El viaje del Libro Rojo
Capítulo VIII: Los Puertos Grises
Dos años después de recibir el mensaje de Aragorn, mi abuela Rosita Coto falleció. En el entierro de mi abuela, mi abuelo Sam nos dijo que dentro de unos días, partiría hacia las Tierras Imperecederas, con su querido señor Frodo.

El 8 de Agosto, partí con mis padres a Mithlond (los Puertos Grises). Tardamos dos días en llegar. Cuando llegamos, mi abuelo estaba hablando con Círdan y con el Rey Elessar. También, estaban algunos de mis tíos y primos. Dos horas después, llego el resto de mi familia.
-Ya es la hora, mease Samsagaz –le dijo Círdan a mi abuelo.
-Déme cinco minutos, señor Círdan –le dijo mi abuelo. Círdan asintió con la cabeza.
Toda mi familia formo una fila para despedirse. Yo era el último. Espere mi turno hasta que me tocó despedirme. En cuanto mire a mi abuelo, le abracé y empecé a llorar. Mi abuelo sacó su pañuelo y me secó las lágrimas.
-Trancos me ha contado tu gran hazaña en la guerra contra Harad –me dijo. Le mire y sonreí-. Por eso quiero que te quedes con esto, –abrió su mano y me entrego su Hoja de Lórien- te lo mereces. Y quiero pedirte un favor.
Se desabrocho la capa élfica de Lórien de su cuello, y me la entregó.
-Quiero que la cortes en todos los pedazos que puedas, y que entregues un pedazo a cada persona que quiero.
-Si, abuelo –le contesté.
Nos estuvimos mirando un rato, hasta que ha mi abuelo se le derramó una lágrima y nos fundimos en un fuerte abrazó.
-Abuelo –le dije sollozando-, te voy a echar mucho de menos.
-Yo también, mi querido Bill –me dijo-, yo también.
Nos soltamos, y el se dirigió al blanco barco que yacía en el muelle. Aragorn lo acompaño, y después de abrazarse, se subió al barco. El barco se alejó del muelle. Mientras se alejaba, mi abuelo desenvainó a su espada Dardo (que se la dio Frodo) y gritó:
-¡Siempre estaréis en mi corazón!
Desenvainé a Curim y la alcé sobre mi cabeza. Mi abuelo me sonrió. Yo le devolví la sonrisa. Permanecí con Curim en la mano hasta que el barco se perdió en el horizonte, y volví con mis padres a Torres de Abajo.
Unos días después, emprendí un nuevo viaje. Corte la capa de mi abuelo en muchos pedazos, y los repartí a todos mis parientes que habitaban por toda la Comarca. Dos de ellos los guardé. Uno lo puse sobre la tumba de mi abuela y otro se lo di al Rey Elessar, en Gondor. Cuando me dirigía a Minas Tirith, pasé por las Aglarond y por Edoras, para visitar a mis viejos amigos. Cuando llegué a Minas Tirith, visité a Anselon y a Mívewyn, y al viejo senescal Faramir. Pero no pude. Aragorn me comunicó que falleció el mes pasado, con noventa y nueve años. Me quedé en Minas Tirith seis meses, después volví a Torres de Abajo. Después de permaner mucho tiempo en La Comarca, tuve que volver a partir hacía Minas Tirith, en una importante aventura… pero eso es otra historia.
Esta historia que he escrito se la dedico en especial a mi pequeño amigo Dani de Erebor, por haber mostrado tanto interés al leerla. También se la dedico a mi amigo Cuevas que es un fanático de Tolkien y me ha enseñado muchas cosas, y a mi padre por haberme leído el principio de El Hobbit. ¡Ah! Se me olvidaba. Y a todo aquel amante del mundo de Tolkien, que haya disfrutado de su magia tanto como yo. ¡Tenna rato!