Situación: Gran cadena que va de Norte a Sur, forma la frontera Oriental de Eriador
Época: Desde la primera edad hasta la cuarta
Otros nombres: Hithaeglir en Sindarin; Torres de la Niebla; Montañas de la Niebla.
La más cantada de las grandes cordilleras de la antigüedad, sobre la que se vivieron grandes hazañas, seno de espectaculares maravillas, tanto naturales como labradas por las gentes que vivieron bajo su influencia.
GEOGRAFÍA.
Cordillera de la Tierra Media que se extendía de norte a sur, separando Rhovanion de Eriador desde las Montañas Grises hasta el Paso de Rohan, a lo largo de más de 1120 kilómetros. Aunque no era tan larga como las Ered Nimrais, y parece ser que su cota más alta no superaba la altura del Irensaga, el techo de las Montañas Blancas, si que en su conjunto constituían una cordillera de mayor entidad que su vecina del sur, que por otra parte, dadas sus condiciones morfo-geológicas, es muy probable que fuesen en remotos tiempos una misma cordillera a la que la erosión había desgastado en lo que en el futuro sería el Paso de Rohan.
Dice la tradición que fue Melkor quién levantó las Hithaeglir para obstaculizar las cabalgatas de Oromë por la Tierra Media. Para ello, el Vala Oscuro utilizó una combinación de varias fuerzas naturales: fenómenos tectónicos, plegamientos y elevaciones, actividad sísmica y volcánica, y por supuesto, la actividad glaciar. Manifestaciones de los primeros las podíamos encontrar, sobre todo, en las tierras occidentales lindantes con Eriador; extensas mesetas bastante abruptas y salpicadas de cerros y escarpadas colinas como las que conformaban las Landas de Etten, los Páramos Fríos, el Borde del Yermo o las comarcas orientales de Eregion; de la última, se pueden deducir simplemente de algunas de las descripciones concretas de picos, barrancos y valles, que se dan en los antiguos registros.
Se habla de la cordillera como en “forma de sierra dentada”, algunos de sus picos son llamados “cuernos”, se citan ríos que brotan de “paredes pedregosas”, se describen formaciones de “escaleras rocosas”... Todas estas características se dan en las modernas cordilleras de los Alpes y los Pirineos, de reconocida actividad glacial, y que supuestamente son las herederas contemporáneas de las Hithaeglir y de las Ered Nimrais. Se llaman “cuernos” a las cumbres que han sido cinceladas por el hielo en tres o más caras; la abundancia de picos de este tipo daban a la cordillera esa característica forma de “sierra dentada”. Uno de los más famosos, sin duda, es el Caradhras, el Cuerno Rojo. En algunos de sus valles, como en el de Azanulbizar, aparecen esas “escaleras rocosas”, típicas formaciones cuando se produce el avance de un glaciar. Las “paredes pedregosas” por las que manan ríos encajan perfectamente con la descripción de las morrenas que forman los glaciares en retroceso, como la que embalsaba el Lago Espejo y de la que fluía el Cauce de Plata.
En definitiva, y aunque no se describen concretamente otros fenómenos típicos de la actividad glaciar como los circos y los valles suspendidos –que si son perfilados en narraciones sobre las Ered Nimrais- son muchos los rasgos que invitan a pensar que fueron las diferentes glaciaciones que pudo sufrir Arda a lo largo de los lejanos Años de la Oscuridad, las que conformaron principalmente la morfología de la gran cordillera. Como cadena montañosa de considerable extensión, su composición rocosa era muy heterogénea. Por las descripciones conservadas podemos deducir que, por lo menos, existían tres tipos de roca predominante: la caliza en el norte, donde propiciaba la formación de húmedas cavernas con lagos interiores; roca cristalina en las zonas centrales y meridionales, ricas en vetas de metales y gemas, y algún caso aislado de montañas cuyo origen puede ser ígneo, como el Caradhras, de color rosado en medio de montañas plateadas y grisáceas.
En su parte septentrional el sistema se iniciaba en los Montes de Angmar que corrían en dirección este hasta un enorme nudo montañoso que se formaba en la intersección de las Hithaeglir con las Ered Mithrin. En este punto las Montañas Nubladas giraban hacia el sur, rumbo que ya no abandonaban hasta su final en el Paso de Rohan. Algunas referencias famosas de la cordillera eran el monte Gundabad, en el lejano norte, lugar donde los Orcos formaron una populosa comunidad; Paso Alto, en la latitud de la Carroca; el valle de Imladris, donde Elrond edificó la Ultima Morada; la Cordillera de Acebeda, un brazo que penetraba en Eregion por el oeste; las Montañas de Moria, un formidable nudo montañoso donde se encontraban algunas de las cimas más altas del sistema y el Paso del Cuerno Rojo; y el valle de Nan Curunír, a los pies del Último Pico. De norte a sur, sus montes más famosos eran el Carn Dûm, en los Montes de Angmar; el ya mencionado Gundabad, cerca del nudo con las Ered Mithrin; el Gram, dominando las Landas de Etten; los fenomenales Caradhras, Celebdil y Fanuidhol, ya nombradas como Montañas de Moria; y el Methedras, el Último Pico que, como hemos dicho, dominaba el valle de Isengard.
De las entrañas de las Montañas Nubladas eran numerosas las corrientes y ríos que fluían salvajes hacia las tierras más bajas. De las laderas occidentales surgían los ríos Mitheithel desde las Landas de Etten, el Bruinen que nacía en los valles cercanos a Imladris, el Sirannon que corría desde las mismas puertas de Moria, y el Glanduin, fruto del seno del Celebdil; pero era en las laderas orientales desde donde nacían algunos de los grandes ríos de la Tierra Media: Empezando por el Fuente Lejana, que desde el Gundabad corría hacia el este hasta fundirse con el Grislín y formar el Anduin; el Rhimdath al norte del Paso Alto, el Gladio casi en el mismo centro geográfico de la cordillera, el Celebrant que fluía desde el Lago Espejo, el Nimrodel que brotaba -como el Glanduin- desde el Celebdil, el Limclaro desde la zona septentrional de Fangorn, y el Entaguas y el Isen, que nacían de las entrañas del Methedras. La importancia de esta cordillera era enorme, y la gran dificultad que entrañaba el abordarla –era prácticamente intratable, y solo se podía cruzar de forma natural por el Paso Alto y el del Cuerno Rojo- hacía de ella objeto de gran temor y reverencia por parte de los diversos pueblos que vivieron bajo su influencia.
HISTORIA.
Según leyendas y canciones, Melkor, ante las frecuentes cabalgatas que Oromë emprendía por Endor, y con el objeto de entorpecerlas, levantó las Montañas Nubladas en los albores de Arda. Está claro que su objetivo primario no se cumplió porque el Vala alcanzó el extremo oriente de Endor e invitó a los recién despertados Elfos a viajar a Valinor, sin embargo, si le sirvieron para dificultar sus planes.
Durante el Gran Viaje, los Eldar quedaron asombrados -y no fueron pocos los que sintieron el temor invadiendo sus corazones- al divisar tan colosal cordillera. Vanyar y Noldor, guiados por Oromë, atravesaron los desfiladeros de las Hithaeglir hacia el oeste, pero entre los Teleri hubo dudas y recelos: un importante grupo, liderado por Olwë, decidió abandonar el viaje y marcharon hacia el sur siguiendo el curso del Anduin. Aunque no consta en ningún registro, es probable que estos Elfos trabaran conocimiento con los Ents, un extraño pueblo más antiguo que las propias montañas, Pastores de Árboles que habitaban las extensas florestas que por entonces lamían las laderas sudorientales del sistema. El resto de los Teleri, a la cabeza de los cuales se encontraba Thingol, decidió finalmente cruzar las Montañas Nubladas y proseguir el trayecto previsto. Desde entonces no hay mención de las Hithaeglir hasta la aparición de los Enanos, el primer pueblo -tras los Ents- que se estableció en alguna parte de la cordillera. Y es que, mucho tiempo atrás, Aulë había puesto a dormir bajo las entrañas del Gundabad a Durin, el primer Padre de los Naugrim.
En las primeras edades tras el despertar de todos los Padres de los Enanos, las primeras asambleas entre los líderes de las Siete Tribus se celebraban en las estancias de Gundabad. Finalmente, Durin abandonó el monte –que obviamente no encerraba una exuberante riqueza mineral- viajó por la cordillera hacia el sur, descubrió el valle de Azanulbizar, y tras poner nombres a ríos, lagos y picos montañosos, estableció su morada en unas cavernas situadas sobre el Lago Espejo. Hay algunos sabios que datan ese momento a principios de la Primera Edad del Sol, pero en las canciones solo se menciona que lo hizo “en las profundidades del tiempo”.
El caso es que en la Primera Edad el núcleo del Pueblo de Durin ya se había asentado junto a su caudillo en las cavernas, que fueron convenientemente excavadas y acondicionadas, y que serían conocidas como Khazad-Dûm. La colonia fue creciendo y prosperando lentamente, descubriendo cada vez nuevas riquezas minerales en el corazón de las Montañas de Moria, hasta que a finales de la Primera Edad, tras la derrota de Morgoth y la ruina de las grandes mansiones Enanas de las Montañas Azules, muchos de los antiguos habitantes de Nogrod y Belegost emigraron a Khazad-Dûm dando un nuevo impulso a la colonia. Esta nueva bonanza se vio incrementada con el advenimiento de la Segunda Edad, cuando en el interior del Barazimbar se descubrió una riquísima veta de Mithril. Atraídos por tan sensacional hallazgo, más Enanos, llegados de las diversas colonias diseminadas por todo el norte de la Tierra Media, se establecieron en las minas; y a su vez, hacia el año 750, un grupo de Elfos Noldor, a la cabeza de los cuales estaba Celebrimbor, gentes de vocación artesana y creativa, fundaron un reino en la vecina Acebeda con el que los Enanos establecieron una cordial y beneficiosa relación.
Las cavernas fueron horadadas hacia el oeste, hasta abrirse camino y salir al aire libre frente a Eregion, constituyendo un nuevo y alucinante paso y vía de comunicación por el interior de las Hithaeglir. Paralelamente, desde antes incluso del comienzo de la Primera Edad, un grupo de Elfos Silvanos se había establecido de manera informal en los bosques entre Azanulbizar y el Anduin, constituyendo el núcleo que formaría posteriormente Lothlórien. Estos Elfos eran, en relación a sus parientes de Acebeda, unas gentes “atrasadas”, de manera parecida a los Dunlendinos, un pueblo de Hombres, emigrado desde las Montañas Blancas a las Tierras Brunas durante toda la Segunda Edad. Eran estas tierras un país estepario y abrupto al sur de Acebeda, entre las montañas y el Gwathló. Así pues, si historias de prosperidad y dicha -o por lo menos de paz- se cantaban en el sur, en el norte, tras el fin de la Primera Edad, las cosas estaban más sombrías.
Huyendo de la derrota en Beleriand, Dragones y Orcos se diseminaron por las montañas septentrionales de la Tierra Media. Los Dragones lo hicieron al norte de las Montañas Grises y en el futuro tuvieron mucho que ver en la ruina de los Enanos de la zona. Los Orcos también colonizaron partes de las Ered Mithrin, pero no dudaron en ocupar cavernas y guaridas del norte de las Montañas Nubladas. Incluso un Balrog logró llegar a las entrañas de Moria, pero no sería descubierto hasta miles de años después.
Entretanto, discurría la Segunda Edad llena de paz y riqueza para Enanos y Elfos de las montañas. Su amistad quedó demostrada en hechos como la forja de las Puertas de Moria, construidas por el artesano Enano Narvi, y grabadas personalmente por Celebrimbor. Hacia el año 1200 hizo su aparición en Eregion un personaje llamado Annatar, que trajo aún más conocimientos y sabiduría a los Noldor. Su llegada provocó desconfianza en Galadriel, una noble Noldor, exiliada de Valinor que residía por aquella época en Ost-In-Edhil, la capital. Hacia el año 1350 emigró a los bosques que se encontraban al este de las montañas, donde reunió a los Silvanos que habitaban la zona y fundó el enclave de Lothlórien.
Mientras Annatar, mano a mano con Celebrimbor, empezaron a partir del año 1500 la forja de una serie de Anillos de Poder que se dilató hasta el 1575, cuando el Señor de los Dones abandonó Acebeda. Después, Celebrimbor forjaría en solitario los Tres Anillos de los Elfos, pero Annatar, establecido en la tierra de Mordor, forjó un Anillo Único en los fuegos del Orodruin, un Anillo bajo cuyo control quedaron el resto. Y es que Annatar no era otro que Sauron, el lugarteniente de Morgoth que se alzaba como el nuevo Señor Oscuro.
En el año 1693 Sauron inició una campaña contra Eregion, que fue invadida en el 1695, y que culminó con la conquista del reino y la muerte de Celebrimbor en el 1697. La ayuda que envió Gil-Galad desde Lindon –liderada por Elrond- llegó ese mismo año pero cuando lo hizo todo estaba perdido, y a pesar de recibir refuerzos desde Lórien y de contar con los Enanos de Khazad-Dûm las fuerzas Élficas fueron rechazadas. Tras este nuevo revés, Elrond se retiró al norte con los supervivientes de Acebeda y fundó la Última Morada en el valle de Imladris. La Guerra de los Elfos y Sauron continúo con nuevos episodios: En el 1699 Sauron tenía casi todo Eriador en su poder y se preparaba para invadir Lindon. Una parte de su ejército emprendió el sitio de Rivendel y allí permanecieron hasta que la definitiva derrota de su amo en el 1701 les obligó a replegarse. Durante toda la guerra, las puertas de la Mina del Enano permanecieron cerradas, y el pueblo de Durin solo salió para prestar socorro al ejército de Elrond.
Durante los siguientes 1700 años no sucedió nada destacable; la paz reinó en Eriador mientras más allá del mar se entretejía el destino del Arda. Las Hithaeglir permanecían imponentes y vigilantes, y en su seno prosperaban tres culturas. Ocultos en sus guaridas del norte, las diversas tribus de Orcos pululaban discretamente en espera de tiempos más propicios. Es posible, sin embargo, que durante esta época algunos clanes se fuesen desplazando más al sur, aunque no de forma notoria. En Rivendel se habían asentado firmemente los Elfos, ofreciendo un remanso de paz y sabiduría entre sus hermosas y espectaculares cascadas. Los Enanos, aislados en sus minas, dejaron pasar la Segunda Edad excavando sus mansiones cada vez más anchas, cada vez más profundas, siempre buscando el preciado Mithril. Habría que añadir, aunque no vivieran propiamente en las montañas, a los Elfos de Lórien, los Ents de Fangorn y los Dunlendinos de las Tierras Brunas.
El último gran acontecimiento en relación a las Montañas Nubladas que tuvo lugar en la Segunda Edad fue el acantonamiento de un enorme ejército en los alrededores de Imladris durante el año 3431. Éste era el grueso del gran armamento que inspiró a Gil-Galad la amenaza del todopoderoso Sauron, y la base de la Última Alianza de los Elfos y los Hombres. Durante tres años los líderes de la Alianza trazaron desde Rivendel los planes de su estrategia, hasta que en el 3434, cruzando los desfiladeros de las Hithaeglir, pusieron rumbo hacia la mayor gesta que hasta entonces habían protagonizado los Pueblos Libres por ellos mismos. La llegada de la Tercera Edad significó la pérdida del Anillo de Poder ganado en la guerra de la Última Alianza, la muerte de Isildur y el florecimiento de los reinos Númenóreanos, pero la amenaza de Sauron, que parecía vencida, no lo había sido del todo. Mientras Elfos y Enanos permanecían en sus enclaves, los Orcos, poco a poco, cada vez se iban haciendo más audaces en sus apariciones, a la vez que otras criaturas malvadas, como Huargos, Trolls y diversas tribus de Hombres Malvados de las Colinas empezaban a ser alarmantemente numerosas. Tal vez por ello, por ser en las regiones montañosas de las Landas de Etten y de los Páramos Fríos, y en las cercanías del Monte Gram, donde estas criaturas ya campaban con cierta libertad, por lo que Sauron eligió el norte de las Montañas Nubladas como bastión para volver a intentar el dominio de la Tierra Media.
En el año 861 de la Tercera Edad el reino Dúnedain de Arnor se dividió en tres: Arthedain, Cardolan y Rhudaur. Este último fue el primero de los tres que dio muestras de seria decadencia, y sería cerca de sus límites septentrionales, donde el Señor Oscuro inspiró un maléfico reino. Antes de que la ruina cayese sobre el norte de Endor, un curioso episodio relacionado con la Hithaeglir ocurrió alrededor del año 1150, y fue el cruce por el Paso del Cuerno Rojo de un pequeño pueblo, casi desconocido por entonces, pero que sería de capital importancia en el futuro destino de Arca: los Hobbits.
Después de este hecho, cerca del año 1300 el Señor de los Nazgûl fundó en las faldas del monte Carn-Dûm una ciudad sobre la que se sustentaría el reino de Angmar. Aprovechando las luchas de Rhudaur con sus vecinos y la decadencia de la dinastía reinante, se hizo, a partir del 1350 con el control del reino, llegando a sitiar Rivendel en el 1375. La plaza élfica resistió, pero el Reino de Angmar supuso una amenaza para Eriador –lo que significaba que lo era para Lindon- hasta que el Rey Brujo fue definitivamente derrotado en el 1975. El reino de Angmar quedó como una terrible sombra en el recuerdo y en las crónicas, pero sus criaturas no fueron, ni mucho menos, exterminadas por completo, de modo que los Orcos principalmente, seguían siendo numerosos en el norte de las Montañas Nubladas.
Solamente hay noticias de un pueblo de Hombres que por esa época se asentaron en la zona, cerca de las fuentes occidentales del Anduin, en la tierra de Éothéod. Estos Hombres estaban lejanamente emparentados con aquellos que un día conformaron el grueso de la Tercera Casa de los Edain, y desde entonces tomaron el nombre de la región que les acogió.
Mientras, en Khazad-Dûm los Enanos seguían explotando las entrañas de la tierra. Siguiendo la espectacular veta de Mithril descubierta casi dos mil años antes, excavaron tan profundo que liberaron al Balrog que a principios de la Segunda Edad allí había quedado encerrado. La tragedia estaba servida, y en apenas un año el Balrog mató a los Reyes Durin VI y Náin I, y expulsó a los Enanos de Khazad-Dûm que desde entonces fue más conocido con el nombre de Moria.
Cuando se inició el tercer milenio de la Tercera Edad las Hithaeglir se habían convertido en una cordillera infranqueable y muy temida, y solo los Elfos de Rivendel y Lórien (el enclave élfico gobernado por Celeborn y Galadriel, al este de Moria), los Ents del misterioso Bosque de Fangorn, en las laderas del sudeste, y algunas tribus de Hombres como los Éothéod y los Dunlendinos, vivían en comunión con sus valles y montañas. El único pueblo que parecía medrar era el de los Orcos, que paulatinamente se habían hecho con el control total del norte del sistema. Inspirados por el Nigromante –otra de las múltiples identidades falsas de Sauron- que se había establecido al sur del Bosque Negro, los Orcos fueron ocupando más y más cavernas, cerrando los escasos pasos que quedaban abiertos entre Eriador y Rhovanion. Hacia el año 2480 se podía decir que las Hithaeglir eran tierra de Orcos. Tenían una comunidad relativamente organizada en Gundabad –considerada como la “capital” de los Orcos de las Montañas Nubladas-, otra en la Ciudad de los Trasgos, al norte del Paso Alto, y por esas fechas Sauron empezó a poblar Moria con diversas tribus traídas desde Mordor. Incluso más al sur existían numerosas comunidades, que incluiría posteriormente a Isengard, cuando la fortaleza se convirtió en una plaza fuerte de la Oscuridad.
Los Trasgos se habían adueñado de la cordillera y ejercían su control; una prueba de ello nos remonta al año 2509, cuando Celebrían, hija de Galadriel, esposa de Elrond, regresaba de Lórien hacia Rivendel y fue atacada por una partida de Orcos en el paso de Caradhras, siendo herida con una flecha envenenada. La dama Élfica sobrevivió, pero su pena le hizo abandonar la Tierra Media poco después. en el 2510. Ese es el año de la Batalla del Campo de Celebrant, en la cual los Éothéod ganaron la provincia Gondoriana de Calenardhon, iniciando así su masiva migración a su nueva patria (migración que, a su vez, provocó la llegada en masa a las Tierras Brunas de las tribus de la familia de los Dunlendinos, que habitaban originalmente Calenardhon). De este modo, y a excepción de Rivendel y las zonas occidentales de Lórien y Fangorn, se consumó el control casi absoluto de los Orcos en el sistema. Sabiéndose con el suficiente poder, los Orcos comenzaron a hacerse más arrojados en sus expediciones y actos, y así, en el año 2740, se lanzaron contra Eriador llegando en sus rapiñas a alcanzar La Comarca en el 2747.
El otro peligro para la estabilidad de la zona fueron los Dunlendinos. Odiando a muerte a los Rohirrim que habían expulsado a miles de ellos de sus hogares originales, consiguieron organizarse lo suficiente para tomar Isengard en el 2710, y posteriormente, en el 2758, invadir Rohan. Apenas mantuvieron la situación durante un año, y para el 2759 habían sido derrotados y expulsados de nuevo a las Tierras Brunas. La situación condujo a los regentes de Gondor a entregar las llaves de Isengard a Saruman el Blanco, cabeza de la Orden de los Istari y por entonces el mago más poderoso de toda la Tierra Media. Esto otorgó un cierto respiro en el sur de las montañas, aunque, redujo en poco la amenaza de los Orcos. Estos, seguían medrando en sus cavernas como Gundabad o Moria, pero en su osadía, orgullo y crueldad cometieron dos graves errores: El primero fue el asesinar al Enano Thrór y ultrajar su cadáver en Moria, y el segundo dejar escapar con vida a su acompañante Nár, el cual dio buena cuenta de los sucedido a Thráin, el hijo del desafortunado señor Enano. Esto ocurrió en el 2790, y desde ese año hasta el 93, los Enanos formaron un sensacional ejército con el que se enfrentaron a los Trasgos. Hasta el 2799 los Enanos limpiaron de Orcos todas y cada una de las cavernas en las que consiguieron encontrarlos, incluyendo Gundabad, montaña sagrada para ellos. Acosados por los Naugrim, los escasos Trasgos supervivientes se refugiaron en Moria donde se unieron a la poderosa hueste que por sus entrañas pululaba.
El encuentro final se produjo ante las puertas orientales de Khazad-Dûm, en el valle de Azanulbizar, y los Enanos lograron una rotunda victoria. La matanza fue enorme, y el caudillo Orco, Azog fue muerto por Dáin Pie de Hierro; pero los Enanos perdieron ese día a nombres tan ilustres como los de Náin, padre de Dáin; Frerin y Fundin, hijo y primo de Thráin, e incluso el propio heredero de Durin perdió un ojo en la batalla. El desencantó y el temor al Balrog hicieron a los Enanos abandonar Moria, aunque ciento noventa años después, Balin, un señor Enano de Erebor, volvió a ocupar las minas estableciendo un reino en Khazad-Dûm. Pero en esos ciento noventa años los Orcos habían vuelto a medrar, y de nuevo establecieron colonias en la Ciudad de los Trasgos y en Moria. En el 2941 la expedición de Thórin, en la que iban Gandalf el Gris, uno de los Istari, y el Hobbit Bilbo Bolsón, fue hecha prisionera por los Orcos y conducidos a la Ciudad de los Trasgos. Gracias a la magia de Gandalf pudieron escapar y dar muerte al Gran Trasgo, su líder, y fue en su huida cuando Bilbo halló el Anillo Único y tuvo su famoso encuentro con Gollum. Tras estos acontecimientos, y como se ha señalado, en el 2989 Balin regresó a Moria creyéndola libre. Lo cierto es que nuevas hordas de Trasgos habitaban los niveles más profundos y el choque entre tan odiados enemigos se volvió a producir, esta vez bajo las entrañas de las Montañas Nubladas. Atrapados entre el Balrog y el ejército de Trasgos en el este, y por el Guardián del Lago -una horrenda criatura que habitaba en el pequeño pantano que embalsaba las aguas del recién nacido Sirannon- ante las puertas del oeste, los Enanos fueron finalmente aniquilados en el 2994.
Una vez más las Hithaeglir volvían a ser extremadamente inseguras para los Pueblos Libres, y la cosa empeoró cuando en el 3000 Saruman utilizó la Palantir de Orthanc, y fue “atrapado” por Sauron. Desde entonces Curunír se convirtió en servidor del mal -aunque no lo mostraría de manera abierta hasta más adelante-, y en Isengard se empezaron a llevar a cabo en secreto, aberrantes prácticas. Y así se llegó al año 3018, cuando Gollum entró en Moria, Saruman, quien ya se había quitado la careta abiertamente, hizo prisionero a Gandalf (liberado después por Gwaihir el Águila) y se empiezan a desencadenar los acontecimientos de la Guerra del Anillo.
En enero del 3019 la Compañía del Anillo, que había partido de Rivendel el 25 de Diciembre, cruzó las minas, donde fueron atacados por los Orcos, un Troll, y por el Balrog. Consiguieron llegar hasta Azanulbizar y así seguir la misión, pero Gandalf no les acompañó. Enfrentado con el Balrog, el Istar persiguió al demonio de Morgoth desde las profundidades de las Montañas de Moria hasta la cumbre de la Torre de Durin, donde finalmente abatió a su enemigo, aunque ello le costara la vida encarnada a su vez.
El último gran registro relativo a las Hithaeglir habla del ataque de los Ents, a principios de marzo, contra Isengard y Saruman. Bárbol y sus congéneres, acompañados de los Hobbits Peregrin Tuk y Meriadoc Brandigamo, miembros de la Compañía del Anillo, arrasaron la fortaleza y sitiaron la inexpugnable torre de Orthanc, manteniendo a Saruman a buen recaudo hasta la llegada de Théoden. Finalmente, la definitiva derrota de Sauron, la destrucción del Anillo y la victoria de los Pueblos Libres acabó por fin con los Orcos en toda la Tierra Media. Desde entonces, las sombras del tiempo cayeron lentamente sobre las Hithaeglir y todas las tierras descritas en los relatos sobre los Días Antiguos. Actualmente hay quien afirma que es probable que los Alpes sean los restos (o la herencia) de lo que un día fueron las Montañas Nubladas.