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LIBROS
Saludos desde Lindon
(25 de Octubre de 2001, a las 03:00)

Aiya Meldor. El ultimo de su clan los saluda.
Soy nuevo por aquí, y me alegra mucho ver que hay tanta gente de todas las razas de Arda. Además me gusta el sistema de este Foro (está muy bien organizado y prolijo), asi que felicitaciones a los webmasters.
Bueno, para empezar les dejo un texto sobre los Linajes de Gondolin (vale la pena leerlo).
Y recuerden que Aeglos está a disposición del que la necesite.
Manwë os mantenga al abrigo del Unico.

“El sol se oculta tras las colinas y todos se preparan con gran alegría y ansiedad para el festival, observando expectantes hacia el oriente. He aquí que cuando la luz acababa de desaparecer y todo estaba a oscuras, una nueva luz comenzó a brillar y se vió un resplandor que venía de allende las cimas del norte, y los hombres se maravillaron y las gentes se apiñaron en las murallas y las almenas. Entonces el asombro se transformó en duda cuando la luz se volvió más intensa y rojiza, y la duda dio paso al temor cuando los hombres vieron que la nieve de las montañas se cubría de manchas que parecían ser de sangre. Y así llegaron a Gondolin las serpientes de fuego de Melkor.

“Entonces atravesaron el valle jinetes jadeantes con nuevas enviadas por los centinelas de las cimas; y hablaron de las huestes flameantes y de las siluetas parecidas a dragones y dijeron: -Melkor se aproxima. -Un enorme temor y una inmensa angustia se apoderaron de esa hermosa ciudad, y las calles y los caminos apartados se inundaron de llantos de mujeres y lamentos de niños y las plazas de soldados que se congregaban y tintineo de armas. Se desplegaron todas las banderas brillantes de todas las grandes casas y todos los linajes de los Gondothlim. Las tropas de la casa del Rey formaban una hueste poderosa cuyos colores eran el blanco y el dorado y el rojo, y sus emblemas eran la luna y el sol y el corazón escarlata. En el centro se encontraba Tuor, más alto que todos los demás, y su cota de malla plateada lanzaba destellos y en torno a él se apiñaban los más valientes. Y he aquí que todos ellos lucían en los yelmos figuras que parecían alas de cisnes o de gaviotas y el emblema del Ala Blanca en los escudos. Pero en ese mismo sitio se congregaron los de la hueste de Maeglin, que llevaban arreos negros y no lucían ningún distintivo ni emblema sino cascos redondos de acero cubiertos con piel de topo y que iban armados con hachas de dos filos como azadones. Maeglin, príncipe de Gondobar, reunió allí a muchos guerreros de talantes sombríos y miradas amenazadoras, y un destello infame se reflejaba en sus rostros y en las superficies bruñidas de sus atavíos. Hacia el norte se veía arder las colinas y parecía que ríos de fuego bajaban por las laderas que se prolongaban en el valle de Tumladen, y ya se sentía el calor que surgía de allí.

“Y se reunieron también muchos otros linajes, el de la Golondrina y el del Arco Celestial, de los que provenía la mayoría de los arqueros y los mejores, y se apostaron en las amplias terrazas de las murallas. Los del linaje de la Golondrina lucían un abanico de plumas en los yelmos y llevaban arreos blancos y azul oscuro y púrpura y negro, y lucían una punta de flecha en los escudos. Su jefe era Duilin, el hombre más veloz para correr y saltar y el arquero más certero. Pero los del linaje del Arco Celestial, una estirpe que poseía incontables riquezas, lucían una gama esplendorosa de colores y llevaban los brazos cubiertos de joyas que fulguraban con la luz que ahora cubría el cielo. Todos los escudos del batallón eran de color azul cielo y su tachón de adorno estaba hecho con siete gemas; rubíes y amatistas y zafiros, esmeraldas, crisoprasa, topacio y ámbar, y en los yelmos lucían un ópalo de gran tamaño. Su jefe era Egalmoth, que llevaba una capa azul bordada con estrellas de cristal y su espada era curva -aunque ningún otro Noldoli llevaba una espada curva-, pero la prefería al arco y con ella podía llegar más lejos que cualquier otro de esa hueste.

“También estaban allí los del linaje del Pilar y de la Torre de Nieve, que obedecían a Penlod, el más alto de todos los Noldor. Y estaban los de la casa del Árbol, una casa muy importante, que llevaban atavíos verdes. Luchaban con porras tachonadas de hierro de hierro o con hondas y se decía que su jefe, Galdor, era el más valeroso de todos los Gondothlim con la excepción de Turgon. Allí estaban los de la casa de la Flor Dorada, que lucían un sol de rayos abiertos en los escudos, y su jefe, Glorfindel, llevaba una capa bordada con hilos de oro de tal manera que estaba cubierta de celidonias como una campiña en primavera, y sus armas lucían damasquinados de oro trabajado con gran habilidad.

“Entonces llegaron desde el sur de la ciudad los de la casa de la Fuente, cuyo señor era Ecthelion y a quienes fascinaban la plata y los diamantes; y empuñaban espadas muy largas y brillantes y blandían bastones, y marchaban a la batalla acompañados por la música de flautas. Detrás de ellos venía la hueste del Arpa, un batallón de valerosos guerreros cuyo jefe, Salgant, era un cobarde que adulaba a Maeglin. Iban adornados con borlas de plata y oro, y en su blasón brillaba un arpa de plata sobre un fondo negro; pero Salgant lucía un arpa de oro y era el único hijo de los Gondothlim que marchaba cabalgando a la batalla, y era pesado y rechoncho.

“El último batallón era el de la casa del Martillo Iracundo, de la que procedían los mejores herreros y artesanos y todos ellos veneraban a Aulë el Herrero más que a cualquier otro Ainur. Iban armados con mazos parecidos a martillos y llevaban pesados escudos, porque tenían brazos muy fuertes. En otros tiempos, los Noldoli fugitivos de las minas de Melkor habían reclutado a muchos de ellos, y los miembros de esa casa sentían un odio inmenso por los actos que cometía el malvado y por sus demonios, los Balrogs. Su jefe era Rog, el más fuerte de los Gondothlim, cuyo valor casi igualaba al de Galdor, de la casa del Árbol. El emblema de estas gentes era el yunque y en los escudos lucían un martillo que lanzaba chispas al golpear, y sus colores favoritos eran el dorado y el negro. Era un batallón numeroso y ningún cobarde formaba parte de él, y en esa lucha contra el mal fue el que conquistó mayor gloria entre todas las nobles casas; sin embargo, la suerte no los acompañaba y ninguno de ellos salió con vida de la batalla, porque todos cayeron en torno a Rog y desaparecieron de la faz de la Tierra; y con ellos también desaparecieron para siempre muchos oficios y artes.

“Así eran y así iban ataviadas las once casas de Gondolin con sus símbolos y emblemas, y la escolta de Tuor, la hueste del Ala, era considerada la duodécima casa. Su jefe tiene una expresión sombría y no espera vivir por largo tiempo; y en la casa construida sobre las murallas Idril se cubre con una cota de malla y va en busca de Eärendil. El niño estaba sumido en llanto por las extrañas luces rojas que se reflejaban en las paredes del cuarto donde dormía; y recordaba los cuentos sobre el iracundo Melkor que le relataba su nodriza Meleth cuando desobedecía, y esos relatos lo inquietaban. Pero su madre se le acercó y le colocó una diminuta cota de malla que había hecho fabricar en secreto, y eso lo hizo sentir feliz y extraordinariamente orgulloso y dio gritos de alegría. Pero Idril rompió a llorar, porque su corazón siempre se había conmovido ante la bella ciudad y su hermoso hogar y el amor que Tuor y ella habían conocido en ese lugar; y ahora sentía que su destrucción era inminente y temía que sus maquinaciones no fuesen suficientes para resistir el poder abrumador de las pavorosas serpientes de Melkor.


Ereinion Gil-galad

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Saludos desde Lindon - Ereinion Gil-galad (25/10/01 03:00)
    Plas plas plas - wee_ko (25/10/01 03:05)
      yo pensaba que le ibas a... - Drustan (25/10/01 04:00)
    Muy bueno - Miguelito (25/10/01 13:39)
      Es un placer - Ereinion Gil-galad (25/10/01 19:23)
 


 
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