|
Portadas de Leandro para Elfenomeno
09 de Enero de 2005, a las 14:31 - Leandro Pascual
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]
15 de Agosto del
año 3018 de la Tercera Edad
Las antiguas leyendas hablan de una raza de hombres de pelo oscuro, altos
y fuertes, que construían sus moradas y fortalezas en piedra. Pocos relatos
nos hablan del destino de estos hombres, de los que hoy no nos quedan más que
las vagas sombras que son sus descendientes, los dunlendinos.
Estos descendientes habitan las llanuras y colinas de las Tierras Brunas, al
oeste de las Montañas Nubladas, casi llegando al paso de Rohan. Pocos parecidos
guardan con sus ancestros olvidados, pues eran grandes guerreros, valientes y
decididos en la batalla, pero honorables y justos con sus enemigos. Hoy por hoy,
los dunlendinos se han vuelto traidores y cobardes. El mago Saruman no tuvo que
hacer un gran esfuerzo para incluir sus fuerzas en la traición que le ha llevado
a retener a su antiguo compañero Gandalf en la torre de Isengard.
Pero hoy, como un espejismo de otra época, un hombre alto, de pelo oscuro y de
quien su valentía en la batalla estaba empezando a crearle una leyenda, pasó
raudo por estas tierras. Los pocos campesinos que se le cruzaban lo miraban
con curiosidad. Mas él no se detuvo a hablar con ninguno. Su determinación lo
guiaba hacia el norte, hacia una ciudad tan legendaria y olvidada como los
ancestros de aquellas mismas gentes, a los que tanto se parecía este jinete.
Al caer la tarde, Boromir se detuvo. Su caballo y él mismo se refrescaron con
agua de un riachuelo que fluía de entre las rocas al pie de la ladera. Un pastor
con su pequeño rebaño de ovejas pasó a su lado apresuradamente de camino a casa,
pues se le había hecho tarde. "Ovejas", pensó Boromir. Ahora comprendía. La noche
anterior había creído oir un aullido, pero lo había descartado. Ahora veía que era
muy posible que estos animales morasen las colinas a su derecha. Encendió un fuego,
más por prevención contra los lobos que por frío. Así evitaría el peligro.
No sospechaba que el mayor peligro no eran los lobos, sino quien moraba al otro lado
de las montañas. Mas Saruman tenía todos sus sentidos orientados al norte, al este y
al sur, nunca al oeste, por lo que no había notado la presencia de aquel poderoso
guerrero, el primogénito del Senescal de Gondor. Tampoco su prisionero, en lo alto
de la torre de Orthanc, miraba en esa dirección. Gandalf miraba al norte, sólo al
norte, y sus pensamientos estaban muy relacionados con aquellos versos que habían
llevado a Boromir a aquella imposible misión. Imladris, el mediano, el Daño de
Isildur. Palabras de fantasía para uno, y demasiado reales y familiares para el
otro, que atormentaban a ambos.
"El destino está cerca". Con este mismo pensamiento en sus mentes, Boromir y Gandalf
se durmieron con un sueño ligero e inquieto.
Volver al índice
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47
| |