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Portadas de Leandro para Elfenomeno
09 de Enero de 2005, a las 14:31 - Leandro Pascual
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]
27 de Julio del
año 3019 de la Tercera Edad
La comitiva no podía ser más espléndida. Jamás un Rey de la Marca había
marchado con un séquito como el que acompañó a Théoden hijo de Thengel a
la tierra de los Antepasados.
Sin prisa y en paz atravesaron Anórien, y llegaron al Bosque Gris al pie
del Amon Dîn; y allí Ghân-buri-ghân ordenó a sus Hombres Salvajes que
tocaran los tambores. Aquellos tambores redoblaban con sonidos que
expresaban más que las palabras. Por un lado, parecían una advertencia,
por otro, un saludo. Aragorn reconoció sus múltiples significados, y entre
ellos el del reconocimiento a la ayuda prestada por esta gente, los
Hombres Salvajes, los woses, aunque ese no era el nombre que habían
tenido en otro tiempo.
Hoscos, de aspecto achaparrado y mirada hundida y ceñuda, tan sólo Merry
había reconocido el parecido entre las estatuas de los Hombres Púkel del
Sagrario y el jefe Ghân-buri-ghân. Estos hombres fueron llamados los
drúedain, y muchas fueron las historias que se contaron sobre ellos,
aunque en esta época pocos las recordaban y nadie las asociaba con aquellos
Salvajes.
Los drúedain habían sido un pueblo respetado en su tiempo. Grandes amistades
se entablaron entre los Hombres Altos y los Drûg, pues grande era su magia,
y la utilizaban con sabiduría y siempre para el bien. Se habló de un Drûg
que dejó una piedra tallada, de aspecto semejante a sí mismo, similar a los
hombres Púkel del Sagrario, al cuidado de una familia de Hombres Altos, pues
él tenía que partir. Los Orcos atacaron aquella casa, y entonces la piedra
cobró vida y expulsó a los orcos. Cuando el Drûg volvió, aquella familia pudo
ver que éste había recibido las heridas que los Orcos y el fuego habían
inflingido a la piedra.
Pero si bien fueron muy queridos en otro tiempo, en estos tiempos ya no se les
tenía en gran estima. Fueron despreciados, desterrados y vilipendiados. Mas
ahora habían vuelto a demostrar su lealtad y su valía, y así lo había
comprendido Aragorn. Hizo sonar las trompetas; y los heraldos pregonaron:
- ¡Escuchad! ¡Ha venido el Rey Elessar! ¡A Ghân-buri-ghân y a los suyos les
da para siempre la Floresta de Drúadan; y que en adelante ningún hombre entre
ahí si ellos no lo autorizan!
Ghân-buri-ghân, pese a no hablar correctamente la lengua común, comprendió al
momento todo el alcance de estas palabras. Al fin los drúedain tenían una tierra
y un reconocimiento para sí. A modo de saludo y agradecimiento, el redoble de
tambores creció un momento, y luego calló.
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