y comentó al resto de recolectores lo que le había pasado. Se sorprendió al oír que muchos de ellos ya lo habían visto, algunos más de una vez.
Se pusieron a hablar animadamente de lo curioso del caso, que a veces aparecía aquí o allá, y de la magia que debía tener eso, que los "atrapaba" durante horas. Pero todos coincidían en que sentían un mar de emociones cuando estaban frente al Espejo, y que después de haber estado ante él tenían mejor juicio y las cosas se veían diferentes.
Roy sólo había vivido esa experiencia una vez, y aunque se sintió identificado con lo que decían los otros, todavía no acababa de entender del todo bien lo que había supuesto, no lo había asimiliado.

Desde aquél dia, Roy siempre salió a recolectar con mucha ilusión y esperanza, por si volvía a encontrarlo. Y desde entonces lo vio más veces, aunque tendría que pasar mucho tiempo por cierto hasta que se lo volviera a encontrar. Pero tarde o temprano lo que tiene que pasar pasa, y Roy ya se había convertido en todo un hombre cuando otra vez, en medio del camino lo vio. Como cuando fuera la primera vez, las horas se le pasaron como segundos.
Esa noche volvió con gran alegría a la aldea. Estaban cenanado todos en la Casa Grande como era costumbre, la mayoría de los que estaban cerca suyo eran otros compañeros recolectores, pero a su derecha estaba sentado Tom, un leñador. Tom era un gran amigo de Roy. Él también trabajaba en los bosques, y aunque todos los recolectores tomaban diferentes caminos, y lo mismo hacían los leñadores, muchas veces se encontraban y pasaban juntos el día.
Bien, pues le preguntó a Tom si había visto alguna vez el Espejo en alguna de sus salidas por el bosque. Él le dijo que no, que jamás había visto eso... Roy preguntó a algún que otro leñador de confianza, pero nadie lo había visto.

Eso era cierto, pues los leñadores oyeron hablar de aquello por vez primera en boca de Roy. Éste se soprendió de las respuestas obtenidas. Pensó que si los leñadores iban por el bosque tanto como los recolectores ¿por qué no lo habían visto?
Algo en el interior de los leñadores despertó, y de vez en cuando preguntaban sutilmente a los recolectores acerca del espejo. Los leñadores también se extrañaron, y al poco tiempo era un tema habitual de conversación entre ellos. Desde entonces siempre salieron con los ojos bien abiertos cuando salían a cumplir con su tarea.

Y así fue como con el transcurso del tiempo, los leñadores también vieron el espejo. Era una noche más, y todos estaban cenando en la Casa Grande. Tom se sentó junto a Roy y le dio una curiosa noticia: Esa mañana había visto el Espejo, y aunque no había sido el primero entre los leñadores, tampoco fue el último. Y desde que también lo vieron los leñadores, la noticia de que había un espejo mágico en los bosques de alrededor se empezó a escuchar en la aldea, y fue así como unos pocos aldeanos, ajenos a la vida del bosque, también oyeron hablar de él.
Ahora bien, si los recolectores preguntaban a los leñadores por su experiencia ante el Espejo, éstos decían que les parecía algo muy mágico, pero jamás se supo que "atrapase" a ninguno de ellos, ni que les diese buen juicio, así pues había grandes diferencias entre ellos. Los recolectores nada dijeron de que sus experiencias eran más profundas, pues aunque algo habían hablado con los leñadores, siempre tuvieron el buen acierto de no decirles que el Espejo les daba un mejor juicio a la hora de valorar hechos o tomar decisiones.

Más años pasaron, había un nuevo Jefe (el anterior había muerto) y el número de ancianos del Consejo de Ancianos había disminuido, por las mismas razones. Había que hacer un llamamiento en la aldea para aprobar a los que serían los nuevos miembros del Consejo, normalmente elegidos por los todavía miembros. Entonces, muchos se dieron cuenta de que los miembros del Consejo de Ancianos siempre habían sido Recolectores, y lo atribuyeron a que hasta el momento sólo los recolectores habían estado ante el espejo.  Esto les enfadó y molestó sobremanera, ya que pensaban (erróneamente por cierto) que los Ancianos siempre habían guiado al Jefe favoreciendo sus intereses.

Tom, aunque era todavía joven y no podía pertenecer al Consejo ya miraba por su bien (o así creía). Junto con algunos de los suyos, se presentó ante el Jefe.
- Señor -dijo. He de deciros algo antes de que se haga la elección de los nuevos miembros del Consejo de Ancianos. Hasta ahora siempre han sido recolectores... Y creo que sería bueno que representantes de todos los oficios formasen el Consejo. Hasta ahora sólo han mirado por el bien de sus gentes.
- ¿Y qué te hace pensar eso? El Jefe no era un hombre de muchas luces, por eso siempre había estado guiado por un Consejo, aunque como ya os conté al principio siempre tenía buen tino a la hora de hacer valoraciones y tomar decisiones.
- Verá, Señor... Creo que se debe a algún tipo de magia o encantamiento. Hay en el Bosque un Espejo mágico. A veces aparece en algun lugar del camino, y no vuelve a aparecer hasta el cabo de un tiempo en otro lugar. Nosotros oímos hablar de este espejo a los recolectores. No sabíamos nada de este espejo hasta que ellos nos hablaron de él. Bueno fue un Recolector, Roy, quien nos habló de él. Desde entonces siempre fuimos alerta y algunos de nosotros hemos logrado verlo. Pero todos los recolectores lo han visto, Señor.
- Si eso es como dices, Tom de los leñadores, debo decir que eso explicaría por qué los Ancianos siempre me han aconsejado tan bien, y a otros antes de que yo ocupase el lugar. Mañana durante la cena está previsto que dé el Parlamento acerca de la elección de los nuevos miembros del Consejo, y allí hablaré de lo que me has contado.
Y así fue como al día siguiente, durante el transcurso de la cena tal y como había dicho el Jefe y por las palabras de Tom, el resto de la aldea oyó hablar por primera vez del tema del espejo mágico, como ya le llamaban.

- Queridos aldeanos -empezó diciendo el Jefe.- Hoy deberíamos hablar del Consejo de Ancianos. Como todos sabéis pocos son los miembros ahora, pues el tiempo y la fatiga se han llevado a muchos de ellos. En otra situación los Ancianos habrían presentado hoy a sus candidatos para el puesto y vosotros, oh querido pueblo, deberíais haber decidido si aprobar o no a los nuevos miembros. Pero no será así, pues antes de eso quiero hablar con ellos y con algunos de entre los recolectores para saber qué hay de cierto en algo que he oído hablar sobre un espejo mágico. -Hubo un murmullo generalizado, a todos sorprendió que el Jefe hablara de espejos mágicos, y todos querían saber qué demonios era eso.

El Jefe abandonó la sala, y con él los Ancianos. Algunos sirvientes del Jefe se acercaron hasta Roy y otros recolectores, y les dijeron que debían ir a la Casa de Mando, residencia del Jefe y lugar donde se organizaba la aldea. También algunos leñadores encabezados por Tom fueron llamados.
Y así fue como comparecieron ante el Jefe los Ancianos, recolectores y leñadores.

- Y bien, ustedes -dirigiéndose a los ancianos- ¿me van a explicar qué es eso del espejo mágico?
- El espejo del bosque, Señor -empezó a hablar uno de ellos- ha sido un secreto de la magia reservado exclusivamente a los recolectores, ya que desde incontables años el espejo del bosque se ha mostrado ante nosotros y nos ha transmitido grandes conocimientos, con los que hemos procurado guiar al Jefe de turno.
- ¡No sólo a los recolectores! -le interpeló Tom. Algunos de nosotros también lo hemos visto.
- Pero sólo recientemente, desde que conocéis su existencia. -Era Roy quien hablaba ahora.- Hay además algo que has pasado por alto, una diferencia fundamental entre vosotros los leñadores y nosotros los recolectores. ¿No has escuchado al Anciano? El Espejo transmite conocimientos. Son esos conocimientos los que hacen que los miembros del Consejo hayan sido Recolectores. Vosotros conocéis la existencia del espejo gracias a (o por culpa) nuestra, en especial fui yo quien te hablé del espejo. Luego, cuando lo visteis, nos limitamos a escuchar vuestras experiencias y nos sorprendió que fuesen diferentes de la nuestra. Vosotros sólo sentíais curiosidad ante el Espejo, a nosotros nos absorbe durante horas, y nos transmite unos conocimientos y unos valores, y una diferente visión de las mismas cosas.

El Jefe escuchó con gran atención las palabras de Roy. Tom no sabía qué decir ahora.

- Creo que las cosas están bastante claras ahora -añadió el Jefe.- La próxima semana se decidirán los nuevos miembros del Consejo. -Y dijo esto y se retiró, y los demás le imitaron.

Durante esa semana Tom y los suyos fueron los únicos dispuestos a hablar del espejo mágico al resto del pueblo. Contaron su versión, evidentemente. Omitieron que ese espejo transmitía conocimientos a los recolectores y dijeron que los recolectores querían apropiarse indebidamente de él, cuando era algo que aparecía en el bosque y era de todos. Instaron además a todos a buscarlo, mostrando así su verdadera intención: que muchos de ellos reclamasen el derecho ser miembros del Consejo de Ancianos, y que no fuese sólo para los recolectores.
Tras escuchar estas palabras, muchos pensaban sin duda que los que trabajaban en el bosque, fuera de la aldea, eran sin duda gente extraña y que había que intentar evitar. Otros sentían miedo al oír hablar de magia, y jamás habían entrado en el bosque, ocupados en sus tareas y preferían quedarse en sus casas tranquilamente. Otros no se creían esos "cuentos para niños" como los llamaban. Pero muchos otros habían prestado oídos y sí creyeron lo que Tom y los suyos les decían, y esos empezaron a salir al bosque en busca del espejo. De entre todos estos nuevos aldeanos, sólo Ham el granjero, un tipo astuto aunque sin muchos amigos, dijo haberlo visto.

La semana pasó, y era tiempo de decidir si aprobar o no los miembros para el Consejo de Ancianos. El Jefe y los Ancianos comparecieron ante los aldeanos.
- Y bien, hoy se decide el futuro del Consejo -decía el Jefe, y cedió la palabra a los Ancianos, que empezaron a recitar su lista de candidatos.

Rob de la Baya, Harry Mandrágora, Foster Salvia... la lista continuaba. Los aldeanos escuchaban atentos, y todos ellos eran ancianos con una excelente reputación, queridos por los demás aldeanos... y (o pero) evidentemente todos eran recolectores. Muchos creyeron entonces con más firmeza lo que habían oído de Tom, y protestaron. Decían que no era justo que sólo Recolectores fueses miembros del Consejo.  Que también otros habían estado ante el espejo, Tom, otros leñadores, y se nombró a otro aldeano: Ham, un granjero. Entonces, desde el gentío, Ham habló al Jefe y los Ancianos:
- Señor, no veo justo lo que los Ancianos proponen, pues usted sabrá ver que sólo miran por los suyos, por los recolectores, mientras que hay otros que hemos estado ante el espejo y deberíamos tener las mismas oportunidades. También otros como Tom y otros leñadores reclaman su derecho a pertenecer al Consejo.

Entonces los Ancianos hablaron nuevamente con gran verdad al Jefe y le dijeron (en privado):
- Señor, aparte que ninguno mencionó haber obtenido conocimientos jamás, aparte de que Ham y Tom y los otros son demasiado jóvenes para ser del Consejo... Ninguno de ellos cuestiona que el haber estado ante el espejo sea un buen criterio para pertenecer al Consejo. Saben que desde hace siglos los Ancianos han actuado con gran acierto, y que algún motivo hay para ello, y cegados por sus ganas de poder ser Consejeros se limitan a decir que han estado ante él, sin importarles en qué manera puede actuar este hecho para convertirlos en alguien con derecho al Consejo. Pero no les importa si estar ante el espejo es un buen motivo, prefieren contemplar esta opción y ser así parte del grupo
- que teóricamente tendría esos derechos... Quiero decir con esto que su único interés es "formar parte" del grupo con opciones, olvidando que pueda haber otro motivo detrás del hecho de ver un espejo. Somos del Consejo por haber estado ante él sí, pero porque haber estado ante él significa que nos ha reportado conocimientos y buen juicio. Buen juicio que evidentemente ellos no tienen si nos fijamos en su actuación...
Pero tampoco les hago culpables, pues ellos afirman con razón (al menos todos excepto ese Ham, que estaba en su casa el día que afirma haberlo visto) que han estado ante el espejo, y no pueden entender que con el mismo hecho nosotros podamos sacar un provecho y ellos no. Y  así lo seguirán creyendo, engañados por su propio desconocimiento.
Señor, si la magia que hay en este lugar nos hizo recolectores, fue porque nosotros hemos sido elegidos para entender lo que nos quiere transmitir. Y por alguna razón que no alcanzo a comprender, esa magia también ha puesto en el bosque a los leñadores, que con un poco de suerte alguna vez podrán comparecer ante el espejo, aunque sin más provecho que estar ante él.
Quiero acabar diciendo con esto Señor, que todos tenemos nuestra tarea, y que jamás lograremos hacer aquello que no nos ha sido encomendado, y así es que los hombres no pueden volar, ni las aves comunicarse mediante palabras.
    
Sabias fueron las palabras del Anciano, y el Jefe con su habitual buen tino, entendió que tenía razón. Decidió entonces que la lista estaba aprobada, y así fue como de nuevo el Consejo de Ancianos estuvo formado únicamente por antiguos recolectores.

Y allí quedaron los leñadores y con ellos Ham el granjero, incapaces de entender que ellos no tendrían lo que no les había estado deparado.
E incluso el sabio se equivocó en algo de lo que dijo: ninguna magia quiso que los leñadores no captasen lo que el espejo querían transmitir. Era la propia naturaleza de los leñadores la que hacía que a pesar de poder ver el espejo no les transmitiese nada, y así es como jamás fueron capaces de entender lo que los recolectores decían.

FIN


  
 

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