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Portadas de Leandro para Elfenomeno
09 de Enero de 2005, a las 14:31 - Leandro Pascual
Relatos Tolkien - Relatos basados en la obra de Tolkien, de fantasía y poesías :: [enlace]
22 de Septiembre del
año 3019 de la Tercera Edad
Bilbo estaba encantado. La celebración de su cumpleaños número ciento veintinueve
no podía ser más feliz, ni estar más concurrida. A la alegría de volver a ver
a sus queridos Frodo, Sam, Merry y Pippin (quienes ahora destacaban notablemente
en altura frente a los demás hobbits), más Gandalf y los otros, había que sumar
la alegría de todo el pueblo de Rivendell al recibir a los salvadores. La
fiesta no pudo ser más espléndida. Incluso Sam se preguntaba si aquélla fiesta
no habría sido más fastuosa aún que aquélla con la que había empezado todo
aquéllo.
Sam miró a Frodo, sentado a su lado. También celebraba su cumpleaños, y parecía
libre y feliz de nuevo. Sin embargo, Sam no estaba del todo contento. Las palabras
de Saruman, días atrás, le habían dejado inquieto. Sabía que iban a pasar unos
cuantos días en Rivendell, pero el corazón de Sam estaba en la Comarca. Ansiaba
volver a ver el verde de las laderas, el Brandivino... Y sobre todo, ansiaba
volver a ver a Rosita Coto. Una sonrisa asomó al rostro de Sam. Pero en seguida
las palabras de Saruman volvieron a atormentarlo: "Bien, te servirá de escarmiento
si al volver a tu tierra, encuentras que las cosas no marchan tan bien como a ti
te gustaría en la Cuaderna del Sur". ¿Acaso Saruman sabía algo? ¿Tendría algo que
ver? Pero en aquel momento, estallaron unos fuegos artificiales en el cielo, con
forma de árbol, visible incluso a la luz del día (obra de Gandalf, por supuesto),
y empezó a aplaudir.
Saruman sonrió. Ante él estaba uno de esos árboles de la Comarca, y a la sombra,
el hobbit que había estado esperándole. Lotho había preparado su llegada. Las
buenas palabras de Saruman le habían engatusado. Aquel pequeño hobbit ansiaba ser
recordado durante las próximas generaciones como el hobbit que rehizo la Comarca
y construyó una ciudad hobbit próspera y de la que todo hobbit estaría por siempre
orgulloso. Los métodos que Saruman le había propuesto le parecían muy apropiados,
pues le permitirían hacerse rápidamente con el control de la Comarca.
Mientras Lotho guiaba a Saruman a Bolsón Cerrado, éste le propinó un puntapié a
Lengua de Serpiente, quien miró extrañado de aquella recriminación a su amo. Éste
le hizo un suave gesto con la cabeza, en dirección al hobbit... y Lengua de
Serpiente comprendió lo que debía hacer cuando llegasen. Mientras, Saruman miraba
satisfecho a los cambios que habían empezado a operar en La Comarca, bajo su
consejo, aún venido de lejanas tierras. Lotho (a quien los demás hobbits habían
empezado a llamar Granujo) había hecho buen uso del dinero que se le había dado.
El Molino, antiguo motivo de orgullo de todo hobbit de la Comarca, había sido
demolido, y un nuevo molino, más grande y más feo, había sido construido allí.
Saruman vio una nueva utilidad para aquel molino, y sus planes. Sí, realmente
podría conseguir destruir aquel lugar, y hacer que aquellos alfeñiques lamentaran
haberlo dejado con vida...
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