Palantirparanoia

02 de Julio de 2003, a las 00:00 - Rinaranwen y Lily B. Bolsón
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   -Joder, si que tienen poderes extraños nuestros enemigos, tío. - Saltó de golpe Théoden. - Pero bueno, como dice un antiguo proverbio: el daño del mal recae a menudo sobre el propio mal.
   Más de uno lo miró a punto de reírse por la cursilada rara que acababa de soltar.
   -Tampoco es la primera vez que pasa... - Dijo Gandalf encogiéndose de hombros-. De todas maneras esta vez hemos sido más afortunados que si nos hubiera tocado el "Gordo de la Lotería de Hobbiton". Es posible que el hobbit, con su imprudencia y estupidez me haya salvado de meter la pata hasta el culo. Me preguntaba si no tendría que estudiar yo mismo la esfera y averiguar para qué la usaban. De haberlo hecho, el Ojo ese se hubiera dado cuenta de mi presencia, y como no estoy preparado - ni quiero estarlo, oyes - para semejante prueba... Además, con la de espantos que vio él, no son ganas de verlo, ¿que miedo me daría! Y sin mi osito Chufli conmigo...  Sería un desastre que Él me viera, porque no estoy arreglado... por el momento será mejor que no sepa de mi presencia, hasta que llegue el momento en el que el secreto ya no sirva para nada.
   -Creo que esa hora ha llegado, tampoco vas tan horrible, hombre... - Dijo Aragorn.
   -¡Que no, leche, todavía no! - Dijo nuevamente el Mago -. Aún queda un corto período de incertidumbre que hemos de aprovechar. Seguro que el enemigo pensaba que la piedra todavía estaba en Orthanc, donde el hobbit estaba prisionero y el bobo de Saruman lo obligaba a mirar la esfera para torturarlo. - El mago pensó "Qué bien me ha quedado el discursete, los tengo asombrados, jeje" - La mente tenebrosa estará distraída ahora con el recuerdo de la cara y voz de Pippin, que con esos ojos de cachorrito que pone, como para no hacerlo. - Aquí los demás suspiraron al recordar los ojitos del hobbit antes. - Estará ocupado con el tema de tenerlo pronto con él, para ver cuando le plazca esa miradita de peluche. Seguramente tardará en darse cuenta del error y ahí nos aprovecharemos nosotros. Nos lo hemos tomado todo con demasiada calma y ahora tenemos que movernos con velocidad, como si nos hubiéramos sentado en un cactus berberisco y necesitásemos agua para refrescarnos las posaderas. Las cercanías de Isengard no son un lugar adecuado para retrasarnos. Yo partiré de inmediato con Peregrin Tuk. Será mejor para él que estar tendido en la oscuridad mientras los otros duermen.
   Los demás pusieron cara de fastidio, que rabia, ahora Gandalf tendría para el sólo la mirada de peluche adorable de Pippin.
   -Yo me quedaré aquí con Eomer y diez de los caballeros - Dijo el Rey, harto de llevar tanto rato callado-. Saldremos al amanecer. Los demás escoltaran a Aragorn y podrán partir cuando lo crean conveniente... bueno, siempre y cuando no quieran hacer una parada para hacer aguas menores...
   -Haya tú - dijo Gandalf-. ¡Pero oye, intenta llegar lo antes que puedas al refugio de las montañas, al Abismo de Helm, y procura parar lo menos posible a hacer aguas menores de esas. - Sí, si... y el propio Gandalf se estaba meando y tenía que partir ahora; lo que eran las ganas de aguantarse los sufrimientos, mira por donde.

   En ese instante, una sombra que parecía la de Batman, pero a lo bestia, cruzó bajo el cielo ocultando de pronto la luz de la luna y jodiéndoles la vista a más de uno, que en ese instante hubiesen querido tener la visión penetrante de los elfos, para no estamparse contra un árbol en la oscuridad, claro; no por otra cosa. Algunos caballeros chillaron como nenazas y levantando los brazos se cubrieron la cocorota y se encogieron como un vulgar cachorro de chucho pulgoso, como tratando de protegerse de un golpe que venía de lo alto: un pánico ciego y un frío mortal cayó sobre ellos, como si hubieran visto a un orco en pelotas. Cagados de miedo, alzaron los ojos. Otra vez la enorme figura alada que parecía Batman pasado de esteroides pasaba por delante de la luna como una nube oscura de las que anuncia el Hobbit del Tiempo cuando va a llover. La figura dio media vuelta y fue hacia el norte, más rauda que a un tipo al que lo llama la novia en camisón. Las estrellas se apagaban a su paso, posiblemente por falta de presupuesto, por falta de cálculo de Peter Jackson, y casi de inmediato, la sombra se esfumó.
   Todos estaban ahora de pie, paralizados del miedo que estaban pasando, sobretodo porque sus mamis no estaban allí con ellos. Gandalf miraba el cielo, los puños crispados, y los brazos tiesos como un palo a lo largo del cuerpo, poniéndose en postura digna para impresionar a los demás.
   -¡Nazgûl, mierda! - exclamó-. El mensajero de Mordor, La tormenta se avecina. ¡Los Nazgûl han cruzado el río, y no ha nado, precisamente!¡Partid, partid!¡Partid, cojones!¡No esperéis al alba como el que espera el olifante-bus!¡Que los más veloces no esperen a los más lentos!¡Partid de una vez, caray!
   Echó a correr aguantándose los juanetes, y llamando a Sombragris. Aragorn lo siguió. Gandalf se acercó a Pippin y lo tomó en sus brazos, el Hobbit puso cara de pensar que definitivamente Gandalf era un poco rarillo.
   -Esta vez cabalgarás conmigo - dijo-. Sombragris te mostrará cuanto es capaz de hacer, ¡con dos cojones! - Volvió entonces al sitio en que había dormido. Sombragris ya lo esperaba allí. Colgándose del hombro el pequeño saco que era todo su equipaje, el mago saltó a la grupa del caballo, del impulso casi se cae por el otro lado del lomo del corcel; pero aguantó el equilibrio y se irguió. Aragorn levantó a Pippin y lo depositó en brazos de Gandalf, envuelto en una manta como si de un bebé se tratara, le faltaba el chupete al pobre Hobbit.
   -¡Adiós!¡Seguidme pronto! - gritó Gandalf -. En marcha, Sombragris.
El animal sacudió la cabeza, para quitarse el sueño de encima y tas un bostezo de cocodrilo, la cola flotó sacudiéndose a la luz de la luna, quedando una estampa ideal para un cuadro. En seguida dio un salto hacia delante, golpeando el suelo y desapareció en las montañas como un viento del norte, poema total, colega.

   -¡Que noche tan hermosa y apacible! - Refunfuñó Merry al lado de Aragorn, cruzado de brazos y con cara de que quería dormir tranquilo. - Tiene una suerte que te cagas. No quería dormir y quería cabalgar con el barbas... ¡y ahí le tienes! En vez de convertirlo en estatua de piedra, o darle un bastonazo en toda la cabeza como escarmiento.
   -Si en vez de Pippin hubieras sido tú el primero el primero en recoger la piedra aquella, ¿qué habría sucedido? - Dijo Aragorn-. Quizás hubieras hecho cosas peores...
   -Eso, alégrame la noche encima, venga. - Gruñó el mediano.
   -Venga, venga, que ahora te ha tocado a ti en suerte cabalgar conmigo, menos quejas que partiremos pronto. Apróntate y trae todo cuanto Pippin pueda haber dejado. ¡Venga, muévete, hop, hop, hop! - Dijo Aragorn dando palmadas para apremiar a Merry.

   Sombragris volaba a través de las llanuras; no necesitaba que lo azuzaran o guiaran, ¡que tío el jodío caballo! En  menos de una hora habían llegado a los Vados de Isen y los habían cruzado. El túmulo de los Caballeros, el cerco de lanzas frías y todas esas cosas, se alzaban gris detrás de ellos. Se ve que al caballo le daban forraje de 96 octanos.
   Pippin ya estaba mejor del pedazo susto que se llevó antes. Ahora sentía un calorcillo rico, como si llegase el verano a la Comarca, pero el viento que acariciaba su rostro de peluche adorable era refrescante y vivo, como un refresco de cola; y cabalgaba con Gandalf. ¿Qué más podía pedir? El horror de la piedra y de la sombra inmunda que había empañado la luna se iba borrando poco a poco, como si fuese un trozo de mantequilla sobre un poco de pan que se estuviera comiendo, hum, que hambre sentía por cierto. Respiró hondo y se le ocurrió hablar un poco.
   -No sabía que montabas a pelo, Gandalf. ¡No usas ni silla ni bridas! - Pensó que definitivamente Peter Jackson no tuvo muy en cuenta el presupuesto.
   -Sólo a Sombragris lo monto a la usanza élfica - dijo Gandalf, con voz importante-. Sombragris rechaza los arneses y avíos: y en verdad, no es uno quien monta este caballo; es este corcel quien acepta llevarlo a uno... o darle una coz para que no monte. Y si no te da la coz, ya es suficiente. Es él entonces el que cuida que no te caigas de su grupa, a no ser que se te antoje saltar por los aires, claro.
   -¿Vamos muy rápido? - Preguntó el mediano-. Rapidísimo de acuerdo con las leyes de montar y los límites de velocidad establecidos. Yo casi diría que, más que trotar muy deprisa, volamos demasiado bajo.
   -Ahora corre como el que tiene una guindilla en el culo - Respondió el barbas-; pero esto no es muy rápido para él. El terreno se eleva un poco en esta región, más accidentada que del otro lado del río. ¡Pero mira como se acercan ya las Montañas Blancas a la luz de las estrellas!¡Que bonito, ¿no te parece?! Allá lejos se alzan como lanzas negras los picos del Thrihyrne. Dentro de poco habremos llegado a la encrucijada y al Valle del Bajo, donde hace dos noches se libró la batalla. Y no, por llamarse así no está lleno de enanos.
   Pippin permaneció en silencio un rato. Oyó que el viejo canturreaba entre dientes y musitaba fragmentos de poemas en diferentes lenguas, como si le cantase una nana al Hobbit, mientras las millas huían a espaldas de los jinetes.
   -¿Qué estás diciendo, Gandalf? - preguntó Pip levantando una ceja.
   -Estaba recordando lo que me cantaba mi mamá... este... que diga... recordaba simplemente algunas canciones antiguas. Los Hobbits las habrán olvidado supongo, aun las pocas que conocían.
   -Para nada. - Respondió el Hobbit, algo ofendido -. Y además, tenemos muchas canciones propias, que sólo se refieren a nosotros, y que puede que no te interesen. Por cierto, esta nunca la había escuchado antes. ¿De que habla...?¿qué son esas siete estrellas y esos siete pedruscos?
   -Habla de los Palantiri de los Reyes de la Antigüedad - Dijo el barbas, alzando un dedo para explicar dándose más importancia.
   -¿Y eso que es lo que es?
   -El nombre significa lo que mira a lo lejos como si una dama se estuviera duchando en la ventana de enfrente. El peñasco de Orthanc era una de ellas.
   -¡Joder! - Exclamó Pippin-. ¿Entonces no fue fabricada... por el enemigo?
   -No. Ni por Saruman, ¿tu te los imaginas tallando una piedra semejante con un martillo y un escoplo? Me viene la risa solo de pensarlo. Ni la magia de Saruman ni de Sauron hubieran podido crear semejante trasto. Estas piedras provienen de Eldamar, de más allá de Oesternesse. Los hicieron los Noldor; quizá fue el propio Fëanor el artífice que los forjó, en días tan remotos que el tiempo no puede medirse en años y tampoco hay ganas para hacerlo, resulta muy cansado. Pero nada hay que Sauron no pueda utilizar para el mal. ¡Triste destino el de Saruman! Esa fue la causa de su perdición, ahora lo comprendo. Eso le pasa por imbécil. Los artilugios creados por un arte superior al que nosotros poseemos son siempre peligrosos. Y ahora ha de cargar con la culpa, ¡por bobo! Lo guardo en secreto para su propio beneficio, y jamás dijo una sola palabra a ninguno de los miembros del Concilio. Ni siquiera sospechaba que uno de los palantiri se había salvado de la destrucción de Gondor. Fuera del concilio ya nadie recordaba entre los elfos y los hombres que alguna vez existieron esas maravillas; excepto en un antiguo poema que las gentes del país de Aragorn recitan aún, seguramente por el ritmillo del mismo.
-¿Para que utilizaban los hombres de antaño estos pedruscos? - Inquirió Pippin, que ya que estaba allí, procuraría sacarle todo lo que pudiera al viejo.
-Para ver a la distancia y para hablar en el pensamiento unos con otros, aprovechando que la cobertura es enorme. - Respondió Gandalf -. Así fue como custodiaron y mantuvieron unido el reino de Gondor durante tanto tiempo. Pusieron piedras en Minas Anor, y en Minas Ithil, y en Orthanc en el círculo de Isengard; tras jugárselo a pares o nones. La piedra maestra y más poderosa fue colocada debajo de la Cúpula de las Estrellas de Osgiliath, antes que fuera destruida, una lástima porque lucía preciosa por lo que tengo entendido. Las otras estaban muy lejos. Donde, pocos lo saben hoy pues ningún poema lo dice, ya ves la puñetera gracia que hace el asunto. Pero en la casa de Elrond se cuenta que estaban en Annúminas y en Amon Sol, y que la piedra de Elendil se encontraba en las Colinas de la Torre que miran hacia Mithlond en el Golfo de Lune, donde están anclados los navíos grises.
   >>De tanto hablar me voy a quedar sin saliva, pero bueno... continúo: Los palantiri esos, se comunicaban entre ellos, pero desde Osgiliath podían vigilarlos a todos a la vez, como si fuera una cámara de seguridad. Al parecer, pomo la roca de Orthanc ha resistido los embates del tiempo, el palantir de esa torre también ha sobrevivido. Pero sin los otros sólo alcanzaba a ver pequeñas imágenes de cosas lejanas y días remotos. Muy útil, sin duda, para Saruman; que es tan evidente, como que hizo el cretino, que él no estaba satisfecho. Miró y miró más lejos, como si tratase de ver a Galadriel durmiendo en camisón, hasta que al fin posó la mirada en Barad-dûr. ¡Entonces lo atraparon! ¿Quién puede saber dónde estarán ahora todas las piedras, rotas o enterradas, sumergidas en que mares profundo, o sirviendo de pisapapeles en algún escritorio o sala de estar? Pero una al menos Sauron la descubrió y la adaptó a sus designios. Sospecho que era la Piedra de Ithil, pues hace mucho tiempo Sauron se apoderó por toda la cara de Minas Ithil y la transformó en un sitio nefasto. Hoy es Minas Morgul. Encima le puso un nombre que da canguelo solo de oírlo, oyes.
   >>ES fácil imaginar con cuánta rapidez fue atrapado y fascinado el ojo andariego de Saruman; por idiota, claro. Lo sencillo que ha sido desde entonces persuadirlo de lejos y amenazarlo cuando la persuasión no era suficiente. El que mordía fue mordido, el halcón dominado por el águila, la araña aprisionada por una tela de acero, y... y... no se me ocurren más comparaciones ingeniosas, leñe. Bueno, quien sabe desde cuándo era obligado a acudir a la esfera a ser interrogado y recibir instrucciones; y el peñasco de Orthanc tiene la mirada tan fija en Barad-dûr que hoy sólo alguien con una voluntad de hierro; y dicho sea de paso una cabezonería de las gordas, podría mirar en su interior sin que Barad-dûr le atrajera rápidamente los ojos y los pensamientos. ¿No he sentido yo mismo esa atracción? Aún ahora querría poner a prueba mi fuerza de voluntad, librarme de Sauron y mirar a donde yo quisiera, no te joroba... más allá de los anchos mares de agua y de tiempo hacia Tirion la Bella y ver cómo trabajaban la mano y la mente inimaginables de Fëanor. ¡cuando el árbol Blanco y el árbol de Oro florecían aún! Si es que soñar es gratis...
   -Ojalá lo hubiera sabido antes - dijo Pippin avergonzado de haber querido poner esa piedra en su salón. - No tenía idea de lo que estaba haciendo.
   -Sí que la tenías, tonto - dijo Gandalf -. Sabías que estabas actuando mal y estúpidamente, que hacías el idiota; y te lo decías a ti mismo, pero no te escuchaste. No te lo dije antes porque sólo ahora, meditando en todo lo que pasó he terminado por comprenderlo, mientras cabalgábamos juntos, como buenos colegas. Pero aunque te hubiese hablado antes, tu tentación no habría sido menos, ni te habría sido más fácil resistirle. ¡Que va, al contrario! No, una mano quemada es el mejor maestro. Luego cualquier advertencia sobre el fuego llega derecho al corazón. Lástima que eso no tenga cura para la tontería.
   -Es cierto. - A Pip no le hacía mucha gracia darle al viejo la razón, pero no le quedaba más remedio, porque decía la verdad, el muy puñetero. - Si ahora tuviese delante de mí las piedras, cerraría los ojos y me metería las manos en los bolsillos. Evitando así llevarme un bastonazo en la cabeza.
   -¡Bien, es lo que esperaba! - Dita sea, con las ganas que tenía de sacudirle a alguien con motivo...
   -Pero me gustaría saber... - empezó a decir Pippin.
   -¡Jolín! Si para curar tu curiosidad hay que darte información, vete a la biblioteca de la Comarca. Que me vas a dejar la garganta hecha un cascajo. En fin, ¿qué más quieres saber?
   -Los nombres de todas las estrellas y de todos los seres vivientes, y la historia de... - Pippin se rió -.En realidad, solo pensaba en la Sombra Negra. Oí que gritabas "Mensajero de Mordor" ¿Qué era? ¿qué podía hacer en Isengard?
   -¿Eso? Ah, nada. Era un Jinete Negro alado, un Nazgûl - respondió Gandalf, El Lavado Con Perlán Que Por Eso Ahora Era Blanco. - Y hubiera podido llevarte a la Torre Oscura.
   -Pero no venía por mí ¿verdad que no? - Dijo el Hobbit, con voz de niño pequeño y poniendo ojitos de caramelo. - Quiero decir, no sabía que yo...
   -Claro que no, tontito - dijo Gandalf conmovido por los ojos adorables que estaba poniendo el Hobbit. - Hay doscientas leguas o más a vuelo de pájaro desde Barad-dûr a Orthanc y hasta un Nazgûl necesitaría varias horas para recorrer esa distancia, ¡tonto sería si lo hiciera a pie! Pero sin duda Saruman escudriñó la piedra luego de la huída de los Orcos y reveló así muchos pensamientos que quería mantener en secreto. Un mensajero fue enviado entonces con la misión de averiguar que tejemanejes se trae Saruman. Y luego de lo sucedido esta noche, vendrá otro, y muy pronto, no lo dudo. De esta manera, Saruman quedará encerrado en el callejón sin salida en que él mismo se ha metido, repito, por idiota. Sin un solo prisionero que enviar, sin una piedra que le permita ver, y sin la posibilidad de satisfacer las exigencias del amo. Sauron supondrá que pretende retener al prisionero y rehúsa utilizar la piedra. De nada servirá que Saruman le diga la verdad al mensajero. Pues aunque Isengard ha sido destruida, el bobo de Saruman sigue aún en Orthanc, sano y salvo. Y de todas maneras aparecerá como un rebelde. Y sin embargo, si rechazó nuestra ayuda fue para evitar eso mismo. ¿Pero mira que llega a ser tonto!
   >>Cómo se las arreglará para salir de este trance, ni imaginarlo puedo. Creo que todavía, mientras siga en Orthanc, tiene poder para resistir a los Nueve Jinetes. Tal vez lo intente, como burro que es. Quizá trate de capturar al Nazgûl o al menos matar a la criatura que usan para cabalgar por el cielo, haciéndolo así que se estrelle de morros contra el suelo en una buena caída.
   >>Pero cual será el desenlace de esta especie de Telenovela, y si para bien o para mal, no sabría decirlo. Es posible que los pensamientos del enemigo lleguen confusos o tergiversados a causa del peazo cabreo de él contra Saruman. Quizá Sauron se entere de que yo estuve allá en Orthanc al pie de la escalinata con los Hobbits prendidos a mis faldones y dándole el discurso a Saruman para dejarlo hecho fosfatina. Y que un heredero de Elendil, vivo, estaba también allí, a mi lado. Si Lengua Maloliente de Serpiente no se dejó engañar por la armadura de Rohan, se acordará sin duda de Aragorn y del título que reivindicaba. Eso es lo que más temo. Así pues, no hemos huido para alejarnos de un peligro sino para correr en busca de otro mucho mayor; que narices tiene el asunto, ¿eh? Cada paso de Sombragris te acerca más y más al País de las Sombras, Peregrin Tuk Ojitos de Cachorro de Peluche.
   Pippin no respondió, pero se arrebujó en la capa, como sacudido por un escalofrío, ahora si que pensaba que tenía unos ojitos muy lindos si había logrado sacarle tanta información al Barbas. La tierra gris corría veloz a sus pies.
   -¡Mira! - dijo Gandalf -. Los Valles del Folde Oeste se abren ante nosotros, Aquí volveremos a tomar el camino del este. Aquella sombra oscura que se ve a lo lejos no es un Nazgûl tendiendo su ropa a lavar, es la embocadura del Valle del Bajo. De este lado quedan Aglarond y las Cavernas Centelleantes De Piedras Brillantes Y Bonitas. Ni se te ocurra preguntarme a mí por estos sitios. Pregúntale a Gimli si volvéis a veros, y por primera vez tendrás una respuesta que te parecerá muy larga, como mi barba. No verás las Cavernas, no al menos en este viaje. Pronto las habremos dejado muy atrás.
   -¡Jo, Creía que pensabas detenerte en el Abismo de Helm! - dijo Pippin -. ¿a dónde porras vas ahora?
   -A Minas Tirith, antes de que la cerquen los mares de la guerra. ¡No esperarías que fuésemos a la playa!
   -Vaale, jo. ¿Y a qué distancia queda?
   -Leguas y leguas - respondió Gandalf -. Tres veces más lejos que la morada del Rey Théoden, que queda a, más o menos... - Contó con los dedos -. A más de cien millas de aquí, hacia el este: cien millas a vuelo de mensajero de Mordor, para la próxima vez viajamos en primera clase, que te dan refrescos gratis. Pero el camino de Sombragris es más largo. ¿Quién será más veloz? Hagan sus apuestas...
   >>Ahora, seguiremos cabalgando hasta el alba y hasta lo que aguante el caballo, de paso, y aún no s quedan algunas horas. Entonces hasta Sombragris tendrá que descansar en alguna hondonada entre las colinas: en Edoras, espero. ¡Duerme si puedes; y si no puedes te cantaré una nana! Quizá veas las primeras luces del alba sobre los techos de oro de la Cada de Eorl. Y dos días después verás la sombra purpurina del Monte Mindolluin y los muros de la torre de Denethor, blancos en la mañana, y como no soy azafata de turismo no puedo seguir describiéndote las vistas.
   >>De prisa, Sombragris. Corre como Anillo que persigue el Gollum, como nunca has corrido hasta ahora, corre como si sintieses una avispa en las posaderas. Hemos llegado a las tierras de tu niñez y aquí conoces todas las piedras. ¡De prisa, que no es broma, jo! ¡Tu ligereza es nuestra esperanza, sobretodo la mía de encontrar pronto el cuarto de baño!
   Sombragris sacudió la cabeza y relinchó, como diciendo "Vale tío, lo que tu digas, pero quiero zanahorias en el forraje" y enseguida se lanzó hacia delante. Los cascos relampaguearon contra el suelo; la noche se precipitó sobre él.
   Mientras se iba durmiendo poco a poco, inducido por la nana que le cantaba Gandalf, Pippin tuvo una impresión extraña: él y Gandalf, inmóviles como piedras, montaban la estatua de un caballo al galope, en tanto el mundo huía debajo con un rugido al viento.
   Y el Hobbit pensó justo antes de dormirse "Esa estatua de caballo luciría preciosa en mi salón...".



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