Año 455 de la Primera Edad: Finrod otorga su anillo a Barahir tras la Dagor Bragollach
Marjal de Serech, Año 455 de la Primera Edad.
Los dominios de Beleriand han despertado hoy entre humo y ceniza. Al amparo de fuegos súbitos que brotaron de Thangorodrim, los siervos de Morgoth desbordaron las posiciones élficas y abatieron a los príncipes Angrod y Aegnor en las crestas de Dorthonion. En la retirada, Finrod Felagund quedó cercado en este marjal hasta que una veintena de hombres, encabezados por Barahir de la Tercera Casa de los Edain, formaron un anillo de lanzas que abrió paso al rey hacia las colinas del oeste. Testigos aseguran que, a salvo ya de la refriega, Finrod desceñó un singular aro de oro —dos serpientes de ojos de esmeralda, una sosteniendo y la otra devorando una corona florida— y lo puso en la mano de Barahir, declarando que mientras aquel anillo perdurase tampoco se quebraría su lealtad.
“Jamás vi tanto valor en tan pocos”, afirma Durvegil, explorador de Nargothrond que llegó con los refuerzos demasiado tarde para entrar en combate. “Hubo un silencio extraño cuando el rey habló; hasta los cuervos detuvieron sus constantes graznidos”.
La victoria de Morgoth, sin embargo, ha sido completa: el hielo perpetuo del Ard-galen se funde en un terreno pantanoso; columnas de orcos avanzan ya sobre Estolad, y los supervivientes dorthonianos se dispersan en pequeños grupos hacia el sur. Hombres y Elfos hablan ya con pesar de la ruptura del cerco, y advierten de que los pasos entre el Sirion y las Ered Wethrin han quedado desguarnecidos.
Se espera que Finrod reorganice sus fuerzas en Nargothrond, mientras Barahir retorna a las alturas de Ladros con menos de cuarenta compañeros de armas. Llevan consigo el Anillo que consagra su promesa, aunque un viejo herrero de Barad Eithel murmura enigmáticamente que “oro y juramentos pesan más cuando el viento sopla del norte”.