El rey de la ciudad de piedra

31 de Diciembre de 2004, a las 02:36 - Gelmir
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1. Los Hijos del Rey.

Las gotas que habían saltado al aire impulsadas por el rápido catamarán brillaron como perlas al reflejar la luz que se derramaba a través del Calacirya, la inconfundible luz dorada del árbol del Sol. Dos pequeñas barcas Teleri se deslizaban cerca de la costa en una intrincada y juguetona danza.
- Por Eru Nerwen, ten más cuidado, casi me arrancas la cabeza.- Gritó uno de los elfos mirando al otro catamarán.
- Lo siento primito, se me había olvidado lo delicados que erais.- Respondió la joven.
- No es eso, pero creo recordar que habíamos venido a pasar unas relajantes vacaciones en la playa, y esta, definitivamente, no es mi idea de relajante. Ya veréis cuando tengáis hijos, es lo más cansado del mundo, Idril no nos deja ni respirar, menos mal que Elenwë se ha ido unos días con su prima y he podido escaparme, porque me iba a volver loco.
- Pues tienes una idea equivocada de lo que es relajarse. De todas formas, lo que pasa es que estáis enfadados porque Finrod y yo navegamos mejor que vosotros.
- ¿Has oído Fingon?, Finrod y yo, dice. ¡Pero si lo llevas casi atado al barco para que no se caiga! El pobre lo debe estar pasando fatal.
- Bueno, pues más a mi favor, dos príncipes de los Noldor vencidos por una mujer, ¡Que deshonra!- Dijo entre risas.
- Oye hermanita no te pases, puede ser que esto no se me dé muy bien, pero reconoce que sigo tus indicaciones al pie de la letra, además, no creo que otro compañero fuera capaz de soportarte...
En ese momento, la vela del catamarán de Finrod y Nerwen giró bruscamente y el pobre elfo, que no estaba mirando en esa dirección, se llevó un buen golpe y cayó al mar. La joven detuvo inmediatamente el barco y dio la vuelta preocupada mientras sus dos compañeros se acercaban a la zona. Unos segundos después, Finrod salió del agua y miró a su hermana.
- Me apostaría lo que fuera a que lo has hecho a propósito.
Y todos estallaron en risas.

Así discurría la vida para los Noldor en aquella época, se dedicaban a sus quehaceres diarios, que no les restaban mucho tiempo, y después paseaban por las bellas calles de Tirion, se dedicaban a la música y al arte en general o viajaban a Alqualondë o a Valmar para disfrutar de la compañía de amigos o parientes lejanos así como de la belleza de ambas ciudades. Este era el caso de Nerwen (Artanis para los Noldor) cuya familia materna era Teleri y vivía en Alqualondë por lo que la joven viajaba muy a menudo a la ciudad para disfrutar del mar, y siempre trataba de convencer a sus hermanos y primos para que la acompañaran. De hecho, Artanis y su hermano Finrod habían pasado los últimos tres meses en la ciudad Teleri mientras que sus primos habían ido a pasar la última semana con ellos.

Después de dejar los catamaranes en el puerto al elfo que se los había prestado, decidieron volver a Tirion todos juntos, ya que, aunque Nerwen y Finrod pensaban quedarse en Alqualondë, Turgon parecía preocupado por algún asunto concerniente a la familia y había sugerido que sería mejor que estuvieran todos juntos si es que llegaba a suceder algo. Turgon no estaba seguro de conseguir convencer a sus primos de que volvieran a la ciudad si les decía lo que pasaba exactamente, pero la curiosidad de Nerwen no tenía límites y a su primo le había sido fácil "aprovecharse" de ello. Unas horas después, ya habían recogido sus cosas y estaban de camino a Tirion.
- ¿Os habéis fijado en la cara de alegría del elfo de los barcos cuando nos ha visto volver?- Comentó Turgon.
- La verdad es que sí, ¿Cuántos barcos le has destrozado Nerwen?
- Muy gracioso Fingon. La verdad es que no tengo muy buena fama en el puerto, dicen que soy demasiado propensa a los accidentes, no sé porqué la han tomado conmigo...
- Quizá porque el otro día entraste en la ensenada tan rápido con un catamarán que acabaste en medio de la ciudad después de llevarte por delante un par de puestos de pescado y parte del embarcadero.-Apuntó Finrod entre risas.
- ¡Ya está bien! Estáis siempre metiéndoos conmigo. Bueno Turgon, cuánto tiempo pretendes dejarnos sin saber por qué nos has hecho irnos a marchas forzadas.
- Está bien Nerwen, os contaré todo pero no te enfades si te parece que no es motivo suficiente. Veréis, parece que Melkor ha estado haciendo de las suyas desde que los Valar lo soltaron, quizá no estaba lo suficientemente escarmentado como parecía,...
- Definitivamente no lo estaba- Intervino Fingon.
- ...ha estado sembrando sus semillas de "concordia", ya me entendéis, por toda la ciudad y ha llegado incluso a nuestra familia. Parece ser que ha hablado con el tío Fëanor y con nuestro padre; al primero le ha contado no sé que de una tremenda conspiración de mi padre y nuestra para arrebatarle los derechos de sucesión y al segundo algo sobre amenazas de exilio por parte de Fëanor. El caso es que los ánimos se han calentado demasiado en estos meses que habéis estado fuera y, aunque por ahora vuestro padre ha estado interponiéndose en las trifulcas y ha evitado que llegaran a más, no sabemos puede ocurrir si el acaba poniéndose del lado del nuestro, como parece que va a pasar.
- Desde luego, los Valar se lucieron soltando a Melkor- Dijo Artanis- Supongo que es un buen motivo para volver a Tirion antes de que las relaciones entre nuestra familia estén tan mal que no haya nada que arreglar. Pero, de todas formas, ¿Qué pasa con Finwë, no dice nada?
- Parece que se mantiene del lado de Fëanor, aunque bastante tiene con mantener la calma, porque eso no es todo- Respondió Turgon- Y es que Melkor no sólo ha sembrado la desconfianza en nuestra familia, se ha dedicado a hablar mal de los Valar por toda Tirion hablando de libertad, de la Tierra Media y de los mortales que nos la arrebatarán.
- Los segundos nacidos..., pero eso es ridículo, ni los Valar saben cuándo aparecerán en Arda.
- Ya lo sé, Finrod, pero Melkor ha conseguido convertirles en un problema inminente y ha llevado las cosas a tal extremo que ha comenzado a hablar de guerra y rebelión.
- Que locura, no creo que nadie le escuche.
- Pues yo diría que sí, las forjas trabajan día y noche y no para hacer candelabros, Tirion bulle de odio y la casa de Fëanor avanza la primera. Además, Fëanor está totalmente obsesionado con los Silmarils, como si fueran a robárselos, y nunca los enseña en público, Melkor le ha hecho creer que los Valar los codician, y está dispuesto a luchar por defenderlos aunque los Valar ni se acerquen a Tirion. Está totalmente paranoico.
 
De esta forma, pasaron el viaje hasta Tirion, discutiendo sobre como debían parar la espiral de locura que parecía haberse adueñado de todos. Pero cuando llegaron, la luz de la lámpara de plata de Mindon Eldaliéva reveló un panorama que no esperaban y que marcaría mucho de lo que habría de suceder.



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