Una nueva historia

10 de Mayo de 2003, a las 00:00 - Berelleth
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Capitulo II: La Dama Élfica

Comenzaron a caminar, rápidos y cautelosos al principio, pero al rato después ya caminaban lentos y descuidados tropezando con la más mínima piedra o planta que se les atravesaba en el camino. La noche ya había avanzado bastante cuando advirtieron que el suelo comenzaba a hacerse blando y húmedo a Frodo no le importó este cambio de terreno y propuso continuar la marcha apurando un poco el paso con tal de llegar más pronto - adonde sea que vallamos - pensó. A los minutos después el terreno húmedo se transformó en un pantano en el cual cada vez sus pasos eran más profundos. Al poco rato se encontraban atravesando una profunda ciénaga, y que al avanzar se seguía haciendo más profunda, no se dieron cuenta cuando se vieron atravesándola nadando para disgusto de Luv a quien no le gustaba nadar. Al seguir avanzando advirtieron que la ciénaga se habría en un río así que decidieron nadar lo más rápido que podían y usar la pequeña corriente a su favor en una de las curvas que daba, ya que el río no era tan ancho ni tan caudaloso. Después de un arduo esfuerzo lograron atravesar el río, llegando Faramir primero seguido de Frodo y más atrás Luv. Mojados y cansados siguieron caminando sin advertir que cada vez se alejaban más hacia el este. Continuaron caminando hasta llegar a un terreno un poco más firme y menos húmedo, luego se detuvieron y descansaron durante algunos minutos sin decir ni una sola palabra indagando cada uno en sus propios pensamientos. Al rato se pusieron de pie y continuaron la marcha a un paso lento. Después de caminar por unos minutos una débil luz nació entre las nubes grises anunciando la llegada del amanecer, gris y lúgubre para esta época, cuando Frodo y sus amigos escucharon el relinchar de un caballo. Inmediatamente los ojos se les iluminaron y una sonrisa se les descubrió en el rostro, la esperanza había vuelto a sus corazones al escuchar el sonido de aquel bello mamífero que anunciaba la presencia de sus amigos y familiares. Victoriosos corrieron hacia él.

- Tenías razón, perdóname por dudar de ti Frodo - dijo Faramir.
- No hay cuidado, lo importante es que todos logramos llegar -.

Pero Luv, a pesar de todo dudaba, pues el camino no le había convencido y la ciénaga lo tenía confundido pensando algunas veces que podía haberse tratado del Aguada Gris y que se dirigían de regreso a la Comarca. Siguieron corriendo con gran esperanza. Cuando ya se encontraban cerca continuaron caminando hasta llegar a un pequeño claro en el que un solo caballo pastaba tranquilo. En ese momento sus sonrisas se apagaron y se detuvieron extrañados por la presencia de un solo animal en el lugar de toda una caballería. Recordando lo ocurrido hace un rato pensaron en que ese caballo podía ser uno de los que salió despavoridos en el momento que atacaron los wargos por lo que las esperanzas decayeron pero no del todo, ya que si el caballo estaba allí existía la posibilidad de que lo estuviesen buscando o que en algún momento este regresara con los soldados, pero lo que más les extrañó fue que el caballo no tenía montura ni bocado y los caballos de los soldados de Gondor traían caballos vestidos con hermosos arneses, en ese momento quedaron confundidos pensando en que se les hubiesen enganchado con algunas ramas y de este modo se les hubiesen caído, más era casi imposible sacarle a un caballo, por medio solo de ramas, una montura tan firme como son las Gondor. No sabían en que más pensar, pero a pesar de todo seguían creyendo que el caballo pertenecía a algún caballero del Rey por lo que decidieron acercársele, este advirtió la presencia de los hobbits y comenzó a relinchar moviendo la cabeza de un lado hacia otro, de pronto desde detrás de uno de los árboles una persona apareció cubierta con una oscura capa que le cubría el rostro y el cuerpo. Este se irguió imponente y caminó con paso firme poniéndose entre el caballo y los hobbits y desenvainó una espada con la que los apuntó. Sin entender Frodo dijo: - Por favor, no nos lastime, estamos hambrientos y mojados, buscamos a nuestros amigos, pero al parecer hemos perdido el camino -.

Entonces el misterioso ser bajó la espada y con cautela la envainó, en ese momento los hobbits notaron que debajo de la oscura capa vestía unas ropas largas que por cierto estaban bastante deterioradas y andrajosas. Entonces acercándose a ellos y deteniéndose bajo la suave luz de la mañana que escurría entre las nubes levantó una mano y con ella se retiró la manta de la cabeza dejándose ver el rostro con una mirada seria e inescrutable, era el rostro de una hermosa doncella de aspecto élfico que, a pesar de su belleza, permanecía rígida e inmóvil mirando fijamente a los hobbits quienes la observaban sorprendidos. En ese momento Frodo y sus amigos no pudieron contener la mirada de aquella bella dama y bajaron las cabezas avergonzados.

- Por favor, no hagan eso - dijo la doncella volteando.
- Lo sentimos - dijo Faramir - es que, con su permiso, es usted una hermosa dama -.
- Muchas gracias, tomaré eso como un cumplido - dijo seria, a lo que los hobbits se miraron confundidos; ella se agachó - No se queden ahí ¿o no piensan comer nada? -.

Los hobbits se acercaron y vieron que la dama sacaba de su equipaje algunas coimas, un poco de pan y una botella con agua, volteando les dio las coimas a los hobbits y les ofreció la botella de agua quienes la aceptaron agradecidos en ese momento vieron que su rostro cambiaba ahora su mirada era serena y bondadosa. Luego sacó unas mantas gruesas y les dijo que se cubrieran con ellas mientras secaban su ropa junto a un fuego que ella encendería en un instante. Los hobbits obedecieron y se quitaron sus ropas mojadas cubriéndose con las mantas mientras la doncella encendía un pequeño fuego, lo suficiente para secar las ropas y calentarlos en la fría mañana de invierno, se sentaron alrededor y engulleron los alimentos. Después de comer se pusieron a contarle de cómo habían llegado ahí, de la salida desde la Comarca hasta el otro lado del Aguada Gris, desde ahí le narraron el encuentro con los wargos y de cómo habían escapado llegando hasta aquí corrigiéndose mutuamente cuando alguno se equivocaba o se saltaba algún trozo del relato. La doncella escuchaba atenta y serena las palabras de los hobbits y de vez en cuando hacía preguntas, pero insistía en que le hablaran del Rey Elessar y sus jinetes. Después fueron los hobbits los que le comenzaron a hacer preguntas.

- Vengo de Gondor, de la zona oeste de Gondor, pero decidí irme - Dijo la doncella.
- Pero porqué, he escuchado que Gondor es un bonito y tranquilo lugar - preguntó Luv.
- Por eso mismo, desde hace harto tiempo que no ocurre nada interesante, la vida es demasiado tranquila en Gondor, no me gusta la gente que vive ahí, no me gusta como me tratan -.
- Pero usted habla de Gondor como un lugar terrible como si su gente no la aceptara entre ellos -.
- Es que es así en realidad -.
- Pero usted no se ve como la gente de Gondor, cualquiera diría que una princesa élfica se ha escapado de su castillo - agregó Faramir.
- Por favor, no me digas que me asimilo a un elfo, porque no lo soy, y nunca lo seré - dijo la doncella irritada.
- Lo siento no fue mi intención ofenderla -.
- ¿Pero que tienen de malo los elfos? Son gente maravillosa, amable y hermosa - comentó Frodo.
- Lo sé, pero para mí no son amables, me han tratado muy mal -.
- ¿Que han hecho? No creo que se pueda tratar mal a una doncella tan bella especialmente compartiendo con los elfos -.
- No he compartido con ningún elfo -.
- Entonces cómo puede decir que la han tratado mal si no ha compartido con ninguno -.
- Verás, en Gondor vivía con mis padres y mis dos hermanos, gente muy amable que me querían mucho siendo la única hija mujer de la familia, pero tiempo después comencé a darme cuenta de que las cosas no andaban bien, a pesar de tener el cabello oscuro al igual que mis hermanos, nada más entre nosotros se asimilaba, además había advertido hace algún tiempo que la gente no me trataba como a cualquier persona, mi trato era distinto, en parte mejor, pero en algunas ocasiones me incomodaba el darme cuenta que algunas gentes se inclinaban al mirarme. No me agrada esa actitud que tienen frente a mí, al comienzo era divertido, pero ya después se fue formando en algo de rutina que cada vez me molestaba más, sin embargo la gente ya estaba acostumbrada y lo seguían imitando los hijos a los padres y los hijos a los hijos de los padres y así sucesivamente. No había duda de que algo extraño estaba pasando. Una vez cuando mi madre volvió a casa le comente mi duda, ella escucho con atención y con pena en su mirada y le hice prometer que me contaría la verdad, de donde provenía y de porqué la gente me trataba tan extrañamente, pude notar que al pedirle esto sus ojos brillaron con tristeza, pero sin embargo me contó lo ocurrido: Yo no pertenecía a esa familia, había llegado de otras tierras siendo un bebé en los brazos de otra gente y me dejaron a cargo de mis tatarabuelos quienes fallecieron hace años y me dejaron a cargo de mis bisabuelos, quienes me dejaron en manos de mis abuelos y estos me dejaron a cargo de mis actuales padres, que ya están bastante viejos, al morir. No sé cómo no me di cuenta de esto antes. Me dijo que no sabía bien desde que generación había formado parte de la familia ni como había ocurrido que me adoptaran, pero que para ellos yo era parte de la familia.
"Le pregunté a mi madre que si no era de Gondor entonces de donde era, ella me respondió que no sabía de donde, pero que mi raza era la élfica, y que era por esa razón que había vivido tantos años sin envejecer ni morir viendo como todos mis familiares, o a quienes creía mi familia, se iban poco a poco con el pasar de los años. Es por eso que me desagradan los elfos, cómo unos padres pueden dejar a su hija en manos de gente extraña siendo inmortales y poderosos y teniendo tanta gente élfica a quien recurrir. Ser un elfo me da vergüenza, es por eso que no me gusta que me relacionen con ellos, tendría que ocurrir un milagro para que pudiese cambiar de opinión.

- Es una triste historia, pero no entiendo porque odia tanto a los elfos- dijo Frodo.
- Mi odio ha ido creciendo día a día, al comienzo no era más que un simple rechazo, ahora los odio con el alma y el corazón, es más bien un rencor de tiempos pasados perdidos -.
- ¿Y ahora a dónde piensa ir? - preguntó Luv.
- No lo se, busco algún lugar en donde pueda ser feliz y vivir como gente normal, lejos de Gondor y de los elfos, creí que al norte siguiendo las Montañas Nubladas sería una buena opción -.
- Creo que al norte siguiendo esta ruta está Rivendel donde queda el actual hogar de Celeborn, un elfo muy importante por lo que me ha contado mi padre - dijo Faramir.
- Entonces he de cambiar mi rumbo -.
- ¿Y a donde piensa ir? - Preguntó Frodo.
- No lo sé, creo que al este, cruzando las Montañas Nubladas, no sé lo que hay allá, espero descubrir algo nuevo -.
- Si sigue el camino hacia el Este y al Norte encontrará el Bosque Negro y más allá la Montaña Solitaria, hogar de muchos enanos - dijo Luv, quien tenía amplio estudios en mapas.
- Entonces allá he de ir ¿Me acompañaréis? -.
- Claro que sí, iremos felices en vuestra compañía - dijo Frodo - pero creo que aún no nos hemos presentado, mi nombre es Frodo Gamyi a vuestro servicio -.
- Faramir Tuk a vuestro servicio - dijo Faramir.
- Ludovic Bolger también a vuestro servicio - dijo Luv.
- Muy amables, mi nombre es Aerin mucho gusto en conocerlos - dijo la doncella.

Y así partieron a pie hacia el Este y al Norte con su primer destino el de cruzar las Montañas Nubladas. Los hobbits comenzaron la marcha a un paso rápido y suave con las energías recuperadas olvidando lo que en realidad buscaban. Caminaron junto a Aerin durante toda la mañana sin detenerse y lograron abarcar un gran territorio, luego se desviaron un poco hacia el Norte y continuaron la marcha. Al término del día hicieron un alto y saciaron su hambre con algunas coimas y unos sorbos de agua -demasiado poco para un hobbit que está acostumbrado a comer cinco veces al día - pensó Luv. Lamentablemente debían conformarse con eso, ya que solo contaban con las provisiones de Aerin quien amablemente las compartía con ellos, que por fortuna eran bastantes y las cargaba el caballo, pero preferían cuidarlas bien ya que no sabían que cosas les esperaban en el futuro. Luego continuaron su camino durante largo rato hasta pasadas las tres horas después de la puesta del Sol, acamparon y durmieron en un sueño intranquilo debido al frío y la falta de alimento. Frodo despertaba de vez en cuando por causa de alguna pesadilla o algo que lo incomodaba, se movía bastante y una vez que encontraba una cómoda posición, antes de volverse a dormir, miraba a su alrededor los árboles oscuros que les servían de protección, luego dirigía la vista a sus amigos quienes dormían tranquilos, Faramir con el sueño fruncido se movía de vez en cuando, y Luv hacía unos sonidos extraños, se acomodaba y seguía durmiendo plácidamente. Frodo se compadecía de ellos al verlos dormir y a veces se arrepentía de haber insistido tanto en que lo acompañaran, y no fue la última vez que se arrepintió. Después de mirar a sus amigos, Frodo volteó para poder dormir y advirtió la presencia de Aerin quien yacía recostada a su lado y observaba atentamente el cielo cubierto de nubes, sus ojos centellaban en la noche como dos estrellas extraviadas, fijos y perdidos entre las nubes; pensaba tranquila, mas Frodo no pudo adivinar en que pensaba ni siquiera advertir que es lo que sentía, en ese momento parecía estar contemplando a una misteriosa dama élfica, dotada de sabiduría y conocimiento sobre las cosas que sucedieron y las que sucederán, seria y cautelosa, triste y feliz a la vez, con una belleza única que se descubre de a poco frente a quien la contempla con serenidad y compasión cubriéndolo de una atmósfera de sueños y majestad.
Después de observarla por unos largos y bellos minutos Frodo advirtió que la maravillosa atmósfera que lo cubría provenía de la mirada de Aerin quien ya había notado que Frodo la observaba y, sin que este lo notara, había volteado para mirarle fijamente a los ojos. Saliendo Frodo de su trance pudo ver la hermosa mirada de Aerin que se fijaba en él con gran bondad y, avergonzado bajó inmediatamente la cabeza y se sonrojó.

- Perdone usted mi actitud - le dijo Frodo.
- No te preocupes - le susurró Aerin con una suave voz - Puedo adivinar tus pensamientos y ahora conozco mucho más de ti, eres una gran persona Frodo y a pesar de todo tus intenciones son buenas y deseas lo mejor para la gente que te rodea y en especial para tus amigos, se que los quieres mucho y que harías cualquier cosa por ellos, pero piensa bien antes de tomar alguna decisión precipitada, el destino de tus amigos puede muchas veces depender de tus decisiones, eres para ellos un líder a seguir y te respetan así que también respétalos tu a ellos; es un consejo que te doy porque he visto que en ti hay más que un simple hobbit y tu mismo te sorprenderás de las cosas que puedes llegar a hacer sean para bien o para mal -.
Y dicho esto Aerin volteó y guardó silencio por el resto de la noche. Aunque sus palabras eran bellas tenían una gran verdad y sabiduría que Frodo iría comprendiendo con el pasar del tiempo.
Temprano en la mañana despertaron con nuevas energías, comieron lo que se puede llamar un buen desayuno y continuaron la marcha a pie. Ya pasado el medio día caminaron a orillas de un misterioso charco negro de aguas turbias, y al rodearlo se encontraron frente a las Montañas Nubladas, específicamente frente a Las Puertas de Moria.

- Que extraña pared - comentó Luv.
- No es una pared, son unas puertas, si no me equivoco son Las Puertas de Moria, he escuchado de ellas en canciones e historia que cuentan los ancianos, estas puertas cruzan las Montañas Nubladas - dijo Aerin.
- He escuchado de estas puertas en las historias que cuenta mi padre -dijo Frodo entusiasmado.
- Tienes razón - agregó Faramir - pero solo las cruzaremos si podemos entrar y por lo que veo están bastante selladas -.
- Te olvidas de la parte más importante, los conjuros que usaron ¿Recuerdas los que nos contó mi padre la otra noche? Gandalf intentó con muchos, pero ninguno funcionó -.
- Cierto, y gracias al Capitán Meriadoc él supo como abrirlas y de ese modo la forma de entrar -.
- Aguarden un momento - interrumpió Aerin quien miraba confundida la excitante conversación de los hobbits - ¿conocen el modo de entrar? -.
- Por supuesto - dijo Frodo con una sonrisa - lo único que debes hacer es decir "amigo" en vuestra... quiero decir en lengua de los elfos -.
- ¿Eso es todo? -.
- Claro, estas puertas fueron hechas en tiempos de paz y no se necesitaban largos conjuros secretos para abrirlas -.
- Pero debes decirlo en élfico - dijo Faramir.
- No creas que por vivir toda mi vida en Gondor no sé hablar ni escribir en el idioma de los elfos - dijo la doncella riendo y frunciendo el ceño - Puedo hablar en la lengua gris y sé algunas canciones, también conozco algunas en la alta lengua, si tengo el ánimo algún día se las cantaré -.
- Me encantaría oír una canción en la lengua de los elfos, me han dicho que son hermosas - dijo Luv.
- Sí, es verdad - le dijo Aerin a Luv con una mirada compasiva - a pesar de que me desagradan, sus palabras son bastante hermosas, pero bueno, entonces lo intentaré -.

Aerin caminó hasta el frente de las puertas, alzó los brazos y dijo en voz alta y clara: - ¡mellon! -. En ese momento la tierra se estremeció y la puertas temblaron durante algunos segundos, mas nada ocurrió y las puertas permanecieron selladas.

- ¿Qué ocurrió? Se supone que las puertas debieron abrirse - preguntó Frodo confundido.
- No lo sé, tal vez cambiaron el conjuro - respondió Faramir.
- No, eso no es posible, estas puertas fueron construidas hace mucho tiempo y es imposible cambiar el conjuro, eso sería como intentar cambiar la magia con la que fueron construidas - dijo Aerin.
- ¿Entonces qué ocurrió? No me lo puedo explicar -.
- debe haber alguna otra manera de abrirlas -.
- Recuerdo que tenían unas inscripciones - pensó Luv en voz alta.
- Sí es verdad, pero no se ve nada - dijo Frodo.
- Claro que sí, ahí están, creo - dijo Aerin quien inspeccionaba muy de cerca la roca sólida de la pared - pero están bastante deterioradas e ilegibles, al parecer hubo una gran sacudida que estremeció la tierra e hizo que parte de la escritura se borrara, fíjense bien que le faltan algunos trozos y no solo a la escritura, creo que habían unos dibujos y signos tallados bajo la inscripción -.
- Esos son los signos de los que hablaba la historia de mi padre - dijo Frodo - pero cuando él cruzó eran bastantes legibles -.
- Recuerda las historias, las inscripciones brillan con la luz de la Luna - agregó Faramir.
- ¿Qué vamos a hacer? ¿Ahora cómo cruzaremos las montañas? - preguntó Luv.
- No lo sé, como no puedo ver las inscripciones no puedo saber lo que decían y no creo que sea conveniente el esperar hasta el anochecer -.
- De seguro dicen algo con respecto a que debíais decir la palabra "amigo" para poder entrar - dijo Faramir.
- Creo que tienes razón -.
- Ánimo, de seguro encontraremos la forma de entrar - dijo Frodo.
- Por lo que escuchado en las historias, Moria no es un lugar muy agradable - comento Faramir.
- Eso no es importante, si mi padre entró yo también he de hacerlo -.

Estuvieron largo rato frente a las Puertas de Moria, Aerin caminaba de un lado a otro deteniéndose de vez en cuando y lanzaba unas miradas a los restos de los signos y las inscripciones mientras que los hobbits la miraban serios y pensativos intercambiando entre ellos algunas palabras. Intentaron abrir las puertas a empujones y golpes, Faramir insistió y mas tarde intentaron por medio de contraseñas y encantos que habían aprendido de los ancianos y la gente mayor y otros que inventaban en el momento, pero nada dio resultado. Finalmente decidieron buscar otra ruta un poco más al norte debido a que les era imposible pensar en alguna forma de entrar.

- Lamento decirte Frodo que no podrás cruzar Moria como tu padre - dijo Faramir.
- Eso ya no importa, buscaremos otra forma de cruzar las montañas, además Moria no me parecía un buen lugar, recuerda la lucha contra los orcos que tuvo que enfrentar mi padre y el tuyo junto con el resto de la compañía...-. En ese momento Frodo se detuvo y advirtió que él y Faramir estaban pensando en lo mismo.
- ¡Fue ese encuentro, donde el Barlog los atacó! - dijo Faramir sorprendido.
- Los techos cayeron y aplastaron a una gran cantidad de orcos y la parte oeste de Moria quedó destruida por dentro -.
- No, fue la criatura del Lago -.
- Esa es la razón porqué las puertas están selladas y no hay forma de abrirlas... ¿del... Lago? - en ese momento Frodo y Faramir miraron atemorizados al oscuro y misterioso charco.
- Vamos, no se queden ahí o los dejaremos atrás - dijo Aerin. Los dos hobbits prefirieron partir sin decirles al resto nada de lo que habían recordado.

Después de caminar unas dos millas advirtieron una de las más imponentes montañas de Las Montañas Nubladas, el Caradhras. Continuaron caminando por una milla más y se encontraron a los pies de la montaña. Se detuvieron y miraron a su alrededor, si deseaban buscar otro paso debían bordear el Caradhras por más de diez millas, por lo que resolvieron en cruzarla sin tomar en cuenta las súplicas de Luv a quien no le gustaba la nieve ni el frío y prefería caminar diez millas o más con tal de no cruzar tan grande y helada montaña. Pero la decisión ya estaba tomada y a Luv no le quedaba otra opción que asumir las consecuencias. Al comienzo habían acordado el pasar la noche en las faldas del Caradhras, pero encontraron algunos huesos de animales en los alrededores y temieron la presencia de wargos por lo que decidieron emprender la marcha en el instante. Comenzaron a subir a un paso lento pero manteniendo seguridad y siempre a no más de un metro del que se encontraba adelante yendo siempre Aerin a la cabeza.
Al termino del día habían subido no más de trece millas, mas las energías comenzaban a decaer, el viento comenzaba a soplar, el frío comenzaba a aumentar y la nieve comenzaba a aparecer y a medida que avanzaban comenzaba a hacerse más profunda y el viento soplaba con más fuerza.

- Sabía que este viaje no era una buena idea, ya no puedo dar un solo paso más - reclamaba Luv, quien constantemente se retrasaba y los demás debían esperar.
- No hables tanto o se te acabará el aire - le respondía Faramir quien iba delante de él.
- Tranquilos, si seguimos a este paso llegaremos al otro lado al amanecer - dijo Aerin.
- ¿Y no pensamos detenernos? Ya siento que mis piernas se agotan y tengo frío y hambre - dijo Frodo.
- Caminaremos un poco más y luego haremos un alto, nos refugiaremos en un lugar seguro y comeremos un poco, luego retomaremos el paso -. - Está bien, pero que sea pronto -. - Recuerdo las historias que contaba tu padre sobre el Caradhras, moriremos aquí si seguimos avanzando - dijo Luv. - No, no lo haremos, yo también las recuerdo, pero estas no parecen las tormentas de las cuales él hablaba, esas eran más fuertes, no fue una tormenta causada en forma natural, esta lo es, no tienes de que temer -.
- Aún así temo lo peor -.

El viento soplaba más y más fuerte bramando con gran potencia y la nieve comenzaba a hacerse más profunda cada vez dejando a los hobbits solo la cabeza afuera. Aerin abría paso con su espada aunque no era muy efectiva por lo que le daba la orden y el fiel corcel caminaba con todas sus fuerzas abriendo un paso entre la espesa nieve. Continuaron así durante un rato, pero luego se desencadenó una tormenta que Luv no pudo contener cayendo al suelo de bruces a quien la nieve comenzó a cubrir rápidamente. Faramir advirtió la ausencia de su amigo y dando un grito corrió de regreso en su ayuda. Frodo lo vio correr y llamó a Aerin, voltearon y siguieron a Faramir quien había encontrado a su amigo un par de metros atrás cubierto por varias capas de nieve. Entre todos lograron poner a Luv sobre el caballo y lo cubrieron con una manta. A los pocos minutos la nieve seguía aumentando por lo que no pudieron continuar y se vieron en la obligación de detenerse y refugiarse bajo unas salientes de roca negra que formaban algo así como una pequeña cueva que les servía de refugio.

- Estoy agotado ya no me quedan fuerzas - dijo Frodo arrojándose contra el suelo de la cueva y cerrando los ojos.
Faramir permanecía en silencio.
- Hay demasiada nieve para que podamos cruzar y más adelante habrá más, aún no hemos llegado a la parte alta de la montaña - le dijo Frodo a Aerin.
- No es tanta la nieve como creen, ustedes están en desventaja por su pequeña estatura, pero está recién comenzando el invierno por lo que la nieve no debe de sobrepasar el metro y medio. Ahora comamos algo para que podamos partir - dijo Aerin.

Pero después de comer Aerin advirtió que la tormenta era más fuerte que antes y que la noche era más oscura y cubierta de nubes negras que no dejaban de arrojar granizos sobre las roca, el viento soplaba fuertemente silbando y bramando sin cesar.

- No creí que las tormentas fueran tan fuertes en esta región - dijo Aerin sorprendida.
- Creo que lo mejor será aguardar aquí la noche - le dijo Faramir - al menos tenemos un techo para protegernos de la tormenta y mantas para cubrirnos del viento y el frío, somos hobbits jóvenes o medianos como nos llaman la gente grande, y no estamos dotados para poder atravesar en una sola noche una montaña tan feroz como lo es el Caradhras, si seguimos adelante lo más probable es que no logremos llegar -.
- Temo que tienes razón, creo que en esta ocasión habéis hablado con sabias palabras, lo siento por haber intentado llevarlos a través de tantas dificultades e sido una descuidada, mi obsesión por nuevos lugares y nueva gente me habían cegado, pero he recuperado la razón y desde ahora en adelante tomaré en cuenta que sois medianos y pensaré mejor las cosas antes de aventurarlos a hacerlas. Mil disculpas, ojalá algún día podáis perdonarme -.

Durante la noche el frío era insoportable por lo que se cubrieron con todas las mantas disponibles, pero no era suficiente, se reunieron todos y apoyándose en el lomo del caballo intentaron calentarse juntando sus cuerpos y durmieron intranquilamente. A la mañana siguiente la helada continuaba por lo que esperaron a las horas cercanas al medio día para poder continuar. Las horas llegaron, mas no traían con ellas el calor del sol y se sintieron obligados a continuar atravesando la tormenta que había aumentado durante la noche. Era casi imposible avanzar en la nieve sin separarse unos de otros por lo que resolvieron en atarse con una cuerda las cinturas y atarla al caballo de forma que ninguno pudiese salir de la línea, y si uno caía se sabría inmediatamente. Para los hobbits era muy difícil respirar, pues la nieve los sobrepasaba por más de tres pies y los copos no paraban de caer cubriéndolos rápidamente sin oportunidad alguna de inhalar un poco de aire. Después de avanzar un poco más de media milla Aerin notó que los hobbits ya no podían seguir avanzando por lo que decidió cargar ella el equipaje y que su caballo llevara a los hobbits hasta más abajo donde la nieve no era tan profunda y la tormenta menos fuerte. Así anduvieron largas horas, Luv dormía casi congelado apoyado en la espalda de Frodo quien iba adelante y Faramir lo cuidaba desde atrás, ambos hobbits tiritaban de frío y sus caras estaban pálidas como la nieve que los rodeaba. Aunque era muy hábil para cruzar la nieve, las energías de Aerin comenzaban a decaer y no hubiese podido continuar si no hubiese sido por los pequeños tirones de la cuerda que jalaba el caballo y que ella llevaba atada a la cintura, sin embargo su rostro estaba blanco y sus labios habían perdido su color a causa del frío que trabajosamente la inundó. Así continuaron durante ocho largas horas hasta estar a unas tres millas de las faldas orientales del Caradhras. Los hobbits, con algunas energías recuperadas, continuaron a pie el resto del recorrido pues la nieve era mucho menos profunda y la tormenta se había convertido en una suave nevada que pronto cesó.
Ya avanzada la noche llegaron al Valle del Arrollo Sombrío, buscaron el lugar que les pareció más seguro, comieron algunas coimas y un poco de pan, bebieron agua y durmieron profundamente. Al día siguiente los ánimos se habían recuperado, el rostro de Aerin brillaba bajo la luz del sol con nuevos colores, los hobbits aún tenían los rostros pálidos, pero después de comer un pequeño desayuno se sintieron fuertes y saludables y dispuestos a continuar la marcha. Caminaron hacia el Este y el Sur siguiendo el arroyo por el lado oriental, caminando largo rato por más de quince millas. A las dos horas después del medio día se detuvieron y comieron un poco, luego se pusieron en marcha rumbo al Este y al Norte. A medida que avanzaban el paisaje iba cambiando y la primavera hacía de las suyas con los árboles cuyos troncos comenzaban a tomar nueva vida y sus ramas desnudas se llenaban de nuevos brotes verdes y radiantes a la luz del Sol y el andar de los caminantes se tornaba más alegre al observar la gracia con la que los árboles bailaban en la brisa. Si bien habían muchas plantas que habían mantenido sus tonos verdosos sin importarles las constantes amenazas del invierno, estas permanecían casi intactas balanceándose en el viento de un lado a otro y se podía observar en ellas la resistencia invernal. También se veían a lo lejos distintos tipos de pinos que permanecían invariables y pretendían permanecer así durante el resto del año. Los caminantes seguían adelante acompañados de los rayos del Sol que se habían asomado entre algunas nubes que lo cubrían y que amenazan con soltar una lluvia. Varias horas después el Sol ya se había escondido y el aire era cada vez menos agradable. Así concluyó el cuarto día de marcha, los hobbits ya habían perdido las ganas de seguir adelante y deseaban volver a la Comarca o reunirse con el Rey Elessar y cabalgar con él hasta Minas Tirith, pero no, estaban ahí caminando sin rumbo hasta un lugar completamente desconocido para ellos y para su guía que era muy distinto a ellos y poseía muchas más energía y debido a sus insistencias no se daba cuenta del cansancio de los hobbits que se sentían fatigados, hambrientos, cansados y enfermos y necesitaban descansar y dormir en algún lugar cálido y acogedor para reponerse.
El día concluía cuando los hobbits desistieron y se negaron a seguir la marcha.

- Es imposible, ya no podemos seguir caminando - dijo Frodo.
- Ah sido un recorrido extremadamente largo para nosotros, estamos muy fatigados y nos sentimos enfermos, Luv ah pescado un resfriado que empeora a cada minuto - continuó Faramir.
- Así no es posible seguir avanzando, ¡no! Nos quedaremos aquí y descansaremos hasta reponer nuestras energías y después volveremos a la Comarca y a buscar a nuestro amigos -.
Aerin los miraba con aire sombrío sin decir una palabra, pero se compadeció y dijo :
- Por favor , no me hagáis esto, se que estáis fatigados y hambrientos, pero no olviden que fue vuestra decisión la de acompañarme ...-.
- Es por eso mismo que hemos cambiado de parecer y deseamos volver por donde llegamos - interrumpió Frodo.
- Yo se que no he sido una buena guía para vosotros y por eso deseo que me digáis cuando os sintáis incómodos por algo, no es mi intención forzarlos a hacer algo que no deseáis hacer, es por eso que necesito que me muestren vuestra incomodidad y me planteen vuestras inquietudes para así poder hacer de este viaje algo agradable para todos - dijo Aerin en el momento que sus ojos comenzaban a brillar y se le humedecieron, miró hacia un lado y una lagrima bajó por su mejilla. Los hobbits apenados la miraron y Luv se acercó y le dijo:
- No llore, no se trata de hacerla sentir mal, sois una gran persona y con un gran espíritu aventurero que para nosotros es demasiado grande y difícil de seguir, por eso te pedimos que entiendas nuestra posición -.
- Gracias pequeño amigo, yo entiendo su posición, pero necesito que me digan si voy muy rápido para poder así detenerme y mirar alrededor -.
- Lo haremos no te preocupes -.



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