Palantirparanoia

02 de Julio de 2003, a las 00:00 - Rinaranwen y Lily B. Bolsón
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  El camino proseguía lentamente, serpenteando por el valle. Ahora distante, ahora cercano, el Isen fluía por un lecho pedregoso y (y si no nos saltamos un par de párrafos, esto va a durar más que un programa de "Corazón, corazón"...)
Por fin hicieron un alto. Desviándose del camino principal, cabalgaron otra vez tierra adentro por las largas estribaciones herbosas. (Leñe, tanto rollo para qué... Habrá que resumirlo...)
En resumen: levantaron un campamento en una zona que no estuviese tan chunga para recostarse, porras, y encendieron una fogata para no helarse el trasero.

Organizaron turnos de guardia, de dos centinelas. Los demás, luego de comer, se envolvieron en las capas, y cubriéndose con una manta se echaron a dormir. Los hobbits se acostaron juntos (eh! Que nadie piense mariconadas!) sobre un montón de helechos secos. Merry tenía sueño (a esas horas y cabalgando tanto, quien no...) pero Pippin parecía ahora curiosamente intranquilo. Daba vueltas y vueltas, y el camastro de helechos crujía y susurraba.
-¿Qué cojones te pasa?  - le preguntó Merry, al que con tanto ruidito no dejaba pegar ojo. - ¿Te has acostado sobre un hormiguero?

- No, tío... -dijo Pippin bruscamente- Pero es que estoy incomodísimo, ¿cuánto hará que no duermo en una cama decente?
- Da igual pesao, confórmate con poder dormir y dejarme dormir a mi... -refunfuñó Merry.
- Tuviste suerte, Merry... -suspiró Pippin- Tú cabalgaste con Gandalf...
Merry puso una cara digna de película muda. "¿Suerte?... Uy uy uy, a ver si este tío va a ser medio... ¬¬" - Bueno... y ¿qué? -preguntó disimulando.
- ¿No conseguiste sacarle información? -preguntó Pippin muy interesado.
-¿Tú quien te crees que eres, James Bond?...

Merry suspiró.
- Mañana si te da la gana, podrás cabalgar con el barbas, si crees que podrías sacarle alguna cosa, aunque sea a tortas, y eso si el te deja subirte con el al caballo.
   -¡Coño, que bien! Pero es más cerrado que un candado oxidado, ¿no crees? Mucho  Gandalf el blanco, pero sigue más arisco que si tuviese un puerco espín en los pantalones.
   -¡Cómo no! Si todo viejales es un cascarrabias. De todas maneras, al mismo tiempo es más amable e inquietante. Mira si no al Saruman ese, antes era más poderoso que Gandalf y ahora es un mierda...
  -No, mira a ver...

Pippin se quedó callado un instante.
- ¿Y que me dices de esa bola de vidrio? ¡Parecía tan contento al tenerla!...
- Nah hombre... Fijo que encuentras una en algún Todo-a-100-monedas-de-bronce de Bree...
- No se... Fue tan extraño... ¡A lo mejor es un diseño exclusivo de la Ágatha de la Pradera esa!... Sin embargo fui yo el que la cogió cuando rodó hasta el lago... Y ni un
"gracias" ni nada, ni siquiera me dio una moneda de recompensa... ¡Y la condenada bola esa pesaba más que un olifante en brazo!
- ¿Ya has olvidado lo que te pasó la última vez? Recuerda que meterse en asuntos de magos es un peligro... Ya sabes el antiguo dicho: "No te metas en asuntos de magos, o acabarás con el bastón cascado en la cabeza!"
El pobre Pippin se frotó la cabeza dolorida... ¡como si no se supiera el ya ese dicho!...
- Pero Merry, si no hacemos más que meternos en asuntos de magos... ¿por qué crees que estamos aquí ahora helándonos el culo de frío?! Además...  Me gustaría tanto echarle un ojo a esa bola... Era tan atrayente, con ese brillante y oscuro vidrio... ¡En mi salón quedaría preciosa!
- Joer, duérmete de una vez!... -gimió Merry- ¡Mañana hablamos de todas las bolas que quieras!...
- Pero Merry... -continuó Pippin- ¿es que no tienes buen gusto por la decoración? Claro que si. ¡Quedaría muy bien decorando mi salón, va listo si se la quiere quedar él...! ¿me estas oyendo? ¡¡pero será... ¡Merry! ¡¿Si no se ha dormido?! ¬¬ ¡¿Sabes que no me ayuda nada de nada oírte decir todo el rato chincha-rabiña-no-puedes-saberlo-así-que-fastídiate-y-duérmete?! ¡Merry! ¡No me hagas esto!

Pippin no tuvo más remedio que callarse cuando uno de los guardias le tiró una piedra que casi le da en la cabeza. Luego vio a uno de los guardias coger otra piedra, resbalar y quedarse inconsciente por el impacto de la misma piedra que sujetaba. Ilúvatar en persona se estremecería. Otro guardia le lanzó otra piedra, pero falló.
A regañadientes, se quedó quieto en la cama, inmóvil, más tieso que un palo de golf, pero por muchas vueltas que daba no conseguía dormirse ni con veinte kilos de valeriana... Por culpa de  los terribles y escandalosos ronquidos de Merry, que se había dormido unos pocos segundos antes de que le soltaran la pedrada. Volvía a pensar en el globo oscuro de Gandalf, en lo bien que quedaría en su salón y en las pocas ganas que tenía de gastarse dinero en uno... ¡Que se lo gaste su tía! Pudiendo él quitárselo sin más...
Finalmente, no aguantó más los ronquidos de Merry, que más que parecer un hobbit durmiendo a pierna peluda suelta se preguntó si no se habría tragado una moto...
Se levantó y miró alrededor suyo. El guardia de la pedrada seguía tirado en el suelo. Tenía más frío que un hombre del este en el Caradhras y se arrebujó en la capa. No vio a los guardias: el tonto de la pedrada seguía "k.o". y el otro había dejado lo de las piedras porque no era lo suyo. El impulsivo hobbit se acercó con sigilo a donde Gandalf dormía. Se sentía tan atraído por aquella bola negra mucho,  como la trucha al trucho... Miró a Gandalf. El mago dormía a pierna suelta y también parecía haberse tragado algo que hiciera mucho ruido. Se preguntó si no sería una epidemia o algo así.


      Conteniendo el aliento, Pippin se acercó paso a paso, cosa que con pies de Hobbit acortaba la distancia, seguramente por eso los hobbits no usaban calzado, porque se arruinarían al comprar un solo par con semejantes pies. Entonces lenta e inexorablemente, cogió el bulto que estaba al lado de donde dormía Gandalf, envuelto en tres trapos, y encima sucios, estaba la esfera oscura. Tras pensar detenidamente se le ocurrió una cosa, al principio le pareció una gilipollez, pero era la más efectiva que se le ocurría, bueno, y de paso la única. Envolvió una piedra cercana en un par de trapos, con esfuerzo levantó el peñasco y se había pasado, del esfuerzo casi se caga en los pantalones. Cogió una algo más pequeña, en parte porque con tanto peso como que no podía, y en parte, porque si cogía un peñasco más grande que la esfera de cristal ahumada, el barbas se daría cuenta.
   La dejó con habilidad en el lugar de la esfera, cogiendo la misma lentamente, cuando el mago se volvió, Pippin cayó de culo al suelo de la impresión, pensando que le había pillado, cuando vio que el mago ponía una mano en la piedra envuelta y se metía el pulgar de la otra mano en la boca, y murmuraba:
   -Mmmmm... no mamá... hoy no quiero ensañar trucos de mago... hoy me quiero quedar en la camita con mi osito Chufli...

   Pippin lo miró con una cara de incredulidad impresionante, lo mandó al carajo con sus idioteces.
   Entonces miró por fin el objeto que acaba de desenvolver. Era el mismo: una tersa esfera de cristal, ahora oscura y quieta, inmóvil y desnuda... Uf, si fuese la Galadriel, ni te cuento...
   -Pedazo de idiota... - Murmuró Pippin para sí entre dientes. - Como el viejo se entere de la que has formado, va a sacarle brillo al bastón en tu cabeza, te va a dejar el cráneo abollado... Lo que jode es que si ahora me vuelvo a acercar al barbas para devolverla, como que se va a espabilar y me espabila a mi de una leche en todos los morros... De todas maneras será mejor que me relaje un poco, además, he logrado la esfera, jijiji, voy a echarle un vistazo, no sea que esté rota o algo así.
   Se alejó un buen trecho sin hacer ruido y se sentó sobre un montículo verde, con la luna asomada desde el borde del valle.
   Pippin sentó el trasero con la esfera entre las rodillas levantadas, se inclinó sobre ella como si fuese un huevo de pascua, de chocolate, y le fuera a meter un bocado, apartó la capa que le dieron en el Corte Lothlorienés y miró. La esfera estaba oscura, como el sobaco de un orco, y no le veía nada de raro, igual es que el viejo era simplemente un cleptómano o así, porque no sabía a que venía tanto escándalo con la bola esa, algún valor tendría y el hobbit estaba dispuesto a averiguarlo.
   De súbito, una llama tenue se encendió y se agitó en el corazón de la esfera, atrayendo la mirada de Pippin, de tal modo que no le era posible desviarla, ¡Ni que hubiera visto en ella a Arwen duchándose! El globo parecía arder, las luces dentro de la esfera daban vueltas, el hobbit estaba seguro de que no había fumado nada de hierba de la Comarca para ver semejantes colorines.
  
   -Quizás... quizás sea algo para comunicarse con los demás... Intentaré establecer contacto sabiamente...
   Se concentró, pensó en las palabras adecuadas para hablar con quien fuese y las soltó.
   -¡Hola, hola caracola! ¿Hay alguien ahí?
   De pronto lo vio, algo rojo que crecía en el interior de la esfera, la mirada de Pippin se clavó allí, no podía soltar la esfera aunque quisiera, cuando vio el ojo de Sauron, que le habló.
   -¡¿QUIÉN COJONES LLAMA A ESTAS HORAS?!
   -... - Del susto, el hobbit enmudeció.
   -¡¿QUIÉN ERES?!
   -Un... un hobbit...
   -¡¿Y TE PARECE BONITO LLAMARME A ESTAS HORAS, SO CAPULLO?! PARA UNA VEZ QUE LOGRO "PEGAR OJO" DESDE HACE TIEMPO, ¿SABES LO JODÍO QUE ES DORMIR SI NO SE TIENE PÁRPADO? ¿ACASO TE LLAMO YO PARA DARTE POR CULO A TU CASA? ¿EH? ¿EH?
   -Es que yo... Saruman...
   -¡SARUMAN! POR MÍ, QUE HAGA LO QUE LE DE LA GANA, ¿ME OYES? ¡QUE HAGA LO QUE LE DE-LA-GANA, PERO QUE ME DEJE DORMIR, JOER, DILE ESO SOLAMENTE!

   Con un grito desgarrador, Pippin cayó de espaldas y quedó tendido, más inmóvil que un gato de escayola. El grito despertó a toda la peña, que se acercó la mayoría a ver que puñetas pasaba que no se podía sobar a gusto.

   -¡Miren al ladrón de mi osito Chufli... digo... de... bueno lo que me robó, joer! ¡Y tenías que ser tu, Pippin, como no! Si no haces esto, revientas, ¿no es así?
   El hobbit yacía tumbado hacia arriba, con los ojos perdidos, que parecían sin vida, y soltando espuma por la boca.
  -Me cago en la leche... ¿Qué daño habrá causado, a él mismo y a todos nosotros? - El semblante del mago estaba tenso, como si se estuviera aguantando las ganas de hacer pis.
   Tomó la mano de Pippin y se inclinó sobre el, los que estaban más cerca ya les parecía que el tal Gandalf era un poco rarillo, pero tanto, tanto... Gandalf puso la mano sobre la frente del hobbit, el cual se estremeció, y sus ojos se cerraron, gritó y se sentó, y al ver el careto de Gandalf quiso salir por patitas para que os quiero, se imaginaba la que le iba a caer por chorizo.
  
-¡¡SARUMAN! POR MÍ, QUE HAGA LO QUE LE DE LA GANA, ¿ME OYES?! -gritó con una voz tan aguda que parecía una nena, apartando a Gandalf de tal manotazo que el viejo por poco se cae de culo- ¡QUE HAGA LO QUE LE DE-LA-GANA, PERO QUE ME DEJE DORMIR, JOER, DILE ESO SOLAMENTE!...   -luego trató de ponerse en pié y escapar, pero Gandalf le retuvo agarrándole por la bufanda y un poco más no lo estrangula, el hobbit tuvo que pararse jadeando y tosiendo como si se le fuera la vida en ello.
-¡Peregrin Tuk! ¡Vuelve aquí o te hago crecer a base de chichones!
   Una vez recuperó el aliento, se dejó caer sentado y tomó la mano del mago, en plan suplicante.
   - ¡ Gandalf! -gritó- ¡Gandalf, perdóname!
   - ¿Qué te perdone? ¡Dime primero que has hecho y ya veré si te perdono o te muelo a bastonazos!
   - Yo... Te cogí prestada la bola, prestada, créeme, no pensaba ponerlo en mi salón ni nada de eso... Y la miré... Y vi cosas horripilantes, y vino él y me empezó a gritar y no me dejaba ni hablar, y, y... ¡no se nada más!...
   - ¿Pero que fue lo que viste y que te dijeron? ¡Habla!

   Pippin cerró los ojos temblando, podría ser que tuviera miedo; o eso o que se estaba helando el culo de la rasca que hacía, y no contestó el pedazo de gallina. Todos le miraban callados la boca, excepto Merry, que estaba medio adormilado y no se estaba enterando de mucho. La expresión de Gandalf todavía era dura e inflexible, mostrando que era un hombre y le ponía cojones al asunto, ¡si señor!
   -¡Habla de una puñetera vez! -dijo.
   En voz baja y vacilante, el hobbit empezó a hablar de nuevo y poco a poco las palabras se hicieron más firmes y claras, ya no balbuceaba como una nena.
   -Vi un cielo negro, murallas altísimas - dijo-. Luego estrellitas diminutas; eso sí, con unos colorines fashion, fashion... - y lo decía todavía atemorizado-. Todo parecía que estaba lejos y al mismo tiempo tan cerca, sólido y a la vez nítido. Las estrellas aparecían y desaparecían (En esta parte, todos creían que lo que el hobbit había visto era una nube de luciérnagas y se estaba comiendo el coco con tan poca cosa.), luego unos bichos alados, más feos que un troll y un orco juntos. Creo que eran muy grandes; pero en la bola esa tipo Lola Montero yo las veía como murciélagos que revoloteaban alrededor de una torre. Serían nueve, más o menos; Blancanieves, los siete enanitos y el príncipe, nueve en total, vamos, pero no eran ellos. Una de aquellas criaturas bajó directamente hacia mí y era más y más grande a medida que se acercaba. Tenía un horrible... no, no lo puedo decir.
   Algunos de los que observaban murmuraban entre sí, si el hobbit no habría estado fumando hierba de la comarca esa famosa y ahora tendría un pedo descomunal. Pippin siguió con su horrible relato, algunos aprovechaban la emocionante historia para dormir, como cuando sus mamis les contaban un cuento.
   -Quise huir, porqué pensé que me darían una tunda y saldría volando fuera de la bola; y cuando la sombra cubrió toda la esfera, desapareció. Entonces vino él. Y no, no era David Bisbal. Parecía legañoso y no hablaba con palabras. Pero me miraba y yo le entendía.
   "-¡¿QUIÉN COJONES LLAMA A ESTAS HORAS?! - Me gritó. Del susto enmudecí, y al negarme a hablar, me preguntó:
   -¡¿QUIÉN ERES?! - Tampoco respondí esa vez, pero me costaba mucho callar, y él me apremiaba, tanto que al fin dije:
   "Un... un hobbit..."
   Entonces fue como si pudiera verme, parecía que me asesinaba con la mirada, del ojo surgían unos colorines de lo más horteras, oyes. Era terriblemente cruel. Yo me sentía como si estuviera tragándome el programa de la María Teresa Campos; quise escapar, pero el me dijo:
   -¡¿Y TE PARECE BONITO LLAMARME A ESTAS HORAS, SO CAPULLO?! PARA UNA VEZ QUE LOGRO "PEGAR OJO" DESDE HACE TIEMPO, ¿SABES LO JODÍO QUE ES DORMIR SI NO SE TIENE PÁRPADO? ¿ACASO TE LLAMO YO PARA DARTE POR CULO A TU CASA? ¿EH? ¿EH? - Solo pude balbucear lo último que recordaba y dije:
   "Es que yo... Saruman... " Luego siguió gritándome:
   -¡SARUMAN! POR MÍ, QUE HAGA LO QUE LE DE LA GANA, ¿ME OYES? ¡QUE HAGA LO QUE LE DE-LA-GANA, PERO QUE ME DEJE DORMIR, JOER, DILE ESO SOLAMENTE!
   Entonces me miró con desahogo por tanto grito. Me pareció que me estaba cayendo en pedazos, como si me hubiera bebido cerveza de la comarca por litros y ahora tuviese una resaca de las históricas. ¡No, no! No puedo decir nada más, porque no recuerdo más.
     -¡Mírame! - Le dijo Gandalf.
   Pippin miró al mago a los ojos. El tipo le sostuvo la mirada un momento, como si jugase a ver quien aguantaba más rato sin parpadear. Luego el rostro tomó un tizne dulce y le sonrió emocionado. Le acarició la cabeza.
   -¡Oiiiiiiiiiih, que monadaaaaaa, tiene ahora mismo los ojitos de mi osito Chufli!

Todos los presentes estallaron en un "Ohhhhh" emocionado. Pippin tuvo miedo de que de repente todos se le acercaran y le cogieran de los mofletes... Solo con ver la cara de lelo con la que le miraba Gandalf...
- Bueno, bueno, venga, te perdono por esos ojos de cachorrito que tienes... -dijo el mago- ¡No digas más! No has sufrido ningún daño. No ocultas la mentira en tus ojos -y por un instante se le quedó mirando de nuevo, y Pippin puso cara de circunstancia y retrocedió; a ver si iba a empezar a tenérselo muy creído y a presumir de ojazos... (XD)- Menos mal que él no te abroncó mucho tiempo. Eres un tonto del culo, pero un tonto muy honesto, Peregrin Tuk, además de adorable. Otros más sabios hubieran salido hechos una mierda de un trance como este. ¡Pero no lo olvides! Te has salvado tú, y tus amigos, por una potra que no veas, como suele decirse. Pues no solo quería información, te quería a ti, quería disponer de ti en la Torre Oscura... ¡No tiembles! -añadió al ver la cara de cagao que se le había puesto al hobbit- Si te da por meter las narices en donde no te llaman, tienes que atenerte a las consecuencias sin ponerte como una nena. ¡Tranquilízate! Todo pasó ya, te perdono. Las cosas podrían haber sido peor...
Levantó al hobbit con delicadeza, pero casi se deja la espalda en el intento, y lo llevó a su camastro. Merry refunfuñó y medio soñoliento, se desperezó y se sentó junto a él.
- Acuéstate y descansa, Pip -dijo Gandalf- Confía en mi... Y si vuelves a sentir un cosquilleo en las palmas, ¡avisa! Esas cosas tienen cura: un buen bastonazo. ¡Al menos te llevarás uno como se te ocurra volver a ponerme una piedra debajo del hombro!

   El mago volvió a donde estaban los otros, junto a la esfera en la que el cagica del hobbit había alucinado en technicolor.
   -El peligro llega por la noche, justo cuando uno trata de sobar a gusto, no te jode... y de buena nos hemos librado.
   -¿Cómo esta ese hobbit de ojitos de cachorrito? - Preguntó Aragorn, al que el hobbit y su mirada también le recordaron a un osito que tuvo de pequeño.
   - Creo que en breve ya estará de puta madre otra vez - Respondió el barbas -. No lo retuvieron mucho tiempo y los hobbits tienen una capacidad de recuperación tan increíble como la de Lobezno. El recuerdo de las visiones y todas las demás mariconadas no tardará en largársele. ¿Quieres tu llevar el peñasco de Orthanc y custodiarla, Aragorn? Es una carga peligrosa... y de paso pesada como la mierda de caballo.
   -Peligrosa si parece, si... mas no para todos - dijo Aragorn-. Hay alguien que puede pedirla para el toda, porque este es sin duda alguna el palantir de Orthanc, ¿a que sí? Si es que no se me escapa una, ¡soy el mejor! En fin, se aproxima mi hora, la llevaré.
   Gandalf miró a Aragorn y luego, ante la cara de pasmarotes de todos, salió un letrero luminoso de entre las hojas de lo árboles y Gandalf parecía un presentador de concurso, con la piedra envuelta en la capa y se acercó a Aragorn con cara de estar fumao.
 -¡CORRECTO! Acertó, como premio, recibe la piedra esta, en prenda de otras cosas que te serán entregadas, pero más adelante. - El letrero luminoso desapareció, la escena volvió a quedarse, aparentemente seria y el viejo continuó hablando, ahora con cara de vinagre-. Si me permites decírtelo, bueno, lo diré de todos modos, ni se te ocurra usarla, que te puedes llevar un susto.
   -Oye, abuelo, que yo no he sido precipitado ni imprudente, yo, que he esperado y encima preparado durante tantos años. - Respondió Aragorn.
   -Bueno, pues en ese caso, no se te ocurra meter la pata al final del camino. De todas maneras, guárdala en secreto. Tanto tú como los otros aquí presentes ahora. El hobbit no debe saber a quien le he ha sido confiada la piedra, se podría sentir tentado de volverla a mirar. Porque ¡ay!, la tuvo en las manos y no se le ocurrió otra cosa que hacer la gracia de mirarla dentro, si es que cosa que les prohíbes, allí meten la pezuña los muy entrometidos... No tenía que haberla tocado en Isengard y yo no fui lo suficientemente rápido; aparte de porque me dolían los juanetes, estaba ocupado con Saruman y no me di cuenta de que era la piedra esta hasta que ya era tarde. Pero ahora estoy seguro. No hay ninguna duda. - Y se puso serio, para darse interés.
   -Hombre, que sea el palantir no hay ninguna duda, mira por donde, hemos descubierto como se comunicaban Isengard y Mordor. - Dijo Aragorn, algo mosca porque el viejo acaparase toda la atención de los que estaban alrededor.



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