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Portadas de Leandro para Elfenomeno
09 de Enero de 2005, a las 14:31 - Leandro Pascual
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]
14 de Marzo del
año 3021, el último de la Tercera Edad
Frodo apenas se sentía recuperado después del horribe dolor del día
anterior. Recordar las razones por las que sentía aquella enfermedad
no le ayudaba ni confortaba. Bien al contrario, le hacía sentir peor.
Aunque sabía que Ella-Laraña había sido derrotada por Sam, el buen
Sam, Frodo sentía aún dentro de él el dolor de su veneno. Se dijo a
sí mismo que ya había pasado, pero sabía bien que al año siguiente
volvería a ponerse enfermo. Y también en Octubre. "Algunas heridas
tardan mucho en curar, y otras no curan nunca", le había dicho a Sam
hacía meses. Y era cierto.
El recuerdo del dolor del día anterior, sin embargo, le hizo evocar
lo sucedido aquellos días, dos años atrás. No sólo lo que habían
vivido él y Sam, sino todo lo que había sucedido en Minas Tirith y
que Gandalf les había relatado. Mirando afuera, pudo ver que aún era
temprano. Sam y Rosa no llegarían hasta más tarde. El día anterior
Frodo no había conseguido que Sam se separara de él, pese a que Rosa
estaba a punto de dar a luz. La felicidad en su rostro ayudó mucho
más a Frodo que todas las cataplasmas y las hierbas con que habían
intentado que se sintiese mejor.
Sam y Rosa no llegarían hasta más tarde. Entonces Frodo abrió el libro.
Lo había retrasado mucho, pero ya no podía retrasarlo más. Escribió
todo lo que había sucedido aquellos días en Minas Tirith y Pelennor.
Frodo no había podido conocer a Théoden ni a Denethor, quienes murieron
aquellos días. Pero los relatos de Merry y Pippin y del propio Gandalf
habían estado tan cargados de sentimientos que le parecía haber hablado
con ellos, haber oído sus palabras y visto sus rostros. La heroicidad de
Merry y la dama Eowyn con el rey Brujo le hizo estremecerse con un
escalofrío. Ni siquiera Gandalf el Blanco, con todo su poder, hubiera
podido derrotar al Señor de los Nazgul... y he aquí que un pequeño
hobbit y una valerosa dama habían logrado aquella gran proeza.
Eowyn y Merry fueron llevados a las Casas de Curación. Y allí Faramir
y ella se enamoraron. Faramir, el hermano de Boromir, a quien Frodo
había conocido justo antes de entrar en la tierra de la desesperación.
Una ligera sonrisa asomó a los labios de Frodo, pensando en la feliz
pareja. ¡Oh! Y la llegada de Aragorn, con el estandarte de su amada
Arwen. En medio de la desesperación de su pueblo, el Rey, el legítimo
Rey de Gondor regresó, con la espada que había sido rota...
Pero también debía escribir la otra parte de la historia. SU historia:
la traición de Gollum, la batalla con Ella-Laraña, los Orcos de Cirith
Ungol y su rescate por parte de Sam en la torre. A medida que rememoraba
cómo habían llegado a confundir a Sam con un guerrero élfico, una lágrima
resbaló por la mejilla de Frodo, yendo a dar al papel. Allí quedó un
borrón, justo donde narraba el momento en que Sam le había encontrado
de nuevo. Y en aquel instante escuchó, fuera de la casa, aquella misma
voz que tanto amaba, diciendo aquellas mismas palabras que, aquel día,
dos años atrás, le habían devuelto a la vida.
- ¡Frodo! ¡Señor Frodo! ¡Soy Sam! ¡He venido!
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