Sueños de amor nunca cumplidos
CAPÍTULO 7
-¡Noooo! –exclamó Airabeth. Una ira bendita la invadió y el amor venció el miedo a los Espectros del Anillo. No necesitó pensar para saber lo que tenía que hacer, fue un impulso del corazón lo que le hizo lanzar su espada con todas sus energías hacia la garganta bestia alada del Jinete, que cayó muerta sobre la tierra.
El Nâzgul miró entonces a la muchacha, se acercó a ella y levantó su espada. Airabeth, desarmada e indefensa, estaba muerta de miedo, pero entonces se dio cuenta de que, al fin y al cabo, Legolas estaba sano y salvo y eso le importaba más que tener que hundirse para siempre en el Mundo de las Sombras. Se estaba enfrentando al ser que más temía sobre la Tierra Media y además había salvado la vida de Legolas. Una gran paz llenó su corazón y miró desafiante a su enemigo, sabía que iba a morir, pero no pensaba rendirse aunque su nombre se perdiera para siempre.
Y justo cuando el Espectro iba a descargar su arma sobre la joven, una flecha lanzada por un orco con mala puntería, alcanzó a Airabeth en el pecho y la hizo caer al suelo.
Airabeth, moribunda, giró la cabeza y vio a Legolas luchando. Quería llevarse una mirada suya antes de morir, deseaba que lo último que viera fuesen aquellos ojos celestes, brillantes y dulces.
“Por favor…” pensó, angustiada. No podría seguir respirando mucho tiempo.
Se dio cuenta de que algo caliente le empapaba la mano. Era su propia sangre. Iba a morir enseguida.
“¡Mírame, por favor!”, pensaba, sin fuerzas para pronunciar siquiera una palabra. Legolas empezó a girarse.
“Va a mirarme”, se dijo Airabeth, pero sus fuerzas se agotaban. Escuchó entonces a todos gritando: “¡Llegan las águilas!” ¡Llegan las águilas!”.
Y entonces, Legolas la miró al fin. Pero ya era demasiado tarde. Airabeth estaba muerta.
Y así pereció la valiente joven. Sin que nadie conociera jamás su hazaña. Sin que su nombre apareciera jamás en canción alguna. Sin darse cuenta de que las palabras de su padre fueron ciertas al fin. Y lo peor de todo, sin saber que, apenas dejara de ver la luz, los ojos del elfo que amaba se clavaban en su cuerpo sin vida y se llenaban de tristeza…