El Señor de los Arillos

11 de Mayo de 2004, a las 00:00 - Skualo y Shark
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Tres arillos para los weyes Delfos en los hoteles de lujo
Siete para los Chaparritos en el table dance de la montaña
Nueve para los Hombres vagabundos condenados a colgar los tenis
Uno para el señor Prieto sobre el trono... Prieto
Un arillo para gobernarlos a todos, un arillo para encontrarlos,
un arillo para atraerlos a todos y atarlos a las tinieblas
en la tierra Me-Muerdes donde se extiendes las babas.


Silbo Pantaleón, un hobbit de la Chomarca, andaba de vacaciones en las montañas soleadas(en realidad quería ir a Acapulco, pero no le alcanzó el dinero) y como tenía mucho calor se metió a la casa de unos Tuercas que andaban malhumorados porque un wey gringo que se llamaba Sollum se desayunaba a sus familiares.

El caso es que Silbo fue correteado por los Tuercas y para salvarse de ellos se metió en la Sollum-cueva. Allí adentro no tuvo mas remedio que platicar con esa criatura horrible y apestosa que durante un momento confundió con su sobrino, Froto. Entonces batieron en un duelo de acertijos en inglés(aunque Silbo no sabía nada de idiomas extranjeros) y Sollum ganó, así que para poder escapar, Silbo le rompió la cabeza a su contrincante con una piedra, le quitó la cartera, el taparrabo, las alhajas y se fue a visitar otros lugares.

La historia comienza con la fiesta de disfraces del viejo Silbo, que estaba por cumplir 111 años de edad. Froto Pantaleón, el sobrino de Silbo, estaba sentado a la sombra de un arbolito haciendo quién sabe qué, cuando escuchó el estéreo de la carreta de Mandalf el Wey. Inmediatamente se subió los pantalones y corrió a recibir al andrajoso mago.

Froto: Llegas tarde.
Mandalf: Un mago nunca llega tarde. Tampoco llega temprano. Llega exactamente a la hora que le da la gana. En todo caso, ¿a ti que te importa, Froto Pantaleón?
Froto: Pues tu traes los fuegos artificiales, wey. Me da mucho gusto verte,
Mandalf - entonces se le avienta a los brazos y Mandalf lo arroja por los aires.
Mandalf: ¡No! Te apestan las peludas patitas, Froto.
Froto: No puedo evitarlo, así somos todos los hobbits aquí en la Chomarca. Bueno, bye.

Entonces Mandalf se fue a visitar Silbo. En la puerta había un anuncio que decía: "Solo asuntos de la fiesta". El mago tocó a la puerta con su lujosísimo bastón hecho con un palo viejo.

Silbo: ¡Lárguese, quienquiera que sea! No quiero mas visitas, parientes, admiradores, carteros, cobradores, mensajeros, vendedores de enciclopedias, novias de la juventud, niñas exploradoras, deportistas, escritores, antiguos compañeros de estudios, Chaparritos, Hobbits, Hombres, Delfos, Tuercas, Sollums, trolls, águilas, Aysengardos, jinetes prietos, violadores, delincuentes, Beórnidas, dragones, reporteros, estudiantes, arañas gigantes, poneys, vagabundos, limosneros... ni otras personas.
Mandalf: Eh... ¿Qué tal viejas amistades?
Silbo: No, tampoco, ni siquiera sé quien fregados eres.
Mandalf: Tu amigo Mandalf el Wey, me recuerdas ¿no?
Silbo: La verdad no, pero pasa, ¿quieres café?
Mandalf: Mejor una cerveza.
Silbo: Muy bien - y se fue a la cocina.

Mientras, Mandalf casi se desnuca con las vigas del techo. "Maldito enano", murmuró. Luego se dispusieron a chismear y a hacer bromas por teléfono, aparte de fumar hierbas un rato. Esto era una especie de deporte hobbit.

Al llegar la noche había una pachanga bien ruidosa en la Chomarca. Fueron como 100 hobbits, a pesar de que la mayoría odiaba a Silbo. Pero no importaba mucho porque había comida gratis.

Algunos hobbits envidiosos que no fueron invitados llamaron a la chota, según por el exceso de ruido. Un intento fallido, pues hasta los poli-hobbits estaban en la fiesta(todos bien pedos).

También estaban ahí Terry y Pepe, dos hobbits muy apegados que acostumbraban a robar cosas a todo mundo, especialmente a Mandalf. En ese momento, Silbo comenzó a hablar encima de un barril.

Silbo: ¡Hey, ustedes, recua de burros, atención, atención! - todos lo ignoraban - ¡Háganme caso, bola de imbéciles! -uno que otro hobbit lo miró entonces y sintió lástima. Entonces cerraron los hocicotes llenos de comida de una vez. Uno de ellos habló.
Hobbit: Silbo, ya sabemos que te vas a ir, así que lárgate de una buena vez, aquí nadie te quiere. Por cierto, gran fiesta, aunque los bocadillos huelen tan mal como tu, pero en fin.

Silbo metió la mano en la parte trasera de su pantalón (ahí tenía un piercing) y se rascó. Entonces desapareció y todos siguieron comiendo y emborrachándose para reponerse.

Ya en la casa, Silbo empacó ropa en una maleta y habló un poco con Mandalf, que se le había adelantado y curiosamente tenía los bolsillos más llenos que cuando llegó.

Silbo: ¿Vigilarás a Froto?
Mandalf: ¿Yo? ¿Por qué...? Eh, claro que sí, viejo amigo.
Silbo: Le dejaré todo lo que tengo.
Mandalf: Tuvieras tanto, pobretón, ratero... es decir, le dejarás hasta el Arillo, supongo.
Silbo: No, el Arillo es mío, yo me lo robé... digo, me lo encontré. Es mío, mío propio, mi tesssoro -dijo esto con cara de psicópata asesino y violador.
Mandalf: Amigo mío, te aconsejo que...
Silbo: Me importa un peine lo que me aconsejes.
Mandalf: ¡Silbo Pantaleón! ¡No me tomes por un pinch... maldito mago barato hijo de perra, delincuente y desgraciado (aunque lo sea)! No estoy tratando asaltarte, estoy tratando de ayudarte-dijo esto mientras cruzaba los dedos tras su espalda -Confía en mí. Dale el Arillo a Froto.

Entonces Silbo se bajó el pantalón y se arrancó el piercing del trasero. Aventó el Arillo al suelo y se fue (nótese que no se bañó) Froto llegó después. Y recogió el Arillo. Mandalf le daba la espalda.

Froto: Se fue, ¿verdad?-preguntó mientras sonreía ampliamente-: ¡Yupi!

Mandalf seguía inmóvil. Se le acercó y notó que estaba dormido, así que Froto se fue a la cama. A la mañana siguiente, el mago ya no estaba, y Froto aprovechó para festejar lo de Silbo y se pasó el día pisteando en el bar.

Tiempo después, Mandalf llegó de gorrón como siempre, pero Froto no estaba allí. Desde que vivía solo se la pasaba de parranda. Finalmente el hobbit llegó(borracho) y se tropezó al cruzar la puerta.

Mandalf: ¡Al fin llegas!
Froto: Mira wey... hip... estoy... estoy... estoy en mi casa y yo puedo... -se quedó dormido. Mandalf le dio un golpe en la cabeza para despertarlo.
Mandalf: ¿Tienes el Arillo?
Froto: Sí, ¿por qué?
Mandalf: Mételo en el microondas y ponle 10 segundos.
Froto andaba muy obediente ese día, así que metió el Arillo y lo puso a calentar el tiempo que Mandalf dijo.
Mandalf: Ahora sácalo. No te preocupes, está frío.
En efecto, cuando Froto sacó el Arillo estaba convertido en un cubito de hielo.
Mandalf: ¿Puedes ver algo?
Froto: Sólo un poco de hielo. Mandalf, ¿qué caso tuvo hacer esas cosas?
Mandalf: La verdad solo quise ver si me obedecías, y lo hiciste. Ahora te digo: el Señor Prieto forjó este Arillo para dominar la Tierra Pantimedia, pero lo extravió y la criatura Sollum se lo encontró, y luego sucedió lo de Silbo. Froto, el Arillo solo puede ser destruido en la Grietas Flameadas, en el monte de Venus, que se encuentra en la tierra de Me-Muerdes, muy lejos de aquí, ¿lo llevarás?
Froto: Sí, pero antes necesito algo para la cruda.

Luego Mandalf se puso el delantal floreado favorito de Silbo y le preparó unos chilaquiles bien picosos y una chelita helada.

Froto: Por cierto, creo que Samy, el jardinero, ha estado escuchando por la ventana, así que muélele la choya a bastonazos.

Efectivamente, Samy apareció bajo los arbustos con una cámara y fotos de Froto cambiándose de ropa... bueno, pues por tanto trancazo se desmayó y los otros dos lo secuestraron para que no los delatara.

Mandalf: Mira, Froto, tienes que llegar a Rivendel Inn, el hotel de lujo de Melro el medio Delfo. Debes esperarme en Bree, en la posada del "Mulo besucón". Allí te encontraré. Antes debo ir a visitar a mi compadre Súperman el Güero, en Aysengard. No uses el camino.
Froto: ¿Por qué? ¿Acaso seré perseguido o algo así?
Mandalf: Yo no sé, solo quiero que batalles aunque sea un poco, huevón.
Froto: Ah, está bien. Ya me voy.

Y así fue como Samy y Froto comenzaron el viaje. La gente los veía pasar y murmuraban: "ya sabía yo que algo había entre ellos".

Cuando iban caminando entre las matas del viejo Margot, encontraron a Terry Cervezamo y Pepe el Tuk, ocultos entre las matas. Ellos respondieron que los habían asaltado cuando Froto les preguntó por qué traían la ropa al revés, pero Froto no les creyó. Con el fin de que no les contaran a los otros hobbits acerca de su secreto, Terry y Pepe los acompañaron.

Pepe: ¿Y para dónde van?
Samy: A destruir un Arillo de poder que perteneció al señor prieto Suarón, en las Grietas Flameadas en la tierra Me-Muerdes muy lejos de aquí, creo.
Froto: Exacto- apretó los puños-, pero acuérdate que es secreto, ¡grandísimo imbécil! Podrías compararte en inteligencia con cualquier Tuk.
Pepe: ¡Hey...!

Pero no terminó su reclamo porque el granjero Margot los venía correteando.

Margot: ¡Salgan de mi propiedad, perros desgraciados! ¡No es la primera vez que dejan las matas llenas de leche!

Los otros salieron corriendo como galgos por entre el maíz. No eran muy aptos para las carreras así que se dieron unos buenos marranazos al caerse en la colina. Samy se descalabró otra vez.

Froto: ¡Salgan del camino, trío de idiotas!(entre las costumbres típicas de los hobbits no se podía contar el respeto al prójimo)

Ya se podía escuchar a un jinete prieto que se acercaba. Los hobbits se apretaron en hoyo en el suelo (Pepe junto a Terry) y se asomaron para ver al wey que venía.

Era un tipo bien alto vestido todo de negro y con una bicicleta blanca. En realidad parecía un policleto común y corriente, pero los otros ya se estaban orinando del miedo. El jinete parecía estar acatarrado, porque respiraba y olía con dificultad.

Jinete Prieto: Pantaleón.... Chomarca.... sniff... sniff...
Hobbits: ¡Ay, wey...!

Otra vez corrieron como alma que lleva el diablo para otro lado, pero ésta vez con el ciclista... digo, jinete prieto tras ellos. A Terry se le ocurrió huir en el transbordador de Gamopulco, que era un yate muy lujoso para hobbits jubilados.

Usaron a Samy como carnada para el jinete(lo ataron a un árbol) mientras pagaban los boletos y se registraban. Para pasar de incógnito se anotaron con nombres distintos: Frodo, Samsagaz, Meriadoc y Peregrin.



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